Los exámenes finales del año terminaron. Sofía y Jorge estaban tomando un descanso en el Jardín de la universidad, puesto sabían que este año, nuevamente les fue muy bien a pesar de su pequeño declive con el informe de impuestos.
— ¿Qué harás este verano aparte de visitar a tu abuelita? — pregunta Sofía al estar sentada bajo un árbol junto a su novio.
— ¿Cómo que haré? Que vamos a hacer, debería ser tu pregunta. Tú vienes conmigo.
— Pero Jorge, ya sabes que mis padres podrían sospechar. Si ellos vieran las cuentas de mi tarjeta de crédito, de todos los Moteles a los que hemos ido, se lanzarán como lobos encima de mí.
— Porque eres muy tonta — responde Jorge con fastidio — te dije que pagues con dinero en efectivo, así no dejaríamos rastros.
— Pero cuando comienzas a ser tan insistente en tener nuestros encuentros secretos, no me das el tiempo para retirar dinero.
— Por eso decía que los pagaba yo, eres tan testaruda.
— No quiero que gastes tu dinero eso.
— En definitiva, si algún día te descubren, le puedes decir a tus padres que tenías una aventura, pero que ya se ha terminado.
— Eres tan mal orientador — ríe Sofía — Está bien, cuando tenga la cartola de notas le diré a mi padre que me permita viajar a Capilla durante todo el verano. Pero si yo hago eso, tú deberás consentirme mucho este verano.
— Es un trato.
A los dos días de rendido el último examen, las calificaciones fueron publicadas y Sofía decide hablar con su padre.
— Papá, te traje mi cartilla de calificaciones de este año — Sofía le entrega la cartola a su padre, que estaba sentado en un sofá del salón.
Federico toma las calificaciones de su hija y lo revisa.
— Están muy bien Sofía, nuevamente lograste sacar excelencia, ¿quieres algún premio?
— Sí. Verás... quiero volver a pasar el verano en Capilla con mi amiga.
— Me parece justo, te lo has ganado. Te depositaré el dinero a la cuenta, para tus gastos.
— Gracias papá
Sofía sonreía y se retira del salón, cuando su padre regresa a su lectura. Ella estaba segura de que ese verano, sería mejor que el del año anterior, porque lo pasaría completamente con Jorge y su abuelita.
***
El camino hasta la casa de la Abuela por los senderos de Capilla, eran un momento de alegría para los jóvenes universitarios, que charlaban alegremente en aquel día soleado.
— Podríamos haber venido en mi deportivo, ya habríamos llegado — dice Sofía, acomodando su cabello por el calor que sentía tras su cuello.
— No quiero que mi abuela sepa que eres una chica rica, se puede sentir incómoda.
— Pero ¿por qué lo haría?, eso no cambia lo que somos tú y yo.
— Lo sé, pero siempre se piensa que las clases sociales no deberían juntarse. Nosotros somos una pareja extraña y lo sabes. Si nuestros compañeros de la universidad no lo entienden, ¿Qué esperas de nuestras familias que son más íntimos a nosotros?
— Creo que tu abuelita ve muchas novelas, eso no pasa en la realidad.
— ¿Ah, no?, y ¿por qué no le dices a tus padres que soy tu novio?
Sofía la mira sorprendida y luego ríe.
— Touché, ha ganado esta partida, señor Iraná
Las voces de dos jóvenes riendo apresuraron a la anciana que se encontraba dentro de la casa, para salir a recibirlos. Ver a la abuela que salía de casa, hizo correr a los jóvenes para abrazarla, ya que, por fin, nuevamente la familia estaba reunida.
La Abuela los apresuraba a entrar. Ella tomaba algunos bolsos que llevaban los jóvenes, para llevarlos al interior, por la felicidad que era verlos nuevamente.
— Qué bueno mis niños que llegaron, el almuerzo pronto estará listo. Me alegro tanto Sofía que pases el verano aquí, no te imagina la alegría que es tenerte aquí.
Comieron y rieron, luego los novios dieron un paseo por el campo y ya por la noche fueron a descansar en la habitación de Jorge, pero ambos habían acordaron que respetarían la casa de la Abuela, así que sus impulsos debían guardarlos para otro momento y lugar.
Durante la tarde del día siguiente, salieron a dar un paseo.
— Jorge, este sitio siempre me emociona, cada vez que camino por aquí, es como llegar al cielo.
— ¿Por qué no vamos al campo de trigo?
— Pero ¿qué tiene de especial ese lugar? Pensé que caminaríamos por la playa.
— El campo de trigo tiene algo especial, ya lo verás.
Cuando llegan hasta el campo de trigo, que estaba cercano a casa de la abuela, ingresan por él, sintiendo como las espigas le acariciaban la cintura, puesto que estaba alto y pronto debía ser cosechado.
Al llegar a hasta el centro de la plantación, Jorge se coloca en cuclillas y le indica a Sofía que haga lo mismo.
— Mira, se puede jugar a las escondidas aquí, si estás bajo, nadie puede verte.
— Nadie puede verme, aunque quisiera, estos campos son desérticos y nunca he visto gente pasar por aquí, así que jugar a las escondidas, es aburrido. — ríe Sofía con su característico buen humor.
— Exacto, este lugar es muy tranquilo — Jorge la empuja para que se recueste sobre las espigas, para besarla tranquilamente.
Para Sofía, estar en un campo de trigo, besando a su novio y sentir el olor a hierba, era muy placentero y relajante, lo que volvía el momento en algo completamente romántico. Mientras pensaba en eso, Jorge metía su mano debajo de su vestido, para retirarle las bragas y poder tocarla.
— Espera ¿qué haces? Eso es vergonzoso.
Jorge la vuelve a besar, sin dejar de acariciarla en su intimidad, hasta que comienza a abrir la parte superior de su vestido para descubrir sus pechos.
— Dijimos que en la casa de la abuela no, así que tenemos que buscar otro sitio. — Sofía trataba de detenerlo y lo aparta.
Jorge había bajado un poco su pantalón y ropa interior, solo para poder liberar su masculinidad, quitándole definitivamente las bragas a Sofía y abriendo suavemente sus piernas.
— Pero, esto no es la casa de la abuela, es campo abierto.
Jorge la abraza, recostándose sobre ella y acomodándose, para volver a ser uno, moviéndose de manera suave y tranquila. Al verla nuevamente, ella estaba sonrojada y suspiraba, pero no se detiene al hacerle el amor.
A Sofía le gustaba estar así, poder ver a Jorge con las espigas atrás en su espalda y el cielo de fondo, algo tan estimulante y romántico, que le llenaba el corazón de alegría.
— Si quieres, lo dejamos y vamos a la playa — propone Jorge susurrando en sus labios.
— No... continúa, no te detengas — jadeaba Sofía, moviendo sus caderas con mayor velocidad.
— Pero tienes razón, este no es un buen lugar, deberíamos regresar — comenta Jorge, jugando con ella, al verla tan a gusto.
Sofía lo atrapa con las piernas
— No... sigamos aquí... eres malo
— Entonces, suplícame que te haga el amor...
— Te lo suplico... hazme el amor
— Buena chica — sonríe, para luego besarla.
Ese verano, realizaron muchas actividades, pero lo que más le gustaba hacer a la pareja, era pasar el día en la playa. Varias veces invitaron a la abuela a dar un paseo con ellos, pero la mayoría del tiempo, ella prefería quedarse en casa para dormir una siesta.
Cada tanto, los novios se ocultaban en el campo de trigo, que se había vuelto en su cuarto secreto. Durante una tarde, ambos estaban recostados sobre las espigas, con sus manos entrecruzadas, mirando el cielo, mientras descansaban después de haber hecho el amor.
— Sofía, ¿qué piensas sobre tu futuro?
— Bueno, estaré contigo... eso es obvio.
— Me refiero a después, cuando nos graduemos.
— Trabajaré con mi padre, para que me nombre la encargada de la compañía. He aguantado mucho para lograr ese lugar, tengo muchos planes para mejorar las ventas.
— ¿Y cómo planeas hacer eso y nuestra relación?.
— Creí que trabajarías conmigo. Lo mantendremos en secreto hasta que consiga el nombramiento.
— De eso pueden pasar en años. Estaba pensando trabajar en otra compañía donde pueda demostrar mi potencial, de esa manera, podre hacerme de una reputación, en un futuro me buscarán para que guíe a sus empresas y me ofrecerán altos cargos. Quizás, cuando reúna suficiente dinero, pueda comenzar a invertir como accionista en industrias o abrir mi propia compañía de asesoramiento financiero... aún debo evaluar el mercado y ver en qué sería mejor enfocarme.
— Pero eso quiere decir, que estarás separado de mí. En tus planes, yo no aparezco.
— Tú estás en todo ese plan, ¿no te has dado cuenta?
— No. En realidad, no lo entiendo.
— Ahora soy un don nadie, pero en un par de años seré alguien, algo que a tus padres les satisfaga el ego de continuar su imperio, de esa manera sería visto como un igual, y no me negarían desposarte...
— ¿Desposar? ¿Me estás diciendo que planeas casarte conmigo?
Jorge gira la cabeza preocupado para mirarla.
— ¿Tú no quieres?
Sofía salta feliz a su pecho y se ríe.
— Más que nada en este mundo. Pero me preocupa que por algún motivo no podamos permaneces juntos y perder todos los sueños que tenemos. No me importa perder la compañía de papá, si algún día pasa algo, me iré contigo.
— Eso no va a pasar, nunca te voy a dejar. Tú tendrás la compañía, y yo el respeto del resto.
Luego de aquella plática en el campo de trigo, Sofía y Jorge hablaban con mayor frecuencia sobre su futuro, sobre su vida juntos los primeros años, planificaban como sería su boda y cuantos hijos deseaban tener.
Ya pronto las vacaciones terminarían, y deberían regresar a Cardiff, así que decidieron hacer un campamento en la playa.
Recostados sobre la arena, ambos miraban el increíble cielo estrellado que regalaba esa noche de luna, escuchando el crepitar del fuego de la fogata.
— Cuando comience a trabajar con mi padre, tendré mi propio departamento, mi propia cuenta bancaria y mis propias cosas, así, ya no tendremos miedo de hacer lo que queramos.
— Yo también tendré un departamento. ¿Por qué no buscamos uno y vivimos juntos? — pregunta Jorge.
— No es buena idea, recuerda que aún para ese tiempo, tenemos que ser discretos.
— Siempre me dices eso, pero ¿y si tu padre te compromete con algún tipo?
— Bueno, entonces serías mi amante — ríe Sofía.
Jorge se sienta sobre la arena y la mira con fastidio.
— No lo encuentro graciosos, eso es algo muy real que pueda ocurrir.
— Él puede comprometerme con quien quiera, pero soy yo quien decide con quien estar. Así que, debes apresurarte de hacerte de un nombre para conseguir el premio.
— ¿Qué premio?
— Pues yo bobo — Vuelve a reír Sofía, sentándose también y abrazando a Jorge, apoyando su mejilla sobre su hombro.
Jorge le regala una sonría y le da un pequeño beso en los labios, para volver a mirar las olas que chocaban en la arena, pero mantenía el silencio, puesto que para él existían muchas cosas que le preocupan al estar con Sofía y que podían arruinar sus planes juntos:
~Ella es una chica con muchas ataduras, si no demuestro poder manejar los negocios en poco tiempo, sus padres la comprometerán con otro, y ya no solo tendré que enfrentarme a su familia, sino que ahora a otra familia igual o más poderosa que los Mydffai. No puedo arriesgarme a perder a Sofía, debo trabajar duro por ambos y sacarla de ese mundo.
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