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Capítulo 37

Sofía estaba recostada en su cama con las cortinas cerradas, mirando el techo de su habitación, pensando en que la había costado tanto tiempo olvidarse de él, y ahora regresa, eso no era justo y no quería volver a verlo.

Se estaba quedando dormida, cuando sienten que tocan a su puerta, y de mala gana va a abrir.

— Hey... trajimos cerveza y limón... ya sabes lo que significa — dice sonriendo Marco cuando Sofía abre, e ingresa al departamento.

— ¿Micheladas? — responde adormilada.

— Correcto, es tarde de micheladas — Se lo dice Carlos mientras le abraza por el cuello y cierra la puerta.

Los amigos de Sofía estaban preparando los vasos, unos platos con aperitivos y colocaban música para compartir esa tarde, pero Sofía no estaba de humor.

— Chicos, no me siento bien, quédense ustedes aquí, yo me voy a la habitación — se disculpa Sofía, retrocediendo para marcharse.

— Nada de eso... vinimos a ver a nuestra princesa y eso queremos — le toma de la mano Marco para acercarla.

— Si Sofía, ven, toma asiento y cuéntanos qué te pasa, tienes cara como si te doliera las muelas desde la mañana. — Carlos la toma por los hombros y la sienta en la silla de la barra de la cocina, mientras preparaba las bebidas.

— Nah... yo sé lo que le pasa. Le gustó el nuevo asesor... — lanza la carcajada Marco.

— A verdad... es que está bien bueno

— Nada de bueno... está estupendo... Hmmm... para comerlo frito sin miedo a las calorías.

Sofía sabía que sus amigos se estaban burlando de ella, porque no tenían ni idea. Comienza a beber una de las micheladas que tenía preparadas Carlos.

— Además, se llama Jorge — sigue riendo Marco — estupendo, así, si tienes una noche apasionada con él, no tienes miedo de equivocarte de nombre.

— Mucha razón, pero no te preocupes... lo investigaremos y te ayudaremos para que salgas con ese guapo.

— Es que él es Jorge — dice Sofía con voz apagada.

— Sí... por eso es tan gracioso, por qué te gusta lo que se llaman así — seguía riendo Carlos.

— ¡NO, IDIOTA! QUE ÉL ES JORGE. — grita con fastidio Sofía.

Las risas se cortan inmediatamente y les ambiente se vuelve tenso, cambiado el rostro de los varones por preocupación.

— ¿Qué, Jorge?... ¿Tu Jorge, el de la universidad? — pregunta pasmado Carlos.

Sofía asiente con la cabeza, mientras presionaba el vaso que tenía entre sus manos.

Los novios se quedan un minuto mirándose en silencios al no saber qué decir.

— ¡Ah! Bueno. Ni tan bonito que estaba, de hecho, es bien feo. — dice Marco para darle apoyo a su amiga.

— Sí... está horrible el tipo.

Se mantienen en silencio nuevamente y nadie cortaba el incómodo silencio.

— Que pasa... ¿No se estaban burlando de mí? — pregunta Sofía para cortar la tensión.

— Es que no sé si felicitarte, o darte el pésame. — responde Carlos.

— ¿Y por qué rayos me felicitarías?

— Porque regreso por ti, como lo prometió.

— Es verdad amiga, quizás regreso por eso. — Marco le acariciaba un brazo, mirándola con angustia.

— NO, YA ES TARDE Y AHORA NO ME IMPORTA. TUVO SU OPORTUNIDAD DE COMUNICARSE CONMIGO, PERO NO LO HIZO... LO ODIO, LO ODIO, LO ODIO... — Gritar enfurecida.

— Hey calma... no te descompenses — le trata de calmar Marco.

— Sí... primero veamos porque llegó. — Carlos se acerca para darle un abrazo.

— ¿Dónde tienes tu computadora? Déjame ver algunas cosas y lo descubrimos.

— Que no quiero saber. — responde Sofía malhumorada.

— Tú no vas a saber nada. Nosotros vamos a sentarnos y a beber — Carlos trataba de calmar a su amiga, pero Sofía estaba en una gran negativa.

Se dirigieron hasta el living para tomar asiento en el sofá, mientras Marco buscaba por Internet información de Jorge.

— Miren, encontré algo. Salió como revelación en el mundo de los negocios en la revista de economista, hace 7 meses.

Marco gira la computadora y les enseña la pantalla, pero Sofía solo vio una fotografía que le tomaron a Jorge, donde vestía de manera formal en un gran sillón de una oficina para la entrevista.

— Pero dinos qué dice. Resúmelo — pide Carlos.

— Hem... que inició con una aerolínea y asesoramiento de pequeñas empresas, luego trabajo con la cadena hotelera Marriott... logró buenos resultados... hem... luego habla sobre el gran milagro con la empresa en bancarrota. Tiene una lista de espera de casi 10 años para asesoramientos... comenta que posee una técnica secreta para el éxito... y que se ha levantado en el mundo de los grandes pese a sus 26 años... futuro prometedor...

— Se escucha bastante bien. Vez Sofía, quizás quería ser alguien importante antes de llegar a ti — sonreía Carlos.

— Eso no justifica no saber nada de él por casi 4 años, y aunque así lo sea, ¿por qué no me envió un solo mensaje para que no perdiera las esperanza?

— Si, eso estuvo mal de su parte — termina diciendo Carlos.

Nadie volvió a decir algo con respecto a ese tema. Sofía cada vez estaba más furiosa y sentían que si no terminaban con el tema se volvería neurótica.

Decidieron cantar karaoke y no hablar del tal Jorge, ya tarde limpiaron y sus amigos se marcharon, pero a los 5 minutos vuelve a tocar la puerta, era Marco, que se le había quedado su móvil. Pasaron otros 5 minutos, y vuelven a llamar a la puerta. Sofía corre, ya que su amigo debía haber regresado por otra cosa, y abre sonriente hasta ver quien era.

— Hola pilluela.

La sonrisa de Sofía desaparece como si le hubieran dado un golpe en el rostro. ¿Por qué estaba ahí? Solo quería que se marchara y su mirada no ocultaba su rabia

Cuando Jorge mira la expresión de ella y su silencio, sabía que lo odiaba. Aún mantenía esperanzas que eso no ocurriera, pero era lógico que eso pasaría.

— Hem... ¿No me haces pasar? — pregunta incómodo Jorge.

— ¿A qué has venido?

— Pregunte tu dirección en la oficina, quería verte...

— Bueno, ya me viste. Adiós. — Sofía comienza a cerrar la puerta, pero Jorge la detiene.

— Espera Sofía... hablemos, solo déjame explicarte, por favor — Se lo decía mientras sostenía la puerta con el brazo, pero Sofía seguía empujando.

— No tengo nada que hablar con usted, lo que necesite, se hablará en horario laboral. Buenas noches.

Sofía no permitiría que él ingresara a su departamento, sentía que de hacerlo, sería como si lo dejara ingresar a su vida nuevamente.

— Por favor Sofía... solo un minuto...

Como no dejaba de forcejear, Jorge empujo la puerta con fuerza e ingreso al departamento, ingresando a la sala principal.

Sofía deja la puerta abierta, esperando que se largue pronto. Él era un atrevido, ingresaba en su departamento sin ser invitado, todo lo que hacía Jorge lo veía ofensivo y le desagradaba.

— ¡Wow! Tienes un gran ventanal con vista a la ciudad. Siempre quisiste esto... tu departamento es lindo, aunque está en los últimos pisos, ¿cómo lo haces si se corta la electricidad? ¿Debes subir 38 pisos por las escaleras? — Comienza a reír Jorge, pero su risa se corta al ver la expresión sombría de Sofía, que seguía de pie en la puerta.

— ¿Qué quieres?

Jorge se acerca a ella.

— Sofía... he vuelto por ti.

Sofía Con tono sarcástico

— ¿A sí? No me digas. Hey, ¿no quieres sentarte y tomar un té con galletas también? — Dice Sofía con sarcasmo.

— En ese momento no podía decirte nada, por eso te pedía que me esperes.

— ¿Por casi 4 años? ¿Sin saber nada de ti? ¡Claro!, es tan desconsiderado de mi parte no entender ¿verdad?

— Tú no sabes todo lo que he hecho para llegar a este momento, y sé que no es fácil de explicar, pero cuando podía comunicarme contigo, ya había pasado mucho tiempo, no tenía sentido porque sabía que ya me odiarías, aunque tenía la esperanza de que no fuera así.

— ¿Has terminado? Ya te escuché, ahora lárgate de aquí...

Jorge tenía una mirada triste, no soportaba ver esos ojos fríos en ella, se acerca para tomar su rostro, pero Sofía retira sus manos, a lo que este lo vuelve a hacer para que le mire a la cara.

— Sofía, en todo este tiempo solo he pensado en ti, mi único propósito has sido tú. Sigues siendo mi novia, esta relación nunca ha terminado y no lo hará.

Jorge la besa antes de que ella pudiera decir algo. Como si sus labios actuaran a una respuesta ya aprendida, Sofía corresponde el beso.

Él era el mismo de siempre, su suavidad, su humedad, su olor, volviendo a despertar dulces emociones en ella.

Jorge se aleja para mirarla, ese beso correspondido le trajo nuevamente esperanzas, porque sabía que Sofía aún lo amaba. Cuando quiere acercarse para besarla nuevamente ya sin contener sus emociones, Sofía con toda la fuerza y rabia que tenía, lo abofeteó.

Antes de que Jorge reaccioné, Sofía lo toma por su camisa y lo fuerza a salir de su departamento. Su rabia era tal, que su fuerza no era propia de ella y cierra la puerta.

Al estar fuera del departamento, Jorge vuelve a golpear la puerta y suplicarle a Sofía, pero esta ya no respondió.

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