Capítulo 42- El festejo en la piel.
Sus pies iban a tropezones por la habitación, sus bocas se devoraban con el hambre que solo conoce aquel que no ha comido por semanas, jadeos involuntarios escapando mientras sus manos recorrían el cuerpo contrario con desenfreno, sus alientos mezclándose entre respiraciones aceleradas y risas joviales, con cierta torpeza, con mucho amor.
Phill había llamado cuando supo que la premiación había acabado, dándole a Yahwi la dirección del hotel donde había hecho una reservación a su nombre para que pasaran el día allí a modo de felicitaciones por ganar, exigiendo que en la noche regresaran porque los cuatro iban a tener una cena de celebración, pero que en el mientras tanto disfrutara el día, porque sabía que con todo lo que había pasado en esas semanas, ninguno de los dos había tenido tiempo para ningún tipo de intimidad, ni deseos.
Yahwi no había tenido que pensarlo siquiera, él sabía que verdaderamente deseaba poder sentir a Jihwa de nuevo, pero se tomó el tiempo de preguntarle a Jihwa si le parecía buena idea y deseaba tomar la invitación generosa de Phill, considerando su proceso de luto y el estrés al que había sido sometido por los últimos tiempos.
La respuesta efusiva de Jihwa fue empujarlo contra la pared mientras se paraba en puntas de pie y lo besaba, adentrando su lengua velozmente dentro de la boca de Yahwi, tragándose el gemido que este dejó escapar al sentir el cuerpo de Jihwa ardiente tan cerca del suyo, presionándolo contra la fría pared de un pasillo cerca de la salida del anfiteatro, devorando con hambre sus labios hasta que apenas se notaba dónde se separaban.
Salieron casi corriendo de aquel lugar, entrando entre risas infantiles y sonrisas traviesas al auto de Yahwi, quien condujo por las calles de Nueva York rozando el límite de velocidad permitido para transitar, arriesgándose a que los detuvieran, pero en esos momentos no le interesaba nada más que llegar a esa habitación que estaba esperando por ser ocupada.
Habían llegado a la recepción del hotel jadeantes, con sus rostros sonrojados y la ansiedad eléctrica corriendo por sus pieles. Yahwi se vio en la vergüenza de no poder ocultar su apuro mientras hablaba con la recepcionista, perdiendo el temple que tan bien le habían enseñado durante años. Pudo percibir la sonrisa traviesa de la muchacha cuando les dio la tarjeta de su habitación y los vio marchar, era la de alguien que sabía lo que ellos harían, ambos la ignoraron.
El viaje en el ascensor había sido un martirio divino, sintiendo la excitación aumentar encerrados en aquella pequeña caja metálica, electrizando sus pieles hasta el punto en que la tensión era casi tangible, luchando por permanecer cada uno en su lugar en el ascensor y no lanzarse contra el otro de forma precipitada, sin pensar en quién pudiera interrumpir.
Cuando las puertas se abrieron ambos suspiraron de alivio, acelerando sus pasos por el pasillo, con Yahwi tirando de la mano de Jihwa entrelazada con la suya, riéndose como dos adolescentes que están a punto de hacer alguna travesura. Las manos de Yahwi fallaron en colocar la tarjeta en la ranura dos veces, su ansiedad ganándole a su concentración. Tan pronto como la puerta cedió, Jihwa empujó a Yahwi dentro, cerrando la puerta a sus espaldas.
Yahwi no esperó un instante más, su cuerpo presionando a Jihwa contra la puerta, el calor corporal mezclándose entre ellos, sus labios colapsando en una vorágine de movimientos ansiosos marcados con fuego. Las manos de Yahwi recorrieron los costados de Jihwa, desprendiéndolo del abrigo y dejándolo tirado en el suelo. Jihwa luchó contra los botones de la chaqueta de traje de Yahwi, perdiendo la batalla y simplemente tirando de esta, haciendo que los botones saltaran por todas partes. Ambos se rieron de ello mientras Jihwa tironeaba de las solapas de la chaqueta, quitándola del cuerpo de Yahwi.
Yahwi había deslizado sus manos por la espalda de Jihwa, atrayéndolo hacia su cuerpo, hasta que sus manos alcanzaron sus muslos, entonces usó su propio peso y fuerza, haciendo a Jihwa dar un pequeño brinco y abrir las piernas, enrollándolas alrededor de sus caderas mientras Yahwi lo alzaba.
No dejaron de besarse, Jihwa usando sus pies como palanca para quitarse los zapatos mientras Yahwi caminaba a ciegas por el recibidor de la habitación del hotel, encontrando otra pared en la que apoyar a Jihwa, sus labios deslizándose por la piel de su mandíbula y bajando por su cuello, deleitándose en la embriagadora melodía de los gemidos de Jihwa.
El pelirrojo usó sus manos para apoyarse y bajarse de Yahwi, colando sus dedos en el borde inferior de suéter de Yahwi y tirando de este hacia arriba, riendo con satisfacción ante el gruñido de frustración que escapó de la garganta de Yahwi cuando tuvo que dejar de besarlo para pasar la prenda por encima de su cabeza, fuera de sus brazos y dejarla tirada en el suelo.
En ese instante Yahwi volvió a juntarlos con hambre, sus manos vagando por debajo del suéter de Jihwa mientras sentía las uñas romas de este deslizarse por su piel, dejando un rastro rosado en su espalda y brazos, sus dientes dando una mordida en su clavícula que hizo a Yahwi gemir en el oído de Jihwa de forma casi vergonzosa.
Para vengarse, Yahwi cerró sus dientes alrededor de la oreja de Jihwa, repasando todo el borde de esta y disfrutando del gemido agudo que escapó del menor, y de la forma en que sus uñas se clavaron en su espalda.
Las manos de Yahwi tiraron finalmente del suéter de Jihwa, arrojándolo a algún sitio mientras él bajaba, dejando un rastro de besos por todo el cuello, llegando a su pecho, disfrutando de la piel que se erizaba a su paso, y de la mirada excitada de Jihwa cuando Yahwi lo miró un segundo antes de cerrar sus labios alrededor de uno de sus rosados pezones, succionando con fuerza y deleitándose en el gemido gatuno del pelirrojo mientras su espalda de arqueaba hacia el placer.
Desesperado, Jihwa había empezado a mover sus caderas, haciendo notar a Yahwi la mancha húmeda en sus pantalones. Yahwi se incorporó, dejando un hilo de saliva que colgó del pezón de Jihwa a su boca durante unos instantes. Ambos se miraron, excitados, jadeantes y deseosos, el peso de la atracción derrumbando sus reticencias.
Jihwa fue el primero en dar el paso adelante, adentrándolos en el pasillo que usaban en ese instante, besándose de forma casi rabiosa hasta que la espalda de Yahwi tocó la puerta indicada, que cedió ante su peso y los dejó entrar en la habitación, con Yahwi tropezando sobre sí mismo en el proceso de quitarse los zapatos con los pies.
Nada de lo que hacían era grácil ni fluido, no era ese típico sexo de las películas donde nada salía mal, eran dos personas que se amaban, desesperadas por volver a sentirse, dejando que sus emociones tomaran el control y sacaran el lado más torpe que tenían dentro, porque el sentir imperaba antes que cualquier grado de experiencia.
—Yahwi —gimió Jihwa al sentir las manos del pelinegro sobre sus nalgas, apretando con fuerza hacia sus caderas. Sus manos se apoyaron en los hombros de Yahwi, haciendo presión hasta que este perdió el equilibrio y cayó sentado en la cama —Hoy déjame a mí —exigió Jihwa ante la mirada atónita de Yahwi.
Se tomaron un segundo para normalizar sus respiraciones, sus mentes abstraídas de cualquier realidad diferente a ese instante suspendido en el tiempo entre ellos. Los ojos amarrillos devoraron cada movimiento de las manos de Jihwa sobre su propio cuerpo, la forma en que abría los botones del pantalón, el sonido del zipper al bajar, los delicados dedos colgándose del elástico del pantalón, mostrando un vistazo del azul de la ropa interior.
El parsimonioso gesto fluido con el que Jihwa se despojó de toda su ropa, quedándose totalmente desnudo delante de la mirada salvaje de Yahwi, quien sentía su boca salivar ante la imagen, ese fue el límite para Yahwi, que gimió roncamente al verlo, haciendo que el menor sonriera arrogante. Jihwa se acercó a Yahwi, la yema de sus dedos moviéndose fantasmalmente sobre la blanca piel hasta que tocaron la barbilla del mayor, haciéndolo alzar el rostro y encontrar sus ojos en los cafés de Jihwa.
—No dejes de mirarme —ordenó y Yahwi mojó con su lengua sus labios, sintiendo su propio miembro contraerse contra la tela ajustada mientras la húmeda mancha se extendía en sus pantalones.
Jihwa se arrodilló delante de Yahwi de la forma más grácil que podía, su propio cuerpo temblando de excitación mientras sus manos se apoyaban en las rodillas del mayor, forzando ligeramente para que abriese las piernas, dejándole el camino dispuesto a Jihwa, quien no tardó en llevar sus dedos hacia la cremallera del pantalón de Yahwi, evitando en todo momento tocar directamente su piel.
Parecía una tortura creada solo para él, tener a Jihwa mirándolo entre sus largas pestañas oscuras con los ojos entornados, sus manos tirando de sus pantalones y ropa interior, dejando que el frío aire de la habitación vistiera su piel en contraste con el calor que sentía por dentro, hasta que ambas prendas estuvieron lejos de él y solo quedó Jihwa mirándolo y el hambre creciendo en sus ojos.
La lengua de Jihwa encontró la caliente piel del muslo interno de Yahwi, con su cuerpo inclinándose hacia adelante, sus dedos imitando el irregular trazado en el muslo contrario, y Yahwi gimió ante la visión de Jihwa desliando su lengua por todo su muslo, haciendo movimientos inentendibles hasta que estuvo delante del goteante miembro de Yahwi, que pulsaba suplicante por algún contacto.
La sonrisa malvada y arrogante de Jihwa hizo que el miembro de Yahwi latiera, algo que solo aumentó el ego del pelirrojo, que por primera vez sentía un auténtico deseo por devorar a otra persona, por consumirla y hacerla gemir de placer. Su cuerpo vibraba ante el recuerdo del gesto de amor de Yahwi, haciendo que toda su creación, su apuesta por su futuro, se basara en la idea de un Jihwa muy pequeño que lloraba por su madre, y ese amor se desbordó dentro de Jihwa, dándole el coraje y la seguridad que le faltaban. Ahora quería ser él quien devolviera el favor.
Su lengua se deslizó por toda la extensión de Yahwi, disfrutando del sabor del líquido preseminal que había corrido desde la punta, dando un par de vueltas por toda la cabeza, presionando en el orificio superior un instante y gimiendo cuando sintió la mano de Yahwi aferrándose a su cabello, siendo esa la señal que necesitaba. Lo estaba haciendo bien.
Sus labios cubrieron sus dientes y su boca se abrió, respiró profundamente un momento y luego succionó con firmeza, glorificándose ante el jadeo y el gemido ronco de Yahwi cuando Jihwa llevó su miembro tan adentro que tocó su garganta, sus labios topando con la pelvis de Yahwi.
—No…no es…nec…esario —gimió Yahwi, intentando mantener la cordura mientras Jihwa retiraba su boca. Jihwa gimió cuando su lengua se volvió a encontrar con la punta del miembro de Yahwi, sintiendo como las piernas de este temblaban bajo sus manos, que se apoyaban en ellas, y luego volvió a succionar hasta el fondo, conteniendo la asfixia y las arcadas.
Jihwa avanzó a un ritmo vertiginoso, torturando a Yahwi por cada vez que adentraba toda su extensión hasta su garganta bajo una succión implacable que estaba llevando al mayor al límite del desastre. Yahwi había cerrado los ojos inevitablemente, sosteniéndose al borde de la cordura por su mano cerrada alrededor de los rojos cabellos, pero una succión más fuerte lo hizo gemir y abrir los ojos, observando como Jihwa se dedeaba a sí mismo mientras gemía alrededor de su miembro.
—Pa…para —bramó, su voz ronca saliendo como una orden mientras tiraba del cabello de Jihwa, quien dio una última succión antes de retirarse —No puedo…correrme todavía —explicó Yahwi, aunque Jihwa comprendía el motivo aun sin explicaciones. Un escalofrío recorrió la columna de Yahwi ante la mirada divertida de Jihwa.
—Pues me temo que tendrás que pensar en elefantes —afirmó el menor con una sonrisa arrogante.
Al inicio Yahwi no lo comprendió, pero entonces sintió la húmeda mano, mojada por los líquidos preseminales de Jihwa, presionar en su pecho, empujándolo hacia abajo hasta que su espalda tocó el colchón y vio a Jihwa trepándose sobre él, sentándose a horcajadas en sus caderas. Inevitablemente sus manos viajaron hacia los definidos muslos de Jihwa, su pecho subiendo y bajando aceleradamente ante la imagen de Jihwa abierto de piernas, encima de él. La suave mano de Jihwa se cerró alrededor de su pene, Yahwi gruñó ante el contacto y luego percibió como Jihwa restregaba su punta contra su entrada.
Quiso decirle que no tenía puesto un condón, que prefería asegurarse que estuviera mejor preparado y que quizás esa posición fuese mucho para él empezar desde ella, pero todas las palabras murieron en su boca, siendo sustituidas por un gemido que se unió al maullido agudo de Jihwa a medida que descendía sobre toda la extensión de Yahwi, deteniéndose solo cuando sus nalgas tocaron el límite, sintiéndose lleno de todas las formas posibles.
La habitación se llenó de gemidos, jadeos y gruñidos que se escapaban entre los besos fogosos, donde las lenguas se batían por el control y los dientes tiraban de los carnosos labios ajenos. Jihwa se movía sobre Yahwi en todas direcciones, con sus caderas haciendo círculos o movimientos lateralizados mientras subía y bajaba, llevando el miembro al límite de salir y luego entrándolo en una sola embestida fuerte.
Yahwi no pudo contenerse más, incorporándose hasta quedar sentado, sus manos aferrándose a las nalgas de Jihwa de tal forma que sabía que dejaría marca, sus caderas moviéndose para encontrarse con Jihwa en cada descenso, asestando siempre en ese punto dulce en su interior, haciendo que sus mentes se esfumaran del momento, dejando solo las sensaciones y los sentimientos.
Sus gemidos se mezclaban con los llamados casi inentendibles de los nombres del otro, el sudor bañaba sus cuerpos, la desesperación los tensaba y ambos reconocían que estaban al borde de un acantilado. La sensación de presión y corriente se acumuló en su bajo vientre y luego directamente en sus testículos, sus miembros latiendo y sus movimientos acelerando hasta obtener un ritmo salvaje. Un par de lágrimas de placer escaparon de los ojos de Jihwa, siendo besadas por Yahwi contra sus mejillas antes de que cayeran y luego ambos cerraron los ojos en un gemido extendido mientras veían estrellas en la oscuridad.
El orgasmo los había alcanzado a la vez, haciéndolos perder el aliento y la cordura, dejándose llevar por todo lo que sentían física y emocionalmente, aunque no lo pusieran en palabras. Así, el sudor perlando sus cuerpos, el semen caliente de Jihwa manchando el abdomen y el pecho de Yahwi mientras el de este llenaba todo el interior del pelirrojo, sus manos recorriendo parsimoniosamente la resbaladiza piel ajena, ambos empezaban una nueva faceta de sus vidas. Ese día marcaba un antes y un después, nada sería igual y eso era bueno.
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Hola, pequepinkypitufibolas, me parece que me demoré en aparecer por aquí, pero quiero creer que valió la pena 😅 y que no se han olvidado de esta historia.
¿Qué opinan del capítulo? ¿Les gustó? Hice lo que pude con un Jihwa más dominante, me parece que salió bastante bien, pero es vuestra opinión la que me interesa.😊
Dicho eso, nos leemos 😊🥰♥️.
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