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~Capítulo 28: El peor presentimiento.

Ahora todo estaba Claro.

Cada vez que intentaba deshacerse de algún integrante del consejo le era imposible pues el mismísimo enmascarado que era su más grande dolor de cabeza se encontraba sentado en la mesa haciéndose llamar aliado suyo, todos eran sospechosos pues el no creía en la lealtad de nadie ya que el no lo era, pero con esta información que llegaba a sus manos era claro de quién se trataba ese sujeto.

Degel Versau era importante para el enmascarado...algo pasional para que el bandido de Atenas se haya presentado personalmente para sacarlo de su boda, ese galo siempre se oponía a sus métodos y conectando obviedades y atando cabos sueltos como los anteojos que vio en la mansión Antares en la tarde y el comportamiento tan extraño y sospechoso de los jóvenes disipaban toda duda en su persona.

Kardia Antares era el enmascarado.

Su condición física era muy buena para supuestamente no hacer ejercicio, pensando las cosas con la mente fría para que querría un multimillonario entrar a un consejo dónde solo estaban los ricos que se la daban de grandes señores y señoras de la alta sociedad.

¡Cómo no se dió cuenta!

Era evidente que el era el responsable de la muerte de Zaphiri Antares, ya se le hacía extraño que el bastardo de este colaborará, pero no más...un Antares jamás le volvería a ver la cara de tonto, ese asqueroso bandido moriría de la peor forma posible, le haría pagar con sangre cada plan frustrado y cada burla.

—¿¡Dónde demonios están los soldados!?—Pregunto enfurecido, no tenía tiempo que perder, debía ir a secuestrar a ese Maldito enmascarado lo mas pronto posible, no dejaría pasar ni un día más.

—¡Gobernador reportándome! Los pelotones se encuentran en comando en su hora de descanso—Llegaba un joven informando la situación, el azabache lo tomo del cuello de la camisa.

—Me importa nada que estén en su hora de descanso, si no se presentan aquí juro que serán ellos los que estarán mañana en la orca—El chico asintió atemorizado—El gobernador ha dado una orden, ¡Lárgate y más te vale estar aquí con todo el comando!

Gritaba histérico completamente enloquecido, no podía estar tranquilo sabiendo la identidad de ese sujeto y no tenerlo entre sus manos para matarlo de la peor manera por hacerlo quedar en ridículo por tanto tiempo, El soldado novato corrió en busca de sus camaradas para que se presentarán ante el gobernador, este se sentó en su escritorio y se sirvió una copa cargada de vino, una vez se vio solo rio con fuerza como nunca antes en su vida.

Lo tenía.

Por su parte Kardia le dió a Degel uno de sus dos caballos del carruaje para que llegara a su finca sin ser sospechoso, se fueron cada uno a sus hogares pues no sería válido inventarles nuevamente a sus amigos la excusa tonta de la pijamada de negocios, ambos en el fondo sentían que ellos sospechaban de su relación pero agradecían no hicieran tantas preguntas.

Degel llegó a su majestuosa finca y en esta no estaba Albafica...tal vez había salido, decidió descansar de tan agotador día después de una ducha con agua caliente.

Kardia también llegaba a su mansión y está estaba completamente sola, suspiro un poco triste...sin su esposo o mejor amigo allí el lugar se volvía sin vida...nada a lo que alguna vez fue cuando sus padres vivían, no veía la hora de mirar a Hades a los ojos mientras lo apuntaba con una espada diciéndole que el era el enmascarado.

Si tenía que pagar una penitencia por matar a ese vil canalla estaba dispuesto a hacerlo.

—Eliminaré a todos los malvados y después recibiré el castigo de los dioses.

Murmuro para si mismo sin atisbo de duda mientras el agua mojaba cada rincón de su cuerpo, las gotas calientes se deslizaban por su desnudez llenandole de confort relajando sus músculos entumecidos, minutos después de dejar en su cuerpo el agradable aroma del jabón salió del baño y se puso un pantalón blanco de pijama, cuando estaba por acostarse a su cama para por fin descansar la puerta de su hogar fue derribada.

—Rodeen el lugar, que no tenga por dónde escapar—Daba órdenes Hades a los grandes pelotones de soldados, estos acataron y se dispusieron a resguardan cada salida de la mansión mientras otro grupo entraba con el gobernador.

—Que demonios...—Kardia fue a ver qué fue ese ruido y quién osaba entrar de ese modo en su morada, al caminar por los pasillos de su habitación hasta la sala lo recibieron un montón de espadas y el gobernador con una sonrisa en el rostro...no tenía un buen presentimiento—Buenas noches gobernador, ¿a qué se debe que entren de este modo tan grosero y el verlo nuevamente?—Pregunto lo más calmado que pudo manteniendo la compostura, se supone el no debería estar preocupado pues no ha echo nada malo, debía seguir aparentando y no caer en la boca del lobo.

Hades río con ganas antes de contestar.

—Kardia Antares...mi queridísimo Antares—Escupio con desdén—Siempre tan educado, impecable y perfecto, todo un joven caballero de la alta sociedad. No tienes habilidades con la espada pues eres un fiasco con las armas de doble filo y siempre andas de punta en blanco pues detestas el desorden y el sudor, todo un don Juan que disfruta de los bailes con las damas y señoritos ¿Verdad?—Se acercó hasta quedar muy cerca del heleno, este se mantenía estático en su lugar pues un soldado tenía una espada en su espalda...estaba rodeado.

—Valla...está recalcando mis cualidades pero hacen falta muchas más cosas en su lista gobernador—Dijo aparentando confusión con una mezcla de seguridad.

Aunque era una fachada...el sabía el por qué Hades estaba ahí.

—¿A si?—Pregunto comenzando a enojarse...—Digame entonces que más sabe hacer usted Antares—Ahora solo hacia falta que confesara para que los soldados lo dejarán como un pedazo de carne maltratada y sin valor.

—Se varias lenguas además de tocar el chelo, y aquí entre nos se me da muy bien los bailes...pero soy modesto—Rio divertido haciendo que el azabache perdiera la paciencia.

—Se acabo Antares. Tu teatro se acaba aquí y ahora, se que eres ese hombre que viste ropas oscuras y usa un antifaz jugando a ser un héroe, lose y ahora no tendré piedad contigo, vas a desear no haber nacido cuando te haga sufrir la peor de las torturas...suplicaras por piedad maldito enmascarado.

Esto era malo...esto era ¡Muy muy malo! Hades no podía saber que el era el enmascarado, arruinaría todos sus planes de justicia y venganza, además no se tenía permitido morir, hace unos meses hubiera sacado su espada sin importar morir a manos de ese hombre pero con la satisfacción de que lucho por sus ideales pero ahora era distinto...estaba Degel su amado Degel y su pueblo que confiaba en el, no era el momento de que supiera la verdad, no ahora que se ocultaba tras docenas de soldados que tenían sus armas puestas en el.

Hades sabría que el era el enmascarado cuando lo tuviera en sus manos matandolo sin piedad.

—¡Jajaja!—Rio con fuerza y el soldado hizo más presión en su espalda desnuda con el arma sacándole una línea de sangre—Lo siento, lo siento—Se seco una lagrimita que salió de su ojo izquierdo mientras intentaba recuperar la compostura—Gobernador...¿Se está escuchando? ¿Yo,el enmascarado? ¡Es una completa locura! La verdad me ofende el que haya venido de este modo a mi mansión tomando en cuenta nuestra amistad pero prefiero tomar las cosas con calma y con humor por la absurda confucion.

—¡Cállate Kardia Antares, se que eres el enmascarado y ahora morirás!—Grito con potencia.

Manigoldo llegaba cabizbajo a la mansión, Albafica lo sacaba de quicio...ya no sabía que hacer con ese lindo engreído, lo quería y le gustaba pero tampoco se le iba a humillar. Al irse acercando se dió cuenta que todas las entradas de la mansión estaban resguardada por soldados por doquier...la conclusión más lógica llegó a su cabeza.

Habían descubierto a Kardia.

Y para disipar por completo sus sospechas escucho fuerte y claro el grito del gobernador.

Tenía que hacer algo...no iba a permitir que matarán a su mejor amigo, más que eso su hermano. El hombre que lo saco de las calles de Sicilia dónde estaba muerto en vida sufriendo hambre y consumiendo etanol hasta más no poder, cuando el mundo le dió la espalda llego Kardia y le dió la mano, ese excéntrico joven millonario no solo le dió un empleó y una nueva oportunidad, le dió una familia, y ahora el no le daría la espalda.

Tal vez estaba firmando su sentencia de muerte pero si moría salvando al imbécil de su amigo lo haría con gustó, a paso sigiloso se fue acercando a la caballeriza dónde sabía Kardia ocultaba su antifaz y ropas bajo una cavidad de madera oculta en el piso, además ahí también estaba el caballo del enmascarado.

—Me ofende en sobremanera que hallan llegado de este modo a importunar mi hogar diciendo está barbaridad de calumnias, gobernador. Lo considero un gran amigo además de mi socio, ¿Cómo se atreve a dudar de mi que siempre he estado a su lado como un hombre leal? Me llena de rabia que me compare con ese sucio bandido, prometo que no le guardaré rencor por está falta de respeto y sepa usted Señor Hades Ifrad que yo Kardia Antares no soy el enmascarado.

—Si lo eres infeliz, que bueno eres con la labia Antares. Casi que te creó—Comenzo a aplaudir sarcásticamente.

—¡No! No lo soy, no puede venir y decir que soy ese sujeto sin pruebas o fundamentos, está siendo usted irracional. Está tan desesperado por atrapar a ese bandido que ya ve cosas donde no las hay, está loquito—Se burló un poco.

—Callate ladrón inmundo, No necesito más pruebas, el echo de que seas el amante de Degel Versau el sujeto que sacaste del altar me lo deja todo en claro, mis hombres te vieron en tus andanzas con ese muchacho—Las cosas empezaron a tomar más gravedad para Kardia, no le gustaba para nada que mencionara a Degel.

—En primer lugar nada le asegura si lo que le dijo su hombre es cierto, además que el enmascarado haya sacado a Versau hace un año del altar no significa absolutamente nada, mi relación con el señorito galo es meramente profesional al ser miembro del consejo, no tiene pruebas. No puede hacer esto—Para este punto las dudas comenzaron a invadir a Hades pero ya no echaría sus planes para atrás...no quedaría en ridículo.

—Yo soy el gobernador, y usted el enmascarado, no necesito más pruebas—El era el gobernador y nadie se oponía a su voluntad, si en verdad Kardia Antares no era el enmascarado que mal por el—Llevenlo a la orca.

—Si Señor—Se acercaron listos para llevarlo al comando y matarlo, Kardia estaba apunto de comenzar una pelea cuando el rechinido de un caballo llamo la atención de todos los hombres que se encontraban dentro y fuera de la mansión—Ese es...

—No puede ser...—Hades no daba crédito a lo que veía, a través del ventanal de vidrio frente a ellos estaba el enmascarado, el verdadero enmascarado. Kardia no era ese sujeto después de todo, de cierto modo sentía alivió pues podría ejecutar su plan de casarlo con su sobrina, aunque no le quitaría el ojo de encina.

—Ja...¿si yo soy el enmascarado quien es ese que está allí?—Pregunto con sarcasmo el heleno, Hades apretó los dientes.

—Perdone mi error. ¡Soldados tras el!—Los soldados empezaron a seguir al enmascarado pero este llevaba la delantera, nuevamente fracasaba en su captura pero esto no sería por mucho tiempo, mataría a su lacayo que le mintió y efectuaría su primer plan para atraer a ese sujeto, pese a lo que le dijo Kardia el seguía pensando que Versau era importante para el enmascarado pues no se le había visto tan cercano a alguien más.

Mientras Hades se retiraba sintiéndose derrotado con sus soldados una sonrisa se dibujó en el rostro de Kardia, le debía una grande a Manigoldo, ahora podía seguir con su plan de justicia y venganza.

~🌿~


Al salir de su estado de shock se vio en la necesidad de cubrir sus labios para que su carcajada no fuera tan evidente...¿Que le sucedía a ese hombre? Llegar de repente y decirle esas cosas, Minos se sentó a su lado sin ser invitado.

—¿Que es tan gracioso?—Le pregunto con una sonrisa, cuando reía se veía aún más lindo.

—Nada, nada—Volvio a reír—Lo siendo, es que me causa gracia que me diga eso tan de repente, está desesperado—Golpeo su hombro amistosamente.

—Tienes razón fue algo repentino...pero no es tan descabellado como crees—Tomo sus manos y Albafica comenzaba a ponerse incómodo—He quedado cautivado, acabo de llegar de Noruega por mis negocios y al pisar tierras helenas me encuentro con una creatura tan hermosa como tú, tal vez te parezca cursi pero sentí un flechazo y quiero conocer más acerca de tí.

—Yo...—Albafica no sabía que decir ante tan repentina confección, por una parte tenía al italiano que era duro como una piedra que le gustaría fuera un poco más sensible y detallista, de pronto llegaba este sujeto que le hacía competencia a Romeo Montesco con su repentina aparición y labia, aunque...no estaba nada mal—Claro estaría encantado de conocerlo más y ser amigos.

—Toda buena relación comienza de ese modo.

—No seas intenso—Rio y lo volvió a golpear en el hombro, solo que está vez se le pasó un poco la mano y el chico hizo una mueca de dolor—¡Lo siento!

—N-no hay problema ni me dolió—Una vil mentira, para verse tan lindo y delicado tenía la mano bastante pesada—No me has dicho tu nombre.

—Me llamo Albafica.

—Que nombre tan lindo, como las flores del Alba. Cómo tú...

—Minos...—El joven se ruborizó y el albino ya iba con el propósito de juntar sus labios pero el sueco gira el rostro y hace una pregunta, no sería tan fácil por muy lindo y galán que fuera—¿Por qué viniste de Noruega?

—Negocios, este pueblo está lleno de riquezas y es prometedor.

—Ya veo...

Hablaron por un par de horas conociéndose y quedando en reunirse más seguido para entablar una amistad, Albafica empezaba a sentir sueño así que se despidió para volver a la finca Versau, al retirarse Minos no perdió de vista ninguno de sus movimientos, una vez no lo tubo en su campo visual una sonrisa adorno sus labios.

Todo estaba saliendo como lo planeó.

~🌿~

Lejos de Atenas en el Taj Mahal de la India en una hermosa cabaña estaban Aspros y Asmita arropando a sus pequeños mientras pensaban como acomodarse para dormir, la cabaña del rubio contaba con dos camas, los pequeños gemelitos ocupaban la cama más pequeña que Asmita elaboró junto a Gioca para cuando Shaka estuviera más grande.

El pequeño rubio dormía muy cómodo y calentito en su canasta llena de edredones y cobijas, ahora solo quedaba una cama y dos personas...

—Puedo dormir en el suelo con una almohada, no me gustaría incomodarte, además bastante haces al recibirme en tu hogar—Dijo Aspros algo ruborizado al pensar en la idea de dormir con ese ángel rubio.

—¡No! Cómo se te ocurre podrías enfermar...la noche está muy fría, no tengo problemas en compartir cama contigo pero si te incómoda dormir con alguien más yo duermo en el suelo—Asmita era tan inocente que no imaginaba que el gemelo no quería dormir con el por incomodidad si no por lo que le causaba estar cerca su persona.

—¡No! Tu no vas a dormir en el suelo, esta es tu casa y... tampoco tengo problemas en dormir contigo—Sus mejillas se tiñeron de carmín, se sentía como un tonto puberto.

—Me alegra...¿Estás bien? Tienes las mejillas rojas—Angustiado de que se tratara de fiebre por estar tanto tiempo bajo el sol iba a llevar su palma a la cara del gemelo que ladeó el rostro avergonzado.

—Si, no hay problema—Rio nervioso.

—Bueno me voy a cambiar—Comenzó a quitarse la túnica ante la mirada sorprendida del griego.

—¡Espera!—Asmita dejo su acción para mirarle, cada vez se veía más acalorado—¿Te piensas quitar la ropa delante mío?—Pregunto nervioso, si hacia eso su amiguito que lo hacía hombre le delataría.

—Amm ¿Si?—Dijo confundido, ambos eran hombres y además no se pensaba desnudar, solo quitarse la túnica y debajo de esta tenía pantalón holgado y franelilla.

—¡No espera! Y-yo voy a la habitación de tu bebé dónde están mis hijos para ver cómo están mientras tú haces tus cosas en privacidad ¿Si?—Aspros estaba echo un caos, en cierto modo le causaba a Asmita ternura y diversión, al parecer era un hombre muy tímido.

—Claro ve tranquilo...—Vio como el mayor entro a la habitación y el se quitó su túnica quedando en ropa holgada después se adentro al baño a ducharse.

Aspros en la recámara dónde estaban sus hijos se sentó en el suelo para verlos dormir y calmarse, debía controlarse y dejar de lado esos pensamientos pecaminosos...Asmita era un ángel que le daba asilo, los gemelitos dormían abrazados para sentir más calor. Sonrió viendo lo lindos que se veían y después de darle  un beso a cada uno comenzó a acariciar sus suaves cabellos de manera delicada para no despertarlos, su mirada se llenaba de brillo y amor cuando veía a sus dos tesoros más grandes.

Asmita que terminaba de ducharse entro a la habitación para avisarle al gemelo que el baño estaba a su disposición pero al abrir la puerta ahí se quedó, viendo como los tocaba con amor y dulzura...la melancolía se instalo en su persona, el amaba a su pequeño rubio pero Shaka no tenía un padre que lo viera y tocará de ese modo... Defteros no quiso ver por el bebé apesar de que el en esa carta no se lo negaba, una lágrima traicionera abandonó su ojo derecho al pensar que su bebé crecería con esa carencia...el mismo tenía esa carencia de no tener un padre para su hijo, seco aquella gota cristalina apenas la sintió salir y llamo la atención del mayor en un Susurro.

—Aspros...la ducha está disponible por si te quieres bañar—El mayor dejo de acariciar a sus hijos y se levantó sin hacer ruido para llegar a dónde Asmita.

—Claro, muchas gracias Asmita—Le sonrió más tranquilo y esto hizo que ahora fuera a Asmita a quien los colores se le subieran al rostro, el mayor tenía una voz elegante y gruesa, además era alto y atractivo.

—De nada—Dijo en un Susurro desviando la mirada.

Aquella noche durmieron en una misma cama espalda con espalda, el silencio reinaba en la habitación apesar de que ambos estaban  despiertos, cada uno perdido en sus pensamientos y nuevas sensaciones.

~🌿~

El arma iba hacia su persona pero con  rapidez y precisión evito que lo tocará, tomo fuertemente del pomo y apunto a su adversario, las espadas chocaban entre si produciendo un sonido metálico que inundaba todo ese campo abierto.

—¡Cada vez lo haces mejor mi amor!—Le grito Kardia a su amado peliverde.

Un par de semanas pasaron desde aquel día donde saboreo la muerte y dónde por poco Hades lo captura, desde entonces cada que la campana del pueblo sonaba tres veces iba en auxilio de su pueblo y junto con Degel quedaron de ser más cuidadosos.

Cómo en los últimos meses Kardia hacia de instructor de Degel a petición de este mismo que deseaba aprender a perfeccionar el manejo de la espada.

Sentía que lo necesitaría.

Era bueno con la espada, tenía fuerza de voluntad y determinación pero no era conocedor de sus conocimientos básicos al jamás en su vida haberlos estudiado. Se sabía defender de maravilla pero era a causa de la andrenalina, el quería ser un profesional.

—No me distraigas dándome elogios—Rio mientras daba un ataque que por centímetros tocaba el pecho de Kardia.

—Eres muy bueno he de admitir, pero...¡Olvidas tu equilibrio!—Pateo su canilla de manera sorpresiva mandándole al suelo.

—Tienes razón—Admitió, vio que el contrario aflojó su espada y tomo la propia para hacer volar el arma del heleno—¡Y tu olvidas no distraerte!—El arma de Kardia quedó en segundo plano y Degel hizo presión de la suya en su pecho—Gane.

Dijo sonriendo, mientras Kardia se tocaba la zona afectada.

—Auch mi vida, tengo suerte de que sean armas de entrenamiento o ya habría muerto a tus manos—Comento mientras lo tomaba de la cintura.

—Jumm pensé que ya te había matado de amor—Dijo meloso enredando sus brazos en el cuello del heleno.

—Desde el primer instante que te conocí me mataste de amor, me cautivas cada día que estoy a tu lado Degel, Sabes supe que eras el indicado cuando ví como apuntabas con seguridad y altanería a esos hombres que te querían dañar.

—Yo me enamore de ti aquel día que mostraste tus sentimientos expresando tu sentir en mi regazo, y cuando te quitaste esa máscara ante mi solo pude amarte más.

—Eres mi complemento.

—Y tu el mío mi Kardia.

—Degel...—Susurro en sus labios mientras lo besaba con devoción, eran su droga, adicto a su dulzura y suavidad.

La campana sonó tres veces indicando que necesitaban del enmascarado, sin embargo Kardia no se separaba de su deleite, fue el menor quién de separó de a poco y después de dejarle un roce fugaz y abrazarlo lo soltó por completo.

—Te necesitan...aquí estaré esperándote pero por favor ten mucho cuidado, tengo un mal presentimiento—Dijo preocupado quería que se fuera cuando antes para que volviera rápido y que esa sensación saciará.

—¿Un mal presentimiento?—Pregunto extrañado, Degel no era de malos presentimientos.

—Si, vuelve pronto.

—Lo prometo.

El peor presentimiento...

Gifer1710🌟










































*Pintura hecha por mi familiar especialmente para mi y nuestro libro.

Holaa, gracias por leer espero les haya gustado este capítulo.

Creo que en el próximo me van a odiar mucho.😅❤️

Nos leemos pronto.💚💙👀

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