Capítulo 9- La historia realista.
Caín estaba esperando pacientemente a que Jooin llegara, las últimas dos semanas habían sido demasiado tensas entre los dos. Al principio Jooin había ignorado lo sucedido y parecía simplemente tímido, pero cuando la noticia de la partida de Yahwi se corrió por la universidad, las cosas habían cambiado.
Su temperamento se había vuelto inestable, trataba a Caín frío por momentos o lo ignoraba activamente e incluso había ido a hablar con Yahwi sobre su partida. Cuando Caín lo había confortado por eso, realmente no esperó la reacción de Jooin.
— ¿Por qué nos estabas espiando?— le había reclamado Jooin con una expresión contrariada y molesta en el rostro.
— Caín quería asegurarse de que no volviera a golpearte— admitió Caín sinceramente, mirando a Jooin con una expresión inocente.
— Yo quería hablar con él a solas— repuso Jooin, no dejándose llevar por la expresión de cachorro apaleado que Caín estaba poniendo— Lo digo en serio, no tenías ningún derecho a espiarnos— afirmó, no cediendo en su posición, las alarmas de Caín habían saltado al notar aquello.
— Caín en serio solo se preocupaba por su bienestar, maestro— insistió Caín, buscando ablandar la postura de Jooin— Si el volvía a atacarle…
— ¡Caín!— Jooin alzó la voz ligeramente, interrumpiendo la oración de Caín— ...esta noche no iré a cenar.
Aunque en esa ocasión Jooin no había dicho más nada, simplemente se había dado la vuelta y alejado, observando sobre su hombro en varias ocasiones para asegurarse de que Caín no lo siguiera, Caín sabía que él había querido decir algo más y se había arrepentido a último momento.
Esa noche, Caín esperó con la cena hecha a que Jooin llegara para poder recalentársela, pero eso no pasó sino hasta las dos de la madrugada y cuando Caín abrió la puerta de su habitación para darle la bienvenida, solo vio a Jooin lloroso, entrando a su cuarto y cerrando con pestillo la puerta, cuyo sonido se había escuchado estruendosamente alto para Caín en medio de aquel silencio.
Después de ese día las cosas habían empeorado, Jooin se iba antes del desayuno, incluso se levantaba mucho antes que Caín, y no regresaba sino hasta bien avanzada la madrugada, siempre cerraba con pestillo la puerta de su habitación y Caín no tenía ni idea de en qué horarios se estaba bañando, por no decir que lo ignoraba sin disimulo ninguno.
Por eso, Caín se había preocupado, empezando a seguirlo de forma más activa que antes, de esa manera había llegado a escuchar la conversación entre Jooin y Phill, sintiendo su sangre hervir ante las palabras del rubio. No contó con que este lo hubiese visto y lo confrontara a él también minutos después, en la parada del semáforo. Las palabras de Phill todavía daban vueltas en su cabeza.
— Y dime ahora, Caín, ¿valió la pena?
En su momento Caín habría contestado que sí sin dudarlo, pero dado el resultado que se estaba mostrando, las dudas empezaron a hacer mella en él. Antes de poder meditarlo más, el sonido de la puerta de entrada abriéndose llamó la atención del extranjero, quien rápidamente se puso de pie para recibir a Jooin.
El muchacho se veía asombrado de que Caín estuviese despierto esperándolo, pero no por ello cambió su silencio por un saludo, sino que simplemente pasó por su lado, adentrándose en la casa.
— Bienvenido a casa, maestro— saludó Caín, buscando llamar su atención. Jooin se limitó a asentir con la cabeza, dirigiéndose a su habitación— Maestro, ¿usted odia a Caín?— preguntó, poniendo ojos llorosos y agudizando su voz. Jooin se detuvo en seco y lo miró— No me habla, no está en casa nunca, me ignora en todo momento. Si Caín hizo algo para molestar al maestro, por favor dígamelo, quizás puedo arreglarlo.
Jooin sonrió tristemente ante esas palabras, cambiando su expresión hacia Caín por primera vez en ese tiempo. El extranjero vio en esa sonrisa un espectro de dolor que lo dejó sin aliento unos segundos, no le gustaba nada lo que veía.
— Ya no hay nada que hacer para arreglarlo— sentenció, con su voz rompiéndose en un pequeño momento.
— Maestro, nunca es tarde— aseguró Caín, pero Jooin negó.
— No te odio, Caín— afirmó, Caín sonrió abiertamente por esto, sintiendo un pequeño avance en medio de su gran retroceso— Me odio a mí por haber cedido esa noche entre dudas, intentando escapar y mentirme a mí mismo, usándote y jugando con los sentimientos de Yahwi, tuyos y los míos propios— explicó Jooin, con sus ojos llenándose de lágrimas.
Caín trago grueso cuando escuchó eso, quedándose muy quieto, con el rostro mostrando una expresión adolorida, pero sin hablar.
— No te odio, odio no haber sabido hacer tantas cosas de forma diferente, odio no haber intentado hablar de una manera menos agresiva desde antes, odio haberle dicho todas esas cosas sabiendo que iba a lastimarlo. Odio haberme arrepentido después, porque si lo hubiese disfrutado, al menos habría valido la pena, odio no haber cerrado la puerta con pestillo como todas estas noches y odio haberme dejado llevar, porque la sensación de asco hacia mí mismo que me recorre el cuerpo ahora, no se lava con ningún jabón, Caín.
Caín sintió el aire faltar a sus pulmones, quedó lívido en medio de la sala, escuchando las palabras de Jooin y como estas se clavaban como dagas en su alma. No, él sabía que esto era una posibilidad, pero podía pasar, Yahwi estaba lejos, eventualmente Jooin dejaría de pensar en él y allí él podría usar el deseo remanente de su único encuentro para acercarse a Jooin de forma más romántica. Por algo dicen que donde hubo fuego, cenizas quedan.
— Entiendo que estás en una situación complicada— prosiguió Jooin, captando nuevamente la atención de Caín y sacándolo de sus pensamientos— No te puedo botar de la casa luego de ofrecerte techo, es por eso que me iré yo. Conseguí un apartamento cómodo y factible para mí, estoy seguro de que ya puedes manejar el pagar renta tú solo, así que tú quédate aquí, yo aunque quisiera, no puedo— declaró Jooin, hablando entrecortado por momentos debido al nudo en su garganta.
— Maestro, no, espere, esto podemos hablarlo— intentó hacerlo razonar Caín, desesperándose.
— No, no lo hablaremos— aseguró Jooin de manera firme, Caín notó que él jamás le había visto esa expresión fría y determinada— Me marcho mañana y no quiero verte rondando mi casa, cuando quiera hablarte ya te buscaré yo.
Caín quiso protestar, pero Jooin no le dio tiempo, dirigiéndose rápidamente hacia su habitación y cerrando con seguro nuevamente, dejando a un perro tembloroso y adolorido en la sala, sintiendo su corazón romperse de mil formas distintas. De todos los resultados que había imaginado, aquel no estaba en los planes. Sus piernas fallaron y cayó al suelo, arrodillado y sintiendo las lágrimas caer. ¿Qué había salido mal?
oOo
Yahwi los había llevado a una librería que le habían recomendado en la universidad uno de sus compañeros de clase. El sitio parecía una librería ordinaria de entre tantas, hasta que entrabas y el olor a café y tierra mojada te golpeaba de lleno. El lugar estaba lleno de estantes repletos de libros, en las esquinas la habitación central tenían canteros con plantas bien atendidas que vivían en la humedad, de allí el olor a lluvia.
Todo el lugar permanecía en un silencio calmado que daba una atmosfera contrastante con la ruidosa ciudad siempre ajetreada, honestamente, Jihwa no podía creer que hubiese un sitio así en medio de Nueva York.
— ¿Qué quieres comprar?— susurró Jihwa, acercándose a Yahwi lo suficiente para que este lo escuchara, pero manteniendo la distancia que evitara accidentes donde pudieran rozarse siquiera.
— No tengo un libro particular en mente— admitió Yahwi— simplemente rondaré por el sitio buscando algo que me llame la atención.
Jihwa asintió, limitándose a permanecer cerca de Yahwi mientras daban vueltas por las diferentes estanterías, observándolo todo. Cada cierto tiempo Yahwi sacaba un libro, lo hojeaba un poco y luego lo devolvía a su lugar, inconforme con lo que encontraba. Mientras esto ocurría, Jihwa se limitaba a estudiar a Yahwi.
Su forma pausada de caminar a la misma vez que segura, la delicadeza con la que sus dedos sustraían los libros de los estantes, pasaban las hojas y luego los recolocaban. Su ceño ligeramente fruncido mientras inspeccionaba el contenido y la expresión de decepción oculta cuando no encontraba algo que captase su atención.
Por decimosexta vez en esa tarde, Yahwi tomó un libro de la estantería, sosteniendo la verde caratula entre sus manos mientras ojeaba sus páginas. Jihwa notó la diferencia, su expresión se suavizaba y parecía más concentrado, aunque se había acercado al libro unas pulgadas más para seguir leyendo, una sonrisa traviesa se mostró en el rostro de Jihwa, acaba de descubrir algo interesante.
— ¿Te gusta?— preguntó, mera cortesía para hacerse notar, era obvio que este libro sí atraía a Yahwi.
— Madame Bovary, de Gustave Flaubert— dice Yahwi, informándole a Jihwa su elección.
— ¿Por qué esa?— pregunta el menor de forma curiosa, acercándose unos pasos a Yahwi, quien vacila unos segundos antes de responder.
— De pequeño leía mucho, pero solo libros que se considerasen adecuados para mi formación y futuro triunfo en la familia Go, elegidos cuidadosamente por mi abuelo en persona.
Yahwi tenía que admitir que era difícil hablar de sí mismo, abrir una ínfima parte de sí a otra persona, si Jihwa lo lograba, Yahwi reconocería la auténtica fuerza de voluntad del chico. Sin dejarse llevar por sus pensamientos, prosiguió.
— Tuve una tutora que le encantaba esta obra, la categorizaba como uno de los mejores clásicos, expresando el realismo de la sociedad, independientemente del contexto histórico. Jamás pude leerla, pero mi tutora era una mujer tan extremadamente exigente y seria, que si ella tenía esa opinión de la obra, yo no podía estar otra cosa sino intrigado.
— ¿Entonces?— inquirió Jihwa, aprovechándose de lo hablador que se mostraba Yahwi.
— Puestos a redescubrirnos, pensé que sería bueno hacer todo lo que no podíamos o no hacíamos antes— admitió Yahwi, sosteniendo el libro cuidadosamente.
Si hubiese querido, podría simplemente comprar una edición más cara y delicada, posiblemente incluso una primera edición de aquel libro, pero la idea era salir de las zonas de confort de cada uno, y no servía de nada haber propuesto venir a comprar libros solo para terminar encargando la versión cara de estos.
— ¿Quieres seguir mirando?— preguntó Jihwa, que no tenía apuro ninguno por dejar el sitio.
— No, con este estoy bien— afirmó Yahwi con tranquilidad— ¿Tú no vas a escoger uno? No te he visto revisar ninguno, tú solo te has limitado a observarme.
— Ese era el punto— repuso Jihwa ladeado la cabeza, con una condescendía fingida hacia Yahwi.
— Sabes a lo que me refiero— protestó el de ojos amarrillos alzando una ceja.
— ¿Quieres verme comprar libros?— preguntó Jihwa dubitativo, sin embargo, para Yahwi se escuchaba como si estuviera retándolo, por lo que él simplemente asintió manteniendo su expresión relajada.
— Está bien— accedió Jihwa con un gesto de rendición e impresión a la vez— pero no aquí. Ven, paguemos tu libro y yo te mostraré donde compro yo mis libros.
Yahwi no dijo nada, se limitó a seguir a Jihwa hasta la caja, donde una amable mujer lo atendió educadamente, pese a ello, para Yahwi había sido imposible obviar la mirada traviesa de Jihwa. Fuera lo que fuera que iban a ver, Yahwi estaba seguro que no sería algo que él hubiese previsto.
Salieron de la librería a paso seguro, montándose en el auto de Yahwi, donde él guardó en el asiento trasero cuidadosamente colocado su libro, dándole el espacio a Jihwa de poner la dirección en el GPS sin que Yahwi la viera.
— Listo, podemos irnos— informó Jihwa, abrochándose el cinturón del asiento del copiloto donde estaba sentado.
Por un instante Yahwi se mostró confundido y sorprendido, pero ante la posibilidad de que fuera una acción inconsciente llevada a cabo por lo relajado que se hallaba, Yahwi decidió no señalarle esto a Jihwa y se limitó a conducir, manteniendo la mirada en la carretera, pero desviándola ocasionalmente hacia Jihwa, esperando el momento en que tal vez tuviera una crisis.
Tan ensimismado en su preocupación estaba que no notó por dónde iba conduciendo sino hasta que la voz del GPS indicó que ya habían llegado a su destino, y sin que Jihwa se alterara por sentarse delante, todo un logro.
Jihwa salió del auto con un aire sonriente, apreciando con cuidado la expresión impresionada de Yahwi, quien parecía no creer lo que sus ojos veían. Sin controlarlo, Jihwa se carcajeó sonoramente, atrayendo la atención de Yahwi, que había aprendido que tenía que prestar atención a esos momentos, Jihwa no solía tenerlos mucho. Yahwi esta vez sabía de lo que el chico se reía, podía decir perfectamente que se había visto sorprendido.
— ¿Una tienda de comics?— preguntó Yahwi sin creerlo totalmente.
— Vamos, ahora es tu turno de observar —- fue la respuesta que dio Jihwa antes de empujar la puerta de la tienda, perdiéndose dentro con Yahwi a sus espaldas, siguiendo sus pasos.
Tan ensimismados como iban, ninguno de los dos notó al hombre vestido de negro en una esquina, que acababa de soltar la colilla de cigarro al suelo y la aplastaba con la suela de su zapato, riéndose ante la felicidad de haberlo finalmente encontrado. Una sonrisa maquiavélica formándose en su rostro, mientras ideaba pacientemente un plan para poder obtener aquel al que quería, al precio que fuera necesario y con esa determinación.
El hombre se montó en su moto recién comprada, de cierta forma, considerando que el dinero era robado, y marchó hacia su residencia temporal con la felicidad escapando por sus poros e inundándolo de una euforia descontrolada. Su mente procesando todo, conocedor de que, aun dentro de la tienda, su objetivo se mantenía risueño y ajeno a la tormenta que se avecinaba.
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Buuuuueeeeenoooooooo, ¿y ahora? Mis niños no pueden ser felices tranquilamente al parecer. Que mal, que mal.
Entonces, pequepinkypitufibolas, opiniones y comentarios por favor, no olviden darle a la estrellita si les gustó el capitulo y nos leemos pronto.
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