Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 48- La superación del luto.

El luto es diferente para cada persona que lo vive, por lo que dura un tiempo distinto acorde a aquel que lo padece. Para Yahwi, el luto duró una semana, aunque fuera casi increíble, pero esa última conversación con Jihwa le había dejado paz a él también, porque verlo consumirse y sufrir en una cama lo estaba matando junto con el hombre al que amaba. Llevaba tanto tiempo preparándose para el instante final, que cuando llegó solo pudo sentir alivio de que Jihwa finalmente descansaría.

Todavía dormía muy tarde, porque llegar a una cama vacía después de años de compartir ese espacio entre abrazos con alguien era demasiado, o momentos en la madrugada en que despertaba y no lograba conciliar nuevamente el sueño,  pero su vida no se redujo a solo llorar y lamentarse.

Después de la partida de Jihwa, Yahwi retomó todos los proyectos que ambos tenían detenidos, hizo una petición especial al equipo de diseño gráfico para que usaran los trabajos que Jihwa había dejado a medias y los continuaran, conservando la esencia de aquel que los creó.

Compró gran parte de las acciones del Hospital General Jihwa, quedado como copropietario junto con el inversor que en su momento le dio la oportunidad de darle vida a su obra, y con eso nombró a la sala de oncología “Almas entrelazadas”. Muchos pacientes se sintieron conmovidos por el discurso que dio cuando anunció el cambio de nombre, contando su historia para llevar algo de esperanza a todos esos que se encontraban allí.

Myeong-Suk tardó más en superarlo y reponerse, Killian incluso se la llevó de viaje, recorriendo diferentes lugares del mundo en búsqueda de algo que la hiciera sentir nuevamente.

Fue en una mañana cualquiera, un año después de la muerte de Jihwa, había ido al médico por los malestares que la torturaban en cada amanecer y el resultado de los exámenes no había sido el esperado, considerando que ella usaba todos los medios para que no pasara. Cuando regresó a su casa, se sentó delante de un caballete con un lienzo en blanco en el cuarto de pintura y lo miró durante una hora antes de tomar el pincel y empezar a dejar trazos de colores en este.

Su colección “La próxima vez”, donde todos los cuadros reflejaban una segunda oportunidad para las almas perdidas, con un excesivo uso del rojo que ella tanto amaba que Jihwa usara en el cabello, fue inaugurada mucho después, cuando su vientre de ocho meses de embarazada no le permitía asistir, porque los mellizos dentro de ella eran demasiada carga para caminar y sostenerse en pie durante horas, pero Yahwi sí asistió.

Phill había viajado únicamente para acompañarlo, por lo que ambos dedicaron largas horas a disfrutar de las pinturas y fotografías que Myeong-Suk había diseñado y tomado durante esos meses hasta crear aquella exposición tan grande.

Sus pies se quedaron anclados al suelo cuando llegó a una pintura en particular, Phill sonrió, colocando su mano en el hombro de Yahwi para darle apoyo mientras observaba el cuadro. Era una pintura realista, Yahwi se reconocía a sí mismo en ella, estaba sentado en el sillón de Jihwa, ese al lado de la ventana, sus piernas recogidas sobre este, usaba ropa casual de andar en casa y leía un libro, la ventana estaba abierta y sus canosos cabellos eran movidos por el viento mientras el sol lo bañaba de luz.

Él sabía que después de la muerte de Jihwa se había visto a sí mismo haciendo eso cientos de veces, rememorando una de las actividades favoritas de Jihwa, esa que él tenía inmortalizada de su juventud en una gigantografía, pero la imagen de Jihwa sentado en la ventana, observándolo leer tal cual a él le gustaba, sonriendo suavemente, eso fue lo que congeló a Yahwi. Pudo haber llorado, incluso sintió las lágrimas amenazar con inundar sus ojos y el nudo en la garganta, pero en cambio sonrió abiertamente, sintiendo una felicidad pasiva llenarlo por dentro.

Myeong-Suk se tomó un descanso de las pinturas después de eso, principalmente para dedicarse a disfrutar su último mes de embarazo, en el cual nuevamente toda la familia se reunió a la espera del gran acontecimiento. Cuando el día tan esperado llegó, Yahwi se sentó en un sillón a esperar noticias mientras todos los demás corrían por todas partes, ansiosos del momento en que un doctor entrase a decirles algo de los mellizos.

Yahwi no pudo evitar sonreír escuchando a Phill y Cain hacer planes para llenar nuevamente un cuarto infantil de peluches de Pokémon, esta vez Phill exigía participar para que los bebés no escogieran a Cain como favorito como Myeong-Suk había hecho en el pasado.

Ae-ri estaba apoyada contra una pared, riéndose de Woo-Bin que movía el pie enérgicamente en un tic nervioso, afirmando que por esos motivos ella había preferido no tener hijos. La verdad era que Yahwi desconocía si su prima había tomado la decisión sola o Woo-Bin había tenido algo que ver en eso, pero al ver la mirada divertida de este hacia ella supo que lo que fuera que hubiese pasado, no era algo que traía resentimientos entre ellos.

Sabrina fue quien se sentó al lado de Yahwi, sosteniendo su mano y sorprendiéndolo con un relato sobre cómo funcionaba todo en un parto, porque Yahwi no había estado allí cuando ella tuvo a Min Byok y el parto de Jiyu no había sido algo ordinario. Yahwi estaría agradecido por siempre por ese gesto, porque incluso con su calma aparente, el desconocer sobre el tema lo ponía ansioso.

Todos brincaron en sus lugares cuando el médico abrió la puerta, anunciando que los bebés habían nacido saludables y sin ninguna complicación, que había sido un parto largo, por lo que era probable que Myeong-Suk estuviera cansada, pero que todos podían pasar a verlos unos minutos, ya que luego tendrían que dejarla descansar. El tumulto de personas que llenó la habitación, haciendo una herradura para ver a Killian cargando a un bebé y a Myeong-Suk cargando a otro, mostraba lo unida que era aquella familia, aunque no todos tuvieran lazos de sangre.

—Papá, ven —llamó Myeong-Suk suavemente, se le veía agotada, pero aun sonreía de tal forma que robaba el aliento de Yahwi— Killian, dale el bebé —susurró, a lo que Killian sonrió complacido mientras le pasaba cuidadosamente al bebé envuelto en una manta verde clara, apartándose de la escena para darles privacidad en esa burbuja que habían creado para ellos.

—Son perfectos —afirmó Yahwi, mirando a los mellizos gorgotear mientras movían sus manitas, sacudiéndose delicadamente en sus mantas —Me recuerdan a ti, mi bestia —comentó, sonriendo con orgullo y amor hacia su hija.

—Esta es Jiyu —informó Myeong-Suk, mirando con ternura hacia la bebé envuelta en una manta amarrillo claro en sus brazos —y él es Jihwa —dijo, mirando primero a su bebé recién nacido y después a los amarillos ojos de su padre.

Yahwi le sostuvo la mirada, observando el aro dorado que encerraba el café oscuro de sus ojos, y luego sonrió, sus ojos llenándose de lágrimas mientras tragaba en seco, un suspiro saliendo de sus labios.

—Son perfectos —repitió, esta vez su voz tomada por las lágrimas, su sonrisa ampliándose grandemente y él inclinándose hacia adelante, depositando un suave beso en la sudada frente de Myeong-Suk. Todos lloraron ese día, la escena era más conmovedora de lo que podían soportar.

Los mellizos resultaron ser tan pesadilla como Myeong-Suk lo había sido en su momento, y Yahwi solía reírse al tenerla llamándolo a las seis de la mañana, quejándose de que no había dormido nada, que no entendía como ellos habían podido con eso y que Killian era un inepto por no poder amamantar como ella, enojándose más cuando Yahwi se reía.

Para el aniversario de la muerte de Jihwa ese año, todos viajaron al cementerio, incluido los bebés, y en lugar de llorar como otras veces, hicieron un picnic y contaron cómo iban sus vidas, ya habían pasado tres años, muchas cosas habían cambiado y querían sentir que él podía escucharlos. Myeong-Suk dedicó varios minutos a hablar hacia las lápidas de Jiyu y Jihwa, Killian esperaba con los bebés a una distancia adecuada y ella se dejaba abrazar por Yahwi, que permanecía en silencio, dejándola disfrutar de ese momento íntimo.

Tal cual fue esperado, cada mellizo tenía su preferencia, pero Jiyu resultó ser fanática de pokémon y gustarle más Cain, por lo que por segunda vez en la historia, Yahwi tuvo que soportar a Phill quejándose sobre como eso era injusto. Para la buena fortuna de él y de los padres, Jihwa sí era más apegado a Phill, por lo que Killian podía descansar de las quejas del rubio y Myeong-Suk no tenía que seguir justificado su preferencia.

Cuando habían pasado cinco años de la muerte de Jihwa, Yahwi viajó a Corea por negocios, cerrando un contrato entre él y Phill con una compañía euroasiática de gran escala que les traería buenos resultados. Era la primera vez que iba desde la última vez que había estado allí con Jihwa, por lo que al caer la noche decidió transitar sus calles, caminando por todos los sitios que alguna vez hubiese deseado visitar con Jihwa.

Imaginó qué hubiese pasado si se hubiesen conocido antes, si no hubiese existido un tiempo antes de ellos dos juntos, sin Jooin ni Jung-Hwa, sin traumas ni dolor. Fantaseó con haberlo conocido en la universidad, tener un proyecto juntos, invitarlo a esa cafetería en la cual él juraba que hacían café con granos de ángel para impresionarlo, las citas que podrían haber tenido y todas las primeras veces que hubiesen compartido.

La noche lo había consumido todo con profundidad, Yahwi había perdido el rastro del tiempo y su aliento se marcaba como humo blanco en cada respiración. Decidió que era hora de volver a casa, se estaba quedando en la mansión Go que era habitada por sus primos, porque Ae-ri y Woo-Bin vivían con la familia de Kang-Dae, Yahwi no dudaba que era elección de ella, pero nadie le protestaría si no quería perder un diente, o peor, un ojo.

A sus oídos llegó el lamento lejano de alguien, una clara queja de dolor en el silencio de la noche, esa agonía era casi palpable. Yahwi no lo dudó, su cuerpo se movió rápidamente hacia el callejón de donde provenían los ruidos, encontrándose con un muchacho joven, mucho menor que su hija, tirado en el suelo, golpeado y ensangrentado, su ropa hecha girones. La sensación de deja vú lo llenó, recordando una noche hacía décadas atrás, un cuerpo agónico que apenas se sostenía en pie golpeando su costado, Yahwi no haciendo nada para ayudarlo, pero nunca olvidándolo.

—Oye, ¿me escuchas? ¿puedes oírme? —preguntó con firmeza, buscando pasar la bruma de dolor que obnibulaba al joven, que solo pudo gemir y asentir suavemente —Tienes que aguantar, ¿puedes? Me quedaré aquí contigo y esperaremos al ambulancia, ya no estás solo, así que resiste —pidió, dándole esperanzas a alguien que ya las consideraba todas perdidas.

La ambulancia llegó rápidamente, Yahwi agradecía que las llamadas a emergencias fueran tan eficaces. No conocía al chico de nada, pero no dudó en ir con él en la ambulancia, esperar en la sala de espera, pagar por todo lo que le hicieran, dar parte a la policía y asegurar que respondería por el joven tanto no supieran quién era. No fue hasta la mañana que el chico volvió a abrir los ojos, descubriendo a Yahwi sentado en un sillón en la habitación, leyendo un libro y atento a su condición.

—Despertaste —comentó al notar el movimiento en las sábanas —Hola, mucho gusto, mi nombre es Go Yahwi, fui quien te encontró anoche.

—Lee Song Min —se presentó el joven con la voz rota, tenía moretones en el cuello que mostraban estrangulamiento, Yahwi decidió ignorarlos.

—¿Recuerdas algo de lo que pasó ayer? —preguntó suavemente, viendo como Song Min lo miraba con miedo un instante antes de asentir con la cabeza una única vez —Sé que esto debe ser difícil, conocí a alguien en tu situación una vez, no lo ayudé tanto como quise, pero hice lo mejor que pude. No estás solo en esto, quiero que comprendas eso, déjame ayudarte.

—¿Cómo? —la voz de Song Min se fragmentó entre en llanto, Yahwi no hizo intento ninguno por acercarse.

—Presenta tu denuncia con la policía, yo te apoyaré en todo, te prometo que todo estará bien —afirmó, su mirada amarrilla mostrando una seguridad que sobrecogió al joven, que vio en Yahwi una figura paterna de la que él carecía. El muchacho asintió suavemente, dejando que Yahwi supiera todo lo que necesitaba —Iré a avisar al oficial que lleva esperando porque despiertes toda la noche —comunicó, caminando hacia la puerta.

—¿Qué fue de él? —preguntó Song Min, alzando su voz tanto como podía, Yahwi se detuvo y lo miró con confusión —El chico que conoció antes —especificó Song Min.

—Vivió una vida fantástica y fue amado hasta el último de sus suspiros —aseguró Yahwi, una sonrisa feliz y melancólica en sus labios.

Después de aquel día, Yahwi dedicó el dinero recaudado en los negocios de Corea para crear un centro especial, una fundación segura donde todos los que fueran víctimas de cualquier tipo de abuso pudieran acudir, con la certeza de que serían escuchados, protegidos y apoyados en todo momento.

La fundación de Apoyo Rojo, cuyo logo era la silueta del rostro de un chico, cuya la faz estaba tapada por su cabello rojo, le trajo a Yahwi la sensación de estar más cerca de Jihwa, reconocía que era algo que su esposo habría hecho y sentía que de cierta forma, lo estaban haciendo juntos.

********
El proceso de superación en lento, pero se alcanza.

Estos capítulos son para el crecimiento ante la desgracia, el tiempo no se detiene, puedes ir avanzando lentamente.

¿Opiniones? Leeré lo que pongan, sin importar qué sea.

Si alguien de aquí le gusta pintor nocturno, subí un fanfic de tres capítulos de Seungho y Nakyum en la era moderna, reencarnados, basado en un fanart que vi en Twitter. Está en mi perfil como Pintor de la Noche. Saludos.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro