Capitulo 1: El comienzo de una rutina
Desperté nuevamente al escuchar el suave sonido de la alarma, abro los ojos lentamente tomando el teléfono para apagar la misma, observando la hora marcada como las 4:20 de la mañana, suspiro levantándome de la cama y dirigirme al baño, entro a la ducha sin más dejando que el agua fría despierte por completo mi cuerpo.
Mis pensamientos vagan mientras me ducho y al terminar salgo para ir de regreso a mi cuarto—el cual es el único disponible de la casa— y vestirme con el uniforme, me arreglo la camisa y el pantalón, no sin antes colocarme las vendas en mis rodillas, cuando me estaba colocando los zapatos oigo el maullido de mi gata la cual entra a la habitación, sonrió ante esto, pero sin distraerme termino de alistarme, tomo mi mochila y bajo las escaleras encontrando a mi madre en la cocina con el desayuno listo.
—Mariam, desayuna rápido estamos sobre la hora, ya voy a cambiarme para acompañarte hasta el centro.
Habló mi madre a lo que asentí y verla subir las escaleras, suspiro de alivio y me siento en la mesa a desayunar pensando en como será ese primer día de clases del nuevo curso, salgo de mis pensamientos al sentir como mi gata pasea entre mis piernas y ante este gesto sonrío.
Al acabar el desayuno fregué el plato y luego verifiqué la hora notando que ya eran las 5 de la mañana, exhalé frustrada al escuchar los paso de mi madre bajando las escalera.
—Lista, vámonos—Menciona agarrando la llave de la casa.
—Espera voy a buscar mi suéter.
Sin esperar respuesta subo lo mas rápido que puedo las escaleras y entro al cuarto tomando el suéter bajando nuevamente, encontrando a mi madre furiosa.
—Para la próxima; baja todo cuando vengas a desayunar.
Su voz se oyó furiosa por lo que sólo bajé la cabeza saliendo de la casa, observando que no hubiera peligro, ya que la zona donde vivimos es un poco peligrosa, al oír el pase de la puerta comencé a caminar junto a mi madre atenta a cualquier sonido, la oscuridad de la madrugada más el poco frío que aún restaba de la noche eran nuestra compañía. Caminamos por la carretera—que no estaba asfaltada—hasta llegar a la avenida principal donde pasaban los autobuses que venían de los campos, al llegar ya habían personas en la parada esperando.
Momentos después paso el autobús de las 5:20 donde se subió la mayoría de las personas, algunas iban paradas, yo, por suerte, logré encontrar un asiento doble en en cual nos sentamos mi madre y yo, miré por la ventana sosteniendo el morral sobre mis piernas para que no cayera, el trayecto hasta el centro fue un poco largo pues son treinta minutos que se demora el transporte público para llegar al centro.
Al bajar del bus caminamos hasta la parada para esperar el carrito que me llevaría hasta la escuela. Después de caminar unas cuadras llegamos hasta la parada en la que sólo estaban tres personas esperando el transporte público.
—Recuerda avisarme cuando llegues y a qué hora sales para estar pendiente.
—Sí, madre.
Le contesto observando el cielo y cómo éste se va aclarando con los primeros rayos de sol, minutos después llega una Vans—mini camioneta con muchos puestos— en la cual antes de montarme me despido de mi madre.
—Cuídate mucho, ten cuidado y buen día—Dice sonriendo—Dios te bendiga.
—Bendición mami, tú igual, nos vemos en la tarde.
Le respondo subiéndome a la Vans, sentándome en los primeros puestos y sumergiéndome en mis pensamientos de cómo enfrentaré este nuevo año. Luego de 35 minutos —los más eternos de mi vida— llegué al colegio entrando por el portón verde, saludé al portero y continué mi camino hasta el lugar donde se encontraban cinco mesas de cemento, me siento en un banco de esos y saco mi teléfono para mirar la hora.
—6:25 am— susurré frustrada ya que el sueño comenzaba a invadirme, busqué entre las app de mi teléfono Wattpad y comencé a leer un libro que dejé a medias la noche anterior, tan concentrada estaba en mi lectura que no noté cuando alguien se acercó.
—¡Mariam!
Escuché como exclama mi nombre causando que me sobresaltara y que casi tirara el teléfono, suspiro de alivio al ver que es mi amiga, Janet una chica de cabello castaño oscuro crespo corto, piel morena y unos ojos marrones oscuros, los cuales intimidan un poco cuando se molesta.
—Jan, me asustaste—Le sonrío al notar cómo se sienta al otro lado de la mesa—¿Cómo estuviste en las vacaciones?—Pregunto guardando el teléfono.
—De cruzero—comenta sonriendo—¿Y tú?
—Igual—Rio mirándola—Del cuarto a la cocina, de la cocina a la sala y de la sala al baño.
Ella ríe y comienza a leer en su teléfono yo guardo el mío esperando que el timbre suene.
—¿Hablaste con las muchachas?—pregunto a lo que ella niega.
Minutos después el timbre suena por primera vez, en ese momento llegan Elizabeth y Marco. La primera la recibo con un abrazo mientras que el segundo con un asentimiento, por otro lado Jan le jalo el cabello a la recién llegada como muestra de saludo.
Elizabeth es una chica un poco cambiante la cual en algunas ocasiones se deja influenciar por los demás, es de piel morena, cabello enrrulado castaño oscuro casi negro y le llega por los hombros, tiene unos ojos negros.
Por otro lado Marco es el primo de Elizabeth, él tiene un cabello castaño claro liso, aunque no se le nota por llevarlo corto, su piel morena inclanandose a una más clara, sus ojos son marrones.
Luego de una charla sin sentido el timbre sonó por segunda vez, por lo que me levanté y camine hasta la cancha principal de la escuela frente al escenario, mientras que mis amigos se quedaron en la mesa esperando que algún profesor los corriera para que vinieran a este lugar, observo todo para notar algún cambio sin mucho éxito ya que todo continuaba igual que todo los años, suspiré mirando como los chicos de primaria ya estaban ordenados en sus respectivas formaciones a excepción de algunos de 6° grado los cuales tienden a tener un deje de rebeldía.
Dejé de prestarle atención a mi alrededor y por ello me alteré al sentir unos brazos rodearme.
—Mariam—Comentó alegre colocándose frente mío.
Le sonreí a David dándole un abrazo y levanté la mirada ya que el mide casi dos metros y yo apenas mido 1:66.
—Amigo—mencioné contenta.
David la persona que he considerado como mejor amigó y hermano, ya que no hay nadie como él, especial, su cabello castaño igual que sus ojos y su tez es morena, pero esto es lo de menos su personalidad es la más increíble.
No pudimos seguir hablando ya que la directora comenzó a dar su discurso de todos los años, para mí suerte este era mi último año para graduarme de bachillerato, así comenzó el primer día, luego de cantar el himno y la presentación de los nuevos profesores cada grupo/grado y año se fue a sus respectivas aulas, con suerte a nosotros nos dejaron en la misma del año pasado, después de que todos entramos noté que vino muy poca gente, pero entre los que vinieron hoy estaba Josh uno de mi otros amigos lejanos y como sus amigos no vinieron se sentó con David, Jan y yo.
Las primeras horas solo entraban y salían profesores del aula presentándose—más que todo los nuevos— y luego de que pasaran tres docentes, entra una chica o ¿señora? Le calculo unos 24 o 27 años, según ella, será nuestra profesora de química y de paso nuestra guía.
Se presentó y dijo sus "reglas", a las que no le tomé mucha importancia, después de eso nos pidió presentarnos cada uno ya que ella nos quería conocer.
Eso es lo que más detesto; las presentaciones, cuando fue mi turno oculté mis nervios y timidez detrás de mi máscara, las presentaciones avanzaron sin ningún cambió y pude notar como la profesora, llamada Esperanza, charlaba animadamente con el grupo de "Sifrinas, mala conducta" como las llamo en mis pensamientos, no es que les tenga odio o rencor pero nunca podré olvidar sus acciones y todo el mal que me hicieron pasar.
—Así que Mariam ¿cómo te fue con el tratamiento de tus rodillas?—Mencionó David, lo que me hizo salir de mis pensamientos.
Lo observé—Bien, creo, aunque no funcionó así que sigo igual—Respondí encogiéndome de hombros, ellos no mencionaron nada más de eso y continuamos conversando de diferentes cosas, y gracias a que era el primer día salimos temprano.
La mañana transcurrió apacible hasta llegar a la hora de la salida, me despedí de mis amigos y caminé hasta la parada, ya en esta me posicioné en la fila que se dirige al centro, suspiro al ver lo larga que se encontraba y el hecho de que fueran las 12 del mediodía no ayudaba en nada, a esta hora el transporte público se ponía pésimo, así continuó el tiempo; el calor comenzaba a ser sofocante, el potente sol junto al calor que emanaba el mechuro de la refinería tampoco eran de ayuda, miré la hora en mi reloj y ya había pasado una hora, en ese momento pasó la buseta a la cual me subí, pero lastimosamente no encontré asiento y tuve que quedarme parada, suspiré, sería un largo trayecto.
Y así lo fue, casi una hora después logré llegar al centro, cómo detesto los buses públicos y aún más a los hombres; son tan... Insoportables, odio sus estúpidos "halagos". Al bajarme del bus y pagar, comenzé a caminar a la parada de carro que me llevaría a mi casa.
Unas cuadras después logré llegar, las calles se encontraban full de gente por todos lados, esto de cierto modo es sofocante y más si tengo que estar pendiente de que no me habran el bolso y me roben, suspiré al girar en una esquina encontrando así la parada, en ese momento pensé que de verdad tengo mala suerte la cola larga y para completar no hay sombra de ese lado, por suerte tengo mi chaqueta para no quemarme, ahí pasaron alrededor de media a una hora hasta que llegaron dos perreras —Camionetas con techo en la parte del cajón y asientos en este— subí a una de ellas y al sentarme sentí el alivio en mis pies, si seguía parada en cualquier momento colapsaría.
Cómo siempre, el tiempo de llegada pareció eterno, pero al final casi llego a casa, al bajarme de la perrera comenzé a caminar lo más rápido que pude por el sendero hasta mi casa, árboles secos a ambos lados daban perfectos escondites a los ladrones y por esa razón caminé rápido pasando ese, luego de unos minutos logré llegar a casa, tocl la puerta y mi madre me habre.
—Mariam me tenías preocupada —Dice tomando mi mochila.
—Bendición —Me siento en el mueble suspirando, sin poder creer que ya son las cuatro de la tarde y no es por exagerar el transporte público es basura, saco el teléfono detrás de mi espalda y noto que tiene llamadas perdidas y algunos mensajes—Sabes que no me gusta sacar el teléfono en público.
—Lo sé, yo misma te he dicho que no lo hagas —Trae un plato con comida, he de suponer que es el almuerzo.
—Gracias —Digo comenzando a comer, el lado bueno es que la casa está fresca gracias al aire acondicionado de la sala.
A medida que comía me fui sumergiendo en mis pensamientos, lo frustrante que fueron las vacaciones y con el inicio de clases hoy, no era algo agradable, es bueno ver a mis compañeros y amigos... suspiro ante esto, ya estaba dejando de considerarlos así.
Después de fregar la vajilla subo a mi habitación encontrando a mi madre viendo televisión, al entrar ella me observa.
—¿Que hicieron hoy? —Vuelve la vista al programa que veía.
Trago seco esperando que la respuesta no le moleste —Nada solo presentación —Prosedí a cambiarme de ropa para poder ir a ducharme.
—Te dije claramente que no fueras hoy —Reclama y yo solo suspiro sin decir nada.
—Tienes razón —Mencioné lo suficientemente audible para ella.
Ya en la noche estaba concentrada escribiendo uno de mis libros buscando la forma de continuarlo sin éxito alguno, tomé mi celular y noté que tenía unos mensajes, curiosa abrí la mensajería notando que eran de Josh, me encogí de hombros teniendo una conversación trivial con él hasta que se hizo tarde y me acosté a dormir suspirando ante todo el matinet de hoy.
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