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~Capítulo 29 : ¡Bebé!

En una de las desgastadas sillas de aquel bar de mala muerte con repugnante olor a pipa, alcohol y cocaína se encontraba la figura del que alguna vez fue un hombre alegre, carismático y pleno. No quedaba ni el recuerdo de lo que alguna vez fue, su cabello estaba más largo y tenía en su rostro una barba descuidada mientras sus elegantes ropas estaban desaliñadas y sucias, no le importaba nada ...pidió otro vaso de licor y siguió llenando su cuerpo de etanol.

¿Que importaba si moría? El ya no tenía vida, su infancia fue con la carencia de una madre y el cariño que recibió de su padre fue prácticamente nulo, todo los elogios y las muestras de ese efímero y poco afecto se lo llevaba su gemelo, sabía muy bien que Aspros era mejor que el en todo, era aplicado, obediente, talentoso y carismático, el digno heredero Gemak.

¿El? La sombra.

Toda su vida sintió que solo era lo que estaba atrás de Aspros, al que solo comparaban y nadie tomaba en cuenta, amaba a su hermano y no le guardaba rencor alguno pues sabía este no tenía culpa de nada, al contrario le alegraba el si cumpliera con las expectativas de su padre, el estaría ahí para celebrar sus triunfos como la sombra que era, estudio y resaltó de entre los promedios, era elegante y educado pero jamás sería notado por nadie, el solo era el hermano gemelo de Aspros y el hijo de Abel Gemak, eso pensaba.

Hasta que lo conoció...

Era un niño, pero en ese niño encontró lo que en muchas personas no hacia, Asmita en primera estancia lo enamoró con su deslumbrante físico y dulce personalidad pero su amado rubio lo hacía sentir especial, amaba lo grande que se sentía a su lado, escuchar sus te amos y ver en sus ojos esperanza y alegría por el simple echo de estar a su lado.

Su humildad, nobleza su inocencia y sus sueños lo cautivaron, su vida dejo de ser una existencia de oscuridad pues llegó un ángel a iluminarla, atesora en su corazón cada noche que huyeron para verse, cada beso y cada roce, cada una de sus palabras y jamás olvidaría el día que sus dedos inexpertos acariciaron por primera vez esa piel inmaculada y vírgen.

Asmita era su todo.

Quería concluir su carrera y salir por completo del seno de su padre para vivir una vida a su lado como una familia, su sueño era hacer realidad los de aquel niño que amaba con locura,nada lo podía separar de su amado regalo del universo, nada lo haría alejarse de su lado pues con el se sentía pleno y amado, nada jamás los separaría.

A excepción de su padre.

Abel nuevamente hacia su existencia miserable y lo amenazó con lo que más amaba en la vida, Defteros conocía a su padre y sabía que no le temblaría el pulso para matar a su ángel rubio, alejarse de su lado fue quitarse un trozo de su alma y abandonar las esperanzas y su felicidad pero ¿Que más podía hacer? Jamás se permitiría que algo malo le pasará por su causa.

Se alejó y lo lastimo a el y así mismo.

Lloraba con desconsuelo mientras pedía otro vaso de licor, Asmita se había ido de su lado y al parecer no tenía intenciones que verlo nuevamente, quería hacerlo feliz, ayudarlo a cumplir sus sueños y tener una verdadera familia pero su amado se había ido a un lugar donde el no lo podía encontrar, no sabía dónde estaba y el último año paso con lentitud ante la incertidumbre del desconocer si estaba bien, necesitaba de el, verlo y de ser necesario pedirle perdón de rodillas por su cobardía y sobretodo decirle cuanto lo amaba.

—Asmita...—Un susurro que solo el escucho, mientras ahogaba sus penas en licor y lagrimas se preguntaba a si mismo que haría, ya había viajado por cuánto lugar se le ocurriese pero no lo hallaba, no sabía dónde buscar.

A tropezones tomo una decisión, su vida era una completa basura y estaba permitiendo que se lo llevará la desgracia, su pecho quemaba pero no podía seguir de ese modo.

Se puso de pie y dejo el dinero en la mesa, camino hasta el hotel más cercano y pidió una habitación, lavo su sucia ropa y el mismo se dió una extensa ducha, se afeito, perfumo y con una tijera tomo su melena que ya le pasaba los muslos y corto su largo cabello hasta la altura de su espalda, después  se lo sujeto en una coleta alta  y después de darse una última mirada en el espejo para terminar de acomodar su corbata salió por aquella puerta como un hombre renovado y grande.

Se la paso consumiendo porquerías y autocompadeciendose a si mismo los últimos meses al haber dejado ir al amor de su vida pero ya no más, si quería ser digno del amor de Asmita debía portarse a la altura, ese día decidió que ya no estaba dispuesto a vivir con su ausencia y lo encontraría.

Tocó la puerta de la panadería Bossi para dar la cara y enfrentar las consecuencias de sus actos, fue hasta el pueblo al lugar que debió haber ido desde un principio pero no sé acercó por cobarde...pero ya no más, la puerta fue abierta por un hombre rubio y fuerte pero su voz lo recibió con amabilidad.

—Bienvenido a la panadería Bossi jóven, que desea—Defteros suspiro llenando su espíritu de determinación antes de responder.

—Señor... Se que es el padre de Asmita y necesito hablar seriamente con usted y la madre de el.

—Claro pero que quieres decirnos muchacho, Asmita dejo Atenas hace un poco más de un año—Pregunto Kaiser con confucion.

—Yo soy el hombre que lo abandonó.

Lo dijo, el sentía que el haberse alejado sin importar que haya sido por el bien del menor su acción no dejaba de ser un terrible abandonó.

—Asi que eres tú...—El mayor apretó sus nudillos hasta volverlos blancos, aquella persona frente a el era quien dejó a su hijo embarazado y lo abandonó.

—Si pero todo tiene una...—No pudo terminar de hablar cuando un puñetazo lo descolocó, se vio en la necesidad de tomarse de la pared para no caer al suelo, para ser el padre de alguien tan pacifista y tranquilo como Asmita golpeaba fuerte, aunque se esperaba una reacción así.

—No se que haces aquí pero no te quiero en mi panadería, ¡Lárgate o te juro que te mato!—Se adentro con intenciones de no escucharlo,juro que haría llorar lágrimas de sangre al hombre que lastimo a su niño pero no valía la pena, el daño ya estaba echo.

—¡Espere por favor! Necesito que me escuché Señor, yo amo a su hijo con todas las fuerzas de mi ser y jamás quise hacer algo que lo dañara—Puso su mano antes de que la puerta se cerrará sin importar el dolor que esto le producía, entendía la molestia del padre de su rubio pero haría hasta lo imposible por redimirse para ser digno de volver a estar a su lado.

—Si en verdad lo amarás como tanto dices no lo hubieras dejado cuando más te necesitaba, vete pues no te puedo ní ver, tú me quitaste a mi pequeño y le arrebataste su inocencia condenandole a una vida que no tenía que tener, eres un hombre despiadado que jugó con los sentimientos de un niño inocente que se enamoró dando todo.

—Señor eso no es así, usted más que nadie sabe que su hijo es una persona maravillosa de la cualquiera se podría enamorar y yo no fui la excepción, le pido me escuche.

—Yo no tengo nada que hablar con un poco hombre como tú qué lo abandonó a sabiendas que esperaba un hijo tuyo—Lo miro con odio, jamás podría aceptar a ese sujeto que lastimo a su niño de la peor manera.

—¿De que me habla, cuál hijo?—Pregunto completamente perdido, ya no sabía que rumbo había tomado la conversación, el solo quería saber dónde estaba Asmita para buscarlo y obtener su perdón.

Kaiser se vio tentado a volverlo a golpear por cínico descarado, haciéndose el tonto tratando de evadir su responsabilidad.

—¡Tu hijo con Asmita, lo abandonaste estando embarazado!

Grito en cólera y Defteros no lo podía creer...Asmita esperaba un hijo suyo.

~🌿~

Monto su corcel y en tiempo récord llegó al pueblo buscando el origen de las tres campanadas no tardó mucho para hallar el motivo del pedido de auxilio, como en los últimos meses se trataba del fusilamiento de inocentes, Hades había impuesto una ley de impuestos que a muchos ciudadanos de Atenas se les dificultaba cumplir, la advertencia y el castigo de no pagar en un tiempo estipulado era la muerte, era muy común ver a los soldados apuntando con sus armas a los campesinos que se les condena a la muerte solo por no contar con los recursos necesarios para cumplir con el mandato del gobernador, todo el pueblo ateniense estaba en contra de las nuevas leyes pero por más que se opusieran y protestaran el gobierno no los escuchaba e ignoraba vilmente sus necesidades como si nada sin importarle que su pueblo muriera de hambre y el tener a su gente opresa sin calidad de vida con la inflación y la caída de los euros.

Kardia no podía hacer mucho en contra de la política, Atenas era un pueblo rico en recursos naturales pero lamentablemente no estaba con un buen líder político soberano y sin un buen frente por muy rica y potencial que sea la ciudad no saldría de la pobreza y la hambruna si primero no se empezaba por lo esencial como tener un buen diligente, lo que el podía hacer era jugar bien sus cartas para sacar a Hades de todo y por mientras evitar que vidas inocentes se vieran afectadas por la crisis política y la tiranía de un hombre sin escrúpulos.

Miro el panorama y está vez la seguridad era mayor, definitivamente no podía pasar desapercibido habiendo tantos soldados por doquier, entrar por el frente sería un suicidio pero tampoco tenía muchas opciones, ya tenían el armamento apuntando fijo en la cabeza de los pueblerinos, suspiro para ganar seguridad y dejo de resguardarse en las sombras para hacerle frente a la situación.

—¡Oigan Ustedes!—El grito del  hombre con máscara que se encontraba en el tejado más alto de la plaza llamo la atención tanto como de ciudadanos que se aliviaron de verlo hasta de los soldados que dejaron de apuntar la cabeza de los condenados para centrar su atención en el—¡Que demonios están haciendo! Se supone que ustedes son la justicia, los hombres que velan por el bienestar de su pueblo y los que todos respetan por su valentía y en quienes confían con los ojos cerrados, todos sus años de estudio y su deseo de ser hombres admirables, recordados y velerosos lo están mandando por la borda al atreverse a apuntar a su pueblo con una pistola o una espada, ¡Maldito sea el soldado que vuelva sus armas contra su pueblo! No sean cañas en el desierto que el viento mueve a placer, tengan coraje y no se dejen amedrentar. Sean redimidos y luchen de lado de la justicia, que un hombre que usa máscara no sea capaz de arrebatarles el puesto que les corresponde. Ustedes saben muy bien que no están del lado correcto, nunca es tarde para empezar de nuevo, en nuestras manos está que Atenas sea lo que era antes.

Todo quedó en sepulcral silencio hasta que el sonido del metal haciendo contacto con el suelo y el peso de las pistolas cayendo al piso se fueron oyendo una a una, los soldados estaban lanzando sus armas mientras sus ojos se llenaban de lágrimas, no eran malas personas pero tenían miedo. Solo eran unas fichas más de ajedrez que tenían que cumplir órdenes de su superior, ellos no gozaban de matar inocentes pues sus familias también eran humildes y en carne propia vivían la desesperación que arropaba Atenas pero Hades era un poder mayor y le temían por qué eran humanos y sentían, a veces el miedo hace hacer cosas que no están bien, una emoción que tiene voz y voluntad propia.

—¡Imbéciles, como se atreven a desafiar al gobernador! Este sujeto es solo un bandido charlatán, es problema de ustedes si quieren ver a su familia pagando las consecuencias de sus actos por no cumplir su deber, yo no cometeré ese error—Sin darle tiempo de reaccionar a alguien tomo su pistola y apunto directo hacia el enmascarado tomándolo desprevenido pues estaba eufórico, contento y orgulloso por la decisión al parecer definitiva de los uniformados.

Pero se confío mucho.

Lo atacaron distraído y lo hirieron, por suerte al estar tan lejos del lugar donde salió la bala está perdió potencia y dirección, no dió en su cabeza pero si en su hombro, aquella bala solo fue la primera de muchas más, los soldados parecieron volver a caer en cumplir su deber sin importar lo correcto y alzaron sus armas contra el enmascarado, el miedo fue el vencedor de esta batalla. Todos corrían angustiados a sus hogares y Kardia apesar de su estado se supo un poco satisfecho, pues aunque intento tocar la conciencia y el razonamiento de esos hombres y no lo logro había salvado nuevamente la vida de inocentes.

No sé quedaría ahí para ser tocado por más balas así que monto su caballo para alejarse de ahí lo más pronto posible, la sangre salía sin control de su hombro y a diferencia de aquella ocasión cuando Salvo a la familia Caprino y solo lo rozó está vez la bala estaba dentro suyo, sentía ganas de vomitar y todo daba vueltas a su alrededor, estaba seguro que en cualquier momento perdería la conciencia, sentía el líquido caliente salir de su hombro y escurrir entre sus ropas, solo esperaba llegar pronto a su hogar junto con Degel.

Por su parte el galo sentía que ese mal presentimiento aún no cedía, sentía el estómago revuelto y nuevamente estaba en el suelo del baño devolviendo todo lo que habia ingerido, los últimos días se había sentido más cansado y las náuseas lo atacaban seguido pero hoy fue excesivo, lavo sus dientes y fue hasta el comedor para tomar unas galletas saladas y un vaso con agua, se sentó a degustar su insípido bocadillo cuando escucho que el caballo de su esposo venía llegando a su finca donde acordaron  de verse después de que partió al auxilio de los ciudadanos.

Sintió una enorme sensación de alivio pero ese extraño vuelco en su estómago y sensación de mal presentimiento no desaparecía de su persona y solo empeoró al abrir la puerta y ver las condiciones en las que se encontraba su pareja.

Kardia enmascarado bajo del caballo y a tropezones con la mano en su hombro y una mueca de dolor intentaba llegar hacia la puerta donde Degel lo miraba incrédulo y preocupado, pero no dió ni cinco pasos cuando su borrosa visión se oscureció por completo y se desmorono en el suelo.

—¡Kardia!—Corrio dónde estaba su amado inconsciente y temeroso lo empezó a revisar para buscar el origen de aquella sangre, no tardó mucho en notar que provenía de su hombro y con ansiedad se quitó su camisa blanca quedando su blanco y fuerte torso desnudo, comenzó con aquella pieza de ropa a hacer presión en la herida para detener el fluido de sangre para que no perdiera más—Por los dioses...estás muy mal.

Con mucho esfuerzo lo entro a su hogar y lo recostó en el sofá mientras el iba en busca de la curandera más cercana, por suerte el hogar de la doctora Flourite no estaba muy lejos, así que emprendió marcha sin importar su torso desnudo.

La rubia disfrutaba leyendo los últimos ejemplares que su padre un muy reconocido escritor había sacado recientemente, dejo de lado su te y libro para abrir la puerta dónde se encontró al joven Versau, un tenue rubor cubrió las mejillas de la mujer de 30 años, ese jovencito era un niño a comparación suya pero las veces que le había atendido cuando sufre alguna reacción alérgica por las gardenias o malestares comunes le ha llamado la atención su porte, belleza y elegancia.

—Buenas tardes señorito Versau dígame en que lo puedo ayudar—Dijo algo preocupada al verlo, lamentablemente cuando se veían era por qué el menor enfermaba.

—Doctora lamento muchísimo llegar de este modo a su hogar pero no tengo tiempo de dar explicaciónes tontas, por favor venga conmigo es un asunto de vida o muerte—Dijo alterado y la rubia se preocupo aún más pues era primera vez que lo veía tan alterado, ni cuando se le cerraban las vías respiratorias se ponía tan nervioso.

—Claro iré por mi botiquín—Fue por su botiquín dónde tenía lo más básico ante cualquier emergencia, no había terminado de cerrar la puerta cuando el galo tomo su mano para correr llevándole apurada.

Llegaron a la finca Versau y al joven abrir la puerta la doctora se sorprendió de ver al mismísimo enmascarado en el sofá herido, todos conocían de aquel hombre y ella no era la excepción, cubrió su boca de la impresión pero no le dió tiempo de asimilar del todo la situación pues el dueño de la finca volvió a tomar palabra.

—Por favor, se lo suplico ayudelo,  qué no le pase nada—La miro suplicante, sus ojos estaban cristalizados y verlo de esa manera le causó una enorme inconformidad.

Lavo sus manos y tomo sus implementos para atender al enmascarado al parecer una bala había tocado su hombro, por suerte no toco tendones y se mejoraría con reposo, aunque si perdió mucha sangre, concéntrada se encargaba de extraer la bala y saturar la herida, después haría sus preguntas.

—Muy bien...he terminado de poner los puntos, no ha tocado tendones pero debe guardar reposo, se que se trata del enmascarado pero por muy héroe de Atenas que sea debe mantenerse tranquilo por lo menos un par de días y tomar muchos jugos rojos y comidas enriquecidas de vitaminas pues perdió una cantidad considerable de sangre, tranquilo señorito Versau, el estará bien—Dijo sonriendo para transmitirle calma.

Degel al fin pudo respirar tranquilo, sentía que se le iba el alma cuando vio que su amado se desmoronaba ante su mirada, sin embargo esa tranquilidad no le duró mucho pues recordó algo de suma importancia.

—Doctora en verdad no tiene idea lo agredecido que estoy con usted por haber ayudado a este hombre, le pido y suplicó que por favor esto sea un secreto, debe saber que la gobernación busca a este buen hombre con la excusa de que es un bandido para matarlo pero el solo quiere salvar al pueblo ateniense así que se lo pido encarecidamente haga como si usted no vio nada, se que es mucho pedir y la podría meter en problemas pero...—Interrumpido.

—Tranquilo jóven, yo no he visto nada. Sería incapaz de delatar a este gran hombre que a diario se pone en riesgo a si mismo para salvaguardar la vida y dar esperanza a los desamparados, yo sé muy bien quienes son los verdaderos bandidos y de ahora en adelante que necesite de mis conocimientos no dude en acudir a mí, estaría encantada de velar por la salud del héroe de mi pueblo.

—Doctora...—El galo le sonrió con dulzura, estaba completamente agradecido y no se equivocó al buscar ayuda en esa mujer tan honesta y verdadera, su alegría de saber que su amado se mejoraría no duró mucho pues nuevamente sintió su estómago revolverse, llevo la mano hacia su boca y salió disparado al baño donde expulsó las pocas galletas saladas y liquidos que quedaban en su estómago, volvio a lavar sus dientes y pálido y algo agotado salió del baño higiénizado y al cruzar la puerta se encontró otra vez con la doctora en la habitación y su Kardia que seguía inconsciente—Siento mucho que haya tenido que presenciar esa escena—Dijo apenado—Ultimamente no he estado bien del estómago.

—Valla es preocupante...—Comento pensativa—¿Le importa si le revisó para un diagnóstico? En caso de ser una infección o una indigestión debe cuidarse.

—Se lo agradecería mucho la verdad—El menor se dejó examinar y le comento a la doctora de sus malestares y está ya tenía un diagnóstico.

—¿Tu eres Doncel querido?—Pregunto solo para despejar cualquier duda.

—Si señora.

—No se exactamente cuando tiempo tienes pero de eso nos iremos dando cuenta en las futuras consultas—Dijo emocionada por ese joven tan encantador, quién sea que fuera su pareja tenía mucha suerte.

—Disculpe pero no entiendo a que se refiere—Dijo confundido—¿Es grave acaso?—Pregunto asustado temiendo una enfermedad mortal.

—Nada de éso, estás esperando un hijo, estás embarazado.

Gifer1710🌟





















Holaaa, les confieso que este capítulo iba a ser mucho más largo para soltar la bomba de ese mal presentimiento. 😈

Pero no. Mejor lo dejo para el siguiente, mientras sientan emoción por ese bebé.❤️😇

Les quiero desear una feliz navidad al lado de sus seres queridos, que la alegría de compartir en familia no haga falta en sus vidas, muchos buenos deseos se cuidan mucho nos leemos pronto.🎄💚💙

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