Capítulo 7
Ya las vacaciones de ese verano estaban por terminar y el retorno a clases se aproximaba.
El padre de Sofía, le regaló un viaja a Aruba para ella y algún amigo, pero Triny y Hernán ya estaba de vacaciones en algún destino exótico. En cuanto a Jorge, cuando se lo propuso, comenzó a reír. Es por eso que Sofía, no aceptó el regalo, puesto que viajar sola era muy aburrido.
— ¿Qué quieres decirme con esto? ¿Acaso encuentras que huelo mal? — Jorge actuaba de forma molesta, pero contenía la risa.
Los amigos mantenían una videollamada, puesto que ese día, era el cumpleaños de Jorge.
— No seas tarado. Es un perfume muy fino, del más exclusivo zorrillo.
Jorge lo comienza a probar y perfumada su cuello.
— Sí. Tienes razón, este perfume huele a trasero de la mejor calidad... diría que casi francés...
— Payaso. Dime, ¿te gusto realmente? Podemos buscar otro que sea de tu agrado.
— ¿Estás loca?... me encanta, siempre quise oler a trasero de alta sociedad — volvía a reír — Hablando en serio, es exquisito, gracias por el regalo.
— ¿Cómo está tu abuelita?
— Muy bien, te envía saludos a diario, aunque está triste porque tengo que regresar. Y tú ¿cómo estás? ¿Tus padres siguen haciendo ruido?
— Sí... aún siguen con su hermoso romance, pero al menos ya no los escucho hablar sobre mí, creo que mi padre no puede decir que soy tonta, después de aprobar el año. Hey, ¿cuándo llegas?
— El viernes en la mañana. Tengo que preparar el departamento y ver temas de pagos con la universidad.
— Que bien, te iré a buscar...
Luego de esa charla, pasaron solo dos semanas, cuando Sofía fue a buscar a Jorge al terminal de autobuses. Ese año, solo lo tendría a él con ella en las clases, puesto que Hernán reprobó segundo año y Triny se cambió de carrera a otra universidad.
Jorge, al bajar del autobús, vio a Sofía haciéndole gestos con la mano, corriendo a su encuentro para abrazarlo.
— Hola pilluela — saludaba muy feliz Jorge.
— Hola Payaso... qué alegría verte — Ella lo suelta para verlo, tenía puesto el perfume que le obsequió y le quedaba muy bien.
Mientras caminaban a los estacionamientos, Jorge saca un paquete de su bolso para entregárselo a Sofía.
— Toma. Lo envía mi abuela, quería darte un presente por todo lo que le enviaste. No es mucho, es un chaleco que ella hizo
Sofía lo abre contenta.
— Gracias... es la primera vez que me dan algo hecho a mano, tu abuelita es muy dulce — decía con la mirada brillante por la emoción.
Sofía acompaña a Jorge a la universidad, para realizar el depósito del año que viene y actualizar su situación con respecto a la beca. Mientras lo veía hacer sus trámites, Sofía pensaba que quería esta vez ser tan buena estudiante como él y se esforzaría desde el primer día.
Al llegar al departamento de Jorge, dejaron las maletas, para nuevamente salir.
Ese día fueron de shopping y Sofía insistía en que Jorge debería tener un nuevo guardarropa. Fue tanta la insistencia de Sofía, que Jorge le permitió comprarle lo que quisiera, porque sabía que era un capricho de ella, más de que lo necesitara. Se llevaron varias bolsas con ropas de marca y algunos pares de zapatos.
El fin de semana pasó muy rápido, ya que los amigos salieron a divertirse esos días en distintas atracciones y a ponerse al corriente de lo que hicieron durante el verano. Sofía mayoritariamente la pasaba en la piscina de su mansión y Jorge ayudó a su abuela con sus cosechas y trabajó en otra faena, para aportarle económicamente.
Y así llegó el primer día de clases. Los amigos ya ocupaban el primer lugar en la sala. Ahora Sofía no se desconcentraba, tomaba muchos apuntes, quería superar a Jorge sea como sea.
— Aunque aún no entiendo, que vamos a revisar, si hemos comenzado el año — dice Jorge, mientras estaban en la sala de estudio.
— Repasemos lo del año anterior, necesito mantener la concentración y no perder el hábito de estudio
— Bueno, lo que digas, aunque manejas muy bien lo del año anterior — Jorge coloca música de los 80' en su celular, a un volumen bajo para mantener un ambiente ameno.
— Pero mírate, yo escuché de un pequeño payasito que no usaba celulares y que eran distracciones.
— Bueno... si quieres tutorías, respetas mi música, el móvil es solo una fuente de trabajo — respondía Jorge de manera divertida, pero dándose importancia.
— Okay Profesor. Pero, hablando de cosas importantes, terminemos la tutoría en una hora, luego acompáñame.
— ¿A dónde quieres ir?
— Es una sorpresa y creo que solo podremos hacerlo ahora que las clases no están en su mayor auge
— Pilluela... me quieres llevar a un lugar baldío, ¿para aprovecharte de mi inocencia?
— Sí, es verdad... me has descubierto — Sofía empleaba un tono burlón.
Ambos rieron y comenzaron a leer textos del año anterior.
***
Sofía lleva a Jorge a una pista de terreno baldío y detiene el vehículo.
— Llegamos...
— ¿Aquí? ¿Qué se supone que hay aquí? Realmente me trajiste a un terreno baldío... ¿Te quieres portar mal? — sonríe Jorge con tono pícaro
— Ya quisieras. Baja y sube al lado del piloto
— ¿Me enseñarás a conducir? Pero no puedo conducir tu BMW, podría hacerle algo.
— Por eso te traje aún sitio donde no hay nadie. Cuando te acostumbres, seguiremos en lugares con tránsito — Se baja del deportivo.
Jorge también se baja, pero seguía preocupado.
— Sofía, puedo dañarlo, prefiero no hacerlo y además que...
— ¡Ya cállate! Eres una gallina... entra ahora... — Sofía lo dice con fastidio.
Jorge se sienta en el lado del piloto y Sofía a su lado, para comenzar a darle instrucciones.
— Bien, vamos... lo más difícil es hacerlo andar, así que no tengas miedo — le daba ánimos Sofía.
El motor se apagaba en varias oportunidades, hasta que Jorge entendió cómo mover los pedales. Ya después de unos minutos, se sentía más cómodo, aunque se le detenía el motor para dar giros o bajar la velocidad, lo que Sofía le seguía alentando, diciéndole que era solo práctica.
— Jorge, estaba pensando que eres muy agradable y gracioso ¿Por qué no hablabas con nadie en la universidad o eras tan serio con todos? — dice Sofía pensativa.
Jorge se mantenía concentrado, tratando de jugar con los pedales.
— Hem... no tenía a nadie con quien hablar. Además, no me gusta la gente que se cree superior al resto, veía en sus miradas cómo me enjuiciaban por no llevar ropa de marca, o no tener cosas de alta calidad. Por eso no quería tener compañías de ese tipo.
— Pero ahora, ¿opinas distinto?
— De ti si, del resto no — Jorge da un suspiro — Debo confesarte, que en un comienzo no me caías nada bien.
— ¿Por qué?
— Porque me mirabas de la misma forma que tus amigos. Solo me llamaron para tomar un beneficio, que era sacar un trabajo, así que fui altanero de la misma manera que ustedes lo eran. Por otro lado, te encontraba hueca, realmente con el cerebro de un pequeño pollo.
Sofía se avergüenza
— ¿Pensabas que era tonta?
— Sí. Pero me sorprendiste, al demostrar que podías hacer lo que te proponías.
— Pero no todos los chicos son altaneros, mis amigos son buenos.
Jorge guarda un momento silencio, puesto que dudaba en hablar de ello.
— Sé que les tienes cariños, pero deberías sacarte la venda de los ojos. Ustedes se reunían, solamente para pasarlo bien, pero te advirtieron de lo que hablaban de nosotros a nuestra espalda, no se alegraban de que en realidad avanzaste en tus estudios, y te reprochaban cuando te cambiaste a las primeras filas, en vez de apoyarte.
— Quizás sí, pero ellos estaban preocupados de sus propios asuntos en ese momento.
— Entonces, dime, ¿por qué este verano no te llamaron o se preocuparon de ti?, me has contado que tú los llamas para saber cómo están, pero ellos ¿Cuántas veces te han llamado?
Sofía medita en eso, pero no tenía cómo responder. Jorge continúa.
— Ellos fueron mala influencia, preferían que reprobaras junto con ellos, por eso no me interesaba hablar con personas que no les importó y que, para agradarles, tengo que bajar a su nivel.
— Eres muy drástico, aunque no me sorprendo, siempre buscas lo mejor en todo.
— No en todo, por eso ahora eres mi amiga — Jorge la mira riendo.
— Pero ¿qué te pasa? Soy la mejor amiga que pudiste conseguir, ¿quién más te enseñaría a conducir un deportivo?
— Una loca... — Tan pronto como dijo eso, Sofía imitó como si lo ahorcara, lo que le producía cosquillas y ambos rieron.
A medida que el tiempo pasaba, Sofía quería confirmar lo que le dijo Jorge y no volvió a llamar a Triny, ni a Hernán. Esperó, pero jamás recibió una llamada de parte de ellos, así que el tiempo le dio la razón a Jorge.
Ya los primeros exámenes se acercaban, y Sofía y Jorge, como de costumbre, se encontraban en una sala de la biblioteca, solo que ahora, Jorge le ayudaba a estudiar a Sofía, en vez de hacer clases, y entre ambos se apoyaban en reforzar las materias.
— No y no. Estoy segura de que dijo, disminución de ingresos — aseguraba Sofía.
Jorge se saca los lentes y se frota los ojos de manera cansada.
— Te digo que no es así, no te darían los valores.
— Que cabeza dura eres, por eso el profesor mencionó que era un error muy frecuente en las empresas al lanzar proyecciones a largo plazo.
— No vamos a llegar a acuerdo. Estoy llegando a la hora de irme a trabajar — menciona Jorge, levantándose de la silla.
— Bien, te llevo. Estaba pensando que, el lunes inician los exámenes, es mejor suspender las clases de manejo.
— Sí, es mejor concentrarse
Esa semana de exámenes, pasó rápidamente, y por primera vez Sofía, estaba conforme con su desempeño, e incluso en algunos exámenes entregó primero que Jorge. Cuando se dieron los resultados, las calificaciones de Sofía eran entre 9 y 10.
Sofía miraba la cartola de Jorge, que tenía un 9 en economía internacional.
— Te dije que era disminución en los ingresos — respondía de manera risueña Sofía.
— ¿Cómo sabes eso?
— Porque yo logré un 10
Le muestra su cartola de calificaciones con gran satisfacción.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro