Capítulo 12- La desesperación.
Sonrió al ver la condición de Jihwa, había estado siguiéndolos desde que habían salido del apartamento del chico, vigilando el momento adecuado para dejarse ver. Cuando vio que se sentaban en una mesa del fondo con vista a la calle por la vidriera de la pared en esa heladería, supo que era su oportunidad.
Se posicionó desde donde Jihwa pudiese verlo y esperó, sabía que tarde o temprano el chico miraría hacia afuera, lo conocía demasiado bien. La reacción de pánico de Jihwa al verlo le causaba más placer del que pensó originalmente. Sí, el joven no se había olvidado de él, lo sabía, por eso lo había estudiado durante esas semanas, siguiendo su rutina y la del chico que ahora andaba todo el tiempo a su lado.
Este sería un estorbo eventualmente, pero por el momento podía divertirse usándolo. Con su objetivo cumplido, se montó en su moto y aceleró lejos de allí, tenía un regalo que entregar de cualquier manera.
oOo
Yahwi sintió su propia respiración alterarse cuando vio a Jihwa entrar en pánico, pero se forzó a sí mismo a calmarse, sabiendo que en esos momentos lo que el menor más necesitaba era paz. Una de las dependientas pasaba cerca cuando Yahwi extendió la mano para sostener su muñeca.
— Disculpe, está hiperventilando. ¿Puede traer una bolsa de cartón?— pese a la frase educada, Yahwi había hablado de forma ruda y demandante, haciendo a la chica correr en busca de su solicitud de inmediato.
Yahwi apartó todos los helados de la mesa, llevándolos hacia una esquina de esta mientras la dependienta regresaba corriendo con una bolsa de cartón. El mayor prácticamente se la arrebató de las manos, sin mirarla dos veces y sintiendo como ya habían llamado la atención de otros clientes, antes de ponerla delante de Jihwa, sabiendo que no podía tocarlo y que esto hacía más difícil el ayudarlo.
— Jihwa, escucha mi voz — empezó a hablar firme, de forma tranquila y a un ritmo parejo — Enfócate solo en mi voz— continuó, golpeando la mesa a un ritmo de dos segundos por golpe con su uña, haciendo que Jihwa prestara atención a ese sonido— Toma la bolsa y respira dentro de ella.
Era una petición sencilla que a Jihwa se le hacía imposible, pero siguió observando el dedo de Yahwi que golpeaba la mesa mientras sus temblorosas manos tomaron la bolsa, llevándola a su rostro, cubriendo su nariz y boca y respirando dentro. Fue haciendo inspiraciones y expiraciones al mismo ritmo de los golpes de Yahwi en la mesa, sintiéndole mareado ligeramente.
— Respira con la boca pequeña como si silbaras— indicó Yahwi tranquilamente, sin perder la cuenta de sus golpes cuando percibió la mirada de Jihwa fija en su dedo.
Los golpecitos continuaron durante varios minutos mientras Jihwa iba controlándose lentamente, hasta que logró respirar con normalidad dentro de la bolsa, dejándola a un lado y llevando sus manos a cubrir su nariz y boca, respirando a través de ellas.
Su prima se lo había explicado cuando tuvo una crisis de ansiedad de adolescente, pasó en silencio, solo concentrándose en los golpes de Yahwi varios minutos más, hasta que sintió el pánico remitir, pero el miedo seguía latente allí como una amenaza constante.
— ¿Qué sucedió?— preguntó Yahwi al notarlo más calmado, aun sin dejar de golpear la mesa a un ritmo parejo.
— Él…es él. Yahwi te juro que es él— fue lo único que Jihwa pudo decir entre balbuceos antes de romperse a llorar, haciendo a Yahwi sentir una opresión en su pecho. ¿Él? ¿Quién era ese él?— Estaba allí…no estoy lo~co, lo vi. Es él— continuó entre sollozos, con sus lágrimas fluyendo y precipitándose contra la mesa y sus manos temblorosas que sez aferraban a su rostro.
— ¿Puedes caminar hasta el auto?— preguntó Yahwi, resolviendo que él solo no podía encargarse de la situación. Jihwa siguió llorando como si no lo hubiese escuchado, por lo que Yahwi golpeó con la palma la mesa haciendo un ruido fuerte que sorprendió al menor, sacándolo de sus pensamientos— ¿Puedes caminar hasta el auto?— repitió la pregunta, viendo a un tembloroso Jihwa asentir con la cabeza y ponerse de pie vacilante.
Yahwi tiró sobre la mesa unos billetes, seguro de que estaba pagando mucho de más, pero no le importaba. Su mirada era suficiente para apartar a todo aquel que estuviese en medio, despejando el camino para Jihwa. Le abrió la puerta y se apartó para que este saliera de la heladería, seguido de él, quien observó los alrededores fijamente en busca de ese él del que Jihwa hablaba.
Abrió la puerta del auto para el menor, que subió aun con la mente embotada y sin dejar de llorar, Yahwi tiró con fuerza del cinturón de seguridad para abrocharlo sin tocar a Jihwa y luego corrió por fuera del auto, entrando y acelerando tanto como era permisible, considerando que al ser de día era más probable que los detuvieran si se pasaba de velocidad.
— ¿Cuál es tu contraseña?— preguntó, tomando del bolso de Jihwa su celular. Jihwa sorbió por la nariz un segundo antes de responder.
— 2410— murmuró en voz baja, con el llanto impregnado en su forma de hablar.
Intentando no despegar la mirada de la carretera, Yahwi abrió el celular de Jihwa y se adentró en los contactos, llegando al de la Dra. Callen de inmediato, era de los contactos favoritos y estaba en marcado rápido. Tocó el signo de llamada y esperó desesperándose los cuatro timbres que tomó que la doctora contestara.
— ¿Jihwa?— respondió esta, extrañada de que el chico la llamase dos horas antes de su cita del día.
— Doctora, es Go Yahwi, amigo de Jihwa— se presentó rápidamente Yahwi, mirando al chico a su lado, que parecía absorto e incapaz de reconocer que él estaba hablado con su terapeuta— Jihwa ha tenido una crisis de pánico, empezó a hiperventilar y no para de decir que lo ha visto, que es él. Está como ido y no logra razonar o dejar de llorar. Lo estoy llevando con usted de carácter urgente, sé que es fuera de hora, que su cita no es hasta más tarde y todo eso, pero le pido por favor que lo atienda. No se preocupe por el pago, le daré una comisión considerable por hacer este cambio.
Yahwi se explicó rápidamente, sin importarle el tono de imposición con el que hablaba, en esos momentos poco le interesaba la opinión que la señora podía hacerse de él. Durante un segundo, quizás menos, su mente hizo la pregunta de por qué perdía tanto el control por este chico, pero Yahwi la silenció de inmediato.
— Por favor— añadió finalmente, quizás así sería mejor para ellos.
— Tráelo, tengo un turno libre ahora— dijo la Dra. Callen, ignorando el tono de Yahwi y notando la desesperación detrás de sus formas.
Yahwi no dijo más nada, colgó la llamada y en cuanto vio la carretera libre, aceleró tanto como podía. Necesitaba llegar rápido. Su corazón latía con fuerza, sus manos estaban sudadas y temblorosas y su mente solo procesaba lo suficiente como para mantenerse atento de la condición de Jihwa y no tener un accidente en la carretera. Llegó a la clínica antes de lo que pensaba, saliendo y abriéndole la puerta a Jihwa, tirando del cinturón con cuidado de no tocarle nuevamente para liberarlo.
— Sal, por favor— pidió, controlando su tono de voz, pero dejando claro que era una orden indiscutible.
Jihwa salió a paso lento, por momentos parecía que iba a caerse, por lo que Yahwi se mantuvo relativamente cerca, prefería sostenerlo antes que permitir que se hiciera más daño. Subieron juntos la escalinata de la clínica, entrando hacia la recepción donde una chica sonriente y con voz dulce los recibió.
— Buenas tardes, ¿en qué puedo ayudarles?— preguntó cordialmente.
— Tiene una cita de urgencia con la Dra. Callen— explicó Yahwi, señalando con la cabeza hacia Jihwa. La muchacha revisó los horarios dispuestos por la doctora, sin encontrar ninguna cita agendada en ese momento.
— Lo siento, debe de ser una confusión. No hay ninguna cita en este horario— se disculpó ella, manteniendo su rostro con una expresión inocente que a Yahwi le revolvió el estómago.
Miró hacia Jihwa, quien se encontraba parado un metro atrás de él, observó que no había nadie cerca y se giró hacia la chica, sonriendo ladinamente de forma perversa mientras se inclinaba sobre el mostrador.
— Escucha, Alison— dijo, observando la etiqueta con el nombre que estaba en el traje de la muchacha— Entiendo que quieres hacer bien tu trabajo y eres un amor de recepcionista, pero tienes tres segundos para llamar a la Dra. Callen y confirmar la cita de mi amigo o te aseguro que no habrá forma en la tierra en la que puedas seguir trabajando aquí o en ningún otro sitio. ¿Entendido?
La voz de Yahwi había bajado varios niveles, volviéndose ronca y amenazadora. Alison tembló de la impresión, tragando en seco de forma audible y marcando a la oficina de la Dra. Callen.
— Disculpe el malentendido— dijo cuando hubo colgado la llamada— aparentemente a la doctora se le olvidó notificarme del cambio. Por favor, tome el ascensor hasta el tercer piso, es la oficina del fondo— indicó Alison con la voz tranquila, pero ya no sonreía y Yahwi se limitó a hacerle un gesto de agradecimiento con la cabeza antes de llamar a Jihwa para que lo siguiera.
Demoraron tres minutos y medio en llegar a la oficina de la Dra. Callen, donde ella los recibió parada en la puerta, vestida con unos pantalones negros, americana a juego y una camisa lila por debajo. Su rubio cabello recogido en un moño ligero que lo sujetaba todo y su porte demostrando su profesionalidad.
— Buenas tardes, Dra. Callen— saludó Yahwi, más educado y calmado que hacía unos minutos.
— Buenas tardes, es un placer conocerle señor Go, he escuchado hablar mucho de usted— si bien esa afirmación le complació, haciéndose consciente de que significaba que Jihwa hablaba con la doctora sobre él en sus sesiones, un escalofrío recorrió su columna cuando escuchó la forma en que ella lo llamó.
— Yahwi, el señor Go es mi abuelo— le rectificó rápidamente antes de apartarse para dejar ver a Jihwa, quien ya no lloraba, pero se mostraba ido. El semblante de la doctora se mostró preocupado unos segundos antes de volver a ponerse su careta de indiferencia usual y abrir la puerta de su oficina.
— Jihwa, querido, por favor vamos dentro— le indicó, a lo que Jihwa obedeció como en un trance, avanzando hasta sentarse en el sofá de siempre— ¿Lo esperará? Esto puede tardar— había una preocupación en el tono de la doctora que apaciguó a Yahwi, si ella se había encariñado con Jihwa de alguna manera, significaba que lo intentaría ayudar de todas las formas posibles por un interés más allá de monetario.
— Lo esperaré— aseguró Yahwi, viendo como la doctora cerraba la puerta y lo dejaba solo en el amplio pasillo.
Yahwi se sentó en los asientos cómodos dispuestos en el corredor, apoyando sus codos sobre sus rodillas y entrecruzando sus dedos e inclinándose hacia adelante, apoyando su rostro sobre sus manos.
En su cabeza repasó con detalle lo que había sucedido, la salida iba bien y Jihwa estaba disfrutando, hubo un momento donde se había avergonzado, pero seguía feliz. Entonces había mirado hacia afuera y algo que había allí había desatado aquel episodio.
— Es él, es él.
El pánico en su voz, su reacción, no era un algo, era un alguien y era real. Si todo eso hubiese pasado hacía un mes atrás, cuando Jihwa tenía las lesiones recientes y se mostraba todavía arisco ante cualquier cosa, incluso salir de la casa, Yahwi lo hubiese atribuido a alucinaciones por estrés postraumático, pero no era así. Había pasado tiempo, Jihwa se mostraba mejor y no había nada que pudiese recordarle a ese hombre. Yahwi sintió el miedo asentarse en lo profundo de su ser, no había sido una locura de Jihwa, ese hombre estaba allí.
Su mente proyectó los recuerdos de los documentos que su abuelo le había proporcionado. Sí, Yahwi los había releído con calma en su casa cuando había ido a cambiarse en la mañana, aprovechando el sueño de Jihwa. Básicamente, su abuelo había contratado al mejor detective privado para que investigase la vida del Jihwa, encontrando la confirmación de las sospechas de Yahwi desde que conocía al menor.
Había vivido una relación violenta y abusiva, de la cual no escapó por algún motivo, pero que había terminado la noche en que él y Jihwa chocaron por primera vez. Jihwa había ido al hospital a recibir cuidados de emergencia y luego había levantado una denuncia contra su expareja por violencia física y violación.
También sabía, gracias a los servicios de su abuelo, que los policías no habían podido atrapar al criminal y que por eso Jihwa había huido a Estados Unidos. Si Yahwi tenía que apostar, pondría todo su dinero en que de alguna manera ese hombre había logrado cruzar el mar y llegar hasta Jihwa.
Estuvo analizando diferentes formas de actuar, dejando salir un suspiro al darse cuenta de que no tenía mucho con lo que trabajar, por lo que gruñó con frustración antes de tomar su celular y marcar el número de un viejo conocido. Hacía más de tres años que no hablaban, pero Yahwi estaba seguro de que sus precios no habían variado mucho. A los tres timbres la familiar voz respondió.
— Pero mira quién resucita— comentó con un tono jocoso y Yahwi percibió el sonido la exhalación cuando del otro lado del teléfono dejaron salir del humo del cigarro.
— Ae-ri, necesito tus servicios— y con esa frase, Yahwi acaba de firmar un contrato que lo llevaría a adentrarse en las fauces del lobo.
***********
No iba a hacerlo, hoy tocaba actualizar Mentes tormentosas, no Mi verdadero yo, pero el capítulo de hoy de Yours to Claim me dejó tan asqueada que no pude evitarlo. Más tarde debo de subir otro capítulo, tan pronto como logre llegar a casa y conectar el cell a la laptop.
Nos leemos pequepinkypitufibolas y ya saben, si les gustó el capítulo dejen su estrellita y su comentario para saber si lo estoy haciendo bien😊.
Besitos💚💙💜💖
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro