Capítulo 20- El caos.
No sabía qué había sucedido, había escuchado el disparo y luego vio a Yahwi caer tambaleante ante el gesto de dolor. Jihwa se tiró hacia adelante, alcanzándolo antes de que se desplomara y arrodillándose para colocarlo encima de sus piernas.
Lo miraba aterrorizado mientras veía la sangre salir de la herida de bala y a Yahwi observando con los ojos entrecerrados. Jihwa colocó la mano sobre la herida, sintiendo la sangre caliente empapar sus dedos y alzó la mirada, gritando que alguien llamara a una ambulancia, pero ya varias personas estaban haciendo eso.
— Te vas a poner bien, no te preocupes— farfulló Jihwa con lágrimas bañando su rostro mientras se quitaba el cárdigan y lo presionaba contra la herida intentando contener la hemorragia— Solo tienes que aguantar hasta que la ambulancia llegue. ¿Me escuchas? Solo resiste un poco más.
Jihwa disputaba su mirada entre la herida en la que hacía presión y el rostro adolorido de Yahwi, quien empezaba a dejar de reaccionar lentamente. El pánico cubrió todo su cuerpo, esto no podía estar pasando, sus manos temblaban y él llevaba su cuerpo hacia adelante para ejercer más presión en la herida y poder contener mejor el sangrado, aunque su suéter negro ahora tenía manchas húmedas que Jihwa no quería pensar que fueran sangre, no podían serlo, él estaba tapando la herida.
— Por favor, no puedes hacerme esto— suplicó Jihwa, inclinándose hacia el rosto de Yahwi y hablándole desesperadamente— No ahora, no cuando tengo tanto que quiero decirte, que hacer contigo…no cuando quiero tocarte tanto— un sollozo escapó de su garganta, podía percibir a las personas alrededor, aquellas que no habían escapado, pero nadie podía hacer más que observar y esperar— Por favor, te lo suplico, resiste— su voz se rompió totalmente y el llanto rasgó su mente, embotándolo en el momento.
El sonido de la policía y la ambulancia se alzó por entre el bullicio de las personas, los paramédicos llegaron primero y solo cuando uno de ellos colocó su mano sobre Jihwa para indicarle que dejara de presionar, que ellos se harían cargo, fue que el chico reaccionó y se apartó.
La policía tendría preguntas, pero él no les iba a prestar atención, observó como el equipo de paramédicos atendía rápidamente a Yahwi y lo subían a la ambulancia. No dudó dos segundos en subir él también, no lo dejaría solo por nada del mundo.
El viaje fue rápido, aunque para Jihwa se demoró una eternidad mientras él solo observaba el rostro pálido de Yahwi, cuando llegaron todo fue un mar de cuerpos en movimiento. Los médicos y enfermeras se hicieron cargo de todo, dejando a un Jihwa desesperado de pie, en medio de un pasillo blanco, cubierto de sangre y sin tener la menor idea de qué pasaría.
Se dejó derrumbar en uno de los asientos, sintiendo como si hubiese envejecido 30 años de golpe. El llanto había cesado cuando los paramédicos llegaron y ahora no regresaba, en su mente solo se reproducían las imágenes de Yahwi cayendo sobre él cuando la bala lo alcanzó. Nada de eso tenía sentido, por Dios.
La vibración de su celular captó su atención, aun desganado, Jihwa lo sacó sin entender qué mierda podía nadie querer a esa hora.
El camino está despejado, mi regalo para ti será pronto.
De repente la respiración se Jihwa se detuvo, entendiendo finalmente lo que pasaba. El mensaje de ayer, la calma aparente, el disparo de hoy, todo había sido Jihg-Hwa y Yahwi estaba desangrándose, con una bala alojada en su cuerpo y disputando una batalla por sobrevivir en una mesa de un salón de operaciones porque se involucró con Jihwa. La culpa se instaló bien profundo, arraigando raíces gruesas que envolvieron su consciencia y Jihwa se quedó quieto, con la mirada fija en la pantalla del celular.
oOo
Ae-ri lo había encontrado, no podía creerlo, pero lo había hecho. Curiosamente, la pista que la había ayudado había sido el número telefónico que Yahwi le había pedido que investigara porque le había escrito a Jihwa de una forma algo extraña. La línea en sí estaba a nombre de una señora de 56 años que en realidad residía en Las Vegas, pero rastrear el rebote de la señal de las torres en la línea fue sencillo para su equipo, encontrando el lugar del que se recibía mejor señal posible.
Era un apartamento pequeño que se hallaba casi a las afueras de la ciudad, en esas zonas a donde casi nadie iba por el riesgo que representaba. Ella entró en el apartamento, sosteniendo fuerte contra su cuerpo, y escondida debajo de la gabardina, la pistola que tenía licencia para usar. No trabajas en lo que ella y andas por allí sin protección.
Entrar había sido sencillo, como siempre, el dinero movía todos los hilos y el dueño no se negó cuando se le entregaron 10 mil dólares en efectivo en la mesa de su casa. El sitio estaba básicamente arreglado como mismo el anterior, todo había sido destrozado y se repetía el nombre de Jihwa tallado con un cuchillo en varias paredes. Había unos papeles tirados por el suelo y fotografías de Jihwa y Yahwi desperdigadas por doquier. En todas Yawhi tenía un círculo rojo remarcado rodeándolo.
Encima de una mesa había unos escritos repetidos, como cuando alguien con trastorno obsesivo compulsivo tiene una crisis, las palabras se repetían una y otra vez. Rojo, Navidad, Disparo. Todos los papeles tenían lo mismo escrito varias veces. Había un almanaque con la fecha de ese día señalada en un círculo rojo remarcado varias veces, era obvio que fue contando cada día con un círculo rojo encima del otro en lugar de tachar los días como cualquier persona normal. Rojo, Navidad, Disparo.
Ae-ri inspiró violentamente cuando la idea se formó en su cabeza, repasó con la mirada todo en derredor, notando la verdad de aquellos signos regados. Salió del apartamento velozmente, marcando el número de Yahwi con desespero, los timbres sonaban y en su cabeza estos se magnificaban, Yahwi no contestaba. Finalmente, una voz femenina y amable levantó la llamada.
— Buenas noches, ¿este es un conocido del dueño del teléfono?— preguntó la muchacha.
— Sí, perdone ¿Dónde está él?— preguntó Ae-ri desesperadamente, sus modales podían esperar.
— Mi nombre es Miranda, soy enfermera en el Hospital General de Nueva York— informó la mujer y Ae-ri sintió un mareo apoderarse de su mente— El dueño del teléfono llegó hace unos minutos con una herida de bala, está siendo operado. Su acompañante es un muchacho que parece estar en shock, apenas si reacciona. Si usted conoce algún familiar que pudiese venir— informó la enfermera y Ae-ri tuvo que hacer un esfuerzo porque sus lágrimas no impregnaran en su totalidad su voz para que la señora la entendiera.
— Yo iré, soy su prima— declaró, colgando la llamada y dejando finalmente que el llanto se apoderara de ella.
oOo
Todo lo que estaba encima del escritorio de su cuarto de estudio terminó en el suelo, la ira y el dolor abriéndose paso a través de su cuerpo. Los temblores incontrolados dominándolo, tantos años entrenando para ser indiferente, para no sentir ni mostrar nada y ahora parecía como si un agujero negro se hubiese abierto en su pecho y estuviese tragándose su existencia.
Había llorado la muerte de su hija en silencio, allí donde nadie lo había visto, porque quería darle el ejemplo a Yahwi de que tenía que ser fuerte y frío, para que un dolor así no lo cegara y destruyera. Creía haberlo enseñado bien, a su manera él solo quería lo mejor para el chico, sin embargo, podía notar ahora cuán estúpido había sido todo.
— Mi señor— le volvió a llamar Sang-Bon, su subordinado y hombre de confianza.
— Prepara un jet privado, quiero irme a Nueva York inmediatamente— indicó, recuperando la compostura y serenidad— Ordena que los mejores médicos lo traten, mueve nuestros contactos en la ciudad y que se encarguen. Quiero a mi nieto vivo y a ese bastardo muerto. ¿Entendido?— su mirada acerada y expresión letal dejaban en claro que aquello no era un juego, empezaba la cacería.
oOo
Estaba viendo estúpidos programas en la televisión para distraerse de su soledad en Navidad cuando la noticia apareció, interrumpiendo la programación. Había habido un disparo a las afueras de la pista de patinaje de Bryant Park, el perpetuador había escapado en una moto a toda velocidad, la policía continuaba buscándolo. El herido, un hombre coreano que se encontraba en el país por un programa de estudios avanzado de la Universidad de Nueva York, estaba siendo atendido en el Hospital General de Nueva York de urgencia.
Aun así, Jooin sostenía la esperanza de que no fuera Yahwi, aferrándose a los cojines del sofá como si estos fueran la tabla de salvación de un hundimiento en el mar, y entonces un grito rasgó su garganta cuando aparecieron las imágenes y se veía claramente a Yahwi cayendo al suelo desplomado y luego a los paramédicos asistiéndolo. Tan fácil como eso, de repente, el mundo de Jooin acaba de colapsar.
No supo cuánto tiempo le tomó, pero eventualmente empezó a moverse desesperado hasta hallar su ropa, colocándose la primera que se posicionó en su camino y saliendo velozmente del departamento.
Su mente solo alcanzaba a reproducir cada momento desde que conocía a Yahwi y su cuerpo se iba llenando de terror ante la idea de que este pudiese… NO, no iba a pensar en eso.
Detuvo un taxi tan rápido como pudo, indicándole que fuera al hospital de forma urgente. Quizás fue lo rota de su voz, las lágrimas en su rostro o la desesperación en su expresión, pero el taxista no hizo preguntas, se limitó a asentir y arrancar el auto mientras la mente de Jooin le pedía a gritos algún seguro, por fantasioso que fuera, de que Yahwi iba a estar bien.
oOo
Estaba en su casa, la noche anterior había terminado inusualmente tarde, considerando que el sol salía clareando el cielo para cuando todos decidieron dejar el local. Ni Cain ni Phill tenían la capacidad individual de llegar a sus casas, así que tiraron una moneda para ver a la casa de cuál de los dos iban juntos.
Phill no recordaba el resultado, de hecho, no recordaba si habían llegado a tirar la moneda, pero los dos habían terminado en su apartamento, durmiendo en una manta en la sala porque él había ido a dársela a Cain y de alguna manera se había quedado dormido allí también.
El sonido irritante de su celular lo estaba sacando de su sueño, sí, era consciente de que debía de ser más de mediodía, pero la resaca y el cansancio no ayudaban a que razonara eso, haciendo nacer un enojo ciego hacia quien estuviera interrumpiendo su horario de sueño posterior a la fiesta de Navidad. Alcanzó el teléfono de mala gana, sin fijarse en quién lo llamaba antes de contestar bruscamente.
— ¿Qué quieres?— bramó sin saber quién era.
De repente se sintió muy despierto y despejado, la sangre se congeló en sus venas y podía escuchar el lento latir de su corazón en sus oídos, se incorporó lentamente, con escalofríos recorriendo su cuerpo y temblores similares a una convulsión dominándolo.
— ¿Qué dijiste?— su voz falló, estaba llorando. No, todo tenía que ser una mentira— Dime que es mentira. No puede ser, ¿entiendes? ¡NO PUEDE SER!
El grito desgarrador puso en alerta a Cain, que ya se había despertado desde que el celular había empezado a sonar, haciendo imposible para nadie mantener el sueño. La condición de Phill le preocupó, nunca había visto el chico perder la forma, lo conocía jocoso y feliz, serio ocasionalmente, pero jamás ese desastre que se derrumbaba delante de él.
Cuando el celular de Phill cayó de sus manos, fallando en sostenerlo por los temblores y este las llevó a su pecho, llorando desconsoladamente, Cain lo recogió y vio que la conversación seguía.
— Hola— habló, determinado a saber qué había ocurrido.
— ¿Cain?— la voz de Jooin lo dejó momentáneamente desconcertado, hasta que otro sollozo de Phill lo trajo de regreso.
— ¿Qué ha pasado? Phill está llorando histérico, Jooin, dime qué sucede— era una exigencia y Jooin lo había entendido, no había espacio para otras preguntas o temas intermedios, lo que fuera que pasaba entre ellos quedaba de lado en aquella situación.
— Yahwi está en el hospital, le dispararon y no sé nada más— dijo Jooin entre llantos y Cain sintió un nudo en la garganta. No le agradaba Yahwi, pero eso no tenía nada que ver, no le deseaba ningún mal real y menos aun cuando tantos a su alrededor se verían afectados.
— Hablamos luego, Jooin— fue lo único que dijo Cain, colgando la llamada.
Se arrodilló delante de Phill, que tenía la mirada perdida en la nada mientras negaba con la cabeza, deseando que todo eso fuera solo una pesadilla. Cain no lo pensó mucho, simplemente rodeó el tembloroso cuerpo con sus manos y lo envolvió en un abrazo apretado.
No dijo nada, no se movió, solo lo dejó que llorase contra él, haciéndole saber que no estaba solo mientras mentalmente rezaba que todo saliera bien para Yahwi, sabía que Jooin y Phill no se recuperarían si algo le ocurría.
************
Bueno pequepinkypitufos, he aquí el caos armado 🤭😖 espero que no me estén queriendo linchar sin antes responder:
¿Qué les pareció el capítulo? ¿Las reacciones de los personajes? ¿Qué creen que pase ahora?
Recuerden que si les gustó dejen si estrellita y cualquier comentario es bien recibido.
Besitos💖💕😍
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro