Capítulo 45: Adam Collins y algo más.
[Capítulo 45: Adam Collins y algo más]
A l e x p o v
Había olvidado lo reconfortante que era dormir hasta tarde. Luego de la horrorosa cena de la noche anterior no tenía más energías que el de permanecer en mi cama hasta el día siguiente, solo deseaba que el día acabara y debo reconocer que fue una de mis noches más eternas. A ratos imaginaba que jamás amanecería. Un golpe en la puerta me saca de mi consuelo en mi cálida cama. A los segundos la puerta se abre y el estómago se me contrae.
— Alex son pasadas las seis de la tarde, ¿en verdad no quieres asistir a tu baile?— dice papá sentándose a mi lado. Me resultaba incómodo tener una conversación con él luego de pasarlo ignorando los últimos días. Se rasca la nuca y luego expulsa una bocanada de aire— Martha se llevó a Ángel al centro comercial, se ha ofrecido para...bueno, para maquillarte y esas cosas que suelen hacer las chicas antes de asistir a un...baile.
Me causa gracia la forma en que pronuncia cada vez baile pero luego recuerdo a Martha y la sensación se esfuma.
— Sé que ella te interesa, lo noto en tus ojos. Así solías observar a mamá.
Un silencio abunda la habitación.
— Yo...
— Ella debe ser realmente buena si deseas reemplazarla por mamá. A veces me pregunto que sentirá ella al respecto, a veces me pregunto si ella me culpa de lo que les sucedió, a veces me pregunto si tu también me odias por lo sucedido— digo y evito que mi voz se quiebre pero fallo.
— Cariño... — coge mi rostro con sus manos— nadie jamás se le igualará a tu madre. Ella era y es única, ¿sabes? ella solía ser una rebelde sin causa cuando la conocí, defendía los derechos humanos, iba a protestas contra maltratos animales y en más de una ocasión dañó mi ego, me temo admitir.
Sonrío y una lágrima cae por mi mejilla.
— Cuéntame de ella papá. ¿Cómo se conocieron?
Suspira y observa por la ventana hacia el árbol que da hacia la casa de alado.
— La primera vez que la vi fue en un mini bar y la segunda vez que la vi, fue ahí en ese árbol— indicó a través de mi ventana— mis padres vivían en la casa de alado, recuerdo muy bien ese día— supiró sonriendo—Mis padres habían estado comentando durante dos días la llegada de una nueva familia al vecindario y yo como era un adolescente sin remedio ignoré el hecho de que la mujer de mi vida estaba a punto de mudarse en la casa de alado. Recuerdo que esa tarde fui a un pequeño bar ubicado a un par de calles de mi instituto y una chica ingresó preguntando dónde había una librería cerca—sonrió aún más— fue inevitable acercarme a ella. Su cabello oscuro y sus hermosos ojos celestes habían deteriorado mi razonamiento y ya nada iba a evitar alejarme de ella. Esa tarde le pregunté de dónde era, «soy nueva en la ciudad» contestó, ignorando mi presencia. «No te ves como una chica que lea libros y esas chorradas, le dije. «Y tú tampoco luces como alguien que utilice su cerebro pero...ya sabes lo que dicen, nunca juzgues a un libro por su portada. Aunque sea una horrenda» enfatizó en lo último. Desde aquel día supe que era la indicada.
— ¿Ella dijo eso?— pregunté sonriendo. Asintió.
— Y eso no es todo, luego de que me rechazara un batido y finalmente se fuera continué bebiendo cervezas con mis amigos. Mientras iba de camino a casa recordé su pequeño rostro y sus largas pestañas, me insulté mentalmente por lucir tan patético pero solo era una forma de engañarme a mí mismo y no admitir que esa chica me había atrapado al instante. Ingresé a casa y leí una nota sobre la mesa que citaba «estamos cenando con los Greene, procura tomar una ducha y venir a saludar. Por favor sé educado». Ignoré la nota y subí a mi habitación pero cuando llegué allí vi a una pequeña niña sobre el árbol de ciruelas que compartían ambas casas. «Hey tú cabra loca, baja de ahí. Que compartamos el mismo árbol no quiere decir que corramos con los gastos de tu accidente» grité. La chica se giró con un libro sobre sus manos y palideció. Era tu madre y al instante en que mis ojos la vieron nuevamente supe que jamás debía dejarla ir.
Mis ojos se nublaron y luego recordé su insulto. «Cabra loca», así solía decirme Matt.
— Por eso cuando observé a ese chico, el de alado. Supuse que quizás los finales felices si existen cariño, a pesar que la vida me haya arrebatado a mi Annie ella me entregó el más maravilloso y vivimos felices para siempre. Para mí ese no fue un final, si no un hasta pronto Alex y quizás tu historia con el chico de alado sea la continuación de la que yo y Annie no logramos terminar.
Me quedo sin palabras.
— Papá yo...
— No digas jamás que yo te culpo por lo sucedido Alex, ni mucho menos que te odio. Cada noche vengo y te observo dormir, me pregunto qué hice para tener a una hija tan bella como tú, me preguntó lo orgullosa que estaría mi Annie de ti. Me recuerdas tanto a ella...— sus ojos se nublan y no puedo creer ver al gran Adam Collins indefenso frente a mí— jamás digas que te odio Alex, porque tú y tus hermanos son el tesoro más preciado que tengo.
Me abraza y solloza en silencio. Lo estrecho contra mi cuerpo y le susurro al oído cuanto lo quiero. Luego de un par de minutos pregunto lo que tanto tiempo temí decir.
— ¿Cuánto llevas saliendo con Martha?
Se tensa por unos segundos pero cojo su mano para que se relaje.
— Yo...
—Dilo.
— No tenemos nada concreto aún pero he dejado de verla como una simple secretaria desde que llegamos aquí.
—Yo...me gustaría conocerla, si logró cautivar tu corazón y el de Ángel debe ser muy buena.
Sus ojos se abren con rareza y luego vuelve a abrazarme.
— Gracias, te aseguro que no te arrepentirás. ¿Te parece un día de campamento familiar? ¿todos juntos?— dice con demasiado entusiasmo.
— Eso me parece genial y... ¡hey! igual no es como si no la conociera, lleva siendo tu secretaria más de un año.
— Lo sé pero significa demasiado para mí que le des una oportunidad— se levanta y revuelve mi cabello radiante— hablaré con ella y reservaré una cabaña para partir este fin de semana— dice con más entusiasmo del que podría imaginar.
Sale por la puerta feliz y luego me deja con la extraña sensación de que quizás aún no es tarde para el final feliz de papá. Me tiro en mi cama y ladeo mi cabeza para enfocar mi vista en mi reloj de mesa. Marca las siete en punto y el baile no es hasta las nueve, que ridículo todo esto. Otras chicas en este preciso instante deben pensar en vestidos y tacones mientras lo único que cabe en mi cabeza son notas tormentosas en casilleros y estúpidos vecinos con ojos grises. Cierro los ojos pero no logro mantenerlos cerrados mucho tiempo porque mi puerta suena.
— Pueden pasar— grito.
La puerta se abre de un golpe y luego unos gritos la acompañan.
— ¡Sorpresa!— Kate, Lily y Martha entran con bolsas colgando de sus manos.
Me levanto perezosamente de la cama y frunzo el ceño.
— No, definitivamente no. Sé lo que planean hacer y no lo lograrán.
Kate rueda los ojos y es la primera en tomar asiento junto a mí.
— Nada de eso. Definitivamente te arrancaré los ojos si no te pruebas el vestido que te compró Martha, ¡es fabuloso!— chilla Kate.
Observo a Martha que me dedica una mirada nerviosa pero le sonrío para que se relaje.
— Gracias Martha pero en verdad que no tengo ánimos para asistir a ese baile.
Su mirada luce apenada y me entristece que haya hecho un esfuerzo para ganarse mi confianza en vano.
— Alex por favor, tienes que venir con nosotras ¡es nuestro último baile juntas!— dice apenada pero luego añade:— No permitas que nos arruinen esta noche en la que solo importas tú y tu espléndido vestido.
Me debato internamente y finalmente las miradas apenadas de todas terminan por convencerme.
— Supongo que no sería mala ide...
— ¡Esa es la perra bruta que amo!— grita Kate y Lily estalla en risas al notar la risa contenida de Martha— lo...lo siento, creo que me he emocionado demasiado...— se disculpa.
Sonrío y me pongo de pie.
— Bien, ¿qué necesito hacer?
Me observan con picardía y yo temo por mi alma.
— Primero debes darte una ducha porque pareces indigente y luego...bueno, luego te maquillaremos y por último te enseñaremos tu hermoso vestido—dice Kate orgullosa.
Ruedo los ojos, cojo una toalla y entro a la ducha. Me toma treinta minutos limpiar mi cuerpo y cabello y me tomo veinte minutos más para rasurar mis piernas. Cuando noto que están suaves y sin ningún bello al descubierto salgo del cuarto de baño. Cuando salgo Kate y Lily ya están peinadas pero aún sin vestido. Martha ha desaparecido pero deduzco que es por causa de papá.
— ¿Lista? — dice Lily probándose unos aretes dorados. Asiento mientras me pongo algo ligero.
Luego de secar mi cabello Kate me riza las puntas y me hace una extraña trenza en la parte posterior de mi cabeza. Ruedo los ojos y veo el reloj, marca las ocho y quince. Luego de su rápida sesión de cabello continúa con mi rostro. Delinea mis ojos con un lápiz marrón, luego procede a rizar mis pestañas y por último aplica mascara en mis pestañas.
Sonríe orgullosa luego de aplicar un labial en mis labios.
— Listo, estás perfecta. Ahora solo falta el vestido.
Lily sale del cuarto de baño en un vestido negro que llegaba hasta el suelo. Llevaba un cinturón a la altura de la parte baja de su busto, y un escote de corazón que la hacía lucir espléndida.
— Creo que Chad reaccionará de dos formas, la primera es que quedará helado con tan solo observarte, y la segunda es que literalmente querrá arrancarle los ojos a cada chico en ese baile para que no puedan observarte— digo sonriendo— luces espléndida, ¡me encanta!
Lily se sonroja y luego camina hasta mi armario.
— Gracias pero no asistiré al baile con Chad— saca un saco negro desde mi armario.
— ¿Cómo es eso de que no asistirás con él?— frunzo el ceño.
Se acerca a mí y me entrega el saco.
— Así es, con Kate hemos decidido que este baile será solo de chicas. Por nada en el mundo te dejaríamos sola Alex.
La observo atónita pero rápidamente mi expresión se esfuma cuando me abraza y luego Kate se le une.
— Solo...solo no te cierres a ninguna posibilidad esta noche Alex—dice Lily en mi oído y yo no comprendo el por qué de sus palabras.
— Apoyo a la pelirroja— dice Kate pero luego emite un extraño ruido— creo que el fijador de cabello me da nau...
Corre al baño y cierra la puerta de un golpe, luego solo somos capaces de oír arcadas y finalmente vómitos. Pasan un par de minutos y la puerta se abre nuevamente, Kate camina pálida hacia mi cama y se recuesta.
— Está sucediendo, sé que está sucediendo— cierra los ojos en señal de frustración pero luego los abre rápidamente—Mañana me haré el test de embarazo pero no se lo diré a Thomas, creo...creo que no sería capaz de soportar que me enviaran al carajo en mis propias narices. Si es...un bebé, no tendré problemas en salir adelante por él, con o sin la ayuda de Thomas.
—Kate...no creo que ocultarle a Thomas lo que está sucediendo sea la mejor decisión. Pero si es lo que deseas, lo respetaré.
— Bien, ahora levantémonos. Tenemos un baile al cual asistir y tú un vestido el cual lucir. Anda, ve y pruébatelo— se levanta de la cama y sonríe.
Jamás había conocido a una chica tan valiente. Hace una semana se acaba de enterar que posiblemente esté esperando un bebé, con tan solo dieciocho años de edad y aquí la ven, con una sonrisa de oreja a oreja buscando lo más positivo de esta aterradora noticia.
Sonrío y camino hacia el baño con el saco en mis brazos. Una vez que estoy dentro deslizo el pequeño cierre para revelar el vestido que causó tanta conmoción. Cuando lo tenía completamente al descubierto la tela roja resaltaba del negro saco, quito el vestido de su lugar y noto lo largo que es. Probablemente llegue bajo mis rodillas pero toda mi atención se la robó el descubierto escote que tiene en la parte trasera, abarca desde mi cuello hasta la parte alta de mi trasero.
Me meto en él y noto lo estrecho que es, la fina tela se desliza por mis muslos para finalmente quedarse ahí. Siento el helado viento deslizarse a través de mi espalda y me dan escalofríos. Una vez que me siento preparada salgo del cuarto de baño.
Kate limpia una pequeña peluza de su vestido verde y cuando dirige su mirada hacia mí golpea el cuerpo de Lily sin delicadeza.
— Definitivamente ese es tú vestido— dice Lily boquiabierta.
— Absolutamente sí— añade Kate.
Unos golpes en la puerta interrumpen nuestro monosílabo intercambio de palabras.
— Chicas están atrasadas, son las ocho con cincuenta — Martha mira a través de la habitación y luego se detiene en mi vestido— Alex, estás preciosa.
— Gracias Martha, y gracias nuevamente por el vestido — digo avergonzada.
— No es nada, te aseguro que valió la pena. Ahora bajen, John ha dicho que pueden ir en su auto.
Sale de la habitación y las chicas toman sus bolsos. Cojo el mío y luego observo mi atuendo en el espejo, el vestido se ciñe a mi cuerpo como si estuviera diseñado para él y el escote le da un toque fino y delicado.
— ¿Preparada?— pregunta Lily.
Asiento y camino a la planta baja junto a ellas. Cuando llegamos a la sala principal papá me espera con algo entre sus manos, me acerco a el curiosa y me sonríe.
— Tu madre me pidió que te lo diera cuando sea la hora de tu matrimonio pero creo que esta situación también lo a merita— no lo comprendo hasta que revela un delicado prendedor de cabello dorado. Es una rosa arqueada, en las hojas unas preciosas perlas tornasol descansan y la rosa es reemplazada por una gema rojiza resplandeciente.
Giro mi cabeza y papá la ubica a un costado de mi cabello.
— Gracias, no sabes lo importante que es para mí llevar una parte de ella esta noche.
Me da un abrazo y le imito pero su voz me desconcentra.
— Lo he invitado.— lo observo confusa— al chico de alado, sé lo importante que es para ti y lo importante que tú eres para él así que lo he invitado para que venga este fin de semana al campamento familiar. Ha dicho que ustedes pasaban por una etapa difícil pero esto les ayudará.
— Papá yo...
— ¡Alex! sabía que mamá tenía razón, su prendedor se ve hermoso en ti— dice Ángel llegando hasta mi lugar.
— Vaya, ¿y tú como lo sabías campeón?
— Pues, porque a veces charlo con ella en mis sueños y luce como un ángel Alex— termina por decir.
Deposito un beso en su frente y contengo el nudo que atraviesa mi garganta.
— Eso es hermoso Ángel, ahora deséame suerte debo irme.
Me abraza con demasiado entusiasmo y luego me observa a los ojos.
— Suerte hermanita—se acerca a mi oído y susurra— y pateale las bolas a cualquier desgraciado que intente tocarte.
— Ángel te he escuchado...— musita papá entre dientes.
— Bien es hora de irnos, ¿chicas?
— Yo manejo— se ofrece Kate.
Nos despedimos rápidamente y caminamos fuera. La brisa de noche se hace presente en mi atrevido escote y la sensación que experimenta mi cuerpo cuando estoy cerca de Matt también. Confundida observo hacia su jardín y el alma se me cae a los pies cuando mis ojos se encuentran con los suyos.
Lleva su adorable gorro gris y su ropa negra de costumbre, eso debe echar por tierra toda posibilidad de que asista al baile. Camina hacia su puerta pero no aparta los ojos de mí, Kate grita mi nombre desde el auto y yo rompo el contacto visual para luego subir.
— Por favor, acelera— digo a Kate una vez arriba e ignoro los profundos ojos grises que parecen atravesar el ventanal hasta mí.
Nota de autoras:
He regresado y con muchas cosas en mi cabeza. ¿Qué les pareció el capítulo? ¿qué creen que sucederá? ¿llevará Matt a Rose al Baile? ¡dejen sus predicciones en los comentarios!
ღDomiღ
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