Capítulo 13- El regalo.
La Dra. Callen había dedicado una hora y media a calmar a Jihwa, había escuchado con detenimiento la manera en que expresaba el terror que recorrió su cuerpo, su frustración al saber que no había mejorado tanto como él pensaba, el dolor de no poder enfrentarle y ser una carga para Yahwi, y el pánico ante la posibilidad de que él volviera a su vida.
Luego de que Jihwa lograse sacar todo afuera, la Dra. Callen inició una terapia en la que Jihwa tuvo que ir diciendo lentamente todas las cosas que había considerado positivas del último mes y para el final, él solo tendría que determinar si había mejorado o no.
Para la complacencia de la terapeuta, Jihwa llegó al consenso consigo mismo de que sí había mejorado, y salió con la determinación de ir a la estación de policía a presentar una queja, llevando consigo un certificado de la doctora que aseguraba que se encontraba en sus plenas facultades mentales y no había sufrido un episodio de alucinación postraumática.
Cuando Jihwa salió de la oficina el pasillo estaba vacío, no es que él pensase que verdaderamente Yahwi lo fuera a esperar, pero una parte suya se sintió decepcionada y dolida. Bajó en el ascensor con pensamientos tristes afianzándose en su mente y la idea de que andaba sin dinero, sin documentos e incluso sin celular, ya que todo se había quedado con Yahwi.
Las puertas del ascensor se abrieron y Jihwa salió de este cabizbajo, mirando al frente para no tropezar con nadie y quedando totalmente sin aliento al ver a Yahwi de pie en la entrada, sosteniendo dos cafés calientes e inclinando uno en su dirección.
— Me esperaste— hubiese dado lo que fuera por no parecer tan impresionado y ansioso al hablar, pero sus emociones estaban a flor de piel y no pudo controlarse. Creyó que el mayor podría burlarse de él, sin embargo, Yahwi se limitó a poner una expresión seria que impactó en Jihwa.
— Claro que te esperé— afirmó, puntualizando lo obvio, pero ese tono seguro le hizo saber a Jihwa que había sido un estúpido por siquiera dudar.
— Gracias— dijo Jihwa con voz suave, tomando de la mano de Yahwi el café que este le brindaba— Necesito ir a la estación de policía— informó, dándole un sorbo pequeño a su café y preguntándose si no estaría molestando mucho a su acompañante.
— Entonces vamos— fue la respuesta que obtuvo, nada parecía indicar que a Yahwi le molestase hacer de su chofer, algo lógico si consideraba que lo había estado siendo desde hacía casi un mes.
Terminaron sus cafés y subieron al auto, manteniendo un silencio cómodo y tranquilo que ayudó a que la mente de ambos despejara todos los pensamientos negativos que habían crecido considerablemente en las últimas dos horas. Yahwi condujo hasta la estación de policía más cercana, donde acompañó a Jihwa en todo el proceso de levantar la denuncia y luego un oficial que tomó su caso, teniendo en cuenta que su agresor venía siguiéndolo desde Corea.
Estuvieron en la estación durante media hora, con Yahwi manteniéndose de apoyo moral mientras Jihwa se encontraba dando su denuncia, observando ocasionalmente por la ventana para ver a Yahwi en el pasillo sentado, que le sostenía la mirada cada que eso pasaba.
— ¿Estás bien?— preguntó Yahwi cuando finalmente salieron de la estación con el número del oficial a cargo de la investigación, en caso de que sucediera algo.
— Me siento algo nervioso y si soy sincero, estoy asustado— confesó Jihwa, volviendo a entrar al auto con Yahwi— pero quiero creer que todo se solucionará de alguna manera.
— Lo hará, te lo aseguro— afirmó Yahwi y Jihwa notó algo en su voz que le daba la certeza de que este no dudaba al decirle eso, como si supiera algo que Jihwa no, pero lo atribuyó a sus nervios— ¿Te llevo a casa?
— Sí, ya quisiera descansar— indicó Jihwa y Yahwi volvió a conducir, esta vez con lentitud, permitiendo que la mente de Jihwa se concentrara en las luces brillantes, el bullicio y los autos de Nueva York, perdiendo el hilo de sus pensamientos depresivos.
Por algún motivo, Yahwi se negó de dejar a Jihwa simplemente en la entrada del edificio, asegurándole que no se iría sino hasta que viera la puerta de su apartamento cerrada y tuviera la convicción absoluta de que él estaba bien.
Luego de varios minutos de una infructuosa charla para intentar convencerlo de lo contrario, Jihwa se dio por vencido y salió del auto refunfuñándole a Yahwi cosas sobre ser un obstinado autoritario que deseaba que todo se hiciera a su manera, a lo que el de ojos amarillos contestaba con una mirada arrogante y un encogimiento de hombros desinteresado, lo que exasperaba aún más a Jihwa, que no notaba la diversión que todo aquel intercambio infantil causaba en Yahwi.
— Hemos llegado— suspiró Jihwa con soltura, sintiéndose más liviano de saber que el día estaba pronto a terminar.
— ¿Ordenaste algo?— preguntó Yahwi, ignorando la evidente relajación de Jihwa y prestando atención a la caja de cartón que estaba delante de la puerta del menor.
— No, no he hecho encargos por internet en más de una semana— respondió Jihwa, prestando atención también a la caja con expresión extrañada.
— Abre la puerta, yo la entraré— dijo Yahwi con un tono imperativo que hizo a Jihwa sonreír.
— Te lo dije, eres un mandón— apuntó, haciendo a Yahwi mirarlo ya sin tener tanto control sobre la expresión divertida que adornaba su rostro. Jihwa no pudo evitar pensar que su día había mejorado mucho.
Entraron al apartamento y fueron recibidos por un efusivo Makki, que maullaba mientras se enredaba en las piernas de los dos y Jihwa lo cargaba, dándole besos por todo el rostro al pequeño gato que había empezado a crecer y ronroneaba ante las muestras de cariño. Yahwi pensó que era una de las imágenes más adorables que había visto, pero rápidamente sacudió el pensamiento fuera de su cabeza.
— Puedes ponerla en la encimera— le comentó Jihwa referente a la caja— Hay un cúter en el primer cajón de la despensa— indicó, sugiriéndole a Yahwi que la abriese él en su lugar y ocupando sus manos únicamente en acariciar a su adorado gato negro.
Yahwi no se arriesgó a decir nada, asintió con la cabeza y soltó la caja en la encimera para después alcanzar el cúter, no confiaba en su propia voz para hablar de manera firme sin terminar diciendo lo que pensaba de la imagen de Makki trepando por el cuello de Jihwa y sentándose en su hombro como un loro pirata a la vez que movía su cabeza contra el cabello castaño.
Introdujo el cúter en un borde de la caja, cortando con este toda la pegatina y pudiendo abrirla. Una expresión seria cubrió su rostro, inhalando profundamente con una ira creciente que para Jihwa no fue ignorada. Dejó a Makki en el suelo y se acercó a Yahwi, viendo como este cerraba la caja rápidamente. Eso fue todo lo que necesitó para saber que algo iba jodidamente mal.
Acercó su mano a la caja, justo por encima de la de Yahwi, aunque no se conocieran de toda la vida, Jihwa podía afirmar que conocía lo suficiente a Go Yahwi como para saber que retiraría la mano antes de provocarle una crisis de ansiedad por el tacto humano, así que no vaciló en descender la suya, aliviado cuando a último momento Yahwi retiró su mano.
Abrió lentamente la caja, sintiendo su respiración estancarse y sus ojos llenarse de lágrimas al ver el contenido. Tragó grueso, no iba a permitirse perder el control una segunda vez, tenía que ser más fuerte que eso. Las lágrimas se deslizaron por sus mejillas mientras un sollozo escapaba de sus labios al verse a sí mismo reflejado en decenas de fotos donde se mostraba la verdad de lo que había pasado esa noche.
¿En qué momento lo había grabado? No había nadie más en aquella casa, debía de haber tenido una cámara instalada que había estado monitoreando lo que Jihwa hacía durante su ausencia. No quiso revisarlas, sabía que las fotos solo irían empeorando hasta que mostrasen todo lo que había pasado, por lo que simplemente retiró su mano y dio un paso atrás, observando el contenido con terror.
Yahwi no se había movido, ni siquiera había sido consciente de estar parado allí en medio, pero cuando el sollozo de Jihwa fue audible, algo dentro de él se rompió y un monstruo de ira se creó dentro. Acabaría con ese hombre, le costase lo que costase.
Al ver a Jihwa dar un paso atrás, Yahwi dio uno adelante, tomando el contenido de la caja y moviéndose ferozmente hacia el balcón ante la mirada atónita del peli castaño. Regresó dentro de la cocina y tomó la botella de alcohol para desinsectar y un encendedor, yendo hacia el balcón y vertiendo parte del alcohol en la caja. Jihwa se acercó hasta la puerta, observando a Yahwi con la mirada perdida actuando de forma automática.
— Esto es una mierda— afirmó Yahwi cuando supo que tenía la total atención de Jihwa— Y es hora de hacer lo correspondiente— encendió el encendedor, mirando a Jihwa y esperando que este hiciera algo, no quería tampoco forzar su propio enojo en el chico y terminar dañándolo, pero cuando vio el brillo esperanzado en su mirada, no dudó en dejar caer la llama que causó que todo cogiera fuego dentro de la caja, quemándose lentamente ante la mirada de ambos hasta que solo quedó una marca negra carbonizada.
— Gracias, yo no hubiese podido hacerlo— admitió Jihwa luego de llevar cinco minutos en absoluto silencio, posterior a la quema total del regalo en la puerta.
— Sabe dónde vives— remarcó Yahwi, haciendo alusión a lo obvio. Jihwa sonrió tristemente, abrazándose así mismo ante la idea de que ese hombre había estado en la puerta de su apartamento, el que se suponía fuera su lugar seguro— Ven a vivir conmigo— soltó de repente, haciendo que unos sorprendidos ojos castaños lo mirasen.
— ¿Qué?— preguntó Jihwa, dudando de haber escuchado apropiadamente.
— Ven a vivir conmigo— repitió Yahwi sin vacilación ninguna— Necesitamos conocernos todavía mucho más si queremos lograr el proyecto, esto solo puede pasar si tenemos la capacidad de abrirnos uno al otro, pero también la capacidad de recepcionar lo que vayamos aprendiendo. No sé tú, pero yo no lograré hacer nada de eso si no puedo dormir pensando en que en cualquier instante mi celular sonará con una llamada tuya pidiendo auxilio, o peor aún, de la policía diciendo que no te encuentran o que estás muerto.
— Pero no quiero ser una carga— comentó Jihwa mirándose fijamente las manos, tenía un miedo no sano ante las palabras de Yahwi sobre lo que podía pasarle, pero también estaba un ligero sonrojo por su afirmación que denotaba preocupación.
— Nunca te he visto de esa forma— contradijo Yahwi y Jihwa volvió a mirarlo, notando la seriedad con la que este hablaba y lo sincero que era sobre su oferta. Por eso, cuando Yahwi repitió las palabras que Jihwa jamás pensó oír, su corazón no dudó— Ven a vivir conmigo.
— Sí.
oOo
Ae-ri tocó la puerta dos veces, esperando pacientemente a que Woo-Bin le abriera, luego de escuchar el ladrido de un perro y un traqueteo inestable, finalmente la puerta se abrió revelando la figura de un hombre alto, con el cabello despeinado, una barba de dos semanas y la ropa más desastrosa para andar en casa que la chica había visto jamás.
— ¿Qué haces tú aquí?— preguntó Woo-Bin al ver a la mujer enfundada en un vestido azul oscuro, con pantimedias negras, elegantes botines altos y un abrigo negro por encima.
— Vengo por un encargo— respondió sencillamente, sonriendo mientras cruzaba la puerta y sacaba su gorro gris y su bufanda, dejando su cabello caer como una cortina castaña elegantemente lisada.
— Creí que tendríamos fin de año libre— comentó Woo-Bin, cerrando la puerta y encendiendo un cigarro mientras arrastraba sus pies hasta el sofá, dejándose caer en este.
— Un viejo amigo me llamó, pagará muy bien por nuestros servicios completos— informó la chica, tomando asiento de forma elegante en uno de los sillones, ignorando el desorden que había en el resto de la casa. Obviamente cada que le daba vacaciones a su amigo, este dejaba que el mundo le cayera encima.
— Bueno, no tenía nada mejor que hacer de todas formas— respondió él, exhalando el humor y haciendo notar que aceptaba el trato— ¿A quién estamos buscando?
— Lee Jung-Hwa— informó Ae-ri.
Tiró sobre la mesa el sobre con la información que Yahwi le había enviado gracias a su abuelo, ella estaba segura que el hombre había intentado alejar a Yahwi del chico dándole ese detallado informe, pero no previó que pasaría lo contrario.
— Por lo que sabemos fue criado en Londres hasta los 18 años, cuando dejó a sus padres de acogida y regresó a Corea, su país natal. No sabemos por qué había sido enviado a Londres, están cerrados esos archivos, lo que sabemos es que mostró una conducta ejemplar en todo momento, se inscribió en la Universidad y parecía el chico perfecto.
— Demasiado perfecto— comentó Woo-Bin, que ya había lidiado antes con perfiles como aquel.
— Inició una relación con Kang Jihwa, un chico tres años menor, al inicio todo era maravilloso, pero a los meses empezaron los primeros eventos de violencia, que terminaron desatando una noche desastroza— continuó Ae-ri, asintiendo ante el comentario de Woo-Bin e indicándole con la cabeza que pasara la página.
En la siguiente hoja estaba el informe de Jihwa en la policía narrando lo sucedido, Woo-Bin tragó seco al leer las atrocidades que había padecido aquella noche.
— Obviamente la policía no logró capturarlo y ahora él ha cruzado el mar, apareciendo en la vida de Jihwa para acosarlo nuevamente.
— ¿Qué quiere el cliente?— preguntó Woo-Bin.
— Encontrarlo— respondió Ae-ri, inclinándose hacia atrás en el sillón de forma relajada.
— ¿Quién se queda y quién se va a Estados Unidos para rastrearlo allá?— lo que le gustaba a Ae-ri de trabajar con ese cuarentón sin familia ni intereses, era que él siempre la entendía sin que ella tuviera que explicar demasiado.
— Yo voy, tú te quedas— afirmó y Woo-Bin solo asintió con la cabeza.
Sería un trabajo pesado, pero Ae-ri ya le había fallado a Yahwi una vez antes, escogiendo ayudar a su abuelo antes que a él, no cometería el mismo error de nuevo, su amigo era su prioridad. Ninguno lo sabía, pero acaban de iniciar una guerra intensa entre más bandos de los que podían llegar a ver.
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Hiiii, ¿qué les parece? ¿les ha gustado?
Hay más personajes originales de lo que había planeado, pero me gusta la forma que va tomando.
¿Qué dicen de nuestra adorable pareja?
Ya saben, déjenme sus estrellitas y comentarios para saber si esto os gusta o no.
Besitos💙💜💙💜💙💜
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