Sofía habla con su madre sobre el caso de Federico, y efectivamente, ella nunca traspasó las propiedades. Sofía decidió regresársela, pero Martina prefirió que Sofía se quede con ellas, por si Federico le pedía el divorcio, para que sus bienes no sean divididos. Esto forma una nueva relación entre ellas, puesto que Sofía, comprendió que su madre, fue otra niña que la casaron por conveniencia, con un hombre que no quería, y al cual temía.

A sus nuevos socios, Sofía en forma de compensación por los años de robos de su padre, les entregó alguna propiedad que ellos eligieran. Finalmente, Sofía le pregunta a Jorge si quiere conservar alguno de los bienes de su padre, pero él no deseaba nada que fuera de ese hombre.

Ya pasado algunos meses, Sofía trata de comunicarse con su Padre, pero este seguía en una actitud agresiva, incluso trataba de formar conflictos y miraba el problema con abogados, pero de estos asuntos se encargaba Jorge, para que ella no sufriera nuevamente por los conflictos con Federico.

Por último, el resto de los bienes fueron vendidos y los dineros que se trasladaban ilícitamente a las cuentas de Federico, ahora si eran entregados a una beneficencia real.

Se aproximaba el verano y Sofía tenía 28 años. El tiempo pasó muy rápido y ahora, ella se encontraba mirando por la ventana de una limusina en dirección a un hermoso jardín, mientras llegaba a su destino y suspiraba.

— Bonita... ¿estás nerviosa? — Pregunta Carlos sonriente, que estaba sentado a su lado y tomaba de su mano.

— No... solo ansiosa, es que pienso en toda mi historia, y ahora no sé si esto es la realidad o no. — responde Sofía con un tono calmado.

La limusina se detiene al llegar a su destino.

— Bueno, hemos llegado. Aún puedes arrepentirte y escapar conmigo, creo que sería un buen esposo. — Ríe Carlos, ayudando a salir de la limusina a su amiga.

Era el día de su boda y para Sofía, todo aquello era mágico, sintiendo como la brisa hacia ondas es su vestido de novia y agitaba su cabello. Estaba con Carlos al frente de una parroquia que quedaba en lo alto de una colina, y que tenía grandes ventanales con vista al mar. Su amigo la acompañaba, él la entregaría al que sería su futuro esposo, ya que nunca logró hacer las paces con su padre.

— Vamos, no hagamos esperar más o supondrán que te has arrepentido.

— Gracias Carlos... siempre has sido un buen amigo — dice sonriente Sofía y mirando con ternura a su amigo. Lo toma del brazo y avanza.

Al ingresar a la parroquia, comienza a sonar la marcha nupcial, haciendo que los asistentes se levanten para mirarla.

Trataron de hacer una boda simple con pocos invitados, pero muchos querían asistir. Estaban los tres socios de Sofía, algunos parientes y la Abuela de Jorge, que la miraba con ternura.

Mientras Sofía caminaba al altar, la parroquia estaba decorada con flores blancas y muchas espigas de trigo, que tan solo Sofía y Jorge sabían lo que representaban para ellos, con el recuerdo de los veranos en Capilla.

Cuando Carlos la entrega y se retira, Sofía no podía dejar de ver a Jorge y sonreía, ya que esto era lo que más anhelaba en la vida, poder formar una familia con el hombre que amaba.

La ceremonia finaliza y los nuevos esposos estaban eufóricos, contagiando a los presentes de su alegría, ya que ambos pensaban que tenían suerte al poder encontrar el amor, algo que todos quieren, pero que no muchos lo consiguen.

La celebración fue larga y divertida que duró desde la mañana hasta la madrugada. Muchos se quedaron en la celebración, pero los novios se retiraron a su cuarto de hotel.

Cuando llegaron para pasar esa noche en una hermosa suite decorada, Sofía abraza al que ahora era su esposo, sin dejar de reír.

— Estoy tan feliz de haber escogido lo correcto ese día en la universidad.

— ¿A qué te refieres? — Jorge también reía mientras abrazaba a Sofía.

— Al haber decidido quitar mi pereza y decidir estudiar todas esas benditas tardes en la universidad. El destino es increíble, si hubiera pagado por ese trabajo, quizás quesería de mí ahora.

— Yo también estoy feliz de escoger correctamente.

— ¿qué decisión tomaste?. ¿El de darme tutorías?

— El de no lanzar tus cuadernos llenos de flores por la ventana, eras muy frustrante, ¿lo sabías?

Sofía actúa como si realizara un berrinche travieso.

— Oh, qué malo. No era tonta, solo un poco lenta. — vuelve reír.

— Lo que no me arrepiento, fue el de amarte, protegerte, y darte el lugar en la empresa que tanto querías.

— Creo que tú no entiendes, que desde que estoy contigo, lo que más quería siempre fue a ti, y ahora, eres mío.

— Si, pero tú aún no cumples con lo que yo quiero.

— Pensé que lo que tú deseabas era estar conmigo.

— Así es Señora Iraná, pero también quiero mi propia familia. Te dije que nuestra casa es muy grande y necesita más miembros.

— Bueno señor Iraná, para eso tendremos que trabajar arduamente — Actúa Sofía con seriedad — Como todo trabajo, se debe tener dedicación y compromisos con sus socios.

— Sí, será un trabajo agotador, pero estoy dispuesto a sacrificarme por el bien de nuestra empresa.

Ambos comienzan a reír y volvieron a jugar mientras se desnudan.

Sus ilusiones y expectativas en el futuro eran tan grandes, que después de tanto llorar, sufrir y esperar, lograron triunfar, haciendo que la llama de su amor ardiera más que antes. Creían que lo podrían lograr todo, incluso, conquistar las estrellas.

~FIN~

Mis Queridos Lectores

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