Sofía estaba en la oficina. Esa mañana tenía que trabajar con Jorge, para orientarlo sobre la empresa, mostrar balances, proyecciones, todo lo que sea necesario para que logre familiarizarse con la empresa, pero no quería verlo, ya que era volver abrir viejas heridas que creía cerradas, así que se ocultó en archivos a que las horas pasaran.

— ¿Hasta cuándo estarás aquí? — pregunta Carlos al encontrarla en la bodega.

— Solo estaba buscando informaciones.

— ¿Por casi una hora? No puedes escapar, tienes que enfrentarlo...

— Es que no quiero verlo. Ayer llegó a mi departamento después que se fueron.

— ¿Y qué paso? ¿Te dijo por qué se fue?

— No lo quise escuchar... le cerré la puerta en la cara.

— Pero Sofía... no seas testaruda, al menos deja que el hombre te explique. Si lo que dice son bobadas, ahí tienes motivos suficientes para mandarlo al carajo.

— Carlos, ¿tú te quedarás conmigo en esta reunión?

— Obvio, Sofía. No te dejaré a sola con él, así que vamos.

Sofía estaba decaída, ya que, solo ver a Jorge, le producía un dolor físico, como una desagradable sensación de golpe eléctrico.

Cuando llegan, ya Jorge estaba leyendo algunos informes de mercado en la tableta. Él no levanta la vista para ver a Sofía y para ella, eso era lo mejor.

La jornada se mantenía tranquila y estaban trabajando muy bien los tres, pero el ambiente no era cómodo.

— Necesito saber cómo realizan los logos de la empresa y el marketing para llegar a nuevo público. — solicita Jorge con seriedad.

— Tengo que ir a buscar esa información — Carlos mira a Sofía, puesto que debería abandonar la oficina.

— Yo voy Carlos, solo dime en donde están — dice apresuradamente Sofía.

— Están en el archivador, del mueble que está en la pared de la izquierda, el que tiene la planta verde... bueno en ese no, es el que estaba al lado de eso...

— Carlos por favor, solo ve tú. Ya hemos perdido mucho tiempo. — dice Jorge Sin paciencia.

Carlos mira a Sofía expresando por la mirada que todo está bien y sale rápidamente.

Apenas Carlos se va, Jorge toma la mano de Sofía.

— Necesito que me escuches.

— Por favor suélteme — trata de apartarse.

— Solo déjame explicarte. Pero quiero que cuando lo haga, te pongas en mi lugar, yo nunca quise irme de esa manera, para mí ha sido muy difícil y más sabiendo que ahora me odias... — Jorge la suelta cuando regresa Carlos con unas carpetas.

Durante la tarde, Sofía se sentía muy incómoda con Jorge rondando en las oficinas, puesto que en cada momento que estaba sola, aparecía él con intención hablarle, pero ella siempre lograba escapar, bajando la mirada y no respondiendo a su llamado.

Sofía se marcha antes que todos al terminar la jornada, puesto que sabía, Jorge la buscaría en los estacionamientos para hablar con ella, de esa manera pudo regresar sin problemas al departamento.

Al llegar al departamento y estar en su habitación, recostada, mirando el techo, siente la llegada de algunos mensajes en su celular, al revisarlo, era el grupo del trío amoroso donde estaba Carlos, Marco y ella.

— Saliste pronto, ¿estás bien? — pregunta Carlos.

— Sí. No quería ver a Jorge a la salida.

— Si el tipo te molesta, entre Carlos y yo le podemos dar una paliza — responde Marcos.

— Lo pensaré, pero es una buena propuesta.

— Avísanos y lo vamos a buscar. A Carlos quizás lo mate, tú sabes que es muy débil, pero te aseguro que lo dejaremos magullado. — volvía a responder Marco, agregando emoji de cartas riendo.

— Sofía. ¿Quieres venir a mi casa?, o ¿nosotros vamos a la tuya? — pregunta Carlos.

— Estoy bien, solo quiero un momento a solas.

— Bien... descansa, nos llamas por cualquier cosa. — se despide Carlos

— Te queremos princesa, tomaremos un café en la mañana... nos vemos — también se despide Marco, para dejarla descansar.

— Nos vemos.

Sofía estaba agradecida de tener estos amigos que la apoyaban y estaban preocupados por ella.

Había pasado 30 minutos desde que habló con ellos, cuando siente que tocan a su puerta. Sofía no sabía, se debería abrir, pensaba que podrían ser sus amigos, pero también podría ser Jorge, así que se dirige para ver por el visor de la entrada, pero no ve a nadie, cuando se marcha, nuevamente alguien toca, repite la acción, pero no ve a nadie en la entrada, así que abre lentamente y mira que afuera en el corredor de la entrada estaba vacío. Abre un poco más y una mano aparece para mantener la puerta abierta, apareciendo Jorge. Sofía trata de cerrar rápidamente la puerta, pero él ya tenía colocado el pie para impedir que lo haga.

— Sofía... dame solo un minuto, no te pido nada más que eso, y no vendré otra vez para tratar de hablar de esto.

Sofía deja de forcejear, y le deja ingresar.

— Pasa, pero no intentes nada. Te escucharé para que me dejes en paz.

Jorge entra y Sofía lo acompaña, cuando llega a la sala principal, se voltea y la mira.

— Sofía, sé que te molesta verme, así que seré breve.

— Eso espero — responde de manera cortante.

— Me tuve que ir por las amenazas de tu padre...

— Dijiste que mi padre no lo hizo.

— Esa vez dije muchas cosas para que estuvieras tranquila, pero si lo hizo, no solo a mí, también te amenazó. Luego de eso te mantuvo vigilada, si me acercaba a ti se daría cuenta.

— ¿Por qué no me lo dijiste en ese momento? ¿Sabes que te busqué por mucho tiempo?

— Porque no te importaría hacer cualquier cosa para que permanezcamos juntos. Tu padre realmente no tiene escrúpulos, y si venías a buscarme te arruinarías, no podía quitarte tus sueños.

Sofía Con mirada triste

— En ese tiempo, mi sueño eras tú — Sofía reflejaba en su rostro sufrimiento al recordar aquello — Prefería escapar contigo, no me importaba vivir en la miseria si era con lo que te amenazó mi padre, o si amenazó a tu familia, habríamos podido escapar incluso a otro país.

— ¿Te das cuenta lo que dices? Todo eso era imposible, sabía que no lo entenderías, te conozco y por lo mismo no podía comunicarme contigo, si lo hacía, me buscarías y no tenía tiempo en ese momento para explicarte todo.

— ¿Y por qué no? Yo solo necesitaba una señal para saber de ti.

— No quería que tu padre supiera quien soy, para que no me siguiera el rastro. Cuando ya podía comunicarme contigo, era muy tarde, pasaron más de dos años, sabría que estarías dolida y no me equivoqué. Si te decía dónde estaba, tratarías de evadirme como ahora y evitarías que ingrese a tu compañía, por eso llegué en este momento.

— ¿Por qué tenías que venir a la empresa?, no era necesario trabajar conmigo para buscarme

— Porque tengo un plan que llevar a cabo, y tenía que evitar que tu padre me recordara.

— ¿Un plan? ¿Para qué? ¿Planeas destruir la empresa?

— Solo quiero asegurarme que te quedes a cargo como gerente, y tu padre reciba lo que se merece.

Sofía intrigada por lo que estaba diciendo Jorge.

— Mi padre me dejará como su sucesora. Pero ¿planeas vengarte de él? ¿Cómo?

— No te lo puedo decir, y es también el motivo por el que no te he buscado desde antes. No quiero involucrarte en ello, pero no dañaré a tu empresa, te lo aseguro.

La mirada de Sofía se endurece nuevamente.

— ¿No quieres involucrarme? Entonces, no sé qué haces aquí, tu rabia y tratar de vengarte, ¿valía la pena todos estos años separados? Solo deberías decir que estabas asustado y preferiste huir, porque eres un cobarde.

— No Sofía, sabes que no es así.

— Pero, ese no es el tema en este momento. Ahora tú me escucharás y comprenderás mi posición.

— Sí. Trataré de entender

— Te busqué mucho, perdí mis ilusiones, creí lo peor de ti y ahora ya estoy en paz conmigo misma. No siento nada por ti y así es mejor para mí, tengo un novio, lo amo y tenemos planes. Yo armé mi vida nuevamente y cambié...

— ¿Novio? ¿Desde cuándo?, ¿quién es? — aquella noticia le cae como un golpe en los sentidos.

— Carlos

— ¿El de Marketing?

— Si

— Pero, te comprometieron con él, no puedes estar realmente enamorada.

— Pues, él ha estado conmigo cuando lo necesitaba, él me trajo alegría nuevamente, es especial para mí.

— Quizás sí, pero es porque en el tiempo que lo conociste te sentías débil emocionalmente.

— Tú no me conoces ahora. Antes era muy ingenua y creía en los cuentos de fantasía, pero tú me ayudaste a abrir los ojos a la realidad. Dime, ¿dónde estabas cuando lloraba por perder al hombre que yo quería? ¿Dónde estabas cuando me encontré desesperada? Dime ¿Dónde estabas cuando dejé de creer en el amor?

— No puedes, estás hablando en serio...

— El único que estaba era Carlos, y fue lo mejor que me pasó.

— Es que no te creo, no creo que te olvidaras de mí tan fácilmente. Te pedí que me esperaras, tú sigues siendo mi novia y sé que me sigues queriendo. — Jorge la mira con tristeza y la toma por los hombros.

— Si me enamoré de ti por un baile, ¿por qué no me puedo enamorar de alguien que fue mi apoyo emocional? Supongo que eso tiene más sentido, ya te escuché y ahora vete. — Sofía le retira la mano de los hombros.

— No Sofía, he vuelto por ti y sé que me estás hablando desde tu dolor. Tú eres mi novia, y desde que me fui, no ha existido otra mujer, te lo juro.

— Te libero de esa responsabilidad. Si pensaste que aún existía algo que nos unía, entonces esto se terminó. Yo le seré fiel a Carlos. Por favor marcharte, cumple por alguna vez en tu vida con tu palabra.

Jorge no sabía que decir, se sentía vacío, vencido y un frío lo congelaba por dentro, necesitaba de Sofía para calmar aquella angustia, quería abrazarla, pero eso sería lo peor en este momento, porque los ojos de Sofía seguían siendo fríos, así que acató su deseo y se dirigió a la puerta, pero antes de salir, se voltea.

— No me rendiré, te recuperaré, te sigo amando, nunca he dejado de hacerlo.

— Por el cariño que alguna vez te tuve, te advierto que no lo hagas, solo terminarás lastimado y no quiero problemas con mi novio.

Sofía cierra la puerta, esperando que, con esto, pueda dar fin a aquel capítulo de su vida.