51. Epílogo 🐺❤
I've waited a hundred years, but I'd wait a million more for you. Nothing prepared me for What the privilege of being yours would do 🎶❤
* * *
[Tres meses después]
Los últimos tres meses habían sido difíciles.
Demasiado.
Alec se dejó caer en la cama y cerró los ojos...
Sintió el colchón hundirse con el peso de un nuevo cuerpo sobre él. Un cuerpo arrastrándose cerca de él.
Una sonrisa curvó sus labios cuando sintió la rodilla de su Único rozar la suya y el deseo, el mismo de la primera vez que se besaron, se desnudaron y corrieron juntos en su forma de lobos, se encendió.
Miles de pequeñas chispas de electricidad recorrieron su cuerpo, mientras Magnus montaba sus caderas.
-Mnm -Alec gimió, pero no abrió los ojos.
Sintió aquellas manos suaves trabajar su cinturón y el botón de tus pantalones.
El aliento de Magnus calentó y erizó la piel de su cuello. Él movió su cabeza, dejándole espacio a su Único para besar.
Los labios de Magnus eran mágicos, su lengua cálida y húmeda sobre su piel ya caliente.
Aquella mano se coló dentro de su ropa interior mientras sus dientes empezaban a mordisquear aquel punto entre su hombro y su cuello.
Alec quería, con tantas ganas que dolía, abrir los ojos, pero no lo hizo.
Sólo sentir estaba bien.
Era real. Era real.
Sus caderas se alzaron y su boca se abrió en un gemido silencioso, cuando los dedos de Magnus envolvieron su miembro húmedo, sacándolo de la ropa interior, su pulgar jugando con la punta húmeda.
Una mordida más fuerte en aquel punto lo hizo gritar.
"¿Recuerdas lo que me prometiste cuando estaba embarazado?".
Magnus logró bajar los pantalones de Alec y la ropa interior y, aparentemente desnudarse también, para volver a subir por su cuerpo desnudo de la cintura para abajo.
Su propia erección, palpitante y caliente, tocando la de Alec. Magnus las tomó juntas con una de sus manos. Sus caderas se alzaban mientras las de su Único empujaban hacia abajo.
Y era perfecto.
Era perfecto.
No abras los ojos, se dijo Alec, mientras una mano de Magnus tomaba un lado su rostro y lo besaba profundamente.
Esos labios que había extrañado tanto tiempo. Sentir la suavidad y la humedad, sentirlos activos durante el beso, moverse contra los suyos. No más inmovilidad.
Magnus se separó, con un sonido húmedo y delicioso que hizo a Alec gemir.
Magnus rió, su mano perdiendo un poco el agarre de sus miembros juntos.
Las soltó justo antes de que Alec se corriera. Él gimió en desacuerdo, pero no abrió los ojos. No, todavía no.
-Déjame quitarte esto -Magnus comenzó a levantar la camiseta de Alec. Dejando besos y pequeñas succiones y mordidas por su vientre, su pecho, clavículas...
Alec se alzó un poco para dejarlo quitársela, sin abrir los ojos en ningún momento.
Las manos de Magnus acariciaron aquellos brazos fuertes. Se detuvo cuando sus manos se entrelazaron.
-¿Alexander?
"Magnus".
-¿Tú quieres esto?
Alec asintió. "Sabes que sí. Lo he esperado desde que te lo prometí, desde que lo pedí".
Magnus no le pidió abrir los ojos. Se acomodó entre sus piernas, separándolas con ternura, dejando besos en sus muslos, una de sus manos comenzó a masturbarlo de nuevo.
Alec, por instinto, abrió más sus piernas, y sus caderas se alzaron cuando la lengua de su Único jugueteó con el presemen acumulado en la punta de su miembro justo antes de meterlo lentamente en su boca. Magnus aprovechó ese momento para buscar la entrada de Alec.
"Tú puedes marcarme también cuando ellos nazcan" había dicho Alec, meses atrás. Ahora era posible.
Alec disfrutó de aquella boca envolviendo su miembro, de los dedos preparándolo para él.
Amó aquel miembro penetrándolo, las manos suaves y cariñosas de Magnus en sus caderas, dejando caricias, y sus labios dulces cerca de su oído, murmurando palabras de aliento, mientras se volvían uno por fin.
De nuevo.
Magnus comenzó un ritmo lento, tan enloquecedoramente lento, mientras Alec se acostumbraba a él.
No dejó de besarlo hasta que el ritmo de las embestidas se aceleró, sus propias caderas encontrándose con las de él. Entonces sus labios lo dejaron y sintió su lengua en aquel punto entre el cuello y el hombro, justo antes de que lo mordiera.
Mío, decía esa marca.
Mío. Mientras sus dientes se hundían en su carne, rompiendo su piel pálida, y con un último choque de sus caderas se corría dentro de él.
Mío. Mío. Mío.
"Siempre fui tuyo, Magnus. Incluso si antes te marqué yo, era tuyo. Sólo tuyo, mi Único".
Magnus de dejó caer, agotado, sobre él. Sus cuerpos, mojados por el sudor, pegándose juntos.
-Abre los ojos, Alexander.
Alec negó, sus brazos apretando a Magnus contra él.
-Te amo, Alexander.
"Te amo, mi amor".
Alec abrió los ojos, un azul brillante por las lágrimas.
-Te amo, mi Único.
* * *
Alec sentía el calor del sol en su pelaje, en la tierra caliente bajo sus patas mientras corría libre en el terreno de la manada Lightwood.
En esta forma siempre dolía menos.
En esta forma era un gran lobo poderoso.
Se detuvo cuando escuchó el latido de un pequeño corazón acercarse.
Y después otro tras él.
Los ojos de Alec, de aquel lobo negro, se abrieron, y se giró hacia sus dos pequeños que -sin miedo- corrían hacia él.
Rafa, aquella pequeña réplica de Magnus, se cayó un par de veces, pero no lloró. Él volvía a levantarse y a correr.
La cabeza del lobo de movió a un lado y a otro. Con algo muy parecido a una sonrisa.
Un Max tambaleante llegó hasta él, sus manitas tocando su pelaje, hundiéndose mientras lo abrazaba.
-Papi -como hacia tres meses cuando lo vieron por primera vez en esta forma.
-¡Papi! -gritó Rafa también, llegando después.
Alec se dejó caer en la tierra, esperando a que sus dos bebés se acurrucaran junto a él.
Les gustaba hacerlo. Lo había descubierto aquel día cuando entró, directamente hacia su Único, hacia su corazón, y ellos lo seguían, pegándose a él instintivamente.
"Nunca me esperan".
La cabeza del lobo ojiazul se alzó de golpe.
Max y Rafa se levantaron también, corriendo hacia aquel lobo -un poco más pequeño- con ojos verde dorado.
-¡PAPI! -Alec todavía se sorprendía por la fuerza de las voces y las pequeñas piernitas de sus hijos cuando lo veían.
Desde esa primera vez en lo supieron despierto.
Cuando el corazón de Magnus volvió a latir por ellos tres. Alec, sin dudar, se acercó, su hocico golpeando la mejilla de su Único que lo miraba confundido.
Los niños habían dejado de abrazar al lobo y alzaban sus manitas hacia la cama.
Catarina, todavía en shock, había subido a Max y a Rafa junto a Magnus.
Alec no se movió durante todo ese día, ni cambió de forma. Se quedaron juntos los cuatro así, sin despegarse.
Magnus había tardado días en volver a hablar, en moverse. Unas semanas para volver a caminar y que su cuerpo comenzara recuperarse.
Alec le compartía los recuerdos de cada día con Rafa y Max. Y limpiaba con sus manos humanas, o con su hocico cuando era lobo, las lágrimas que derramaba.
"Me lo perdí todo".
"No has perdido nada. Siempre estuviste con nosotros."
Entonces le mostraba cada noche que durmieron con él, cómo sus hijos sólo a su lado dormían tranquilos.
Y, aparentemente, tres meses tardó en volver a su forma de lobo.
El lobo ojiazul se puso de pie, con cuidado por sus hijos, y avanzó hasta su predestinado.
Su frente juntándose con la de Magnus, frotándose juntas.
"Siempre te esperamos -respondió Alec-. Y siempre te esperaríamos. No eres sólo mi Único, eres nuestro Único".
Y ese "nuestro" quedó claro cuando un par de pequeños humanos se metieron entre los dos lobos.
La nariz de Magnus frotó la mejilla de Rafa mientas Max lo abrazaba.
"Esperaría mil vidas por esto" pensó Alec.
Mi perfección. Mi familia. Mi destino. Mis hijos.
Mi único.
¡¡¡FIN!!!
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