VIII - Confianza en un enemigo - Parte 1
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Luna: "¡Por el Príncipe Reed y su Reino Antares!"
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El cattvir se había quedado dormido, fatigado de tanto llorar, tendido a solas en la enfermería, en donde se le había dejado, cuando sintió que Luna no estaba cerca suyo se levantó de sus sueños y salió de su lecho. Todavía sentía mucho dolor en el cuerpo por culpa del ataque del elfo pero ya podía mantenerse en pie.
Salió de la habitación sintiendo la conmoción, y vio cómo muchos guardias se dirigían a las recámaras principales del castillo y, presintiendo que tal vez algo grave estaba pasando, fue también. Al llegar al lugar, observó toda una horda de guardias que se amotinaron frente a la puerta, pasó entre ellos, los guardias le abrieron paso aunque con cierto recelo, y Rowan sólo vio cómo el príncipe estaba protegiendo al elfo y Luna estaba también en el suelo, cerca a ellos.
No entendía lo que estaba pasando, pero habiendo llegado a escuchar la orden que le hizo Reed a Luna lo entendió todo.
El príncipe quería que lo dejaran a medio morir y luego Luna lo salvara, pero su majestad ya se encontraba muy mal. Ahora el Mago Real tenía que curarlo y salvarlo, si volvía a lastimar al príncipe iba a morir y es que ya estaba perdiendo mucha sangre...
Cuando vio que Luna lo iba a atacar otra vez corrió quitándole la espada de entre sus manos.
Rowan: "Ya basta, si lo vuelves a atacar morirá."
Cuando vio a Rowan llegar y tomar el arma, el elfo regresó en sí. Como pudo, se separó del príncipe y tomó al gato por la espalda, atrapando sus brazos e impidiéndole hacer algo en contra del mago.
Rowan: "SÁLVALO." Gritó de forma desesperada.
Nervioso, el mago languideció, todo sucedió en un solo instante. Cuando el elfo le pidió seguir, el gato ya lo estaba atacando y ahora el elfo lo detenía.
Rowan: "Si muere el reino caerá y no quiero que maten a todos en el castillo y al pueblo. Lo necesitamos vivo. ¡SÁLVALO!" Imploró mirando a Luna a los ojos.
La muerte del príncipe significaba la perdición de todos. La desesperación se marcaba en sus rasgados orbes azules.
Araw: "¡Luna, espera!" Un mal presentimiento caló la espina del enfurecido rubio.
Luna: "Aah... Nhg..." De pronto su brazo dolió ardiente. Al tocarse el hombro descubrió su herida, la flecha clavada, y pudo notar un veneno paralizante haciendo efecto.
Luna: "Rayos..." No iba a provocar más daños que eso sin embargo, de haber procedido, habría cometido lo peor...
Repentinamente, un dolor de cabeza se agudizó. Imágenes pasaron por su mente, confusas, incongruentes, vio muerte, el rostro del príncipe Reed dando la orden, siendo asesinado, luego ese rostro pálido y sin vida le devolvía la mirada con un vacío profundo en sus cuencas oculares... de pronto un elfo solitario, una corona de oro y espinas; cadáveres.
Luna: "Espera, ¿qué sucede?" Jadeó.
Ejércitos de tropas a caballos cayendo en cuestión de segundos bajo un haz de luz que lo cubría todo, seres alados se reducían en cenizas a nada...
L: ¶¿Qué fue eso? ¿Qué ha sucedido...?¶ El dolor en su cien fue disipándose en espasmos que se hicieron más leves.
El albino ser observó al cattvir y la posición en que estaba junto al elfo... Arrepentido, contempló el rojo que manaba del príncipe y que también manchaba sus manos, y a éste que iba apagándose rápidamente entre sus brazos.
Luna: "¡Príncipe Reed...!" En casi un susurro su voz apenas se pronunció.
Luna: "Lo siento..." Cerró los ojos e impuso las manos al pelinegro moribundo. Era su deber recuperarlo, casi cometía un error irremediable. Tembloroso, sollozó sintiéndose culpable. No iba a poder continuar con su vida si Reed moría así.
Araw: "Tranquilo..." Susurró. Observaba sin soltar al hombre gato e intentó calmar al mago. Esta vez iba a dejar que Luna se encargue,
Araw: "Está en tus manos no dudes de tí, será mejor que lo hagas pronto... Aún..."
Dudó, miró furioso al pelinegro y algo muy dentro de sí dolió impidiéndole dar una orden...
Araw: "Aún no lo dejes morir..."
El elfo dudaba que pudiera rescatar al príncipe, pero deseaba, necesitaba que Luna confiara en él. Si se interponía ahora mismo en lo que hacía el albino, iba a perderlo, como aliado... y eso era algo que no deseaba que sucediera.
Suspirando, Luna asintió para proceder a realizar el hechizo con más determinación.
Luna: "Gracias Arawn..."
Pronunció está vez, y sin advertirlo, su nombre de modo correcto. En cuanto empezó con el hechizo la luz empezó a concentrarse a su alrededor, y un aura de energía se empezó a hacer más grande en sus manos.
Luna: "Oh, Dios, por medio de este conjuro, óyeme, otórgale a tu sirviente el poder de salvar a este ser mortal... La energía que depositas en estas mis manos..."
Empezó a costarle esfuerzo, sintiéndose insuficiente, el remolino de viento elevaba todo a su alrededor, y se iba quedando sin fuerza conforme realizaba el hechizo, estaba por pasar lo peor.
El vínculo mágico se había realizado, pero esto no parecía ser suficiente para estabilizar el estado del príncipe. Algo malo estaba pasando con el mago y de esto se dio cuenta el elfo, su experiencia no podía engañarlo, Luna se estaba quedando rápidamente sin energía mágica que transferir a su receptor, inútilmente Luna iba perdiendo su propia energía vital, no sólo estaba canalizando el mana que recibía del universo directamente hacia el príncipe, estaba dando su propia vida... Esto no daría resultado, Luna no estaba en condiciones.
Araw: "No debí..." Susurró.
El equilibrio del universo era muy grande y la naturaleza sabía. Ambos, el elfo y Luna, estaban jugando con fuerzas mucho más allá de su comprensión y poder. Estaban rompiendo con lo establecido por el destino.
Es por ello que príncipe Reed se iba a salvar, pero Luna daría su vida a cambio de ello.
Araw: "Mierda..." Apretó los dientes, no le quedaba más opción. Sabía las consecuencias de ello, cerró los ojos y empezó a recitar un conjuro junto con el albino.
Araw: "Mháthair gro, bain úsáid as ár noidhreacht zhun an méid a tugadh dúinn a athbhunú..."
En su propia lengua rezó, en las manos de Luna el calor se hizo más intenso y pronto la esfera de luz lila empezó a brillar atrayendo partículas de energía que fueron absorbidas mediante la herida del noble azabache.
Rowan: "Por favor, sálvenlo..." No dejaba de temblar y más cuando el elfo lo sujetó. Quería que su príncipe viviera y los cuidara a todos, si lo llegaban a perder el destino del reino de Antares correría peligro.
El poder del hechizo se fue disipando, se completó el ritual y la luz se desvaneció y sólo quedó una evidente oscuridad,
El gran Mago tocó con cuidado el pálido rostro del príncipe manchándolo en carmesí, comprobando si aún mostraba signos de vida. Se quedó en silencio por unos segundos, tantos que se hicieron intolerables.
Luna: "Dios..."
El calor de la piel de Reed se sintió bajo sus dedos, el latir de la sangre pasando por sus venas se notó apenas. En casi nada la luz del ambiente se normalizó.
Luna: "Reed... mi príncipe..." En un tono materno acarició la mejilla del príncipe que ahora sólo dormía.
Luna: "Ahora estarás mejor..."
Todos en la habitación se calmaron, los guardias tampoco se fueron a ningún lado.
Inclinándose, Luna abrazó fuertemente a su majestad quien ahora sólo descansaba ya estable. Apretó los cabellos del pelinegro con sus manos en ese aferro le susurró quedo al oído.
Luna: "Cuide a Araw por mí... su majestad. Se lo ruego, téngalo en sus manos."
Presentía lo que iba a suceder con el elfo sin que pudiera hacer nada para evitarlo... Había perdido contra Reed. Recostándolo, lo dejó descansando, tendido en el suelo, y se levantó cabizbajo, sin dirigirles la mirada a Rowan o al elfo, salió de la habitación caminando lento, sin detenerse y pasando por entre los guardias quienes no le impidieron su retirada.
El elfo vio cómo el mago se perdía a través de la muchedumbre de uniformados y liberó al cattvir de su agarre.
Reed: "Luna..." Había oído esas palabras de su alquimista, resonaron como un eco en el momento en que estaba abriendo los ojos.
Reed: "Vuelve..." Desde su posición dirigió su vista al mayor y vio cómo se iba del lugar. Con poca energía ahogó su voz. se incorporó sentándose en el piso y Rowan se acercó un poco a él una vez libre, estando preocupado le ayudó a sentarse.
El cattvir negro carbón quería mucho al príncipe, no sólo lo atendía como un sirviente, el príncipe le había acogido cuando era muy pequeño y desde ese día protegía a Reed como un fiel guardián.
Rowan: "¿Se encuentra bien? ¿No le duele nada?" Preguntó mirándole triste, quería ir con Luna para saber lo que había pasado, pero tenía que saber con certeza si el príncipe estaba bien.
Fue entonces que Araw empezó a mirar a los guardias, los notó borrosamente, no era bueno su estado... y antes de hablar o ponerse en pie ya había caído al suelo, desmayado.
Reed, al ver cómo el elfo cayó se separó del cattvir y se acercó al salvaje para tomarlo en brazos. Lo hizo con cuidado, con la poca energía que le quedaba y lo puso en la cama con calma.
La Leona: "¿Mi príncipe?" Quiso intervenir para ayudarlo pero no fue necesario.
Reed le acarició el rostro al rubio con cuidado. Ya se sentía algo mejor y estaba más tranquilo gracias al hechizo de Luna. Al ver al elfo tan sereno como estaba ahora, le hizo desear verlo de este modo más seguido.
Podía arreglarlo de una manera...
Alejándose, Reed volteó y vio a todos los guardias en la puerta de su habitación.
Reed: "¿QUÉ HACEN TODOS AQUÍ? ¿QUIÉN ESTÁ CUIDANDO EL CASTILLO Y A LOS OTROS GUARDIAS? ¡¡LARGO DE AQUÍ!!"
Gritó haciendo que Rowan saliera rápido de la habitación junto con los otros. No tuvo que esperar mucho la orden del príncipe y no tardó en ir a buscar directamente al mago.
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Las palabras del mago al irse significaban mucho y las había dicho con todo el dolor de su corazón.
Sabía que mientras ellos, Luna y el elfo, buscaran estar juntos ya sea dentro o fuera del palacio iban a sufrir aún más la ira del príncipe.
Y mucho más al haber visto cómo fue que el príncipe Reed fue tan temerario de poner en peligro su propia vida, tan sólo para ver al elfo feliz...
L: ¶¿Por qué tenía que llegar tan lejos...?¶
Se temía con certeza que la unión entre su persona y Araw no la deseaba nadie, no la bendeciría nadie...
L:¶Padre, madre...¶ Sollozó con dolor. Su corazón se destrozaba en su pecho...
L: ¶Esta noche hice daño al príncipe que juré proteger...¶
Se había escabullido del castillo para tener un amorío fugaz, tan fugaz como lo fueron sus ansias por liberarse de tener que vivir en el castillo por más tiempo.
Era imposible huir de manos del príncipe.
Era una felicidad a medias la que vivía en esa jaula de oro, se sentía solo y sin opciones, estaba jugando a ser su propia persona sin esperar aprobación del príncipe o del rey, buscando a quién amar y que lo amara de vuelta, pero todo le salió tan mal.
El gato se acercó a Luna, apenas verlo, lo empezó a seguir rápido y al llegar tomó su mano para detenerlo.
Rowan: "Espera... Luna..."
De pronto sintió la mano suave del chico gato y su voz lo sacó de su ensimismamiento. Frío, giró para ver a esos familiares ojos rasgados una vez más.
Luna: "Rowan..." Apartó la mano, se alejó. Su corazón, aún pertenecía al elfo pese a que la suavidad del tacto del contrario le resultara tan cálida aún.
Rowan: "No, espera." Cuando alejó su mano lo abrazó por detrás. Al ser gato y tener el oído sensible él pudo escuchar lo que Luna había dicho al príncipe y sabía que Luna estaba muy triste por eso.
Con dolor Luna lo empujó alejándolo. Lo miró con horror y asco, asco en su cuerpo porque alguien que no era quien deseaba lo tocara.
Luna: "Siempre hacen esto..."
Susurró, y lo encaró quebrándose por dentro.
Luna: "¡Déjame a solas...!" Finalmente gritó dándole la espalda y apresuró su camino a la soledad de su habitación.
Se quedó en el pasillo, Rorwan observaba cómo se iba Luna lejos de él. Quiso ir tras suyo, pero la forma en la que lo había visto antes de irse lo puso muy triste y sentía el corazón roto.
Luna sentía asco y odio por Rowan.
Rowan lo dejó solo y se alejó en sentido contrario.
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Reed, al estar a solas en la habitación se había percatado que el tiempo había pasado más rápido de lo previsto. Había dejado al elfo descansando en la cama. ¿Qué había hecho que éste desmaye? Ya casi no presentaba más efectos del veneno. Sin embargo, era casi momento para darle la tercera dosis del antídoto y no necesitarían más, sólo descansar y recuperarse. Reed también se tenía que recuperar.
La respiración del rubio era tranquila, como si durmiera nada más así que el príncipe le dio la última dosis de antídoto y se quedó cerca de él sentándose en la cama para descansar ya que aún permanecía el dolor en su cuerpo, producto del ataque que recibió de parte de Luna. Estaba tan cansado que poco a poco sintió la llamada del sueño y se fue acostado al lado de Araw para cerrar sus ojos y en un último deseo antes de cerrar los ojos y descansar, extendió su alcance sosteniendo la mano del elfo.
El hechizo que el elfo había usado Luna no lo sabía, el príncipe Reed desconocía lo que había sucedido en su trance de agonía. No advertía lo que el elfo había hecho para ayudarle a recuperarse mientras que Luna lo intentaba curar y lo que tampoco sabía es que Luna no tenía el poder suficiente para evitar que el príncipe Reed muriese.
Luna se habría desmayado, desvanecido por completo producto de la fatiga, dejando tras de sí a un príncipe que sería tan sólo un cascarón vacío.
Pocos minutos pasaron, el ardor en su cuerpo alarmó al elfo quien despertó alterado, sintiéndose frágil, quemándose por dentro.
Miró a su alrededor y pudo notar en su palma la mano del contrario, descubriendo al príncipe Reed durmiendo a su lado. Alertado, buscó salir de la habitación pero la cadena en su tobillo hizo un ruido al ponerse de pie, sabiendo que no podría alejarse demasiado.
Araw: "Por un demonio..." Bufó, se sentó al borde del lecho y se restregó el rostro con las palmas de las manos.
Un mareo y una alucinación iba volviendo a su cuerpo, una extraña sensación inusitada que le provocaba ese antídoto o aquel veneno, que no quería experimentar. No sabía cuál de ambos era peor, pero era un calor y un hormigueo que lo volvían intranquilo.
Sintiendo el temblor y una urgencia por ser mitigada, puso toda su concentración en meditar para evitarla, sólo hasta que pase. Al instante preciso instante la información le fue llegando en avalancha. Miró al chico dormido cerca suyo, verlo tan vulnerable no lo podía provocar más que asesinarlo ese mismo instante pero algo se lo evitó. No podía matar a un inocente mientras estaba durmiendo.Sabía que no quería hacer lo mismo que había sucedido con su hogar.
Quitarles a un gobernante solo desataría el caos. Sólo lo meditó después. Podía atraer al rey con esto, secuestras a su hijo y amenazarlo para que viniese a él. Pero no iba a matar esta vez, pues estaba seguro que no quería robar a Luna esta pequeña seguridad que era vivir tras las paredes de ese castillo, tener un lugar al que Luna podría permanecer tranquilo no era lo único que lo frenaba.
Aunque no le debía nada a Luna luego de su traición por defender a ese príncipe que ahora descansaba indefenso a su costado, si mataba al príncipe estando en el castillo tendría que prepararse para el ataque de grandes oponentes, aliados de Antares que no desearía tener tras de sí.
Aunque Luna era un mago muy poderoso, muy a pesar de la gran mentira que le había hecho, era importante para Araw, pese a su género, le debía respeto a su sabiduría y rango, era un equivalente a un sabio o sacerdote en su cultura, y era importante debido a que le sería útil más adelante, pero no tenía ganada su lealtad.
El elfo con sus propios poderes, podría arriesgarse a ganar o perder una guerra que podría iniciar tranquilamente con ese asesinato, pero tenía que asegurarse su misión de venganza y salir de castillo victorioso, y para ello debía asegurarse que Luna sobreviviera y dejar juntos el lugar.
Suspiró profundamente y sin sentir alivio.
Necesitaba tener esa conversación con Luna, de por qué el silencio acerca de su género cuando se estaban entregando en intimidad.
Debía recriminarle y cuestionar a Luna el porqué de una traición hacia alguien que proclamaba tan importante como el elfo, hacia el único que en verdad le aseguraba la libertad que el príncipe o el rey no le darían. Tener a Luna sometido de esa manera...
¿Por qué guardarle lealtad al príncipe Reed cuando era el único que le cortaba las alas?
Y lo principal, necesitaba saber dónde estaba el padre de ese muchacho.
¿Dónde estaba Alucio? Quien se supone que se debería preocupar por la salud y bienestar de su hijo. ¿Por qué había abandonado al muchacho a gobernar un lugar solo para irse a pelear lejos? ¿Acaso la vida de su hijo valía menos que la de los elfos que había estado matando durante todo este tiempo? ¿Acaso valía menos la dignidad de un monarca para permitir que un elfo estuviera provocando un caos en su propio castillo?
Si Alucio estaba lejos, en otro lugar, pronto se iba a enterar...
Únicamente necesitaba paciencia porque las noticias llegaran a sus oídos.
Araw: "Maldición..."
Sabía que un monarca como Alucio siempre atendía asuntos políticos y bélicos, iba a tener que esperar... y ya se estaba exasperando.
Reed, al escuchar el sonido de la cadena y sentir los movimientos del elfo abrió sus ojos poco a poco, fue despertando y vio que a su lado estaba Araw, meditabundo, y sonriendo extendió su mano para tomar la del elfo.
Reed: "Lo siento, pero me quedé dormido cerca de tí."
Rd: ¶Quería asegurarme que estés bien.¶
Araw, al notar la mano del príncipe en la suya la movió ligeramente sin lograr apartarla. Su mirada se postró en la de Reed y sus grandes celestes se reflejaron en el rubí de los del príncipe.
Sin separarse del tacto del elfo el príncipe se sentó a su lado. Sentía en la mano del elfo una suavidad tan reconfortante que no quería dejar de tocarlo.
Araw: "Y bien... ¿Se puede saber qué coño desea el príncipe?" No evitó siquiera disimular el leve tono de sarcasmo por atender una petición que por seguro sería ignorada.
Al escuchar la voz de Araw, Reed soltó un suspiro de cansancio, se apartó de su mano y se levantó de la cama mirándolo desde lo alto.
Reed: "Sólo quiero que te quedes en el castillo. Sólo pido que vivas aquí, y tendrás comida y protección. Yo te voy a proteger, sólo quédate aquí, conmigo."
Se arrodilló ante el elfo y prosiguió a tomarlo de la mano.
Éste se estremeció, le devolvió un gesto incrédulo, y fue más su impresión cuando lo vio postrarse delante suyo. Altanero, no bajó la cabeza pero tampoco se opuso. En realidad eso había despertado su instinto de un modo poco usual y su descontrolado estado no se mitigó con ese contacto, maldijo ya que quería más... No sabía qué le pasaba, su respiración se agitó. Teniendo en cuenta su inoportuna inhabilidad por negarse, intentó soltarse sin mucho éxito.
Araw: "Ponte de pie, imbécil... ¿Acaso esto es una petición de matrimonio?" Procuró que su voz no tiemble ni se quiebre y cerró los ojos intentando calmarse pues no podía despegar la mirada de aquel joven que dulcemente le ofrecía todo lo que le podía ofrecer.
A: ¶¿Qué rayos me está pasando? El pertenecer aquí no es lo que quiero... ¿Alguna vez me preguntaste si quería estar aquí?¶ Sabía que estaba confundiendo las cosas.
Que debía mantener en mente quién era Reed y Reed era el enemigo. No debía dejarse engañar por un par de palabras dulces o un rostro que perfectamente podía imitar algún sentimiento de compasión.
Reed: "Quiero que sepas una cosa, no sé qué me pasa cerca a tí, pero contigo soy bueno, busco serlo. Nunca te he lastimado o tratado mal como lo haría con mis guardias y sirvientes, no sé por qué, pero me siento incapaz de dañarte. Y por cierto, lo siento por ponerte la cadena, es para evitar que escapes, pues no quiero que te vayas."
No se puso de pie y en una acción impulsada por su cuerpo besó la mano de Araw con delicadeza. Cuando tenía la oportunidad podía demostrar que era un caballero.
Ante esa acción el cuerpo del elfo se estremeció por completo y un calor abrasador empezó a invadirlo por entero.
...
Silencio.
De pronto resonó por toda la habitación la bofetada que le dio a Reed, y el elfo lo observaba con la mirada llena de enfado y la respiración intranquila. Temblaba ligeramente.
Araw: "¿Qué carajos...?"
Los ojos celestes escrutaban en el rostro del príncipe sus intenciones. El rubio estaba evidentemente alterado, encadenado a la cama, y ese beso, para él sólo significaba la antesala de lo que se imaginaba vendría después...
Continúa>>>
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