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Capítulo 3- El encuentro

Una semana había pasado, una semana de comidas recalentadas o de tiendas de conveniencia, de pasar muchas horas despierto realizando la maqueta de la Universidad, porque eso evitaba que pensara en Jooin. Una semana de papeleos intensos, por el burocratismo necesario para cualquier proceder, y de ir a clases solo lo imprescindible y tomando las rutas que Jooin y Caín no usarían. Los evitaba activamente, ¿por qué? Porque necesitaba mejorar y esto no sucedería con ellos saliendo de detrás de cada esquina.

Le debía mucho a Phill, el chico lo había ayudado con cada trámite que había tenido que realizar para que le fuera otorgado el intercambio para la Universidad de Nueva York, al inicio había estado disgustado e incluso Yahwi creyó que llegaría a no hablarle, pero en un par de horas dejó esos pensamientos atrás al notar que era algo que verdaderamente Yahwi necesitaba. A veces, tomar distancia es la opción más sana, por tu propio bienestar, que debería ser el único que te interese.

En esos momentos Yahwi salía de presentar el proyecto de la maqueta, con sus respectivos planos tridimensionales digitales, había sido todo un éxito, como él había previsto, sería una buena referencia a añadir en su currículo antes de irse.

Había presentado absolutamente todos los papeles necesarios, ese día era el último en aquella universidad llena de recuerdos. Por motivo de celebración, Phill había insistido en ir a almorzar juntos, no podían ir a beber porque Yahwi tomaría un avión esa noche y aun le quedaba ir a retirar los puntos de sutura. Lo habría hecho antes de no haber tenido que reempacar todo, porque a Phill se le ocurrió la brillante idea de empacar solo para adelantar el trabajo, haciendo un desastre que Yahwi no podía tolerar.

Caminó los 15 min que lo alejaban del restaurante familiar al que Phill lo había invitado, reconocer a su amigo entre las personas fue una tarea fácil pues enseguida que entró, Phill alzó la mano efusivamente para saludarlo. Con una media sonrisa, Yahwi se acercó a Phill y se sentó frente a él. En menos de tres minutos tenía al rubio ordenando una cantidad de comida exuberante que pronto fue dispuesta delante de ellos.

— Esto es algo exagerado, incluso para ti— comentó Yahwi.

— Es nuestra última comida juntos quién sabe por cuánto tiempo, en Estados Unidos no vas a poder comer todo lo que aquí, hacen comida americana— repuso Phill como justificación de su exageración.

Yahwi solo asintió con la cabeza y siguió comiendo mientras escuchaba a Phill hablar de su día, de la cantidad de trabajo extra que tenía que hacer para sumar puntos en su currículo y de cuanto quisiera estar durmiendo en esos momentos.

— Voy a morir— afirmó al finalizar su monólogo.

— Solo no dejes todo para última hora— le regañó Yahwi, la verdad era que Phill era un gran amigo, realmente lo extrañaría.

— ¿A qué hora te vas?— preguntó, cambiando totalmente el tema de momento y dejando a Yahwi algo disociado.

— A las 7: 00 pm sale el vuelo— respondió Yahwi luego de unos segundos.

— ¿Le dijiste a tu abuelo?— Phill seriamente temía de la reacción de Yahwi ante esa pregunta, lo último que quería era arruinar el ánimo de su amigo.

— No y no tengo por qué decirle— afirmó Yahwi, dando por culminada esa conversación. Phill le miró por unos segundos antes de sonreír abiertamente.

— Realmente te voy a extrañar— confesó y Yahwi se le quedó mirando sin decir nada. Sí, él también lo extrañaría.

— Es hora de irme, tengo que ir con tiempo al aeropuerto— dijo Yahwi, poniéndose de pie.

— No sé por qué no me dejas ir a despedirte— reprochó Phill con un puchero infantil, que alivianó el peso del nerviosismo en Yahwi.

— Es mejor así— aseguró el mayor, pasando por su lado y ligeramente tocando su hombro como despedida.

Así era Go Yahwi, un hombre de pocos gestos, expresiones o palabras, pero que sentía tanto dentro que cuando aprendías a conocerlo era fácil notar lo mucho que podía estarte transmitiendo con tan poco. Phill sonrío, solo esperaba que a su amigo le fuera bien.

Había caminado por menos de 10 min cuando lo vio, se volvían a encontrar de frente, esta vez sin el perro faldero por ninguna parte visible. Yahwi colocó ambas manos en los bolsillos de su abrigo largo y lo observó, Jooin se veía con ojeras, su piel estaba algo pálida y tenía una expresión confusa, pero Yahwi no se inmutó. Le dolía por dentro, pero no iba a permitirse caer allí, no de nuevo.

— Hola— saludó Jooin, sin embargo solo recibió silencio, Yahwi permanecía callado y observándolo— Escuché que te vas— comentó luego de unos segundos que lo habían puesto visiblemente incómodo.

Yahwi solo le dio una mirada inexpresiva y siguió caminando, pasando por su lado sin atenderle, hasta que sintió el tirón de su abrigo, Jooin se había aferrado a él.

— ¿NO PIENSAS DECIRME NADA?— reprochó Jooin en un tono alto, Yahwi se mantuvo pasivo, no cometería el mismo error de la última vez, dejó salir un suspiro cansado y se dio la vuelta, observando al más bajito.

— No veo cómo eso pueda ser tu problema—  respondió finalmente, con un tono frío y cortante que Jooin nunca le había visto usar, había algo diferente entre esta vez y las anteriores y el menor lo notó inmediatamente.

— ¿Es por mí?— preguntó Jooin, ignorando la respuesta interrogativa, con una implicación obvia, que Yahwi había hecho.

— ¿En serio te crees el centro del universo?— inquirió Yahwi con indiferencia y una calma parsimoniosa, que se presentaba más aterradora que su mal genio— No, no me voy por ti, si quieres a alguien que todo lo que haga solo ronde en tu persona, para eso tienes al perro. Yo me voy por mí y nada de eso tiene que ver contigo en lo absoluto— explicó con lentitud, manteniendo una posición firme y un tono tan bajo, que Jooin solo podía escucharlo por lo cerca que estaban.

— Al final yo no estaba equivocado— respondió Jooin, adoptando la expresión de aquel día, Yahwi notó enseguida que estaba buscando una reacción en él y se aferraría a lo que fuera por obtenerla. No le dio el placer de conseguirlo.

— Ni yo tampoco— aseguró y Jooin le observó con confusión unos segundos, hasta que vio a Yahwi alzar la vista hacia algo más allá de él— Nunca estuve equivocado respecto a lo que te dije— repitió y Jooin volteó a ver qué observaba Yahwi, sorprendiéndose al ver a Caín a unos pasos de ambos.

El menor volvió a ver a Yahwi, pero este permanecía sereno, bajó la mirada para observarlo una última vez antes de darse a vuelta y alejarse de allí, sin decir más nada y a la vez, habiéndolo dicho todo.

Pasó a recoger sus cosas, se había desecho de todo lo que no necesitase, llevando consigo una maleta pequeña con lo indispensable, lo demás lo compraría estando allá. Metió todo en el taxi que había llamado y partió rumbo al hospital, tenía que pasar a retirarse los puntos antes de irse.

Podría haber manejado su auto, pero prefería relajarse y considerando que no regresaría en un tiempo, había decidido mejor dejarlo todo así. Llegó al hospital rápidamente y le pidió al taxi que mantuviera el taxímetro encendido, él no iba a demorarse.

Luego de una revisión rutinaria, todos los puntos de algunas heridas fueron retirados, dejándole un folleto sobre cómo debía de curarse las heridas durante el tiempo restante para la cicatrización completa. Eso era lo último que le quedaba por hacer allí, regresó al taxi y partieron rumbo al aeropuerto, donde un avión lo llevaría hacia la tierra que cambiaría su vida por completo.

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Se despertó asustado, su respiración errática era lo único que llamaba la atención en sus oídos, una capa gruesa de sudor cubría su cuerpo y estaba temblando. Había vuelto a soñar con aquella noche, su cuerpo había revivido esa tortura angustiosa y luego había despertado. El sonido del agua contra las ventanas se filtró a través de la bruma del miedo, así Jihwa notó que había estado lloviendo.

— Detesto la lluvia— murmuró para sí mismo, tapando sus oídos con sus manos y bajando la cabeza.

Solo quería olvidarlo todo, dejarlo atrás y fingir que nada había pasado, pero era imposible. Algo lo rozó en una pierna y Jihwa se tensó, mirando enseguida en esa dirección, bajo las sábanas algo se movía y tardó unos segundos en registrar la suavidad del pelaje contra su piel o los ligeros maullidos que se escuchaban.

Apartó la sábana con delicadeza, dejando ver a un pequeño gato peludo que se restregaba contra su muslo, lo tomó en sus manos y sonrío. Desde que había decidido traerlo a casa, su vida y rutina se basaba en ese pequeño gato adorable al cual había que alimentar con biberón cada dos horas y que lo mantenía despierto hasta altas horas. A Jihwa esto le daba tranquilidad, no se sentía solo y le otorgaba una sensación de compromiso y responsabilidad que agradecía, pues lo mantenía cuerdo en medio de su daño.

— Vamos, Makki, ya toca tu leche y medicación— dijo en voz alta, su terapeuta le había recomendado hablar con Makki como si este fuera una persona, así le daría una sensación menos solitaria.

Se puso de pie y fue cargando a Makki hasta la cocina, caminaba lento y todavía cojeaba ligeramente, pero los hematomas habían empezado a desaparecer, ya casi todo estaba solo en su mente. Llegó a la cocina y dejó al gatito en la encimera mientras calentaba rápidamente la leche, sacando el biberón que le habían dado en el veterinario y preparándolo.

Caminó lentamente hasta el sofá, con Makki en una mano y el biberón en otra, acomodándose y dándole la leche al gatito, que tragaba todo con hambre, Jihwa sonreía en paz con eso. Le encantaba observarlo, especialmente cuando sus hermosos ojos amarillos se quedaban quietos en su rostro, dándole la impresión de que Makki le observaba.

Cuando terminó la leche, Jihwa lo dejó en el suelo para que anduviera por la casa y fue a limpiar el biberón, el sonido de su celular lo hizo respingar en el sitio, fue hacia la sala, donde lo había dejado durante el día, cuando se fue a tomar una siesta vespertina.

— Jihwa— la voz chillona y estimulante de su prima le hizo alejar el teléfono un instante.

— ¿Qué sucede, Jiyu?— preguntó, pasándole la mano por la cabeza a Makki.

— Necesito un favor urgente— anunció con rápidez y desespero su prima, Jihwa solo suspiró, indicativo de que la estaba escuchando— Envíe un paquete con un amigo, es para entregar a la universidad el lunes, este chico era quien más pronto me lo llevaba, pero él va a tomar otro vuelo hoy mismo, solo estará en el aeropuerto un par de horas. ¿Podrías estar allí cuando el avión aterrice, recoger mi paquete y llevártelo, para luego entregarlo el lunes cuando vayas a matricular?

— ¿Te das cuenta de lo que pides?— preguntó en tono cansado Jihwa mientras se frotaba el puente de la nariz con los dedos índice y pulgar.

— Es un paquete pequeño, por favor— suplicó Jiyu.

— Arg, ¿a qué hora llega el vuelo?— dijo Jihwa, rindiéndose.

— Sobre las 7: 15 pm, más menos.

— Está bien, estaré allí— concedió Jihwa, escuchando el grito de felicidad de Jiyu y como ella le lanzaba besos, para luego ambos colgar.

Jiyu era su única familia, sus padres habían muerto y su tío paterno se tuvo que hacer cargo de él, aunque realmente no deseaba hacerlo. Jiyu había sido la única en esa casa que lo había querido, y por eso, cuando su tío lo había golpeado al enterarse de que era homosexual y lo había expulsado, ella era la única con quien mantuvo contacto.

Durante mucho, ella le reprochó que siguiera en aquella relación tóxica y él, por miedo a lo impulsiva que su prima era, decidió no decirle el verdadero motivo por el cual no lo dejaba y se mantuvo en silencio. Aun hoy, no le había explicado por qué se había ido hacia Nueva York.

Soltando un suspiro, Jihwa fue hasta la habitación, cambiándose de ropa a unos pantalones negros cómodos, un suéter azul y un abrigo negro por encima. Se colocó un sombrero tejido y luego acarició a Makki, sabiendo que no podía dejarlo solo, lo metió dentro de su jaulita de transporte y salió en busca de un taxi para ir al aeropuerto. Era el único transporte público que por el momento podía permitirse sin tener una crisis de pánico.

Llegó al aeropuerto con tiempo, buscó el vuelo que su prima le había enviado en un mensaje con la foto del chico al que él buscaba. Afortunadamente no demoró en encontrarlo, recogiendo el paquete, que consistía en un sobre grueso lleno de documentos importantes sobre un proyecto conjunto del cual Jihwa no entendía mucho.

Agradeciéndole al chico, Jihwa se limitó a recoger el paquete e irse, sin embargo, la ansiedad lo golpeó rápidamente cuando fue a hablarle a Makki para avisarle que ya se iban y vio la puerta de la jaula abierta y vacía dentro.

Aun cojeando, buscó desesperado en todas direcciones, no podía perderle, no a él, era lo único que le quedaba, era lo que lo mantenía sano. Si ni para cuidarlo servía, de qué le valía estar vivo. ¿Cómo había podido perderlo? ¿Y si le había pasado algo? ¿No lo encontraría?

Antes de darse cuenta, Jihwa se encontraba agachado en el suelo, con sus manos aferrándose a su cabeza, buscando calmar todos esos pensamientos negativos, la respiración acelerada y lágrimas cursando por sus mejillas.

— Perdona, ¿este es tu gato?

Era una frase sencilla, pero había removido el suelo de Jihwa con solo oírla. Alzó la mirada para observar de dónde venía aquella voz, apreciando al chico alto, con el cabello oscuro y los ojos amarillos que estaba de pie a dos metros de él, sosteniendo entre sus manos a Makki, quien permanecía tranquilo.

Jihwa no sabía exactamente por qué, pero ese parecido entre ambos lo había dejado completamente hipnotizado, siendo incapaz de formular palabra alguna ante el muchacho, ni moverse en busca de su gato. Él no lo sabía, pero en ese instante algo acaba de cambiar para siempre.

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No iba a actualizar, pero tenía el capítulo allí y andaba con insomnio y pensé: ¿por qué no?

Espero que les haya gustado, no quise alargar más el momento en que se conocían y me gustaba esta idea, así que me dicen si les gustó o no, claro, para ver una mejor perspectiva del tema hay que esperar al próximo capítulo😉

Nos leemos, pequepinkypitufobolas (cada día voy a peor con estos apodos)

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