Pero no importa lo que pase, mi vida está contigo. Con manada o sin manada, con isla o sin isla. Tú eres mi casa.
(Keira Andrews)

* * *

Los aullidos rompiendo el silencio de la noche, los dos lobos llamándose con su canto, aquel que estaba destinado sólo a una persona...la cual ellos ya habían encontrado.

Y después de encontrarse y reconocerse, ya no había forma de no estar juntos.

Se estaban entregando sin palabras, con miradas, sensaciones. Declarándose, inevitablemente y de buena gana, suyos mutuamente.

Ellos lo sabían, tenían la vida por delante juntos. Compartían imágenes mentales:

Ellos sudorosos y jadeantes, un lío de miembros enredados, bocas y manos recorriendo el cuerpo ajeno, besos calientes y húmedos, y la deliciosa estrechez de Magnus envolviendo el miembro de Alec, sus miradas brillantes y oscuras cuando se volvieran uno por primera vez...

Pero también:

Ellos juntos, de la mano, enormes sonrisas que antes de conocerse nunca hubieran tenido, apoyarse hombro con hombro, adorarse y amarse el resto de sus vidas, como compañeros, amigos, y amantes. Como únicos.

Y...

Ambos lobos, corriendo, luchando, aullando juntos, cantándose de cerca, sin tener nunca que llamarse con el corazón roto...porque nada ni nadie iba a separarlos. Ni como hombres ni como lobos.

Giraron en una danza de lobos casi ritual, el reconocimiento y el acercamiento, sus miradas sin despegarse de la otra, viendo en ellas también sus figuras humanas, las húmedas narices casi juntas. La conquista era innecesaria, pues ya sabían que se pertenecían, pero sus cuerpos se necesitaban juntos, sentir un latido contra el otro.

Magnus se inclinó un poco, dando espacio -y una imagen mental- a Alec, a su único, que se acercó y acomodó sobre él. Un latido sobre el otro a un mismo ritmo.

La lengua áspera del lobo ojiazul buscó el rostro su compañero, tratando, incluso en esta forma, de demostrar lo que sentía.

Una promesa, mediante su enlace mental: "Trae a tu manada mañana. No puedo resistir más sin ti, sin reclamarte, sin tomarte. Te necesito."

Un día iba a ser una eternidad. Sólo un día.

Un gemido lastimero y feliz fue la respuesta de Magnus.

Pero antes de que pudiera contestar, un tercer aullido rompió el silencio...

Los pelajes de ambos lobos se erizaron en cuanto se escuchó. Se pusieron de pie al instante y se miraron una última vez antes de echar a correr.

Ambos eran alfas. Ambos tenían obligaciones. Ambos tenían que arriesgar sus vidas por los suyos.

CONTINUARÁ...

😱 y ahora qué pasó?
Habrá día siguiente?