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ESPECIAL POV MATT: parte 2.

[Capítulo 33: esto es un hasta pronto]

M a t t   p o v

Al ingresar al salón lo primero que diviso es a ella. Sentada en el segundo asiento de la fila de en medio. Su rostro lucía perplejo e incómodo, llevó sus manos bajo la mesa y se aferró con fuerza a la silla. Pase por su lado ignorando su mirada y me senté dos asientos más atrás.

—Bien, quiero abrir este debate con el siguiente planteamiento ¿Qué postura toman con respecto al libro? ¿Justifican el actuar de Alejandro con respecto a la muerte de Julia?— preguntó la cuarentona de literatura.

Odio ese jodido libro, debo admitir que el actuar de Alejandro me resultaba familiar y agradable pero cuando se suicidó por Julia lo hallé cobarde y estúpido. Nadie en el salón levanta la mano, excepto ella. A la vista resaltaba que el libro fue de su agrado porque empinaba su mano orgullosa de la respuesta que tenía preparada. Jodida cabezota. La profesora asintió y su adorable voz se expandió por el salón.

—Bien, yo creo que justifico el actuar de Alejandro porque su profundo amor hacia Julia lo llevó a cometer tal acto de amor. Como lo es el morir por la persona que se ama, aunque no justifico su horrible personalidad— dijo lo último condescendiente. Sí, como no. Luce precisamente como algo que diría Alex.

La profesora asintió con la cabeza y luego comencé a reír. Fue inevitable lo absurdas que me resultaron sus palabras.

—Señor Dawson, ¿tiene algo que añadir? —preguntó la señora Robinson.

Asentí.

— Pues claro que sí y es que estoy en total desacuerdo con mi querida compañera. El acto que cometió Alejandro no fue de amor claro está, más bien de estupidez absoluta. Julia era una malagradecida, Alejandro siempre intentó demostrarle su amor, aunque a decir verdad le costaba demasiado pero aún así la cabezota de Julia no entendía las evidentes señales de que él la amaba. Además la jodida Julia nunca tuvo el coraje de confesarle de una vez por todas que ella también sentía lo mismo. Discúlpame mocosa, pero no justifico el acto de Alejandro porque fue de suma estupidez dejar su vida por alguien que no lo merecía.

Acompañado de mi respuesta se oyó y bufido expulsado de Alex y luego como se giraba para responder a mi respuesta.

—Pues déjame decirte Dawson, que Julia no era una malagradecida. Al contrario, Alejandro se comportó como un total estúpido desde un principio con ella, fue su ego y su ambición lo que alejaron a Julia de él. Y con respecto a lo de confesar su amor, quizás Julia quería decirlo pero la total arrogancia de Alejandro se lo impidió, ¡¿No crees?! — dij y me perforó con la mirada.

¿Arrogancia de Alejandro? ¡pero qué chica más insufrible!

—Pues no, no lo creo. Admite que Julia era una cabezota de cojones que no tenía la valentía suficiente como para confesar su amor hacia Alejando—espeté tomando los bordes de la mesa molesto.

No pasaron ni cinco segundos cuando comenzó a hablar.

— Falso, total y absolutamente falso. ¡Julia simplemente era una víctima de los malos tratos de Alejandro! ¡Quizás si Alejandro hubiera sido diferente el rumbo de su historia hubiera sido completamente distinto!— dijo elevando la voz.

¡¿DISTINTO?! ¿ES UNA JODIDA BROMA?

— Ay sí, pobre Julia ¡es por eso que a penas Alejandro se daba media vuelta corría a los brazos del conde lame pollas!—grité y agité mis brazos enfurecido.

La profesora interrumpió.

— Dawson en este salón no se aceptan las grose...

—¡PUES ESO NO ES CIERTO! ¡Ella solo fue con el conde porque no valía la pena humillarse por el estúpido de Alejandro que lo único que hacía era demostrarle que no la quería! además ¿te recuerdo que Alejandro la compró? ¡como si fuera una jodida apuesta!—gritó pero contraataqué al instante.

¿APUESTA? ¿QUÉ EL LAME POLLAS DE LOGAN ES MEJOR QUE YO?

— ¡JODER ALEX PORQUE ERES TAN CABEZOTA! Sabes que nunca significó una apuesta al menos para mí no, y ¡JODER! ¡si Julia no le hubiera dicho a Alejandro que no lo quería sin darle ninguna explicación del por qué todo sería distinto! ¡¿Hace falta recordar que pasaron un día casi perfecto en una jodida cabaña y luego LA CABEZOTA DE JULIA LO ARRUINÓ POR COMPLETO?!—grité.

DIOS, ¡ES QUE NO LA SOPORTO!

— ¡POR FAVOR! ¡SI JULIA JAMÁS DICE ESO EN EL LIBRO!—gritó y agitó sus manos como una cabra loca.

— Chic...—dijo Robinson pero la interrumpí.

—¡BUENO PUES PORQUE ME REFIERO A TI JODER, A TI! — grité y todos en el salón permanecieron en silencio.

Los ojos de nuestros compañeros no se apartaban de nosotros y no lo había notado antes pero Alex tenía tirados algunos lápices sobre el suelo y nuestros asientos estaban contiguamente cerca.

—Bueno chicos, ese si que fue un debate acalorad...— no la dejé terminar porque me levanté de mi asiento y salí disparado del lugar. Por segunda vez.

Abro la puerta estrepitosamente y secó la delgada capa de sudor que corre por mi frente. Cuando giro a la izquierda en dirección a la cancha de lacrosse la rabia acumulada aumenta, al igual que mi ritmo cardíaco y el sentir a Alex maldecir a mis espaldas no ayuda para nada.

¿Qué está feliz de estar con el conde lame pollas? ¿Qué Alejandro es un estúpido? ¿Qué ella siente lo mismo por mi? ¡Pero por favor! Si ella misma me dejó.

Siento sus pasos aún más cerca y constantes y me veo obligado a detenerla antes de que todo empeore.

— JODER ALEX, ¡SOLO ALÉJATE!

Continuo mi camino y noto que ninguno de los gritos fueron efectivos ya que aún así seguía tras de mi. Llego a la cancha de lacrosse y camino hacia las tribunas, golpeó un par de asientos para liberar la tensión acumulada y observo cómo se hacen añicos en mis manos y luego notó el rojo carmesí bañando mis vendas.

— ¡JESÚS MATT, DETENTE!—grita y observo por el rabillo del ojo como coge su cabeza con sus manos.

  — Alex, vete antes de que escuches algo que no deseas oír — voto entre dientes y detengo mis golpes al escuchar su negativa.

  — No. No me iré, ya no más. Es suficiente, no me dejarás como una estúpida hablando sola.—dice y se acerca a mí enfurecida.

¡JODER! ¡ESTA MUJER ME HARÁ PERDER EL POCO JUICIO QUE ME QUEDA!

La observo, su rostro está colorado y su pecho sube y baja con brusquedad. Contengo las ganas de joderla más que lo habitual y me acerco a su diminuto cuerpo.

  — Pues entonces si no te marchas tú, me marcho yo.

Luce sorprendida por mi respuesta pero la dejo atrás antes de que sea capaz de analizar un contraataque a mis palabras. Demonios, ¿qué me sucede con ella? odio enloquecer con cada una de sus palabras, ¡odio esta situación joder!

Camino a través de los pasillos en dirección a la salida y me monto en mi motocicleta. La rabia albergada en mi sistema me impide tomar las consecuencias de salir de este jodido instituto. Pero ya nada importa, nada importa desde que Alex llegó a mi vida, aquella castaña de ojos tan celestes como el cielo se ha metido bajo mi jodida piel como jamás nadie lo había hecho. Ejerce un control sobre mí alarmante.

Me introduzco en la carretera y acelero como los mil infiernos. Recuerdos de su voz, su boca, sus ojos me invaden y acelero aún más. Me detengo en el Reed Door la pista de carreras. Observo la escoria de imbéciles bebiendo a plena luz del día y les doy un asentimiento de cabeza como saludo. Llego hasta donde está Adam y me entrega una cerveza.

—¿Tú por estos lados? vaya, sí que te perdimos el rastro desde la última vez que corriste—.inclina su cerveza con la mía para hacer un brindis.

—lo sé, me he mantenido ocupado—me limito decir.

—gracias a tu desaparición me haz hecho perder una gran pasta dawson. Eres uno de mis mejores corredores.

Inclino mi cerveza y me la bebo de un sorbo.

—puede que regrese.—digo pero presto mi atención más allá de las ruidosas canciones de trash metal que suenan a mis espaldas.

—Pero si no es la escoria de Dawson...

me giro y mis puños se contraen.

—Mark.

—¿La dulce chica de la última vez ya no viene contigo?—dice y comienza a reír— y yo que pensaba que con ese menudo cuerpo podría retenerte más tiempo en su cama.

Perfecto. Lo que necesitaba.

Camino lentamente hacia él y me quedo a centímetros de su rostro—repítelo—digo.

—La dul...

No lo dejo continuar porque mi puño impacta su rostro y luego lo envío al suelo. Adam me aparta al igual que los imbéciles de sus amigos pero no me detengo hasta ver su rostro demacrado.

—¡No vuelvas a hablar así de ella, joder! ¡nadie se atreva a hablar de ella!—grito y todos se me quedan mirando.

Adam me observa perplejo pero ignoro su mirada y me marcho del lugar. Necesito un trago. Necesito pensar con claridad. La necesito a ella.

Luego de treinta minutos de viaje me detengo en Invictus. Reviso mi móvil y noto que son las siete y quince, la hora perfecta para que esté abierto. Le dedico un asentimiento a Robert el guardia e ingreso. Las luces están bajas y un dj mezcla canciones lentas para ambientar a la poca cantidad de asistentes. Camino hacia la barra y me siento en el taburete.

—¿En medio de la semana y aquí muchacho?—dice Cindy limpiando la barra con un desinfectante.

La rubia de cuarenta años suspira y luego se cruza de brazos esperando mi respuesta.

—Una botella de whisky por favor, y sin hielo—digo ignorando su pregunta.

—No, nada de eso. ¿Se puede saber por qué estás así? ¿has peleado con tu padre o es esa chica nuevamente?

Joder...

—¿Es muy evidente?—digo y asiente—demonios, juro que está loca de atar. Un día demuestra que me quiere y al siguiente no. Un día dice blanco y al siguiente negro, ¡jamás le puedo pillar el paso! lo he intentado, por los jodidos demonios que he intentado ser una mierda mejor para ella pero luego recuerdo lo perfecta que es y lo jodido que estoy yo ¡y mi jodida boca lo estropea todo!

La chica a su lado suspira. Creo que se llama Marcie o María, lo que sea. Cindy hace un año me reveló lo atractivo que me hallaba, menuda mierda.

—Tú problema es que decides en vez de ella. No puedes reclamarla y luego alejarla porque crees que eres dañino para ella. Debes dejarla escoger su propio destino. Tu chica es como la corriente y tú como un bote que lucha contra ella. Ambos deben al fin reconocer los sentimientos que albergan por el otro o de otro modo no habrá voluntad que valga la pena.

La observo con atención y su discurso me da esperanzas de que lo nuestro pudiera resultar pero luego recuerdos de como me gritó que no me quería en la cabaña los hacen añicos frente a mis ojos.

—No...ella...ella no me ama.

—Muchacho has escuchado siquiera lo que he dich...

—Solo dame whisky Cindy, es lo único que necesito en este preciso instante.

Rueda los ojos y camina hacia la estantería de licores.

Tres horas después camino tambaleándome a la pista de baile dejando atrás una botella vacía y muchos vasos. Los asistentes aumentaron a más de cien y el festival de la ciudad ha atraído a muchas turistas. Diviso a una castaña en una esquina charlando con sus amigas y su cuerpo pequeño me recuerda a Alex. Toco su hombro y al invito un baile. Sus amigas me recorren con la mirada y le dan ligeros empujones a la chica para que acepte mi propuesta. La chica termina por acceder. 

La dirijo al centro de la pista y me aferro a su delgada cintura. La canción se torna más sensual y sus caderas se aferran a las mías con brutalidad, beso su cuello y sonríe. Le gusta. Lleva sus manos a mi cabeza y jala ligeramente mi cabello, la observo y se acerca a mi oído.

—Vamos a mi departamento, la pasaremos genial—asiento débilmente—voy por mi bolso—dice finalmente para luego alejarse entre la pista de baile.

Observo el hueco vacío en donde se encontraba la chica y me pregunto qué rayos estoy haciendo. Sus caricias no son agradables. Su cuerpo no me pide a gritos que la folle en el cuarto de baño. De pronto solo se convierte en un cuerpo vacío sin ninguna cualidad que pueda satisfacerme. No es Alex, dice mi subconsciente pero lo ignoro y me dirijo a duras penas a la barra.

Cindy observa mi pelo alborotado y rueda los ojos.

—No e slo que crees—digo balbuceando—ms llavs

—¿Tus llaves? definitivamente estás demente si crees que manejarás en este estado.

—Yo lo puedo llevar en mi camioneta si estás dispuesta a cubrirme, podría subir su motocicleta en la parte trasera—dice Mariela.

—¿Ves? Manuela me llevará—digo pero la chica rueda los ojos.

—Marie. Mi nombre es Marie.

—Marie, Manuela, María, Mariela. Lo mismo da, todos se parecen—digo a la defensiva pero la chica rueda la barra y toma mi brazo.

—Será mejor que vayamos, al parecer estás demasiado ebrio como para diferenciar mi nombre.

—Tal vez si tu nombre fuera Alex se grabaría perfectamente en mi mente—susurro.

—¿Qué has dicho?

—Nada, olvídalo. Vamos.

Me despido débilmente de Cindy y camino con la chica hacia los estacionamientos de trabajadores. Nos subimos en su vieja camioneta y luego vamos en busca de mi motocicleta. Una vez que logré subir la jodida motocicleta le dije que mi destino era a las afueras de la ciudad.

Nota de autora:

No me asesinen porque quizás lo encuentren corto, es un especial :'( y...adoro la pelea del comienzo:')

Preguntas: ¿dónde va Matt? ¿será ella la chica con la que lo vio Alex? 

Besos y abrazos, las quiamoღ

ღDomiღ




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