30. Día de los enamorados
Estaban en su último día en la casa de Alec, a la mañana siguiente llegarían Ragnor y los demás por ellos.
Magnus estaba un poco preocupado porque Alec lo tocaba pero de un modo distinto. Todavía veía el deseo en sus ojos azules cuando estaban cerca, sus manos se posaban en su cadera, en su vientre, pero cuando cuando Magnus quiso llegar a más el día anterior, Alec se alejaba, la pasión en sus ojos se apagaba y la reemplazaba la ternura y un poco de preocupación.
¿Iba a dejar de tocarlo, de quererlo como hombre por estar embarazado?
O tal vez eran sólo las malditas hormonas que lo volvían insoportable.
Magnus llevaba un rato despierto, haciendo pucheros. Era el colmo, sólo había pasado un día sin tocarse para llegar a más, en realidad Alec seguía creando contacto entre ellos de alguna forma. Todo el día anterior tuvo sus manos sobre él, pero manos delicadas y suaves, no había pasión desbordada ahí.
Y sus usuales amaneceres sintiendo algo duro en su trasero parecía que no iban a repetirse ahora que estaba embarazado. Alexander ni siquiera estaba ahí, había despertado solo en esa enorme cara.
Magnus tenía su mano en su vientre, acariciando, tratando de imaginarse cómo sería cuando se moviera el bebé, o los bebés. Hizo un puchero más amplio cuando le dio hombre.
Genial. Ahora iba a comer todavía más que antes.
Se sentó en la cama, sin borrar su puchero, tallándose los ojos, perdiéndose la imagen frente a él.
Ahí. Apoyado en el marco de la puerta, con todo el amor del mundo en la mirada, y la sonrisa más grande, estaba su Único, mirándolo como si fuera lo más maravilloso en la tierra. Y lo era, para Alec lo era, desde el momento en que su cuerpo lo sintió, en que su alma lo supo cerca, y más ahora que llevaba algo de ambos dentro de él.
Magnus iba a levantarse cuando Alec entró a la habitación y caminó hacia él: -No te levantes.
-Tengo hambre -se quejó Magnus y sólo entonces lo vio. Alec iba cargando una bandeja con comida, comida dulce. Magnus casi se lanza a arrebatárselo. Tenía tantas ganas de cosas dulces, aunque también saldadas, picantes, una mezcla de todo.
Era horrible.
Alec se rió, acercándole la bandeja. Y dejando una rosa, que llevaba oculta, junto a él. -Feliz día, Magnus. Yo...ah...no soy muy bueno en esto, pero te amo, eres mío, tú y nuestro hijo. Te amo y voy a cuidarlos siempre.
Magnus tomó la rosa. Era hermosa. Pero le hacía cosquillas al acercarla a su nariz y su olor era intenso. -Gracias -dejó, sutilmente, la rosa a un lado, y tomó la taza de chocolate-. Buenos días para ti también.
Alec se rió. Y creía que él era el despistado. -No dije "Buenos días", dije "Feliz día". Feliz día de San Valentín, de los enamorados.
-Ah -Magnus se veía triste, Alec se preocupó.
-¿Pasa algo? ¿Te sientes mal? ¿Te duele algo? -empezó a palpar cada centímetro de Magnus, pero era ese toque casi clínico, no las caricias juguetonas.
-No me pasa nada.
-Magnus, dime.
Magnus hizo un puchero. Alec, preocupado, se deslizó hasta su lado. -¿Estás bien?
-Me dices feliz día pero no me tratas como tu enamorado, desde ayer no me tocas, es como si fuera de cristal o tuviera algo contagioso.
-Magnus -dijo Alec, con calma-, estás embarazado.
-¿Y? Que yo sepa eso no impide que me toques, que me beses, que me quieras,que me hagas tuyo. Que me desees.
-Te deseo.
-Demuéstralo. Ámame este día.
CONTINUARÁ...
Aquí no fue alternativo, este capítulo sí va dentro de la historia ❤
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