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Capítulo 40: Eres mi ancla.

alex's pov.

Por suerte Matt no notó lo que había sucedido, o quizás sí lo hizo pero no lo demostró, solo se molestó en dejar en claro que aún seguía enfadado. Caminamos hacia la gran mesa para sentarnos. Llevé las ensaladas de patatas mientras Grace le servía un ostentoso plato de carne a Harold, el abuelo de Matt.

Harold resultó ser un adorable hombre con una calvicie reluciente y un excelente agente de negocios a la hora de promocionar sus vinos. Tomé asiento junto a Matt que aún se encontraba molesto por nuestra pequeña discusión y me serví una gran porción de ensalada de patatas.

La comida continuó en torno a los nuevos terrenos que había adquirido Harold y de lo favorable que sería para su empresa. Anunció que el verano que viene se iban de vacaciones a Seattle y por supuesto me invitaron a ir con ellos pero exactamente así como evoluciona mi relación con Matt, cada vez parece acercarse más al fracaso. Terminé mi plato de patatas sin notarlo y presté mayor atención a la conversación en cuanto fue dirigida a Matt.

— ¿Has pensado en lo de Seattle? créeme te pagaré más que cualquier otro de por acá— el abuelo de Matt sonrió orgulloso de su propuesta mientras yo no comprendía bien lo que decían.

¿Seattle?

— No lo sé, lo más probable es que acepte tu propuesta— Matt tomó de su vaso de agua y añadió:—No me vendría mal una nueva vida en Seattle.

¿Una nueva vida en Seattle? una patata se deslizó con más lentitud de lo normal en mi garganta y me vi obligada a tomar de mi vaso de agua. Grace notó mi malestar y me dedicó una mirada de comprensión.

La cena continuó con conversaciones sin sentido—o al menos así lo era para mí— mi mente solo divagaba en lo decidido que sonó Matt al pronunciar ''no me vendría mal una nueva vida en Seattle'' acaso...¿acaso no le ve futuro a...lo nuestro? trago el nudo que atraviesa mi garganta y me levanto de la mesa preguntando dónde se encuentra el cuarto de baño. Ignoro los murmullos de Matt indicándome que permanezca en la mesa y me pongo de pie. Afortunadamente solo debo subir las escaleras y entrar a la última puerta de un gigantesco pasillo.

Mientras más lejos esté de aquella mesa, mejor.

Entro sin cerrar la puerta. Abro el grifo y dejo que mis manos se mojen por completo para luego pasarlas por mi cuello, observo mi rostro pálido en el espléndido espejo y doy un suspiro. Estoy en esta gigantesca cabaña con un chico del que prácticamente no sé nada, ni siquiera sé que se iría a Seattle en un par de meses más. Que irónico todo esto.

Giro la perilla y salgo de allí. Camino por el largo pasillo y me entra la curiosidad de qué habrá dentro de estas habitaciones. ¿Será que alguna de aquellas sea la de Matt? al menos entrar a una de ellas no me pondría en más aprietos de los que me encuentro ahora. Lo he decidido, a penas me deje en casa terminaré esto para siempre. Estoy harta de no saber absolutamente nada de él, estoy harta de que me oculte cosas todo el tiempo como si no me importaran en lo absoluto.

Mi mente divaga entre los recuerdos del día de hoy y las palabras de Lindsey vienen a mí. ¿será que Matt me mintió y ella tiene razón? oculto aquella pregunta en el baúl más recóndito de mi mente con la esperanza de olvidarlo y así pensar que no es cierto.

Me concentro nuevamente en mi revisión de habitaciones. Abro la primera puerta y me encuentro con una habitación apagada, a la vista resalta que es una habitación para visitas. Salgo y entro a otra, sucede lo mismo que con la anterior. Así permanezco dos habitaciones más. Al parecer no he tenido suerte.

Comienzo a bajar las escaleras cuando diviso otro pasillo, camino hacia él y noto que una puerta se encuentra al final, junto a ella un ventanal da hacia el gigantesco bosque.

Me introduzco en ella y un destello de luz atraviesa mis ojos. Un ventanal largo en medio de dos libreros me da la bienvenida, sonrío al notar que solo reposa un libro y es orgullo y prejuicio, sin duda debe ser la habitación de Matt. Cierro la puerta tras de mí y me acercó a coger el pequeño libro entre mis dedos. Al abrirlo noto que las páginas van dando color, en primera instancia pienso que es una nueva edición pero luego al detenerme fijamente a observarlo noto que está subrayado.

Decido guardarlo para luego pedírselo y averiguar qué es con exactitud lo que dice, ya que me he ausentado demasiado ''en el cuarto de baño'' y me temo que Matt ya debe estar ideando un plan de rescate.

Camino hacia la puerta cuando algo me detiene. Un adorable caballito negro reposa en la mesa de noche que está en el otro extremo de la cama matrimonial. Me aproximo hasta a él y mis dedos tocan la madera antigua, al menos debe tener algunos años porque a simple vista se puede notar que no es nuevo. Observo sus ojos y su tosco cuerpo e inmediatamente me recuerda a Marcus.

La puerta se abre, doy un ligero salto y el caballo que tengo en mis manos cae al suelo. Luego, solo puedo oír su voz a mis espaldas.

—¿Se puede saber por qué estás aquí?

Me giro y noto que pasa su mano por su cabello irritado.

— Yo...acabo de salir del baño y— observa el suelo y yo no lo comprendo—me llamó la aten...

me cortó al instante.

— Joder, ¿quién te autorizó a tomar eso Alex?— mi lengua se traba y observo al caballo que está a mis pies y luego a él— ¡¿siempre eres así de molesta?! ¿acaso tu estúpida madre no te enseñó que no se debe tomar lo que no es tuyo?

Se acerca a mí y toma el pequeño caballo que hace segundos reposaba sobre el suelo. Se aleja y lo guarda en un baúl que se encuentra a los pies de la cama y solo ahí puedo notar que me encontraba conteniendo la respiración a tal punto de ahogarme sin ella e incluso solo es ahí cuando puedo procesar las duras palabras que salieron de su boca...

— ¿se puede saber qué demonios te sucede!—articulo abatida.

— ¿perdón? ¡qué demonios a ti te sucede!

— Pues a mí nada, ¡eres tú el que se comporta como un imbécil todo el tiempo! ¿y mi madre? ¿me preguntas por mi madre? ¡como si no supieras que está muerta Matt, muerta!

La ira y angustia invade mi cuerpo y solo soy capaz de salir disparada por la puerta para volver a cenar pero su mano tira de mi muñeca y me veo obligada a observar esos crueles ojos grises que perdieron su total oscuridad.

— Lo...lo lamento— observa el suelo avergonzado y yo contengo las ganas de abofetearlo.

— ¿y por qué debería hacerlo? sé que lo que acabas de decir lo has dicho a propósito.

— Lo sé Alex, sé que soy un jodido idiota la mayor parte del tiempo y sé que digo cosas sin analizarlas antes pero es que... joder me vuelves loco, jamás nadie me ha contradecido, nunca en mi vida y luego llegas tú... con tu opuesto carácter y tu jodida hermosura y tus comentarios inteligentes y yo... no sé como reaccionar.

Le golpeo el hombro con mi puño y hace una mueca aunque sé que no le provoco dolor alguno. ¿Cómo puede tener tal facilidad de cambiar mi estado de ánimo en segundos? odio que diga cosas hirientes y luego se excuse con sus retorcidos discursos.

— Te odio— le digo.

— Yo te odio más— responde.

— Yo mucho más, a tal punto de querer golpear tu nariz cada segundo de cada minuto del día.

Sonríe y me acorrala contra la pared.

— Guau. Esos sí que son muchos jodidos segundos. Y yo debo admitir que no me gustas Alex.

Lo observo incrédula aunque por su macabra sonrisa sé que está jugando.

— No me gustas Alex. No me gustas de las jodidas maneras que los adolescentes quieren a sus novias. No me enloqueces cada vez que te veo caminar, ni mucho menos cuando sonríes junto a mí. No me gusta que tu cabello tenga ese exquisito olor a fresas, no me gusta el aroma que toma tu piel cuando se mezcla con la mía— toma mi cintura y me levanta hasta quedar frente a frente—Joder, vaya que no me gustas Alex. Me fascinas.

Su aliento a menta fresca resulta como una brisa de invierno y sin percatarme me saca de mi trance.

— ¡Debes dejar de hacer...eso!

Elevó una ceja.

—El qué Alex.

—Lucir como un imbécil y luego decir cosas...lindas.

Ocultó su cabeza en el hueco de mi cuello y comenzó a reír.

—Eres la única chica que le dice imbécil y luego lindo a su chico en la misma oración y sigue luciendo adorable.

Lo aparté y golpee su hombro nuevamente. Esta vez sí se quejó.

—¿Y eso a qué ha venido?

—¡porque sigues haciéndolo!—crucé mis brazos y añadí:—además no creas que he olvidado todos los misterios que alberga superlodoman.

Su sonrisa se ensancha luciendo Sus ridículos hoyuelos— ¿superlodoman?

Imito su sonrisa— sí ya sabes, por el lodo en tu trasero y...bueno, no me cambies de tema necesito respuestas Matt, no sé nada de ti ni siquiera tenia el conocimiento de que te mudarás a Seattle.

Sus ojos cambian.

— ¿Por eso te has levantado de la mesa?—guardo silencio y me limito a observar el suelo— Alex, no planeo ir a vivir a Seattle aunque bueno, hace un tiempo sí tenía pensado hacerlo pero esta noche solo lo he dicho para fastidiarte. Estaba muy enfadado por como me gritaste afuera y...

Se calla. Luce avergonzado por su confesión mientras yo lo observo indignada.

—Lo sé, la he cagado aunque...podríamos analizar lo de Seattle— da un paso hacia mí y coge mi rostro entre sus manos— piénsalo, tú y yo juntos, nada de reglas ni padres roba novias, una cama, muchas cosas por hacer en ella...— se acerca a mi oído y añade:— y no solo me refiero a dormir.

No sé si es porque dijo explícita mente que desea acostarse conmigo o el hecho de que me haya llamado su novia en más de dos ocasiones pero mejillas se encienden con furor y agradezco internamente que Grace toque la puerta interrumpiendo nuestra incómoda conversación.

— El postre está servido.

Observa como me aparto de forma abrupta de su cuerpo y sonríe discretamente para luego dejarnos solos en la gigantesca habitación que cada vez parece hacerse más pequeña. Matt pasa por mi lado y muerde su labio.

—Será mejor que bajemos o de otro modo tendré que comerme mi postre en la habitación y...creo que no tengo mayor problema. Me apetece una dulce chica llamada Alex Collins.

Observo como su cuerpo se contonea hacia las escaleras mientras mis pies no se despegan del suelo. ¿Cómo he logrado pasar de esta extraña etapa de amor y odio hacia Matt? y lo peor ¿podré soportar los oscuros secretos que me oculta? porque está claro que necesito respuestas pero no sé si él será capaz de dármelas de la forma en que yo las deseo. ¿Estará dispuesto a compartir un pedazo de lo que le aterra conmigo? ¿o las palabras de Grace simplemente fueron equívocas?

Demasiadas preguntas para tan pocas respuestas...

(...)

El postre resultó igual a un Matt cubierto de crema y helado. Grace fue una gran aliada al momento de la guerra. Tomé una servilleta y comencé a limpiar los restos de crema que tenía en mi camiseta.

—¿Cariño, dormirán aquí?—Grace dirige sus ojos hacia Matt que luego me observa a mí.

—Yo...yo no avisé.

Matt se acerca, toma mi cintura y me susurra al oído— quédate conmigo Alex, solo por esta noche. Prometo que antes de que se haga tarde te iré a dejar.

Me debato internamente y debo admitir que la mirada orgullosa de Grace no ayuda para nada.

—llamaré a papá— digo finalmente.

Camino hacia la sala y marco el número de papá. Cinco minutos después él cree que estoy junto a Marie porque aún no comprendía bien cálculo y que no llegaría hasta la mañana. Una gota de culpabilidad me invade al mentirle pero la ignoro. Camino de vuelta hacia la cocina y sonrío.

— Creo que... me quedaré.

Matt sonríe como nunca antes y se acerca a mí para luego observar a Grace.

— Adiós Graciela, iré a preparar la habitación de Alex, ¿nos vemos mañana por la tarde?— ella asiente y se acerca para depositar un beso en ambas mejillas.

—Un momento...no comprendo, ¿mañana por la tarde? ¿Grace no dormirá aquí?

Ella niega con la cabeza.

—no cariño, mañana a primera hora debo estar en casa porque vienen unos fumigadores. Me temo que tendrán la casa para ambos solos— me sonríe para luego darme un abrazo— cuídate cielo y...piensa en lo que hablamos. Muchísimas gracias por venir— susurra para que Matt no escuche.

La acompañamos fuera en donde Harold estaciona su monstruosa camioneta, se despide con un estrecho abrazo y susurra lo mismo que su mujer en mi oído. De pronto siento que cargo un gran peso sobre mis hombros, jamás pensé que podría ser...tan importante para la vida de Matt. Jamás pensé que yo lo haría cambiar, claramente no es notorio a mis ojos ya que constantemente me ha demostrado que es un idiota la mayor parte del tiempo pero, supongo que si ellos lo dicen es porque debe ser cierto.

O al menos eso prefiero creer.

Una gota cae sobre mi rostro y es ahí cuando noto que comienza a lloviznar. Observo como Grace y el señor Dawson se pierden tras el gigantesco portón cuando siento las cálidas manos de Matt abrazar mi cuerpo.

—Vamos dentro Alex, vas a coger un resfriado.

Evito sonreír ante su adorable acto y me limito entrar a la casa.

(...)

Dos horas más tarde me encuentro duchada y con olor a jazmín. Sonrío al recordar la cantidad de halagos que utilizó Matt para que lo dejara ingresar conmigo a la ducha y sin embargo fueron fallidos. Se sienta a los pies de la cama para ponerse a duras penas un pantalón de pijama. Sonrío al escuchar como regaña con lo áspera que es la tela.

— Odio estas chorradas...¿quién fue el imbécil que inventó los pantalones de algodón? ¿es que acaso se resigna a aceptar como Dios nos envió al mundo?

Se gira hacia mí en el momento en que comienzo a reír.

—Créeme que no pongo en duda que serías el primero en cumplir al pie de la letra esa petición.

Eleva una ceja y se acerca.

— ¿Ah sí? ¿te gustaría observar como Dios me trajo al mundo Alex? te aseguro que te sentirás como en el jodido paraíso...

¿que...qué?

— No...yo no...

y fui interrumpida por una estruendosa canción de rock proveniente del móvil de Matt. Rodó los ojos y atendió la llamada.

— qué quieres Mike...no, ya te he dicho que no pienso ir a esa mierda...no me interesa...envíale saludos, adiós— y cortó.

— ¿Proseguimos?— su tono era juguetón pero no lo suficiente como para olvidar su llamada.

— ¿Quién era?

Rodó los ojos y sé que le costó nombrar a aquel chico que lo ayudó para vengarse de mí.

— Mike—respondió entre dientes.

— Ah...¿y qué quería?

— Joder...y comenzó la super ronda de preguntas, qué divertido— ironizó. Lo fulminé con la mirada obligándolo a responder— me preguntaba si iba asistir al baile trimestral.

— Ah...— me limité a responder.

— Y por supuesto le dije que no—añadió— esas chorradas no van conmigo, es estúpido y...denigrante. Todas las estúpidas chicas anhelan asistir a ese horrendo baile y lo que no notan es que es evidente que andan desesperadas porque alguien las lleve.

Ignoré su ofensivo comentario.

— Bueno y qué si ellas quisieran asistir. No es asunto tuyo Matt...

Me observó y comenzó a reír.

— ¡qué va! si solo les hace falta el letrero con su tarifa.

Un impulso de rabia salió expulsado de mí.

— ¡pero y a ti qué te ocurre! dime, ¿si yo quisiera asistir a ese estúpido baile como tú lo mencionas, también pensarías así?

— Joder, hoy estás de lo más irritante...¿y tú qué le ves a ese baile?

—Pues nada, pero no me parece mala idea asistir.

— Entonces tendrás que pedirle a otro chico que te acompañe porque yo no iré.

Me quedo observándolo y me entran ganas de golpearlo. Es increíble lo distinto que luce a como se ha comportado durante el día, pero ¡qué va! es Matt no debería sorprenderme.

— Eres un idiota, si estuviera Logan quizás sería distinto, lástima que no está.

Su rostro enrojecido solo corroboraba que mis palabras surgieron efecto.

— ¡Como me vuelvas a comparar con ese imbécil...!

—¡¿Qué Matt, qué va a suceder?!

Cerró los ojos y me dio la espalda.

—Adiós, si me quedo un segundo más en esta habitación me temo que tendrías que irte caminando de regreso a tu casa o quién sabe, sucedería algo peor.

Y sin decir más cerró la puerta tras él, abandonándome en la gigantesca habitación. Imbécil.

(...)

El caballito de un adorable niño de cuatro años invadía mis sueños cuando me vi interrumpida por unos gemidos.

— ¡No, por favor no!— me senté sobre la cama e intenté averiguar de donde provenían los gritos— ¡déjala en paz!— se oían lejos, fuera de la casa—¡no le hagas daño a ella no...!— me puse de pie y observé la luz del granero encendida. Matt...

Corrí escaleras abajo y cuando salí de la casa observé a Matt sobre Marcus. Galopeaba como si su vida dependiera de ello. Su frente estaba con una delgada capa de sudor y su cabello estaba completamente mojado. Intenté gritarle pero no me oía, estaba complemente absorto en lo que sea que haya revivido en aquel sueño. Ocupe lo último que me quedaba de fuerzas en gritar su nombre pero no me oyó y lo vi perderse entre el bosque.

Caminé dentro de la casa y subí a su habitación. Me acurruqué en su gigantesca cama y lágrimas comenzaron a rodar por mis mejillas sin poder evitarlo. ¿Qué es lo que me oculta? ¿por qué no se atreve a decírmelo? ¿podremos superar nuestros pasados? ¿volveré a estar con él luego de que lo sepa? miles de preguntas invadían mi cabeza provocando que me diera jaqueca pero solo una lograba repetirse constantemente antes de dormir con un pequeño niño de ojos grises.

¿Dos almas rotas y frágiles podrían amarse?

El sueño cada vez se volvía más horrible y yo solo deseaba averiguar un poco más, hasta que sentí su calor. El cálido cosquilleo que me provoca su cercanía estaba de nuevo, junto a mí. Abrí los ojos medio desorientada y lo contemplé; despeinado, sin camiseta y aferrado a mi cintura como si esta fuera un tubo que lo salvara de caer al abismo. Me separé un poco de él y llevé mi mano a uno de sus tatuajes, dos alas; una en cada costado de su espalda pero que sobrepasan hasta el límite de sus brazos. Tracé suaves círculos y el me observó.

— Te desperté, lo...lo siento— se disculpó.

— No te preocupes, quería saber como...estabas, te oí gritando y bueno...yo te fui a ver pero no me oías y...

me detuvo.

— ¿Tú me fuiste a...buscar?—asentí lentamente no comprendiendo— ¿por qué lo hiciste? es decir...yo te traté muy mal y tú aún así fuiste en mi busca...no lo comprendo...

— Porque me preocupo por ti, me preocupas Matt...

Se puso de espaldas y cerró los ojos exhalando aire.

— He pensado en nuestras últimas discusiones Alex y... bueno al grano, pregúntame lo que desees. Esta noche estoy dispuesto a entregarte más de lo que cualquier otra chica sabrá jamás.

Me quedo paralizada. Matt está dispuesto a que yo conozca mucho más de él. Al fin, luego de tanto está dispuesto a entregarme un pedazo de él.

—Sí te cuesta demasiado podría esperar a que estuvieras listo— dije pero negó con la cabeza— bien...¿qué significan tus...tatuajes?

Sé que es estúpido que pregunte por sus tatuajes en vez de por sus pesadillas pero siento que no está preparado para decírmelo, y bueno...lo comprendo, yo tampoco estoy preparada para contarle mis más profundos secretos.

Matt toma mi mano se acuesta boca abajo y la lleva al tatuaje en forma de alas que lleva en su espalda. Es más grande de lo que imaginé, pero de una forma magnífica.

— Bueno, todos me los hice a los dieciséis. Éste Alex me lo hice por una razón en específico—dijo tocando las destrozadas alas con mis dedos— las alas simbolizan la libertad, porque algún día deseo ser libre de todo lo que rodea en mi cabeza.

Iba a decir algo pero me hizo callar y continuó con su explicación, ahora llevando mi mano hacia su antebrazo. Un infinito se posó bajo mis dedos con la palabra amor y odio en sus orificios.

— Éste simboliza mi lucha interna Alex, aunque no creas hay una parte buena dentro de mí pero también hay una parte oscura y repulsiva. Ambas partes llevan una lucha constante en la que, la mayoría de las veces gana el mal y temo porque mi fin también así sea— lo observó incrédula mientras me enseña su tercer tatuaje este es una gigantesca ancla en su otro antebrazo — Y este último Alex, significa salvación— sonrió— tú me recuerdas a éste ¿sabes? eres lo más parecido a la salvación que tengo, eres mi ancla.

Y dicho eso lo estreché en mis brazos, deseando poder estar así para siempre.

Nota de autora:

Mi corazón explota de ternura </3 ¡demasiaaaaaaado sin leernos! lamento que así sea pero en verdad que mi liceo no respeta los días de descanso, mañana tengo un examen y decidí no estudiar por subir este capítulo ¡merezco un premio jesús! </3

Espero que lo hayan disfrutado, y en especial que hayan conocido un poco más de Matt. Espero no haberlas defraudado con éste capítulo, las quiamoღ

ღdomiღ























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