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Capítulo 26- El conteo final.

Kang-Dae conducía con su hermana al lado, iban rumbo al apartamento que actualmente compartían, aunque esa noche había también una tercera persona allí. Luego de haber pasado horas enfrentando la furia de su abuelo y finalmente haber logrado que este se montase en su jet privado y regresara a Corea, dejando todo en manos de ellos, el estrés había aminorado grandemente. Igualmente tenían una fecha límite, pero se negaban a pensar en más nada del tema, al menos hasta la primera mañana conmemorativa del año nuevo.

— ¿Crees que hicimos bien en dejar que fuera tras Jihwa con esa mentira de por medio?— preguntó Ae-ri de momento, interrumpiendo el calmado silencio.

— Creo que eso lo motivó lo suficiente, aunque igual nos va a regañar cuando nos vea nuevamente— comentó Kang-Dae con una sonrisa traviesa, a veces Ae-ri no podía creer que en serio él fuera el mayor.

— Realmente quiero que todo esto se resuelva ya— indicó Ae-ri, aprentando la mano en forma de puño mientras soltaba un suspiro cansado.

— Tranquila, hermana— habló Kang-Dae, Ae-ri tenía que admitir que su hermano tenía una capacidad algo inusual de mantener la serenidad en momentos de desespero— Lograremos atrapar a ese lunático y todo estará bien.

Ae-ri sonrió en dirección a Kang-Dae, lamentaba tanto la tristeza en la que su hermano vivía constantemente sumido que hasta se alegraba que en esos momentos de desgracias, al menos algo bueno pudiera salir de ellas, él tendría con qué entretenerse. Kang-Dae estacionó el auto en frente de uno de los edificios de las afueras de la ciudad y Ae-ri lo miró nuevamente con expresión suplicante.

— ¿Estás seguro que no quieres entrar y pasar con nosotros los últimos minutos del año?— insistió nuevamente Ae-ri, a lo que Kang-Dae sonrió.

— No, creo que Woo Bin y tú tienen una relación lo suficientemente extraña sin mi precensia en medio como el hermano/cuñado solitario— aseguró Kang-Dae, viendo que Ae-ri iba a replicar, este le quitó él mismo el cinturón de seguridad y le dio un ligero empujón en dirección a afuera del auto— Pásenla bien— dijo, antes de arrancar el auto y dejar a su hermana en la entrada del edificio, donde unos suaves brazos la abrazaron por detrás.

— No puedes protegerle por siempre— aseguró Woo Bin, quien ya se mostraba bañado y razonablemente afeitado, aunque seguía sosteniendo su barba corta, Ae-ri ya había desistido de intentar hacerlo quitársela.

— Sé que no— admitió ella, tomándolo de la mano y llevándolo dentro del edificio.

                             oOo

La azotea estaba fría, el viento corría con fuerza y no había nada que los cubriera más que sus propias ropas, sin embargo, ninguno de los dos pensó en eso. En esos momentos, lo único que eran capaces de sentir verdaderamente era la tensión pasiva agresiva que crecía entre ambos, en un sentido demasiado bueno para ser siquiera real. La ciudad se mostraba más viva que nunca y Jihwa adoraba la calma que en esos momentos se sumía sobre los dos.

— Tuve mucho miedo— admitió, mirando hacia las luces de los diferentes edificios aunque podía sentir la mirada de Yahwi en él— cuando pensé que te perdería, tuve tanto miedo.

— ¿Por qué tuviste miedo?— preguntó Yahwi después de unos segundos de silencio donde se dio cuenta de que Jihwa no pensaba continuar.

Jihwa permaneció en silencio, Yahwi lo respetó, si el menor no deseaba hablar, él no lo forzaría. Se inclinó sobre el muro que protegía el borde de la azotea, apoyando sus brazos cruzados en este para soportar su peso y cerró los ojos un instante, sintiendo el ruido de la ciudad llenándole.

Su corazón latió desaforado y el calor recorrió su cuerpo cuando sintió la calidez de otra mano rozando la suya. Lentamente, con el temor latente de que cualquier gesto explotara lo que él creía que podía ser una alucinación, Yahwi se incorporó hasta quedar de frente a Jihwa, quien observaba con atención el punto de conexión entre la punta de sus dedos y el dorso de la mano de Yahwi.

Yahwi deslizó su mano quedamente, girándola para que su palma se enfrentase a los dedos de Jihwa, quien hizo a sus dedos recorrer cada línea marcada de la mano de Yahwi antes de que sus dedos tocasen la punta de los ajenos. Ambos presionaron suavemente las palmas juntos, viendo el punto de unión más fuerte que nunca, y solo entonces Jihwa alzó sus ojos, con el viento despeinando sus rojos cabellos, hasta encontrar la mirada amarilla de Yahwi, quien entendió finalmente que no estaba alucinándolo, era real.

— ¿Desde cuándo?— preguntó el mayor con la voz ronca.

— En Navidad, te sostuve entre mis brazos por primera vez— contestó Jihwa en un tono bajo, embelesado en el efecto de la mirada de Yahwi sobre él— Ese fue nuestro primer contacto.

Yahwi pudo sentir la pesantes en la voz de Jihwa, no quiso recordarle que en realidad su primer contacto había sido la noche catastrófica de hacía tres meses atrás, en la entrada de aquel hospital. Era irónico, las dos veces que lo había tocado habían sido en eventos desagradables. Yahwi suspiró lentamente, entrelazando sus dedos con los de Jihwa, esperando que este no lo rechazara y sintiendo una presión de algarabía dentro cuando vio que el menor correspondía el gesto.

— Esta es la primera vez que te toco yo— afirmó Yahwi, sintiendo la mirada atónita de Jihwa mientras entendía lo que Yahwi le había dicho, lo que esas palabras significaban para ellos. Una sonrisa de felicidad deslumbró los labios de Jihwa antes de que este notase que quedaban apenas unos dos minutos.

— ¿Tragiste tu encendedor?— preguntó, notando que no había traído nada para encender las velas.

Yahwi sonrió, elevando una ceja en un gesto que gritaba lo obvio que era ese hecho, antes de meter su mano libre en el bolsillo de su abrigo y sacarlo. Jihwa tomó las dos velas con la mano que no estaba entrelazada a la de Yahwi, apartándolas un poco de ellos mientras él las encendía, haciendo destellar las chispas en cientos de direcciones.

— Diez— contó alegremente el pelirrojo.

— Nueve— Yahwi sonrió ante la imagen infantil de Jihwa.

— Ocho— Jihwa dejó de prestar atención a las velas, mirando a Yahwi.

— Siete— Yahwi tomó una de las velas de la mano de Jihwa, sintiendo por un instante sus dedos rozarse.

— Seis— Jihwa apretó con más fuerza el agarre en la mano de Yahwi.

— Cinco— Yahwi caminó el paso que los separaba, haciendo que quedasen pegados uno al otro.

— Cuatro— susurró Jihwa, percibiendo perfectamente el aliento de Yahwi al respirar golpeando sus labios.

— Tres— Yahwi pronunció por lo bajo, sintiendo su nariz rozar suavemente contra la de Jihwa.

— Dos— murmuró Jihwa, entrecerrando los ojos ante la atenta mirada amarilla y sin darse cuenta, Yahwi se encontró haciendo lo mismo.

— Uno— Yahwi gesticuló con sus labios, incapaz de dar voz al número.

Sus labios se encontraron suavemente, con una lentitud aplastante que mostraba cuántos sentimientos habían de por medio. Era un beso delicado, de reconocimiento, de aceptación, la suavidad de sus cálidos labios golpeaba contra los fríos labios contrarios y el movimiento tentativo iba volviéndose más confiado mientras cientos de fuegos artificiales estallaban a su alrededor y vítores de celebración acompañados de un espectáculo de luces en los edificios adornaba todo lo que los rodeaba, envolviéndolos en colores de los que ellos no eran plenamente conscientes.

Todo su ser, todo cuanto eran se mantenía enteramente centrado en todos los puntos de conexión de sus cuerpos, en la forma en que sus manos entrelazadas se sostenían con tanta fuerza que sus dedos se habían vuelto amarillos, las puntas de sus zapatos estaban juntas, sus pechos se rozaban por momentos y sus labios no dejaban de moverse armónicamente, como si todo el tiempo hubiesen estado destinados a besarse.

Cuando Jihwa elevó la mano, deslizándola por todo el brazo de Yahwi, haciendo un lento recorrido por su hombro y llegando a la parte posterior de su cuello, entre sus cabellos, la piel de Yahwi se erizó y sintió una descarga eléctrica recorrerlo completo. Incapaces de notar que las velas se habían apagado y las habían dejado caer.

Su brazo rodeo a Jihwa por la espalda y pegó sus cuerpos totalmente, dejando nada de espacio entre ellos mientras Jihwa se ponía de pie, empujándose hacia arriba, hacia Yahwi, quien lo recibía alegremente, profundizando el beso de forma lenta y pasional.

La lengua de Yahwi perfiló levemente el labio superior de Jihwa y todo el sentido se perdió. Jihwa entreabrió sus labios, permitiéndole el paso a la lengua húmeda de Yahwi, que inició un desenfrenado y torturadoramente lento baile contra la suya propia, que batallaba por seguirle el ritmo entre las sensaciones que amenazaban con derretirle el cuerpo de manera enloquecedora.

Más pronto de lo que ambos hubiesen deseado, la intensidad desaforada del beso fue remitiendo hasta que sus labios quedaron suspendidos en un toque conexo durante algunos segundos, separándolos para quedarse con sus narices rozándose y sus frentes juntas, respirando a la par de forma errática y profunda.

Unas sonrisas tímidas dibujaron sus labios, poco a poco transformándose en amplias sonrisas visibles que terminaron volviéndose risas suaves que iban creciendo de intensidad, hasta que ambos se encontraron riendo nerviosamente y con alivio, separando sus rostros y mirándose con una ternura de la que no se creían capaces, al menos no habían creído poder volver a hacerlo.

— Feliz año nuevo, Yahwi— sonrió Jihwa, jugando con el cabello largo de Yahwi suavemente, disfrutando de la sensación de tocar a alguien más nuevamente, de tocarlo a él.

— Feliz año nuevo, Jihwa— suspiró Yahwi, deslizando su mano arriba y abajo de la espalda de Jihwa en un gesto conciliador para los dos, dándose mutuamente la seguridad de que aquello era meramente el comienzo de algo mucho más grande, pero que sin importar lo que viniese a partir de ese instante, lo enfrentarían juntos.

  
                           oOo

Jihwa se levantó entre bostezos y estiramientos, sintiendo su cuerpo descansado por primera vez desde que Yahwi había sido ingresado en Navidad. Había pretendido preparar el desayuno para los dos, pero cuando llegó a la cocina Yahwi ya tenía servido buñuelos de colores y dos tazas de leche con café y chocolate.

Jihwa le miró con el ceño fruncido, un claro regaño ante su irresponsabilidad con su herida en recuperación, pero Yahwi se limitó a señalarle la silla al lado de la suya mientras sonreía con fingida inocencia.

— Sabes que no debes de hacer esas cosas— reprochó Jihwa igualmente, tomando uno de los buñuelos y mordiéndolo con un puchero.

Yahwi ocultó una sonrisa detrás de la taza de la que bebía con el gato blanco de manchas cafés y sintió un alivio recorrerle el cuerpo al ver que, aunque más maduro y fuerte, Jihwa seguía siendo Jihwa.

— Buenos días a ti también— respondió divertido— y no debes preocuparte por eso, si sobreviví a tu abrazo asesino de anoche mientras dormías, sobreviviré a hacer el desayuno.

Jihwa se puso pálido de repente, recordando que la noche anterior al regresar al apartamento él le había pedido a Yahwi que durmieran juntos, no queriendo dejar de tocarle y sentir su calor envolviéndolo, por lo que el mayor asintió y, poniéndose un pijama de Jihwa que tenía patitos, se acostó a su lado. Se habían quedado dormidos abrazados y Jihwa solía tener muy mal dormir.

— Eh, tranquilo, era una broma— señaló Yahwi, soltando la taza y tomando el rostro de Jihwa entre sus manos, sintiéndose pletórico de felicidad al notar que ya no tenía que tener cuidado para tocarle. Jihwa lo miró unos instantes, como si quisiera asegurarse verdaderamente de que Yahwi estaba bien y luego infló los cachetes mientras fruncía el ceño.

— No molestes así— protestó, haciendo reír a Yahwi, quien se acercó hasta que sus frentes se tocaron, haciendo que ambos ralentizaran su respiración y envolviéndolos en un ambiente de calma.

— No puedo evitarlo si reaccionas de esa manera— aseguró Yahwi, reacomodándose en su asiento y volviendo a beber de su taza— ¿A qué hora llega tu prima?— preguntó, viendo como Jihwa inflaba sus cachetes con comida.

— Hmm— Jihwa masticó rápidamente, tomando parte de su leche con café para tragar más rápido— Sobre las 11: 30 am— informó, Yahwi inmediatamente puso cara de susto.

— Jihwa, son las 10: 45 am— anunció, apreciando el rostro asombrado de Jihwa.

Todo se volvió un torbellino de movimientos apresurados donde Jihwa intentaba darse una ducha rápida, cepillase los dientes, terminarse su desayuno y vestirse en el menor tiempo posible. Llegó a preguntarse mentalmente desde qué hora habría estado despierto Yahwi para que estuviera perfectamente vestido ya, pero prefirió dejarlo ser.

Yahwi, en cambio, observaba todo con una diversión mal disimulada, disfrutando de las palabras mal sonantes de Jihwa cuando algo se caía o no lograba moverse lo suficientemente rápido.

— Vamos, vamos, vamos— pronunció Jihwa con desespero, saliendo por la puerta apuradamente mientras Yahwi lo seguía detrás, rumbo al auto para conducir al aeropuerto.

Viéndolo correr y adentrarse en el asiento del copiloto, permitiendo que Yahwi condujera, un solo pensamiento cruzó la mente de Yahwi. Podría acostumbrarme a esto para toda la vida.

**************
Y con esto acaba el minimaratón.

¿Qué piensan del Capítulo mis pequepinkypitufibolas? ¿Les gustó ese 1er beso?
Soy fanática de las celebraciones de fin de año, lo que significa que no podía contenerme de hacer esto de esta manera, espero sinceramente que haya cumplido sus expectativas.

Me dejan saber dándole a la estrellita, pero sobre todo, comentando, sus comentarios para mi son más importantes. Besitos❤🙌🏻💕🥰.

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