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Capítulo 39- La realidad aceptada.

Cain entró suavemente en la habitación de Phill, Yahwi había dejado órdenes de permitirle entrar apenas llegase, alegando que era la pareja de Phill. Nada había preparado a Cain para la imagen que se encontró cuando entró, viendo de frente a un Phill demacrado, con la mirada perdida en la vista de la ventana y sus uñas comidas hasta la raíz, a tal punto que había sangrado.

Con una parsimonia de la cual no se conocía capaz, Cain se acercó hasta quedar delante de Phill, quien no se inmutó por la figura que ahora le bloqueaba la ventana. Cain mojó sus labios con su lengua antes de arrodillarse delante de Phill, sosteniendo sus manos para evitar que siguiera torturándose las uñas y alzando la mirada hacia él, encontrando los oscuros ojos de Phill, que lentamente parecían reconocerle.

— ¿Cain?— preguntó Phill, haciendo que el otro se estremeciera al notar lo desgarrada de su voz, parecía haberse acabado con las cuerdas vocales.

— Hola— dijo suavemente Cain, y entonces vio la vida volver a Phill, quien empezó a llorar mientras apretaba con más fuerza las manos que lo sostenían.

No dijeron más nada, Phill se inclinó hacia adelante, reposando la cabeza en el hombro de Cain y mojando su abrigo con lágrimas mientras este seguía sujetando sus temblorosas manos y le daba besos en el cabello, haciendo de su presencia compañía y consuelo suficiente para que Phill dejase salir todo su dolor, ahogándose en la culpa que no era suya, pero que no podía dejar de sentir.

                             oOo

Ae-ri seguía mirando a través de cristal a la pequeña bebé que se retorcía inocentemente, ignorante de toda la desgracia que la rodeaba. Sus manos temblaban mientras las mantenía apoyadas en el cristal, su mente intentando por todas las vías procesar en qué momento las cosas se habían salido tanto de control. Tembló y se inclinó hacia los brazos que la abrazaron por detrás, dejándole sentir apoyo y confort.

— Se ha quedado sola— comentó suavemente, teniendo firme el recuerdo de Yahwi cuando sus padres fallecieron.

— No— aseguró Woo-Bin— tiene a Jihwa y a Yahwi, que no la dejarán sola por nada del mundo. A Phill, que no permitirá que pase un día sin describirle su escaso tiempo con su madre, lo cual también significa que tiene al otro chico rubio, por lo que acabo de ver al pasar por su habitación, que tenía la puerta abierta. Por supuesto, nos tiene a nosotros también, lo que arrastra a Kang-Dae, incluso si se resiste— enumeró suavemente, dejando que su barba un poco más larga se arrastrara por la mejilla de Ae-ri, un gesto que ni aunque le apuntasen con un arma ella admitiría que le gustaba— No está sola, nunca lo estará.

Ae-ri sonrió, sintiendo el calor del abrazo de Woo-Bin, dejando que esas palabras expiaran lo que ella consideraba su pecado, permitiendo que por su mente fluyeran cientos de recuerdos, evocando momentos donde permitió que su orgullo llevase la vida por su cuenta, haciendo que ella tomase las decisiones incorrectas bajo la falsa seguridad de que eventualmente tendría más tiempo para atender ciertas situaciones. La vida le acaba de mostrar de la forma más cruel que no era cierto, que el tiempo era limitado y no sabían en qué momento el reloj se detendría.

— Woo-Bin— llamó su nombre suavemente, temiendo que su voz fallara, el hombre se inclinó más hacia ella, apretando el abrazo de forma amorosa— Cásate conmigo.

Parecería una propuesta desesperada, una decisión de última hora tomada por el dolor del momento, pero no era así. Ae-ri siempre había imaginado un futuro donde Woo-Bin formaba parte de su vida, simplemente mantener la relación con la etiqueta de “No somos nada” era más seguro para ella.

Impedía que se involucrase más a un nivel de consciencia, pero estaba cansada de negar la realidad de su vida, manteniendo todo en un riesgo constante de perderlo del cual ella no era totalmente consciente. No sonrió, no era momento, pero sí dejó salir un suspiro de alivio, sintiéndose finalmente en casa en medio de esa profunda tristeza.

— Sí, acepto— pronunció Woo-Bin con la voz ronca, de forma lenta y acorde a los sentimientos que a los dos los embriagaban.

                            oOo

Jihwa despertó lentamente, adaptando sus ojos irritados e inflamados a la luz que entraba por la ventana de la habitación. Lo primero que percibió fue el punto de calor ajeno que rozaba su piel, manteniendo su mirada fija en su meñique entrelazado con el de Yahwi, después siguió el recorrido de aquel brazo, llegando al rostro sereno que mostraba rasguños en algunas partes, ojos inflamados, un corte en el labio en el que brillaba un redondo coagulo de sangre. Muestras de que Yahwi había sufrido también y por primera vez desde que anunciaron que Jiyu ya no estaba, no se sintió solo.

Sus dedos se alzaron, recorriendo las marcas de heridas en el rostro amado, percibiendo tardíamente como los párpados se presionaban juntos y luego se abrían suavemente, solo notándolo cuando la amarilla mirada se enfocó en la suya. El dolor que ambos se transmitía trascendía las palabras, Yahwi alzó su mano libre, recorriendo los rasgos inflamados del rostro de Jihwa, acariciando suavemente cada pequeño detalle, sin quitar la mirada de sus ojos cafés.

— Ella está muerta— afirmó Jihwa lentamente, haciendo de la noticia una realidad para sí mismo.

Yahwi no dijo nada, se limitó a permanecer allí, con sus meñiques entrelazados, sus ojos fijos en los ojos del contrario, ahora sin más lágrimas que derramar, y sus manos libres acariciando con letanía el rostro opuesto al suyo, permitiendo que ese momento se extendiera en el tiempo, que esa calma dolorosa los envolviera y la realidad se fuera asentando con pesar sobre sus cuerpos, sabiendo que el mundo debía ser enfrentado, pero en esos momentos, el mundo tendría que esperar.

La noche lo había vuelto a cubrir todo cuando finalmente Jihwa fue capaz de levantarse. Kang-Dae le había dejado un cambio de ropa del cual el pelirrojo hizo uso luego de una ducha rápida en el baño de la habitación, ciertamente los hospitales particulares tenían algunas ventajas si podías pagar una habitación privada.

Salió vestido con un suéter azul pastel y unos pantalones blancos, contrastando totalmente con Yahwi, pero a los dos les gustaba eso. Sus pasos se hicieron lentos, pero firmes, mientras recorrían tomados de la mano el pasillo que los llevaba hasta el área de neonatología.

Una enfermera les reconoció, acercándose a ellos rápidamente para colocarles unas batas desechables por encima y pasarlos al área segura, donde esperaron unos segundos hasta que la misma regresó con la bebé cargada en brazos, que venía moviendo sus manitas en gestos momentáneos de abrir y cerrar.

Jihwa respiró profundamente, controlando sus temblores cuando la bebé fue colocada en sus brazos, seguro de que no la dejaría caer cuando sintió los brazos de Yahwi debajo de los suyos, asegurándolo. Era una bebé preciosa, con rolliza piel y mejillas regordetas, que hacía burbujas de saliva y movía sus manitas en todas direcciones, todo lo que Jihwa siempre esperó que fuera, todo lo que Jiyu siempre deseó.

Las lágrimas fluyeron de sus ojos, bajando por sus mejillas y acumulándose en su barbilla, precipitándose hacia la manta que cubría el cuerpo de la bebé. Los inocentes ojos se abrieron, mirando en todas direcciones sin poder enfocar nada exactamente, pero Jihwa pudo apreciar el oscuro color que Jiyu tenía, era la misma mirada de su prima, excepto por un detalle.

— ¿Por…?— inició, teniendo que detenerse para aclararse la voz, tomada por la emoción del momento— ¿Por qué tiene un aro amarillo rodeando la pupila?— preguntó, dirigiéndose a la enfermera que los miraba atentamente.

— Es una heterocromía central, en los bebés es común el cambio de colores, pero si antes del año no se ha ido entonces se puede hablar de heterocromía central permanente, y sus ojos se quedarían así— explicó dulcemente la mujer, que se mostraba compasiva con la joven pareja— el color amarillo puede ser producto de la misma malformación genética, no altera más nada, simplemente el color expresado en sus ojos— Jihwa se encontró a sí mismo asintiendo levemente, volviendo a mirar a los ojos de la niña con amor— ¿Tenéis algún nombre pensado?— preguntó suavemente, sabiendo lo difícil que debía de ser para ellos estar allí en esa situación.

— Sí— afirmó Jihwa, recordando las largas horas que los tres habían dedicado a tachar nombres en una pizarra hasta el cansancio. Curiosamente, fue la propuesta de Yahwi la que terminó ganando— Myeong-Suk.

— Yo se lo escribiré— indicó Yahwi, mirando a Jihwa para asegurarse que estuviera bien quitar sus brazos y dejarlo solo sosteniendo a la bebé. Un leve asentimiento del pelirrojo bastó para que el de cabellos oscuros de incorporase, caminando hacia la enfermera para escribirle en una nota el nombre de la niña.

— Suena muy bonito— comentó la señora— ¿Tiene algún significado?

Yahwi miró en dirección a Jihwa, que se encontraba tarareando la nana que Yahwi le había mostrado la noche en que finalmente derrumbaron todas sus barreras, aquella que su mamá le cantaba. Una sonrisa suave se plasmó en sus labios, recordando que esa misma expresión tenían él y Jiyu cuando hablaban de la pequeña bajo la atenta mirada de Yahwi, que fue el motivo de que este sugiriera ese nombre en particular.

— Significa luz pura— explicó, haciendo a la enfermera sonreír amablemente, antes de excusarse para darles tiempo a solas.

Durante dos horas, Jihwa y Yahwi estuvieron cargando a la pequeña, alimentándola con una fórmula especial para casos como ella, aprendiendo a cambiarle el pañal y disfrutando de ese tiempo, deseando prolongar lo más posible el horrible momento final, pero cuando Kang-Dae apareció en la puerta de la sala segura, anunciando que había llegado un abogado especialmente contratado por Jiyu desde hacía meses y quería verlos, no tuvieron más opción que entregarle a la enfermera la bebé y hacerle frente a la realidad.

Desecharon las batas en el cesto de la salida antes de dirigirse a la sala de juntas del hospital, una cortesía del dueño después de una atenta llamada por parte del señor Go, que incluía el comentario de algún donativo especial.

Un señor de espejuelos redondos y pronunciadas entradas, con canas salpicando su castaño cabello, los recibió en la sala de juntas, con su maletín profesionalmente acomodado en la mesa. Yahwi fue el primero en darle un apretón de manos firme como saludo, Jihwa se limitó a imitar el gesto de forma vaga y visiblemente menos enérgica, tomando asientos cercanos para poder comunicarse sin alzar la voz.

— Lamento la pronta aparición, pero con un bebé de por medio, entenderán que no podemos demorar— explicó el abogado— Mi nombre es James Milles, soy el abogado contratado por la señorita Park Jiyu desde su estadía en Corea, quien llevó sus trámites para la residencia permanente y aseguró un poder redactado por ella, en caso de que le sucediese algo.

— Le escuchamos— comentó Jihwa débilmente, sin poder creer en su totalidad que Jiyu había asegurado tantas cosas en su corta estancia allí, al parecer debía de haber empezado a mover sus papeles desde que se había dado cuenta que estaba embarazada.

— Acorde a lo planteado por la señorita Park, el padre de la criatura negó su derecho a paternidad de forma vehemente, por lo que ella decidió mudarse para acá con usted, señor Park Jihwa, su familiar más cercano por elección— relató el abogado, sacando un documento firmado y sellado por Jiyu— En su poder, la señorita Park dejó especificado de que en caso de sucederle algo, la guardia y custodia de su bebé, del sexo que fuera, recaería en su primo, Park Jihwa, siendo esta su posesión más valiosa.

— Entiendo— afirmó Jihwa, no alarmándose ante esa noticia, sabía que su prima no dejaría a ningún otro niño creer con personas como sus tíos, que deformaran su carácter y destrozaran su infancia.

— Esto será un proceso de un largo papeleo, pero para empezar es necesario su consentimiento para quedarse con la bebé— indicó el abogado, a lo que Jihwa lo miró rígidamente.

— Por supuesto que me quedaré con ella. ¿Qué comentario estúpido es ese?— espetó repentinamente, controlándose cuando sintió la mano firme de Yahwi sobre su hombro.

— Disculpe a mi pareja, estamos todos muy alterados por los recientes acontecimientos— intervino Yahwi con calma, asegurándose de mantener sus nudillos fuera de la mirada de abogado, no necesitaba que eso afectara a Jihwa para obtener a Myeong-Suk.

— Está bien, es comprensible— alegó el abogado— Iniciaré los papeles lo más pronto posible, la idea es evitar que el sistema se la lleve, obviamente. ¿Puedo contar con que usted se volverá un residente permanente del país, señor Park? La niña es estadounidense, a fin de cuentas— Jihwa boqueó unos segundos, sin saber que contestar a esa provocación, pero Yahwi sonrió tranquilamente antes de volver a hablar.

— No se preocupe, nuestros planes siempre contaron con mudarnos hacia aquí— explicó suavemente, ganándose un asentimiento por parte del abogado.

— En ese caso iniciaré los trámites— afirmó el hombre, incorporándose.

— Le enviaré a mi abogado, para que ambos hablen— comentó Yahwi en un tono lejano a la sugerencia, incorporándose y dándole la mano al abogado para despedirlo antes de dejarse caer nuevamente en la silla al lado de Jihwa, atrayéndolo hacia él en un abrazo.

— Seré padre— pronunció Jihwa suavemente, sabiendo que sin importar qué hiciera, eso mismo es lo que Myeong-Suk crecería creyendo, aunque él jamás la dejaría olvidar a Jiyu.

— Y serás el mejor— aseguró Yahwi, dejándole un suave beso en la frente que cumplía su objetivo, tranquilizar y alentar a Jihwa en esta nueva etapa de la vida, que no era cautelosa en dar sus golpes.

***********
Y con esto damos oficialmente la bienvenida a la recta final de capítulos.

Les tengo en proyecto un dibujo de Yahwi y Jihwa, pero tuve que pararlo por los exámenes, tengo pensado traerlo para el capítulo final.

¿Qué opinan de este capítulo y de la historia en general? Digan sus opiniones sinceras, me interesan mucho, mis pequepinkypitufibolas. 😊🥰.

En fin, nos leemos pronto, besitooos. ❤💛❤💛❤💛.

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