Capítulo 17- La confesión.
La puerta sonó con dos toques firmes y el señor Go supo diferenciar la forma de tocar de su hombre de confianza, considerando la hora de la noche, nadie más le estaría buscando. Un adelante en voz alta por parte del señor Go permitió que entrase aquel hombre trajeado de negro que siempre traía una expresión seria que su jefe valoraba mucho, pues consideraba que era un símbolo de su profesionalidad.
— Mi señor, le tengo una actualización— informó el hombre, alzando un sobre amarillo en dirección a su jefe.
El señor Go lo tomó con seguridad, abriéndolo y sacando las fotos de dentro, que mostraban a Yahwi sonriendo mientras observaba a un distraído Jihwa y luego a Yahwi hablando con Jooin, siendo la última aquella donde estaba siendo abrazado desde atrás por el chico.
— ¿Sabemos algo al respecto?— preguntó el señor Go en tono molesto.
— No por el momento, señor— dijo en tono de disculpa el subordinado— aparentemente la relación entre el señorito Go y el chico de diseño no es más que de compañeros de piso y la llegada del otro chico ha sido por un intercambio de las universidades— explicó, dando toda la información que tenía.
— ¿Ae-ri sigue sin contestar?— preguntó el señor Go, guardando todas las fotos.
— Sí, mi señor— afirmó el hombre con una reverencia.
— Mantengan un ojo en él, si algo cambia, déjenme saber de inmediato— indicó el señor Go, viendo como trabajador salía por la puerta sin titubeos y en su mente se formaban nuevas ideas para traer a Yahwi de regreso a casa. Lo lograría tarde a temprano, simplemente prefería que fuera temprano, antes de que la relación entre Yahwi y ese chico llegase demasiado lejos y el mundo se enterase.
oOo
Jihwa salió felizmente de su última clase del día, había mejorado todas sus notas en el último mes gracias a las constantes tutorías de Yahwi, no podía creer que tantas cosas hubiesen mejorado.
Pensar en el chico le traía sensaciones extrañas, por momentos se sentía increíblemente cohibido, sin comprender por qué, pero en otros una valentía sin igual surgía dentro de él y hacía comentarios atrevidos o lograba acercarse hasta tocarle el cabello, como había hecho aquella noche y esa mañana.
Lo admitía, se moría por poder sentir la piel de Yahwi bajo sus manos, el calor que esta podía llegar a desprender o la forma en que los músculos se tensarían bajo su tacto, pero no se sentía listo todavía y no quería arruinar el avance que había hecho. Lo haría, pero solo cuando tuviese la certeza de que no colapsaría por ello.
El sonido de su celular llamó su atención, sonando esa canción tonta que su prima adoraba.
— Jiyu, hola— saludó alegremente y pudo sentir la sonrisa de su prima del otro lado del teléfono.
— Por lo visto andamos de buen humor— comentó ella con diversión, le adoraba escuchar Jihwa con vitalidad, en algún punto de los meses anteriores su primo había muerto por dentro y ahora finalmente lograba mostrar vida de nuevo.
— Puede ser— respondió misteriosamente Jihwa, apartando un mechón de cabello de su hombro— ya recogí tus papeles de la facultad, te permitirán el contrato, te lo envié por fax hace unos minutos así que debe de haberte llegado ya.
— Precisamente fue el sonido de la máquina lo que me despertó— informó ella, pero con ninguna intención de hacer sentir a Jihwa culpable al respecto.
— ¿Lo lamento?— indicó Jihwa, no muy seguro de que eso fuera algo malo.
— Por el contrario— rio Jiyu con alegría— Si voy a ser despertada, qué mejor forma que esa. Como sea, ¿qué tal todo por allá? ¿Cómo van las cosas con ese compañero bombón tuyo que te tiene subiendo por las paredes?— Jihwa se sonrojó violentamente cuando escuchó el tono insuante de Jiyu.
— Por favor, para— protestó, avergonzado a más no poder y sonrojándose al sentir la risa casi histérica de su prima.
— Vamos, dime la verdad— insistió ella, acomodando su oscuro cabello en un moño alto en forma de nido— ¿Qué tal?
— Yo no sé— respondió Jihwa inseguro mientras caminaba hacia el parque donde siempre se encontraba con Yahwi— A veces todo es magnífico y otras el miedo me domina— admitió en voz baja— Creo que en cualquier segundo se cansará de mí y al final ni siquiera sé si le atraigo de esa forma.
Jihwa no podía expresar todas sus inseguridades cuando no le había contado a su prima la verdad de lo que había pasado con Jung-Hwa, pero ella sabía que había sido una relación tóxica y por ende el miedo era justificable.
— Jihwa— suspiró su prima en ese tono de reclamo cariñoso que te da una persona que verdaderamente te quiere— A veces en la vida nos lastiman y todo se jode de forma animal, nos sentimos solos y nos parece que es nuestra culpa y que si alguien se nos acerca el ciclo se repetirá. Lo entiendo, pero no por eso hay que tenerle miedo al amor, el amor es la única cosa que no debe de doler, Jihwa. El desamor, la decepción, la traición, el engaño, la mentira, eso duele. El monstruo escondido detrás de la cara de ángel, duele, pero el amor no. No lo amas aun y lo comprendo, pero no sabrás si puedes llegar a eso si no te das una oportunidad, si no le das una oportunidad a él.
— Suenas muy sabia y centrada de repente— comentó Jihwa, intentando relajar la tensión que se había acumulado en su cuerpo ante las palabras de Jiyu.
Sus pasos se detuvieron cuando llegó al parque, observando la figura de Yahwi sentado en el banco de siempre, con un cigarro en los labios y actitud relajada, el viento mecía su cabello largo y el día nublado le daba un aspecto gótico de vampiro de antaño que hizo a Jihwa sonreír. Percibió el momento en que Yahwi giró la cabeza y sus ojos amarillos encontraron los de Jihwa, deteniendo el tiempo y quedándose así, observándose sin duda ni miedos.
— ¿Jihwa?— repitió Jiyu por tercera vez, preocupada del silencio en la línea y Jihwa salió de su ensoñación.
— Tal vez tengas razón, debería de intentarlo— admitió Jihwa, sintiendo una valentía crecer en él que creía no tener. Pudo percibir la sonrisa casi muda de Jiyu al otro extremo del planeta en aprobación— Te llamo más tarde, en un horario más normal para ti.
— Suerte, consíguelo campeón— apoyó Jiyu con esa actitud loca que siempre tenía, haciendo a Jihwa sonreír antes de colgar la llamada y caminar la distancia que lo separaba de Yahwi.
— Hola, ¿qué tal el día?— preguntó alegremente, sentándose a propósito más cerca de Yahwi, quien miró la distancia entre ellos en el banco antes de volver a enfocar el rostro de Jihwa.
— Algo inusual e inesperado— confesó Yahwi con un tono ligeramente melancolico que hizo a Jihwa preocuparse de inmediato, su expresión tuvo que cambiar, porque vio a Yahwi sonreír tranquilizadoramente y añadir— Tranquilo, acaba de mejorar mucho ahora— y Jihwa no pudo evitarlo, se sonrojó violentamente desviando la mirada.
— De…deberíamos ir a almorzar a algún sitio antes de hacer rodar la bola de las actividades hoy— comentó, intentando ignorar las palabras de Yahwi— Creo que es tu turno.
— De hecho— inició Yahwi pasivamente— ¿Podemos hoy no hacer nada?— preguntó, ganándose una mirada asombrada de Jihwa— Me gustaría quedarnos en casa, ordenar comida a domicilio y jugar ese juego de mesa que por algún motivo te gusta aun cuando siempre pierdes.
— Oye, Monopolio no es un mal juego y no es mi culpa que tengas suerte en los dados y seas bueno en negocios— rebatió Jihwa, haciendo un puchero adorable antes de ponerse de pie. Yahwi le había dado todo lo que él había necesitado acorde a las circunstancias, si podía hacer algo por él, no se lo negaría— Vamos a casa— declaró, viendo a Yahwi mirarlo con una dulzura que hasta ese día desconocía en él y levantándose para caminar a su lado. La determinación de Jihwa no era lo único que había cambiado y podía sentirlo, algo era diferente en Yahwi también, pero no era malo.
El viaje en auto fue ameno, con Jihwa tarareando canciones lentas que eran más compatibles con el ambiente pasivo que había entre ellos. Pararon en un restaurante de comida rápida, ordenando cuatro hamburguesas para llevar, una malteada para Jihwa y un café frío para Yahwi, en la casa tenían sodas en el frío, no necesitaban más y las bebidas eran para el camino, por más que a Yahwi se le dificultase beber con pitillo porque Jihwa se negaba a permitirle hacer nada con la mano libre por miedo a un accidente.
Entraron al edificio con una calma extraña que no hizo nada incómodo el silencio en el ascensor, adentrándose finalmente en el apartamento, donde ambos fueron a sus habitaciones a cambiarse por ropa más práctica para estar en casa mientras dejaban las hamburguesas recalentándose en el microondas.
Cuando Yahwi salió de la habitación en pantuflas de casa, con un pantalón gris y un suéter negro, se encontró a Jihwa bailando al ritmo de una canción movida de la radio mientras hacía café con chocolate y leche para los dos, vistiendo unos pantalones verde jade con un suéter rosado que tenía a Suerteosito grande y verde en el centro de la parte frontal.
Sí, porque Yahwi había tenido que aprenderse los nombres de los cariñositos para poder diferenciar la ropa de Jihwa y no tenerlo que escuchar pelear porque lavó un pulóver que desteñía con uno que no y terminó volviendo morado algo que antes era rosa claro, ya que claramente Jihwa estaba en contra de pagar una doméstica para que hiciera labores que podían hacer juntos.
— Joder— maldijo Jihwa al darse la vuelta y ver a Yahwi mirándolo en la entrada de la cocina— si llego a tener las tazas en la mano se me hubieran caído.
— No sabía yo que tenías una lengua tan avispada— comentó Yahwi, ignorando el comentario sobre su forma acosadora, a lo que Jihwa sonrió ladinamente y cargó con los platos con las hamburguesas.
— Trae tú las bebidas— indicó, señalando con la cabeza a las tazas que estaban en la encima. Se desplazaron hacia la sala, donde tomaron asiento en los cojines del suelo y el monopolio ya estaba abierto y preparado gracias a Jihwa, esperando por ellos— ¿Listo para perder?— retó Jihwa, dándole una mordida a su hamburguesa.
— Qué más quisieras— rebatió Yahwi sonriendo.
Por la próxima hora y media, ambos se adentraron en una guerra de dados y deudas con el banco o con el propietario de ciertas localizaciones, con Jihwa protestando cada que caía en alguna casilla marcada con el negro que simbolizaba a Yahwi y Yahwi riéndose de los pucheros y protestas sin sentido del menor. Finalmente llegó el momento en que Jihwa estuvo arruinado, por lo que simplemente sujetó el tablero y lo alzó hacia arriba, haciendo que todas las fichas y marcas salieran volando por la sala.
— Eso es trampa— indicó Yahwi, a lo que Jihwa solo se encogió de hombros y se dejó caer hacia atrás en el suelo. Pasaron algunos segundos en silencio y entonces Yahwi habló— Mi madre murió siendo yo un niño, fue algo que nunca superé totalmente, cuando la vi muerta le di un beso buscando que se despertara como en los cuentos de hadas que narraban en el jardín de infantes, se sintió fría y me asusté.
Jihwa permaneció quieto en el suelo, sabiendo que Yahwi le contaba eso porque él no le estaba mirando fijamente, por lo que se sentía como un lugar seguro. Sus primeras sesiones con la Dra. Callen habían sido así, de allí que lo comprendiera.
— Mi abuelo tomó mi crianza en sus manos y me enseñó a ser frío, desconsiderado y desconfiado, me enseñó que el amor te hace débil— continuó Yahwi, su voz monótona a propósito le mostraba a Jihwa cuán difícil era para él esto— En ese entonces un niño se apegó a mí, intentó hacerme reír y lo consiguió, apartando mi mente de todo lo malo durante el tiempo que estaba con él, pero mi abuelo determinó mudarnos y me despedí, bajo la promesa de volver a verlo si él me recordaba.
Lo entendía, las promesas cuando uno es niño son algo muy importante, sobre todo cuando provienen de aquella persona que te sacaba del rincón oscuro en el que te sumías por las circunstancias catastróficas de la vida. Lo había vivido en carne propia, por eso Jihwa comprendía ese aspecto de la historia.
— Años después regresé, y contra todo pronóstico, me lo encontré en la Universidad— una sonrisa triste se formó en los labios de Yahwi, Jihwa la percibió por el rabillo del ojo— Muchas cosas pasaron que terminaron acercándonos y aun cuando mi mente era una tormenta debido a mi crianza, empezamos una relación. Ese fue el error, ninguno de los dos estaba preparado, pero yo menos que nadie— admitió para sí mismo, y Jihwa asintió con la cabeza aunque Yahwi no lo estuviese mirando— Las cosas salieron mal, yo no sabía tener una relación y él idealizaba relaciones sacadas de un puñetero libro de princesas, agregando a otro chico que siempre intervenía queriendo estar con él.
El dolor patentaba las palabras de Yahwi y Jihwa podía percibirlo. Reconocía la sensación de desconfianza e inseguridad ante la presencia de un tercero, igual que podía notar como la voz de Yahwi se volvía cada vez más pacífica, como quien hace catarsis.
— Me fui de Corea buscando alejarme de él, de cosas que dijo que hirieron, cosas que hice— aceptó— honestamente, las primeras semanas fueron un martirio, pero me tropecé con este chico roto con aire inocente y su muy inquieto gato negro con similares rasgos a mí y un cambio inesperado empezó a surgir. Lento, como cuando un árbol va rompiendo la tierra para salir, sin que nadie lo notase sino hasta que fue demasiado tarde, ese incongruente par se adentró totalmente en mi vida y no sabes el miedo que me da la idea de perderlos.
Jihwa sonrió, con lágrimas empañando sus ojos, no podía creer que Yahwi en serio estaba admitiendo esas palabras. Quizás tuviese que ver con no repetir errores pasados, pero eso solo lo hacía sentir más orgullo del mayor, no menos.
— Hoy este chico se me apareció en la Universidad, me pidió disculpas y dijo que finalmente me recordaba de nuestra infancia— confesó— Yo también dije algunas cosas y cuando todo terminó solo sentí como si un peso increíblemente grande hubiese sido removido de mi pecho. Se siente extraño, de hecho, andar más liviano, pero es maravilloso y solo se me ocurría que quería terriblemente compartir esto contigo.
Jihwa se incorporó sentado nuevamente, dejó que sus ojos vagaran por la figura de Yahwi apoyado contra el sofá hasta que dio con las dos esferas amarillas que lo detallaban a él también. La vulnerabilidad en ellas era algo fácil de reconocer, él también se había sentido así no hacía mucho atrás.
No había nada que pudiera decir que encajara con la situación y no los afectara, así que solo se quedó allí, mirándolo fijamente mientras le tendía su taza de café, alzando la suya propia en un gesto de brindis.
Yahwi sonrió negando con la cabeza, como si aquella acción fuera lo más incongruente y lindo del mundo, para finalmente alzar su taza y escuchar el choque del cristal cuando ambos se tocaron por donde se mostraban el gato negro de la de Jihwa y el moteado de la de Yahwi.
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Hola pequepinkypitufos, ¿adivinen quién salió genial en el examen? YOOOOO.
Claro, todavía quedan muchos más, pero bueno, a pasos de bebé jajaja.
¿Qué les parece el capítulo de hoy? ¿Comentarios? ¿Estrellita si les gustó?
Hoy planeó subir otro capítulo porque me quedé muy emocionada a raíz de que finalmente en el manhwa finalmente nos dieron a un Yahwi volviendo a su propia personalidad. Jejejeje.
Besitos y hasta dentro de un ratito.
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