Capítulo 45- Los años.
El tiempo es esa mancha que se extiende y distorsiona, pasa a una velocidad vertiginosa, incluso si nadie llega a notarlo sino hasta que este ya se está acabando. Para Yahwi, su vida había sido todo lo que nunca imaginó y más, mucho más de lo que podía llegar a ambicionar siquiera.
Durante años sus llegadas a casa fueron acompañadas de una pequeña de melena revoltosa y ojos cafés con un aro dorado, que saltaba sobre él gritando Bienvenido a casa, papá, mientras un Jihwa con diferentes colores de cabello que fue probando venía detrás, acomodándose los espejuelos, regañando a Myeong-Suk por atosigar a su padre que llegaba cansado y dándole un beso de bienvenida.
Pasaba tardes enteras con ella, porque su hija había decidido que tenía que ser la mejor, lo que significaba que lo tres dedicarían horas a todas sus tareas con tal de ayudarla a desarrollarse. Hubo regaños, como aquella ocasión en que ella dibujó en las paredes de la sala con crayones pasteles a base de aceite, o cuando golpeó a un compañero de escuela porque la ofendió sobre tener dos padres.
Yahwi estaba orgulloso, pero tenían que enseñar a Myeong-Suk que la violencia no era la respuesta, especialmente si se iba a encontrar con personas así a menudo. Jihwa esa noche hizo la comida favorita de Myeong-Suk, porque si bien el castigo prevalecería, él también se sentía orgulloso de ella.
Cuando Myeong-Suk tuvo la edad suficiente para comprender lo que significaba no tener una madre, Jihwa y Yahwi se sentaron con ella y durante horas le contaron la historia, omitieron detalles escabrosos que no tenía por qué saber nunca, pero cuando el sol salió a la mañana siguiente, por primera vez ella fue quien se paró al borde de la cama de sus padres y les pidió ir al cementerio, porque finalmente comprendía esa tradición de Jihwa de ir mensualmente.
—Hola, mamá —había saludado ante la lápida fría —Llamarte así suena algo raro, pero entiendo mucho ahora. Hoy fui yo quien pidió verte, quería agradecerte por muchas cosas, por luchar para tenerme, aunque te tuvieses que ir de Corea, y por dejarme con papi Jihwa, porque él me quiere mucho aun cuando no quiere cambiarse ese verde limón del pelo y volver a darse rojo para combinar con mi traje de Navidad —Jihwa y Yahwi habían reído quedamente ante eso —Yo no te conocí, pero mis padres y tíos sí, y por la forma maravillosa que hablan de ti, yo también he llegado a amarte. Quería decirte que soy muy feliz, que amo a mis padres y que nunca me falta nada —para ese punto Jihwa lloraba en el hombro de Yahwi —Por último, quería pedirte que si nos estás viendo, le quites la sábana en la noche a mis papás por no comprarme un anillo a juego con los gatos que ellos tienen, solo porque esos son de boda y yo soy muy pequeñita.
Esa tarde hubo risas también, porque la ocurrencia de una niña de siete años puede llegar a límites indescriptibles y Myeong-Suk pasó horas haciendo relatos sobre el césped del cementerio. Al final, cuando el mediodía los alcanzó y decidieron almorzar afuera, Yahwi condujo hasta una joyería y encargó una cadena para Myeong-Suk donde el dije fuera una gata carey, ya que Cain la había bautizado a ella como una en lo que él llamaba “La familia gato”. Myeong-Suk nunca se la quitó, aludiendo a que su papi Jihwa nunca se quitaba el trébol de cuatro hojas que colgaba de su cuello. Ella tenía razón.
Las vacaciones en familia nunca habían sido del gusto de Yahwi, pero de alguna forma se vio viajando a diferentes lugares en las épocas festivas para reunirse con lo que él consideraba demasiadas personas, porque lo que sí era seguro era que no había Navidad sin que Phill y Cain irrumpieran en su espacio, con el chucho robándose a su hija, pues era el tío favorito de Myeong-Suk.
Yahwi recordaba a Phill armando berrinche durante horas sobre que la niña había escogido a Cain, Yahwi solo le contestó que él le regalaba peluches pokemón y ella era influenciable como niña. Phill le hizo una huelga de piernas cruzadas a Cain por manipular a Myeong-Suk y el resto de las vacaciones todos se estuvieron riendo de eso.
Ae-ri y Woo-Bin siempre los acompañaban, incluso lograban arrastrar a Kang-Dae, algo afortunado para el hombre, porque en una ocasión logró conocer a Sabrina y, para el deleite de la familia, se gustaron. A ese evento le siguieron semanas en que todos los adultos se burlaban de Kang-Dae por no poder confesársele a la chica, lo que ocasionó que Myeong-Suk se enterase y se lo dijese a Sabrina, quien tomó la iniciativa besando a Kang-Dae, Yahwi juraba que estaban viéndolo al borde del desmayo.
Yahwi había cumplido con la petición del hombre en aquel entonces y había hecho que Myeong-Suk conociera a su abuelo, la niña se lo había ganado en segundos con sus adorables respuestas y maneras, como a todos los adultos, por lo que pronto la pequeña era la consentida del abuelo Go. Yahwi solía protestar por eso todo el tiempo, pero Jihwa le besaba dulcemente y le calmaba, diciéndole lo bueno que eso podía ser considerando que ni Yahwi ni él habían tenido a alguien así en sus vidas y como Myeong-Suk estaba creciendo rodeada de tanto amor.
La muerte del señor Go afectó mucho a la familia, porque de alguna forma en los últimos ocho años se las había arreglado para solventar todas las faltas a sus familiares. Ninguno de sus nietos lloraron, la crianza que les había dado les impedía derramar lágrimas por él, pero esa noche Jihwa había abrazado durante horas a Yahwi mientras se mantenía en silencio, intentando recordar su más tierna infancia, esa época donde su abuelo no era una estatua de hielo sin corazón. No lo logró, pero Jihwa no dejó de abrazarlo en ningún momento.
La adolescencia para Myeong-Suk fue una época difícil, estaba descubriéndose a sí misma, por lo que Jihwa y Yahwi se enfrentaron a una chica que pasó por varias etapas. Se cortó el cabello hasta por la barbilla y tuvo unos meses intensos de clases de pintura, ella juraba que sería artista.
Luego se rapó el lado derecho, diciendo que abrazaría su parte más oscura, haciendo que cambiaran el papel de su cuarto a uno morado intenso con murciélagos pintados. Después de eso vinieron los cabellos de colores, Jihwa para ese entonces había regresado a su color natural, pero cuando quería intervenir ella contestaba con que él había hecho lo mismo.
En esa etapa, Yahwi fue quien tuvo más paciencia. La había llevado a comer a un restaurante familiar, solos ella y él, y allí le había contado todo lo que él había pasado durante su adolescencia, incapaz de dejar salir sus pensamientos y deseos, de desarrollar su personalidad individual.
Al final, Myeong-Suk llegó a casa y abrazó a Jihwa fuertemente, pidiéndole disculpas por haber sido tan obstinada, Jihwa le devolvió el abrazo y los tres pasaron la noche despiertos viendo películas, porque aunque fuera día entre semana, había momentos en ameritaban tomarse algunas libertades.
Con la adolescencia de Myeong-Suk hubo que reformar la casa, porque el concepto de sexo ya no era desconocido para ella, aunque no lo practicase, y Jihwa y Yahwi solían ser muy ruidosos. Pasaban horas devorándose uno al otro, bebiendo de sus cuerpos con la misma sed de las primeras veces y después abrazándose durante horas, totalmente desnudos, simplemente estando juntos.
Sin embargo, en uno de los desayunos familiares diarios Myeong-Suk sacó a relucir el tema de que las paredes eran más delgadas de lo que ellos creían, Jihwa casi se atraganta con un pedazo de panqueque, Yahwi escupió su café y Myeong-Suk se fue a la escuela tranquilamente, casi ordenándoles que hicieran cambios en la casa.
Los hicieron, pero aun así Jihwa permanecía muy consciente de la presencia de Myeong-Suk, por lo que se vieron con Yahwi conduciendo lejos de la empresa a último momento para llegar a casa y devorar con hambre a Jihwa, aunque después tuviese que trabajar hasta tarde en la noche, ya que Jihwa trabajaba mayormente desde casa.
El que cada vacación de verano Myeong-Suk viajara a Corea o a Londres con Phill y Cain les daba un amplio margen por un mes, ocasionalmente dos meses, y ellos lo disfrutaban hasta agotarse, porque el amor y el deseo seguían allí aun después de tanto tiempo.
Para deleite de Yahwi, fueron Jihwa y Cain quienes hicieron berrinche cuando Myeong-Suk tuvo su primer novio. Ella tenía 15 años y el chico era un año mayor, se habían conocido por un taller en la escuela y habían empezado a salir como amigos, lo cual llevó a una relación más íntima.
Jihwa no lo prohibió, pero era obvio que la idea de que Myeong-Suk tuviera novio lo enfermaba, y Cain había viajado a Estados Unidos e invadir su casa solo para la cena en la que conocerían oficialmente al muchacho, escudándose con que no era invasión si él tenía una habitación en la casa. Era cierto, él y Phill tenían un cuarto de ellos dos desde que Myeong-Suk había cumplido seis años.
El joven resultó ser agradable y muy educado, por lo que Jihwa y Cain no pudieron encontrarle errores, para disfrute de Yahwi, que había pasado horas a lo largo de la semana con el chico, preparándolo para lo que se encontraría en su casa, porque su hija se veía feliz y él no permitiría que unos celos fraternales basados en el deseo que de que ella no creciera le arruinaran eso. Jihwa nunca lo supo, pero Cain se enteró algunos meses después, por lo que Yahwi tuvo que ceder a pasar las vacaciones ese año en la casa que Cain y Phill en Londres, como pago por su silencio.
A veces Myeong-Suk iba de excursión con sus amigos o se quedaba en casa de alguno de ellos, incluso cuando Yahwi sabía que era su forma de decir que dormiría en casa de su novio, porque la primera vez que admitió que tenía esa intención Jihwa parecía al borde del desmayo, y su ausencia significaba reunión entre adultos.
Yahwi no tenía ni idea de dónde sacaban Raquel y Shailene una niñera para su hijo pequeño cada vez que iban a reunirse, porque aunque fuera algo de última hora, ellas siempre lograban aparecer. Carlos había conocido a una chica en la compañía que de alguna forma se había integrado bien el grupo, quizás fuera porque, al igual que Jihwa, simplemente se reía de los demás y mantenía casi callada. Hacían una pareja extraña considerando lo extrovertido que él era, pero Jihwa y Yahwi solo pudieron estar felices por él.
Para cuando su sobrino nació, Myeong-Suk ya estaba marchándose para su primer año de Universidad, Yahwi bromeó durante horas con Kang-Dae sobre que él sería un anciano cuando su hijo finalmente tuviera la edad para entrar a una universidad. Kang-Dae solo le gruñía en respuesta, hasta que logró decirle que no se riera tanto, porque al igual que ellos habían hecho con Myeong-Suk, ahora el turno de Yahwi y Jihwa de cuidar hijos ajenos, y así fue.
La ausencia de Myeong-Suk en la casa se sentía, pero Min Byok era un niño igual de enérgico que pasaba varias semanas al año con ellos, porque Ae-ri no cuidaba niños de noche, aludiendo que Myeong-Suk ya era grande y ella no tenía hijos, lo cual significaba que para que Kang-Dae y Sabrina vacacionaran, su hijo era enviado al otro lado del mundo con Yahwi y Jihwa.
No fue sorpresa para Yahwi que al final Myeong-Suk se decantara por las artes, había sido obvio que los estudios técnicos de matemáticas y empresas no era lo suyo. Si bien ya ni siquiera le gustaba cambiarse el color de su pelo natural, igualmente su inclinación por el arte prevalecía, por lo que cuando anunció que cambiaría a pintura ambos la apoyaron totalmente.
Fue un proceso difícil en una esfera de trabajo muy cruel y tomó tres años que Myeong-Suk lograse algo, pero cuando su primera exposición fue abierta, todos estaban allí para apoyarla. La pared del fondo de la galería había sido forrada con un espejo, petición de Myeong-Suk, quien había nombrado así a la colección en sí misma, como una forma de mostrarle a quienes vinieran a ver sus cuadros y fotos quiénes eran.
Los ojos de Yahwi se deleitaron durante algunos segundos en la imagen de todos juntos, los años no perdonaban, ya no se veían como los jóvenes que habían pasado por toda serie de tormentos y problemas, pero estaban juntos. La imagen del espejo cambió por un momento cuando Jooin entró con Omar, sus ojos se encontraron con los de Yahwi y ambos intercambiaron miradas de paz, luego miraron a Cain, su reflejo sonreía. Todo había sido dejado atrás hacía años, sus vidas seguían juntas de alguna forma, y los recuerdos de antaño no los atormentaban ya.
Yahwi dejó escapar un suspiro ante la lluvia de recuerdos que estaba pasando, no podía creer que habían transcurrido 26 años desde que su vida había dado un giro brusco en su totalidad, trayendo a Jihwa dentro y posteriormente a Myeong-Suk. Podía decirlo con certeza, había tenido mejor vida de lo que esperó y se sentía pleno por ello.
—¿Papá, estás listo? —preguntó Myeong-Suk, su voz saliendo de detrás de la puerta de la otra habitación.
—Adelante, mi bestia —concedió Yahwi, poniéndose de pie y acomodado la corbata de su traje negro, la cual era dorada porque Myeong-Suk quería que resaltarán.
Yahwi sintió los pasos a su espalda, la respiración nerviosa y el momento en que Myeong-Suk carraspeó para hacerlo girarse a verla. Su respiración se congeló en sus pulmones, podía sentir la sonrisa curveándose hasta hacer que sus músculos faciales dolieran y la sensación aprensiva de su pecho aumentó, pero a la vez la felicidad.
Myeong-Suk estaba vestida de blanco, la tela lisa hacia un corte de princesa en el escote, ceñida a su cuerpo hasta las caderas, donde caía en una falda amplia que no tenía casi volumen, extendiéndose en una cola de dos metros. Por encima traía un tejido que cubría toda esa tela, además de extenderse por sus brazos y hasta sus clavículas. Su rebelde cabello tenía rizos en algunos flecos y un moño elaborado, adornado con una tiara de diamantes, despejando todo su rostro para que se apreciara el sencillo maquillaje.
—Estás hermosa —dijo Yahwi abrazándola. Llevaban un año planeando aquello, habían ensayado, todos habían viajado desde hacía un mes, y sin embargo, solo al verla vestida de novia delante suyo fue que la realidad finalmente lo golpeó —Te casas.
—Me caso —afirmó Myeong-Suk, una risa queda mezclada con un llanto contenido.
—Escucha, mi bestia, tu padre y yo estamos muy orgullosos de lo que has logrado y lo que más queremos es que seas feliz —afirmó Yahwi, sosteniendo su rostro entre sus manos —pero no dudes en llamar si Killian hace algo malo, lo mataremos y enterraremos bajo tierra, nadie sabrá nada —aseguró, su semblante serio haciendo reír a Myeong-Suk.
—Está bien, papá, tengo mi amuleto de la buena suerte acompañándome —repuso Myeong-Suk, señalando a la cadena con el dije de gato que colgaba de su cuello, escondida estratégicamente por el vestido.
—Bien, es hora —anunció Yahwi, viendo la puerta detrás de Myeong-Suk abrirse y Jihwa asomándose, lágrimas en sus ojos mientras sus manos viajaban por el traje a juego con el de Yahwi, quitando pelusas inexistentes.
—Ya están esperando —avisó con voz temblorosa, Myeong-Suk se acercó a él, acomodándole el cabello ligeramente largo, que volvía a ser rojo a petición de la novia.
—Entonces vamos —afirmó ella con seguridad, haciendo a Jihwa y Yahwi sonreír viéndola tan determinada, camino a su felicidad, no pudiendo sentir nada que no fuera orgullo y amor.
«Lo hicimos bien, Jiyu»
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Bueno, he de admitir que este capítulo me sacó lágrimas, como bien saben, amo los capítulos de transición temporal, son mis favoritos, porque narran mucho de forma muy hermosa, en mi opinión.
¿Qué les ha parecido la vida que ellos han llevado? ¿La forma en que Yahwi ha madurado?
Entramos en el arco final, se acercan las palabras de cierre, estén listos.
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