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Capítulo 24.






Conocía a Troy. Seguramente se encontraba delante de su enorme televisor jugando a uno de los videojuegos que tanto le gustaba, y más cuando era su abuelo quien se los regalaba. Estaba ignorando mi llamada. Imaginé durante unos segundos que el chico giró el cuello y se encontró con la pantalla de su teléfono móvil iluminando parte de la mesa de su escritorio; de sus labios aparecería una amplia sonrisa y después volvería a mirar esos juegos de guerra. Seguí insistiendo. Él me mandó un mensaje, quería hablar conmigo.

Débora fue la última persona que vi en ese día tan perfecto. La única manera de olvidarme de su orgullosa sonrisa (con pequeñas arrugas que se marcaban) era hablar con alguien. Ethan no estaba; Daniel tampoco; Ginger estaba con Byron; y Effie...ella estaría viendo una película con mi padre (¡sí!, eso quería pensar yo). Así que el único que me quedaba, el único que parecía que se acordaba de mí en los momentos que más necesitaba un hombro para llorar (de la forma más dramática) ahí estaba Troy.

El mismo Troy que empezó a ignorarme de nuevo.

- ¡Menudo imbécil! -Grité al escuchar el contestador de voz.

- ¿Freya?

No, no era el contestador.

-T-Troy...

-El mismo. Más bien -rió-, tú también sabes quién soy. ¿Qué quieres? Sábado por la noche. ¿No te has replanteado la idea de que esté ocupado...?

Le corté antes de que siguiera haciéndose el interesante.

-Me has llamado tú.

-Exacto.

Menuda conversación que estábamos teniendo.

- ¿Entonces?

- ¿Qué? -Preguntó, pasando el teléfono móvil de una oreja a otra. El sonido del piercing que llevaba se escuchaba por el duro roce.

- ¡¿Qué quieres?!

Estallé.

-Nada.

Apreté la mandíbula.

Troy llevaba dos días enviándome mensajes de texto cargados de ironía. Entre líneas se podía leer que se quería poner en contacto conmigo. El año pasado (como adolescente que era) hubiera corrido hasta su casa con pijama incluido. Ahora, la nueva Freya (esa que estaba madurando poco a poco), estaba sentada en el sofá sin soltar un grito desesperado y lleno de excitación por hablar con ese chico tan guapo.

¿Guapo?

Tenía su puntito...

« ¡Freyaaaaa

«Qué sí.» -Me dije yo misma. «Ethan

«Exacto

-No es un buen momento -me toqué la frente y dejé descansar la cabeza. - ¡Así que por favor, habla!

Calló.

Él nunca cambiaba.

O nunca llegué a conocerlo bien.

- ¿Cómo lleva tu novio que te veas conmigo? No me refiero a las clases de baile...más bien a que nos veamos como compañeros de química -el sonido de fondo (esos disparos que eran aterradores) se silenció. -Tu gran trabajo ha terminado siendo un fastidio. Vamos, que tenemos que volver a repetir el proyecto.

Algo así me dijo por mensaje.

- ¿Qué hay que hacer?

-Hacerlo de nuevo.

-Y, ¿qué gano con eso?

A una parte de mí le daba igual la nota final de química. Otra, esa parte oscura que todos teníamos, brincaba por escuchar "-La universidad!". Sí, porque como los demás, yo también quería ir a la universidad.

-Aprobar la asignatura. ¡Con un solo trabajo para clase!

Gritó tan fuerte, que aparté el teléfono de mi oído.

- ¿Para cuándo?

-La semana que viene tiene que estar en su mesa. He pensado...

Sus ideas me daban miedo.

Pero siguió hablando.

-...que después de tus clases de baile, podríamos ir a mi casa a estudiar.

La última vez su mano voló muy lejos. Recorrió desesperadamente mi cuerpo. Parecía un animal en celo (o estaba exagerando un poco. Ya ni me acordaba). Por suerte Ethan llegó a tiempo. Aunque yo misma me podía defender perfectamente.

Por mi cabeza había una larga lista de cosas para hacer antes de ir al baile.

1- Ethan tenía que conseguir un trabajo mejor.

2- Conocer a la madre de mi novio.

3- Aprender el nivel básico de ser una stripper.

4- No morir en el intento de subirme o dar vueltas alrededor de una barra.

5- Probar el nueve crece tetas.

6- Aprobar mi último curso.

7- Y pasar la noche del baile junto a Ethan Evans.

Al menos esperaba tachar unas cuantas.

-En tu casa no- Troy refunfuñó. -En la mía.

-Tu novio no parece...

-En la casa de mi padre. Ethan no tiene que saber que estoy estudiando contigo -me estiré en el sofá. -Se lo contaré cuando acabe todo. ¿De acuerdo?

- ¿Cómo comprarás mi silencio?

¡Capullo!

- ¡Con química!

-No -dijo entre risas. - Irás conmigo al baile, ¿recuerdas? -Por supuesto que no. El día de baile...el día del baile quería estar con Ethan. -No acepto un no. Sí y punto. Nos vemos el lunes en clase, diosa del amor.

Finalizó la llamada de esa manera que nunca esperaría por su parte. ¿Diosa del amor? Solo esperaba que lo dijera por la descripción de mi nombre.

Pero algo tenía que admitir. Cuando Troy colgó el teléfono...me sentí sola. Las palabras de Débora volvieron a mi cabeza. Ethan no podría haber dejado su trabajo por mi culpa. Cogí el abrigo que colgaba en una de las sillas del comedor, y salí de casa sin mirar lo tarde que era. Una vez en el pasillo, me encontré a Effie, que salía de casa de mi padre con una amplia sonrisa.

«No preguntes

-Buenas noches, ¿qué tal?

«Mamá y sus manías de hacerme algo educada con los demás

- ¡Freya! - Dio un brinco y pasó sus brazos alrededor de mi cuello. Sus labios estaban muy cerca de mi oído. Eso solo significaba algo; Iba a quedarme sorda. - Estoy muy bien. Feliz. Contenta. ¡Orgullosa de todo! La comida ha salido genial. El patito sigue haciendo cuac, cuac. Tu padre...

Calló.

Agrandó sus ojos y me miró con un sonrojo en las mejillas.

-...está descansando. Llevaba días sin verlo tan feliz - se colgó el enorme bolso que siempre llevaba junto a ella. - Tú eres su felicidad - tocó graciosa mi nariz- y la de alguien más.

¿Hablaba de Ethan?

¡Ethan!

Quería ir a Poom's.

-Effie -ella era la única que me podía llevar- ¿tienes algo que hacer? - Sacudió con la cabeza. - ¿Recuerdas el día que te llevé a Poom's? Llévame allí, por favor.

No dijo nada más. Aferró sus dedos alrededor de mi muñeca, y tiró de mí.

Agradecí que Effie se mantuviera en silencio. Podría haber preguntado el por qué estábamos allí. Apretó los labios, y con una sonrisa, se acercó hasta el chico que cobraba la entrada de Poom's. Al parecer, esa chica que intenté odiar, era una buena amiga que me estaba ayudando. Me llamó cuando la puerta quedó abierta, y seguí sus pasos en busca de Ethan.

El local estaba tan lleno como siempre. Un numeroso grupo de mujeres gritaban cerca de la pista donde un chico de cabello rosado bailaba alrededor de una silla (la silla estaba ocupada por una mujer que llevaba una diadema con penes de peluche que se movían de un lado a otro). Los camareros paseaban por las mesas con un simple delantal, ya que estaban desnudos con el culo al aire y su perfecto pecho duro.

Donde habían más mujeres (y fue algo que me sorprendió) era cerca de la barra. Era algo que no se llegaba a comprender, ya que los camareros servían para que ellas no se levantaran de sus cómodos asientos.

Un chico moreno, de enormes ojos azules, paseó de pie por la larga barra. Movía entre sus fuertes manos dos botellas de vodka, y con una amplia sonrisa bajó su cuerpo, quedando bien cerca de una mujer que no dejaba de gritar. Él, que solo dejaba desnudo su pecho, le guiñó un ojo y mojó los labios de la mujer con un poco de alcohol.

Débora tenía razón.

Ethan era el camarero.

La risa nerviosa de Effie hizo que girara la cabeza.

-Te quiere -dijo. -Tú tenías razón. Ethan mantenía una doble vida. ¿A quién se lo confesó? A ti. Estuvo años conmigo; Llegaba a clase cansado porque no dormía; se quedaba horas y horas descansando a mi lado porque no quería volver al lugar donde trabajaba -vi en sus ojos algo de dolor. -Está, y estará locamente enamorado de ti.

Y en ningún momento dije que no me sentía querida por él.

Pero me dolía que Ethan tuviera que ocultarme algo como eso. Cambió por completo. Por mi culpa.

Se bajó de la barra después de servir a todas las mujeres. Les dio la espalda y se quedó cruzado de brazos. En sus labios no estaba esa sonrisa que siempre lo acompañaba cuando trabajaba en Poom's. No. Más bien parecía preocupado; incomodo.

- ¿Podemos volver? -Effie asintió con la cabeza. -Gracias.

-Freya -me detuvo cerca de la puerta-, eres agraciada al conocer el verdadero amor.

No la entendí.

Ella, por una parte, también.

-Pero tú...

-Tu padre es un gran hombre. Pero no creo que yo sea la mujer que quiere en su vida -cerró los ojos. El dolor que sintió no fue por ver a Ethan de Stripper. Ella lo quería, pero como un amigo. Más bien era por mi padre. - ¡Vámonos!

Le devolví la sonrisa.

Los buenos días de Daniel eran increíbles. Cada mañana, sobre todo los fines de semana, nos abría la puerta y se ponía a cantar mientras que nos enseñaba lo que acababa de preparar para desayunar. Esa mañana, Ethan prefirió quedarse en la cama. Estaba cansado, así que decidió dormir unas cuantas horas más.

Me levanté y seguí los pasos de Daniel. Por suerte pasó la noche solo, cosa que facilitaba que habláramos como buenos amigos.

Se bebió una taza de café, y golpeó la mesa al terminar. Al darse la vuelta aproveché para coger un folio y un bolígrafo para escribir algo. Tenía cosas que hacer.

Doblé el papel, dejando que el nombre de Ethan era lo único que se podía ver.

PARA ETHAN.


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