Capítulo 16.
De un empujón Ethan apartó a Troy de mi lado. Por unos instantes temí que ese chico terminara arrancándome la camiseta. Respiré con tranquilidad al notar que mi novio estaba calmado porque tenía a mi compañero de química bien lejos.
Me equivoqué.
Una de sus manos quedó alrededor del cuello del chico. Troy lo desafiaba con la mirada, así que todo era más complicado: Una guerra que estallaría en cualquier momento.
— ¿Cómo —golpeó su mejilla con la mano bien abierta —qué se quite —otra vez—la camiseta? —Ethan siguió marcando la mejilla. —Responde.
Lo zarandeó.
El otro entrecerró los ojos, y con una risa que me llegó a poner de los nervios, respondió:
—No iba a dejar que se marchara de mi habitación mojada.
Ethan apretó los dientes.
Estiró el brazo hacia atrás, cerrando el puño....Y entonces:
—Veo que has encontrado a Troy —era su madre. Ethan soltó a su hijo y adentró las manos en sus bolsillos.
Sonrió.
—Sí. Muchas gracias por su amabilidad —dijo disimuladamente dándole otro empujón a Troy, y se plantó delante de mí. —Nosotros ya nos vamos. Que pase una buena noche, señora.
La mujer soltó una risa. Nos vio bajar las escaleras de su casa, pero sus ojos no se desviaban de esa fuerte espalda del chico que agredió a su hijo.
—Podía haberme defendido yo sola —aclaré.
Era inútil hablar con Ethan, y más cuando estaba tan nervioso. Apretó sus dedos alrededor de mi mano, tirando de mi cuerpo obligándome a que aceleráramos los pasos.
Suspiré.
No podía dejar de ver nuestros dedos unidos.
—Es la primera vez que vamos cogidos de la mano —lo dije en tono bajo, pero él me escuchó. —A Troy no le gusto.
Se detuvo.
—Claro que sí —se rascó la nuca. —Pero tú estás ciega, Freya. He tenido su edad —rió nervioso. —Ese imbécil ha conseguido mojarte para desnudarte.
De repente, antes de cruzar la estrecha carretera donde nos detuvimos, la mano de Ethan soltó la mía, algo que me llegó a sorprender. Alzó los brazos, y sus dedos (esos mismos que apretaron los míos durante un buen rato) tocaron su oscuro cabello. Parecía nervioso...pero no le di mucha importancia. Sabía que él, un chico más maduro que yo y los de mi entorno, entendería que lo que había pasado con Troy era una estupidez.
Solo con pensar en las sonrojadas mejillas de Troy...podía estar horas riéndome sin parar. A Ethan se le fue un poco la mano.
Miré esos enormes ojos claros que parecían más oscuros de lo normal.
— ¿Sucede algo?
Relajó sus hombros, y me dio un vistazo rápido.
Su sonrisa fingida me preocupó.
—Pensaba.
— ¿En qué? —Pregunté una vez más.
Ethan decidió quedar delante de mí. Descansó sus manos sobre mis hombros, y se inclinó hacia delante para hablarme con más tranquilidad y seguridad. Mis dedos intentaron arropar los suyos, pero él se movió inquieto, acercándose un poco más a mi cuello para huir del contacto de mi piel.
— ¿Qué sería de ti con alguien de tu edad?
Enarqué una ceja.
No lo entendí.
—Ethan...
—Eso es en lo que estaba pensando —el semáforo volvió a cambiar, dejándonos atrapados al otro lado de la calle donde vivíamos. —Me siento inútil, Freya. Es como si no pudiese darte nada más, salvo disgustos. Suena un poco ridículo, pero es la verdad —mi rostro lo decía todo; no lo estaba entendiendo. —He llegado a un punto en el que la diversión ha dejado se der interesante para mí. Ocultando lo que hago a los demás; Mentir a mi propia madre; Enloquecerme por imaginar que tú estarías mejor con un chico más j...
Eso era una excusa.
— ¿Quieres dejar el trabajo?
Asintió con la cabeza.
—Entonces hazlo —lo animé.
Sus ojos se cerraron un instante.
—No es fácil. No lo es.
Apretó sus dedos en mis hombros, pero no sentí una pizca de dolor.
—Pero...
— ¡No! —Me sobresalté ante el grito. —Tú no me entiendes. Es fácil decirlo. Lo complicado es hacerlo.
Ethan bajó sus manos, y cogió la mía para tirar de mí. Zanjó la conversación, entonces me tuve que limitar a dejarlo con sus confusas ideas.
Siempre apoyaría sus decisiones...pero él siempre me recordaría que nunca comprendería que era estar en sus zapatos.
Al llegar a "casa" aproveché la mínima oportunidad y me colé en la habitación de Daniel. Se encontraba tumbado sobre su cama, roncando y aferrado a un vaso lleno de alguna de sus cremas caseras. Quedé sentada, y zarandeé su hombro.
—Daniel.
No dejaba de sonreír.
—Daniel.
Cogí la pequeña botellita que había al lado del teléfono móvil.
— ¡Jode...! ¿Freya?
Miró el reloj.
—Tenemos que hablar.
Se sentó sobre la cama.
—Necesito dormir antes de ir al trabajo. ¡No puedo llegar con ojeras...!
—Quiero ser como Ethan.
— ¿Qué?
—Muéstrame ese mundo, Daniel —apreté los labios. —Conviérteme en stripper.
Él puso los ojos en blanco ante la barbaridad que había soltado.
Iba a ser un gran reto...
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro