Capítulo 38- El fin del juego.
Yahwi regresó a la sala de espera, donde Jihwa se había quedado dormido llorando sobre los muslos de Ae-ri, que deslizaba perezosamente sus dedos entre los rojos cabellos, con la mirada perdida y la cabeza apoyada en Woo-Bin. Parecían una familia esperando la noticia sobre la hermana mayor, Ae-ri siempre había tenido ese aire maduro que la hacía impresionar más adulta de lo que su físico reflejaba.
Yahwi se acercó, tomando un café caliente que Woo-Bin le extendió con la mano libre y sentándose al lado de este, pues Jihwa se había acostado sobre los asientos restantes. Él supuso que ya los habrían regañado de no ser porque seguro Kang-Dae había pagado lo suficiente para que nadie viniera por la zona, ya que no había más ningún familiar en el área.
La cercanía del médico canoso, que vestía un pijama verde oscuro y una bata blanca por encima, captó la atención de quienes estaban despiertos. Kang-Dae apareció por el pasillo lateral, parándose al lado de Yahwi mientras Ae-ri despertaba a Jihwa, abrazándolo por los hombros y ayudándolo a ponerse de pie, como el resto de ellos.
El médico se detuvo a unos pasos de ellos, todavía no había hablado y la mirada esperanzada de Ae-ri y Jihwa hizo a Yahwi morderse la lengua, pero miró a Kang-Dae, era obvio que ambos pensaban lo mismo, el doctor se mostraba con muy poca energía para tener buenas noticias.
— Saludos, soy el doctor Mark Grey— inició el hombre, mirándolos a todos y a ninguno en específico— Soy el cirujano en jefe que lideró la operación de la paciente Park Jiyu, que ingresó hace poco más de ocho horas debido a un accidente automovilístico— todos asintieron, como si lo que estuviera diciendo no fuera cuestión de lógica— Ha sido una cirugía difícil y riesgosa, pudimos sacar a la bebé hace unas dos horas, nadie vino a informarles porque la niña nació con ligeras complicaciones producto del accidente y el fragmento de vidrio que se había incrustado en el abdomen de la paciente y había llegado a perforar la bolsa amniótica. Afortunadamente, luego de recibir cuidados intensivos de máxima urgencia, la niña ha sido trasladada a la sala de neonatología y se encuentra fuera de peligro.
Yahwi escuchó el suspiro de alivio de Ae-ri y Jihwa a su izquierda, llegando a escuchar algo similar a la exclamación de que era una niña, proveniente de la voz ahogada de Jihwa, pero él permaneció en tensión absoluta. Lo sabía, podía sentirlo, el doctor había dado a propósito las buenas noticias primero porque sabía que algo tenía que ayudar a amortiguar el dolor. Kang-Dae también lo sabía, por la forma en que se había acercado a ellos, y Woo-Bin acaba de darse cuenta, abrazando a Ae-ri por detrás, preparándose para la noticia.
— ¿Y mi prima?— dijo Jihwa con la voz rota, haciendo la pregunta que desataría el infierno.
— El daño en la paciente era demasiado grave, perdió mucha sangre, había daño cerebral y muchos órganos se vieron comprometidos en el golpe. Hicimos todo lo que pudimos, lamentablemente, la paciente falleció— anunció el Dr. Grey lentamente, sabiendo lo que sus palabras causaban en los familiares.
Yahwi lo vio todo a través de un cristal, o así se sentía, Jihwa cayendo al suelo entre sollozos desconsolados, Ae-ri abrazándolo y acunándolo, Woo-Bin intentando contenerla a ella, que parecía al borde de una crisis de pánico y murmuraba que todo era su culpa, mientras Kang-Dae despedía al médico con la disciplina enseñada durante años, siendo el mayor de todos ellos, era lógico. Sin embargo, Yahwi no podía más que pensar en la destrucción que ese hombre, no, que ese monstruo había causado.
Su mente corría a una velocidad vertiginosa, sin siquiera procesarlo, sus pasos lo llevaron lejos de la conmoción, abandonando a sus familiares y dirigiéndose fuera del hospital. ¿Cómo podía todo haberse salido de control de esa forma?
— Perdone, ¿es usted Go Yahwi, el familiar de la señorita Go Ae-ri?— preguntó un hombre alto, de piel oscura y distintivo uniforme.
— Usted es el oficial que tomó el caso cuando Jihwa denunció— declaró Yahwi, reconociéndolo en medio de la bruma de su mente.
— Sí, soy yo— aseguró el oficial— Lamento venir a informar que no hemos podido dar con el criminal, sabemos que se escabulló por alguna parte de la zona norte, y que está andando a pie, pero no hemos logrado capturarlo.
— Está herido, alucinando por la infección, participó en un choque de autos que tuvo que dejarlo dañado y sigue escabulléndose de ustedes— espetó Yahwi, veneno impregnando sus palabras.
— Lo lamentamos— se disculpó el oficial, haciendo una reverencia y retirándose lentamente.
Yahwi dejó escapar un suspiro frustrado y observó el auto de Kang-Dae, metiendo las manos en su bolsillo y palpando las llaves que anteriormente había tomado del abrigo de su primo, por si una emergencia de presentaba.
— No, yo lo lamento— aseguró, desbloqueando el auto y subiendo a este, incorporándose velozmente al tráfico más ligero posible, dirigiéndose a la zona norte.
Condujo de forma vertiginosa, saltándose controles, semáforos y todo lo que se atravesara en su camino, sabiendo que las cámaras lo estaban grabando, esa era la idea. Llegó más pronto de lo pensado a la zona norte, conduciendo con más lentitud en búsqueda de áreas casi desiertas de población en las calles, lugares donde si estuvieras herido y huyendo de la policía te esconderías, pero que a la vez fueran un refugio lo suficientemente bueno como para que no encontrasen si no quisieras.
Pasados diez minutos, Yahwi encontró un área detrás de dos grandes edificios que mostraba unos complejos de apartamentos en construcción. Era una zona que tenía carteles de advertencia de derrumbe y era obvio que la policía había pasado por allí con anterioridad, pero aparentemente registrar cada tramo de esa zona era peligroso, más aun de noche y sobre todo sin tener noción de dónde estaba el criminal. Yahwi tenía que admitirlo, era un hombre inteligente, pero en este momento él tenía la ventaja, porque él era justo lo que Jung-Hwa quería.
— JUNG-HWA— gritó, dejando que su nombre pasara por su garganta como un cuchillo— ES A MÍ A QUIEN QUIERES, DE MÍ ES DE QUIEN TE QUIERES DESHACER— avanzó lentamente, pisando firme sobre la gravilla y adentrándose más entre los edificios a medio construir— AQUÍ ME TIENES, SAL Y ENFRÉNTAME.
Eran un plan estúpido pensado a último momento, pero también era lo más cerca que habían estado de ese ser y Yahwi se negaba a dejarlo morir sin hacerle pagar, aunque sea para sacar la ira que lo bañaba en esos momentos.
Los minutos pasaron, el silencio reinó y Yahwi siguió caminando entre la escasa luminosidad del área, hasta que lo escuchó, los pasos lentos y arrastrados de alguien sobre la gravilla, un quejido ronco y finalmente la figura encorvada y tambaleante de Jung-Hwa apreció, con una sonrisa enferma y deformada en el rostro, que a la escasa luz que iluminaba mostraba un aspecto febril y pálido.
— Tienes mucho coraje de venir aquí— comentó Jung-Hwa, jadeando para hablar, con la voz baja y marcada.
— Apenas puedes sostenerte en pie— alegó Yahwi, acercándose a él a paso firme, Jung-Hwa alzó la pistola que todavía tenía, pero Yahwi no se detuvo, siguió avanzando y cuando Jung-Hwa intentó disparar, su temblorosa mano no sostuvo más el peso del arma— Te lo dije, no eres nada.
— Él…es mío— pronunció, arrastrando las palabras— Debiste ver…como lloraba aquella noche— Jung-Hwa se dejó caer contra la pared, incapaz de sostenerse por sí solo— Sus suplicas…nunca he po…podido olvidarlas— Yahwi se detuvo delante de él, observándolo con los amarillos ojos mostrando la mirada gélida más insensible de la historia.
— No lo olvides— logró pronunciar Yahwi y luego vio rojo.
El puño de Yawhi impactó firme contra el rostro de Jung-Hwa, haciéndolo golpear la cabeza con la pared y cayendo hacia el suelo sin pavimentar. Su pie golpeó justo donde estaba la herida infectada, sintiendo la sangre que impregnó la gravilla y sus propios zapatos. Jung-Hwa se dobló en posición fetal, tosiendo sangre e intentando ineficazmente levantarse, Yahwi volvió a asestarle una patada en la misma herida, haciéndolo rodar sobre su cuerpo cerca de dos metros.
Sus movimientos eran descontrolados, ya no le importaba, su cuerpo se abalanzó sobre el de Jung-Hwa, estrellando su puño contra el rostro del contrario, y repitiéndolo una y otra vez, incansable.
En su mente se repetían las escenas cientos de veces imaginadas del momento de tortura de Jihwa, de cómo debió de sufrir y la marca que siguió después. Los meses de pesadillas, la falta de contacto humano, el disparo en la cita de Navidad, el dolor patentado del rostro de Jihwa mientras pensaba que Yahwi moriría, la preocupación de su familia, la herida de Woo-Bin, la tortura de aquella doctora a la que no podía ponerle rostro, el accidente que había causado la ruptura psicológica de Phill y la muerte de Jiyu, dejando huérfana a una niña recién nacida a la que todos ya amaban, aun sin conocerla.
No supo cuánto tiempo estuvo golpeándole, en qué momento sus manos se llenaron de sangre, o su rostro. Quizás fue en algún golpe, o tal vez Jung-Hwa tosió, su mente no registraba nada de eso. Ni siquiera había escuchado las sirenas de la policía y la ambulancia, y únicamente notó que no estaba solo cuando unas manos firmes lo abrazaron por detrás, forzándolo a alejarse del cuerpo de Jung-Hwa, que apenas si respiraba.
Sintió la gravilla contra su rostro mientras un grito desgarrador salía de su garganta, y viendo a los paramédicos llevarse a Jung-Hwa, finalmente se permitió llorar, reconociendo los brazos de Kang-Dae alrededor de su cuerpo, sosteniendo en el lugar para que no hiciera más locuras.
Todo lo que aconteció posteriormente parecía ocurrir en una nebulosa lejana. La policía quería llevárselos, pero el poder de la familia Go excedía ciertas normas, logrando usar a su abuelo desde Corea para que sus amigos pasaran por alto lo que había ocurrido. Kang-Dae prestó declaración, diciendo que él había perdido a Yahwi de vista ante una amenaza de Jung-Hwa, que fue comprobable con un mensaje telefónico enviado al número de Yahwi minutos antes de que este saliera del hospital. Un servicio de algunos hackers profesionales que había costado bastante caro, pero que para ellos no significaba nada si era por el bien de un familiar.
Kang-Dae lo llevó al apartamento, metiéndolo en el baño y abriendo la ducha, empapando su ropa y dejándolo reflexionar sus acciones, mientras por teléfono se encargaba de que todo quedase como una acción en defensa propia. Para su buena fortuna, Yahwi no había tocado el arma, y la noticia de la muerte de Jung-Hwa por septicemia ayudó bastante, pues los médicos alegaron que su muerte era algo inevitable en ese punto de infección.
Para cuando Kang-Dae regresó al baño, Yahwi ya había salido y se encontraba vistiéndose en su cuarto, colocándose un suéter de cuello de tortuga azul prusia con unos pantalones negros.
Después de una profunda meditación, Yahwi logró salir de la habitación, reuniéndose con su primo en la cocina, donde una taza grande de café lo esperaba, junto con una bolsa para cuidados, necesitaba tratar las rupturas de su piel en los nudillos.
— ¿Cómo está Jihwa?— preguntó Yahwi, su mente funcionando con normalidad nuevamente.
— Destrozado— afirmó Kang-Dae— Le inyectaron un sedante, al igual que a Phill cuando le contaron la noticia. Pagué para que le permitieran pasar la noche en una habitación privada, no fuera a ser que tuviera una crisis o algo similar, pero creo que deberías ir con él.
— Lo haré— aseguró Yahwi, bebiendo lentamente su café.
Kang-Dae asintió con la cabeza, dejando delante de este las llaves del auto de Ae-ri, que era el que había usado para perseguir a Yahwi cuando le avisaron de que alguien iba en su auto saltándose todas las leyes del tránsito. Una jugada inteligente para que la policía y Kang-Dae lo siguiera, siendo obvio para él que Yahwi realmente no quería permitirse matar a Jung-Hwa, y llamar la atención de esa manera era el seguro de que alguien llegaría para detenerlo.
Yahwi terminó su café sin alzar la mirada de la mesa, dejando la taza en esta y tomando las llaves, colocándose un abrigo negro largo por encima antes de enfrentarse al frío de marzo en Nueva York. No prestó atención al auto, simplemente subió en él y condujo de regreso al hospital, preguntando bruscamente en la recepción por la habitación de su novio, luego de que una enfermera le señalara, él siguió el camino indicado, deteniéndose fuera de la habitación unos segundos, temeroso.
Respiró profundamente un par de veces, abriendo la puerta y encontrando la habitación iluminada ligeramente por una lámpara de mesa que estaba cerca de Jihwa, quien mostraba un semblante relajado mientras dormía, pese a las lágrimas que seguían cayendo de sus ojos y deslizándose por su piel hasta mojar las sábanas. Yahwi cerró la puerta y se adentró en la habitación, observando el rostro de Jihwa de cerca, pasando sus dedos delicadamente para limpiar las lágrimas.
— Lo lamento tanto— murmuró suavemente, sabiendo que Jihwa no le escucharía, pero en esos momentos la disculpa era más consigo mismo.
Dejó el abrigo en el sillón cerca de la cama de hospital y se quitó los zapatos, tomando una manta extra del armario pequeño, pues veía a Jihwa temblar y quería pensar que era debido al frío. Lentamente, temeroso de que el sedante no fuera lo suficientemente fuerte como para mantenerlo dormido, Yahwi se adentró, cubriéndolos a ambos con la manta y permaneciendo separado de Jihwa, temiendo que si este despertaba no quisiera tener nada que ver con Yahwi, pues no había logrado protegerlo.
Poco antes de que toda la adrenalina recluyera y su mente cayera en la inconsciencia, Yahwi entrelazó su meñique con el de Jihwa, haciendo que ese pequeño contacto le trajera la paz que necesitaba para dejarse ir, al menos por esa noche.
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Bueno, ya salimos del desquiciado malo, afortunadamente.
¿Qué opinan de lo qué pasó? Honestamente voy a admitirlo, escribir estos capítulos fue divertido para mí, me gustan mucho este tipo de escenas, pero, para la buena fortuna de todos ustedes, la parte tétrica acabó. Los capítulos que vendrán a continuación son el proceso de sanación y el camino a la felicidad.
Les dejó uno de ellos ya, para que puedan curar su alma de la tristeza que estos capítulos les causaron, disfrútenlo. 😊😊😊.
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