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III - Inocencia

Luna asintió atando su alma a esa promesa.

Una pequeña curvatura se formó en la comisura de los labios del elfo, sintiendo el deseo de acercarse a Luna y sellar ese pacto con más que unas palabras se inclinó a su rostro, cuando sus ojos fueron atraídos por lo que estaba tras su espalda.

Araw: "Los guardias reales..."

Susurró. Luna esperaba ese beso pero nunca llegó y girándose, comprobó que aquellos se acercaban cabalgando en tropel...

Luna: "Arra-..." 

Regresó su atención a él para advertirle, pero ya se había marchado.

L: ¶¿Acaso eso ha sido...una ilusión?¶

Su cuerpo tembló creyendo que lo fue. Dudando con terror, rezó porque no fuera como pensaba, mas bajando la vista fue que vio esa bestia y no pudo sentir más gratitud al notar a aquella monstruosa abominación, por irónico que parezca. Suspiró en alivio, esa criatura la habían matado los dos, salvándose el uno al otro.

Tras de sí sonaron las patas de los caballos trayendo a los jinetes en armaduras pesadas, deteniendo la marcha al llegar.

Cap. de guardia: "¿Luna... todo está bien? ¿Se encuentra a salvo?"

Luna: "Sí..." 

Murmuró mientras el sujeto bajaba del caballo y el resto hacía lo mismo para inspeccionar la situación.

Cap. de guardia: "¿¡Pero qué mierda es esto!?" 

Gruñó el hombre sintiendo el asco subir en una bilis acre desde su estómago directo a su garganta.

Cap. de guardia: "¿Usted lo hizo?"

Ella se hallaba soñando cuando salió de sus pensamientos ante la pregunta.

Luna: "Oh... sí. Por favor llévenme al castillo, aquí no hay nada más que ver..."

Se dio la vuelta empezando a caminar en dirección a lo que sería su prisión de oro... El palacio real.

- 🌌 -

El rubio borró su rastro saltando hacia una rama y de ahí al siguiente tronco, se alejó lo más pronto posible, un último hechizo le comprobó que se hallaba solo. Al avanzar un trecho largo, llegó a su guarida en medio de una arboleda, donde troncos secos y viejos yacían.

No estaba muy lejos de aquel lago. Caminó decidido, recogiendo sus pasos hasta hallarse por fin al pie del tronco hueco donde había dejado oculto, por medio de un hechizo, el portal hacia su actual madriguera. Quizá convenía trasladar nuevamente su base, dirigirse a un lugar en el que pudiera vigilar el castillo sin ser molestado.

No iba a entrar a su refugio por ahora, así que se apartó avanzando por la maleza, necesitaba explorar, llegar a un lugar más difícil de alcanzar, tomando en cuenta la facilidad con que llegó Luna hasta su ubicación.

No podía dejar encantamientos o trampas en su camino que adviertan la proximidad de enemigos. Pues si alguien las notaba antes de pisar en ellas, darían un indicio contundente de quién los conjuró, y que se enteren que él estaba cerca era lo último que deseaba.

Precavido, también procuró no molestar a ningún ente o bestia. Un reguero de muerte y sangre es lo último que deseas si necesitas pasar desapercibido. 

Escaló un acantilado, aún más alto de lo que que podía alcanzar aquella elevación rocosa de la cual fluían las cataratas que alimentaban las aguas del amplio lago... 

No se alejaría tanto, aún tenía en mente el castillo como objetivo.

- 👑 -

Ya era demasiado tarde. Reed Antares, príncipe de aquel lugar, descubrió que Luna no estaba en su estudio cuando fue buscándole para hablar y aún no regresaba del bosque.

Ya estaba oscuro afuera y esto llamó mucho más su atención ya que Luna permanecía en su estudio a estas horas y no salía por demasiado tiempo...

Fue entonces que le vio llegar atravesando las puertas del patio principal del palacio... Luna no era alguien que se llevara bien con la oscuridad o supiera defenderse. Supo que algo estaba tramando pues notó la ansiedad en sus modos y pasos... Ese era un comportamiento inusual.

Luna se percató que a lo lejos le observa el príncipe, pero no se detuvo pues estaba en su camino, era obligatorio pasar por ahí siendo la única entrada al palacio... Cuando llegó ante el príncipe, con educación, le hizo una reverencia en silencio.

El príncipe Reed no respondió nada, Luna observó en ese silencio la desconfianza y no iba a poder evitar responder a sus preguntas si es que le hacía alguna. Los pocos segundos se alargaron angustiantes, y no había modo en que rompiera el hielo, pues no era cortés para alguien de bajo rango dirigir la palabra antes, tenía que espera a que el noble lo hiciera primero.

L: ¶¿¡Ahora qué hago...!?"

Con temor y prudencia, Luna se recogió y prosiguió su camino, unos pasos más lejos apresuró su marcha, intentando calmar la inseguridad en su pecho. 

L: ¶No, no, debe ser por algo más que está molesto. No pudo haberse dado cuenta que...¶

Se alejó deseando, por las buenas, que el noble simplemente no quería ser molestado...

Desde hace mucho tiempo el reino de Antares estaba creciendo fuerte, y las alianzas que había forjado les garantizaron poder en esas vastas tierras. 

El príncipe Reed había sido educado para poder gobernar sobre ellas, siempre con mano dura y nunca tener compasión por nada ni con nadie y no soportaba la deslealtad por parte de sus súbditos... Sin embargo, su relación con Luna era difícil, pero tampoco le importaba si dejaba de vivir.

Mantendría su vigilancia sin que se enterara, pues deseaba saber qué tramaba.  Algo sucedía y no le gustaba, pero si se llegaba a enterar que estaba haciendo  cualquier cosa que pueda afectar al reino no sólo iba a acabar con Luna, sino que se iba a encargar que tenga una larga e inclemente tortura.

--

La cabecita de cabellos blancos se asomó a la puerta de la habitación entrando en ella y cerró la puerta tras de sí, se lanzó de inmediato en su mullida cama queriendo gritar. ¡Su corazón latía como loco!

L: ¶¡Un elfo! ¡Vi un elfo!¶ 

Sonrió pataleando, la alegría le invadía, deseaba mucho volver a verlo. Aunque al principio fue aterrador. No quería que le vuelvan a amenazar de esa manera, pero tras haber hablado con el chico supo que había alguna esperanza de volver a verse y conocerse mejor.

¡Le dio permiso incluso para poder volver a encontrarse! y por poco chilló de la emoción recordando ese instante, se cubrió los labios y hundió su rostro en la almohada para hacerlo sin que nadie le escuche. 

Su habitación, su cama... ese era el único espacio que de verdad era suyo, en cierto modo, el único lugar donde sentía seguridad y era feliz.

Asomando la cabeza miró a la nada.

L: ¶¿Y si le digo sobre mis más íntimos deseos?¶ 

Sus mejillas se colorearon con un precioso carmín. Pensaba decirle al elfo lo mucho que le gustaba... El rey nunca le habría permitido acercarse a un ser de esta raza, pero al fin había conocido a uno en persona. ¡Lo más impresionante que le había pasado en toda su vida! 

No podía permitir que otros lo sepan o matarían al elfo sin importar que la guerra terminó, no quería eso.

De todas maneras, se lo arrebatarían y no deseaba que nadie le hiciera daño.

L: ¶Bien, debo prepararme para nuestro próximo encuentro..¶

Elaboró un plan tomando en cuenta las palabras del elfo. No debía levantar sospechas y que nadie le siga, de lo contrario se arruinaría todo. Correría el riesgo de enojarlo y no volver a verle... y en efecto, no deseaba que eso ocurriese.

Ese elfo era el único ser con el que sentía que podría tener una oportunidad de ser libre. Alguien que no persiguiera asuntos de nobleza o poder como los demás nobles en la ciudadela o en el castillo. El rubio del bosque no era un noble como los de Antares, ¡era un montaraz renegado! algo que le animó y entusiasmó en extremo...

L: ¶¿Cuándo lo volveré a ver? ¿Será posible que...?¶

Quería tomar su mano y besar sus labios... quería tan sólo volver a verlo. En su cuerpo reinaba solo la dicha...

- ✨ -

Las estrellas brillaban en lo alto.
El solitario elfo elevó sus claros zafiros al cielo estrellado, a aquel manto que se extendía brillante y parecía refulgir más pálido junto a ese cuarto menguante ¿o quizá serían aquellos sentimientos renovados, anidados en su pecho los que reconfortaban su atormentada alma, viéndolo todo con otra luz?

Había dejado atrás al monstruo aquel, pero, sin embargo, no podía dejar sus pensamientos, estaba esperando no haber cometido un error al permitir a Luna irse sin haberle borrado las memorias en su cabeza, después de todo era una decisión arriesgada... Podía perder más de lo que podría ganar si sus conjeturas salían mal.

Se planteó el no marcharse demasiado lejos, quería volver a ver a Luna y quizá le podría ser útil, tener contacto con ese ser humano que habitaba en el castillo.... podía acercarle a realizar sus propósitos. Era alguien con un título importante después de todo, un miembro de la corte del Rey, sin lugar a dudas significaba que había ganado la confianza y beneplácito de su gobernador.

Necesitaba a Luna. Solo así se acercaría de manera segura, cortarle la cabeza y verlo caer...

Por otro lado, la manera en que pensaba de esa cabellera blanca y labios coral le habían dejado en inquietud con certeza, despertaba recuerdos en su alma que quizá no había querido volver a experimentar, sentimientos de amor glorioso que se sentían en verdad aún muy intensos hacia quien fue su primer y único amor... Uno que le falló hace mucho...

Dolió su pecho, se llevó la mano al corazón para preguntarle ¿por qué no se decidía de una vez a olvidarle? ¿Por qué sentía tanta curiosidad hacia aquel ser humano? Y ahora Luna ocupaba ese lugar...

Se estaba dejando llevar por su apariencia, lo supo, pero no, no era solo eso... Su piel, su aroma, sus hermosos gestos y reacciones eran lo de menos, cualquiera podría ser tan hermoso. Repentinamente recordó ese afecto que lo llevó a confiar o quizá a ablandarse. Fue el mismo hecho que se haya preocupado por él aún siendo un enemigo declarado de los seres humanos.

Araw: "Luna..." 

Murmuró sintiendo regocijo por tener un nombre nuevo que pronunciar con cierto afecto.

Entrecerró sus párpados, coronados por finas y doradas pestañas, imaginando con calidez y curiosidad la textura que tendría bajo sus manos esa piel tan pálida.

Negó. Se estaba dejando llevar.

Tenía que poner su mente en blanco. No podía permitirse intentar algo con alguien, podría dañar a Luna si las cosas continuaban por ese camino. Quizá debía ser sincero con sus intenciones la próxima vez que se vean, pero, ser sincero... ¿acaso le iba a ayudar?

Sintió la tranquilidad del amanecer trepando en sus luces por el escarpado de las montañas a lo lejos, clareaba el alba. Se puso de pie y encantó el aire de nuevo, abriendo un portal en la roca más alta de aquel lugar y atravesó ese umbral, ocultándose en su interior.

-•-

Era de día, pasó tan sólo una noche desde esa vez, y una criada se acercó llevando algo de comida a la habitación de magia en la torre.

Luna prosiguió con sus estudios, experimentando algunos encantamientos en la tarde. Practicaba sus hechizos en un blanco que tenía ubicado en el patio de entrenamientos del palacio. Lo mismo hizo al día siguiente, con la única diferencia que hoy saldría al bosque de nuevo.

Esta vez la guardia real se lo negó sin permitirle salir del castillo, sin posibilitarle el seguir con sus horarios habituales debido a la presencia de aquel monstruo que yacía muerto a las afueras del bosque. Le informaron que tenían que encargarse de limpiar aquella calamidad y entonces regresó sus pasos retomando su camino hacia la torre de magia.

Luna era capaz de volver a atender los asuntos con el príncipe, continuar con sus deberes diarios, pero por algún motivo sentía sus ojos a sus espaldas, observadores, incluso cuando sabía que no estaba él cerca. En la biblioteca, en la escuela de magos, aún en los jardines botánicos del castillo...

Se inclinó frente a un cardo y sus espinas le hicieron recordar tanto a la bestia que había derribado junto a la ayuda del rubio del bosque.

L: ¶Lo siento Araw, no podré reunirme hoy contigo...¶ Se lamentó cortando el tallo de la flor cuando las luces en el horizonte desaparecieron trayendo la noche.

Reed sabía que Luna trataba de disimular, que no estaba escondiéndole nada, pero era muy obvio. El príncipe no era tonto, él se daba perfectamente cuenta cuando alguien ocultaba algo.

Desde su ventana, su alteza seguía con sus tareas mientras vigilaba a Luna. Iba a descubrir todo este secretismo. Tarde o temprano Luna se iba a descuidar y lo iba dejar en evidencia. No le importaba si se tardaba un año en averiguar lo que estaba pasando, Reed se iba a enterar y cuanto más se tardara, mayor iba a ser su ira. Sus pensamientos se alimentaban con un recelo creciente.

R: ¶A mí no me vas a engañar, idiota, yo sé que ocultas algo y yo me voy enterar. Y por tu bien que no sea una traición hacia mí o mi reino...¶

-•-

Ya habían pasado 4 días desde el primer encuentro de Luna con el elfo en el bosque...

Esperaba que el príncipe no se diera cuenta que estaba planeando salir, aguardó que estuviera ocupado con alguna reunión y pidió permiso como la vez anterior, con el pretexto de recolectar algunas plantas se iba a ver a escondidas con él...

No llegó muy lejos pues empezó a recordar el camino y evitó acercarse demasiado ya que en tan sólo una fracción de segundo, creyendo que le habían engañado sus sentidos, había observado a uno de los guardias del príncipe.

L: ¶¿Están siguiéndome?¶

Antes de irse, se aseguró de dejar una pequeña marca para que el elfo sepa que estuvo ahí, tenía que ser algo que no fuera muy llamativo.

Pensó en dejar un montecito de piedras, sin embargo lo sabrían los guardias, quizá "olvidar" una de las plantas que recogía o una hebra de su cabello... pero era demasiado obvio, corría el riesgo que ellos lo noten y no quería quemar su única oportunidad, estaban muy atentos a sus acciones.

Encontró un pequeño helecho y se inclinó a él, tomó la pequeña cuchilla para cosechar hierbas y...

Luna: "¡Ah...!"

Adrede hirió su dedo, haciéndolo parecer un accidente. Un par de gotas colorearon el negro de la fértil tierra en rojo, y se llevó la yema a los labios para parar el sangrado.

Se levantó y siguió su camino como si nunca hubiera pasado. Esperaba que el rubio estuviera atento, intentando contactarle tanto como también lo deseaba su propio ser...

Transcurrió una semana entera de haberse encontrado con el desconocido, los 6 días más largos que haya contado, iba inter diario al bosque, esperando que los guardias le dejen en paz al no ver movimientos inusuales en sus actividades. Cada vez que iba, lo hacía con esa esperanza. Tarareando o silbando, buscaba alguna manera de llamar la atención del rubio que ocupaba sus pensamientos.

No podía decir su nombre, sólo sabía que él aparecería cuando tuviese la completa certeza que nadie iba tras de sí... El rubio había guardado esa promesa, y los elfos siempre honraban sus promesas... ¿no es así...?

Pasaron días, siguió visitando el bosque, tratando que no sean muy obvias sus intenciones... Guardó esperanzas haciendo lo mismo que hacía siempre, según su horario.

A las 2 semanas su corazón se empezó a romper de a pocos en su pecho pensando que el chico se había marchado... Siguió su camino intentando asegurarse que nadie más que el elfo estuviera ahí, pero el pecado de la ingenuidad sería lo que le condenara.

El príncipe Reed tenía a muchos trabajando para él así como Luna, y era precisamente esto... uno de ellos se hallaba siguiendo su camino.

Su nombre era Shin Rowan, un joven muchacho de piel oscura y cabellos azabache, ostentaba unos orbes azules, de un profundo azul condenado que todo lo abarcaban. Un híbrido de hombres gato que servía a la familia real de Antares.

Era un cattvir, y quien se encargaba de ser el protector del hijo del Rey.

Ese día había sido enviado por él para seguir a Luna, ya que incluso los más sigilosos guardias no estaban logrando nada, sin embargo seguía actuando de modo sospechoso y Reed aseguraba que podría estar ocultando algo.

Acató la misión el chico y empezó a seguirle en total sigilo...

Para que no se diera cuenta nadie de su presencia, Rowan optó por su forma animal, un gato negro de tamaño mediano, y muy distintivas patas y hocico blancos.

Luna llegó a aquel lugar en el bosque, sentía los nervios trepidar su espalda, empezó a musitar para hacerse notar por el elfo... Agarró dos piedras para golpearlas entre sí como quien juega o pasa el rato...

A cada intervalo de segundo las palpitaciones de su corazón en su caja escalaban el ritmo, ¿y si no lo encontraba?

Las piedras chocaban.

Sus últimas esperanzas iban desgarrando su pecho, apenas conteniendo las ganas de llorar, pensando en que ya debía olvidar todo... esa voz, ese tacto y la forma en que le miraba.

Dejó los guijarros en el suelo para irse, ya lo había perdido, había perdido todo. Había regresado al bosque miles de veces y el elfo nunca salió a su encuentro.

Sus lágrimas empañaban su mirada al inclinarse... pudo ver los pies de alguien parado delante suyo.

Alzó rápidamente la vista y ahí estaba...

Araw: "Luna..."

Susurró su nombre...

¡Era el elfo! La Maga Real cambió sus lágrimas de tristeza por unas de felicidad y se abalanzó a él envolviéndolo en un abrazo.

El rubio le recibió sorprendido, sin medirlo más le sostuvo con fuerza entre sus brazos y por fin sus corazones latían juntos al unísono.

Luna: "¡Lo siento...! ¡Pasé mucho tiempo buscándote, creí que no te volvería a ver...!"

Sollozó en el pecho del contrario ahogando su llanto, siendo un destrozo de sentimientos y sin mediar palabra, él le levantó el rostro con el roce de sus dedos, suave y delicado la mejilla le acarició.

Araw: "Lo lamento... también estuve tentado a responderte cada vez que aparecías pero no era seguro."

Luna: "¿Me viste? ¿Estabas aquí? Oh, Dios. Lo lamento mucho. Me aseguré q-"

Silenció sus labios... Él se acercó y al fin pudo darle a Luna el beso que tanto había estado deseando...

La gloria de esa unión sabía a precioso y ámbar néctar. Luna tembló entre esos brazos por lo repentino. No se esperaba que el elfo le quisiera de esa forma... y le gustó... le agradó demasiado.

L: ¶¿Me ama...?¶

Su corazón no tardó en derretirse en ese instante y de a poco sus párpados se cerraron, dejándose entregar a su cariño, levantó sus manos, dudando, acarició la espalda de aquel y llevó sus dedos a las hebras de sus dorados rizos.

El elfo ¿le amaba? Luna era inocente, siempre lo fue, crecer tras las paredes del castillo quizá le habían llevado a no conocer los peligros que habían más allá. Un peligro difícil de anticipar y que eran los monstruos de verdad, aquellos que poseían un rostro y sonrisa bellos y amables. La prohibición de no acercarse a tener pareja quizá le habían alejado de esa realidad, habían cosas de las que ni sus habilidad mágicas le podrían rescatar, y estaba cayendo profundamente en sus redes.

El rubio se separó apenas de sus labios, escasos centímeros entre sus rostros y no le soltó.

Araw: "Te extrañé demasiado, cada día que llegabas yo..."

Suspiró conteniendo todas las palabras que quiso decir, esperarle había sido un tormento y sabía que no estaba bien caer ante ese cariño que le daba el albino ser... Conocía que sus propias intenciones no eran las mejores para con Luna y se contuvo. Le acarició el rostro de manera gentil y Luna le contempló temblando cual frágil y pequeño ave en su palma, tan vulnerable...

Luna: "¿Por...? ¿por qué no salías? Yo... me aseguré que nadie me siga. Creí que ya no querías verme..."

Sollozó con ansiedad.

Araw: "Luna, descuida. Nunca me iba a alejar de tí sin decírtelo."

El albino ser se apenó y mostró una tímida sonrisa.

Luna: "Lo siento... No debí pensar mal de tí, creí que te había fallado."

Araw: "Ven. Iremos a un lugar donde no seremos interrumpidos por quien sea. Si es que alguien más viene por este lugar..."

L: ¶¿Interrumpirnos...?¶

No podía creer lo que estaba pasando o lo que estaba por pasar, se dejó llevar y sus pies únicamente continuaron el paso del rubio. El miedo en su interior creció. Perderse en el bosque era una de sus mayores preocupaciones, era mejor resguardarse así que obedeció.

Un manantial era tan solo parte de las aguas que conformaban aquella maravilla de lago, adentrándose más allá, él le llevó hasta la gran cascada que alimentaban el lugar donde encontró por primera vez al rubio.

El temor desapareció de su cuerpo con el asombro, Luna nunca antes había visto este lado del bosque. Era único, casi mágico el cómo las diferentes tonalidades de verdes poseían poesía que glorificaba a la naturaleza en cada rincón que los rayos de sol alcanzaban. Sus ojos se maravillaban en  todo detalle.

El rubio le ayudó a recorrerlo, ayudándole a escalar. El sonido de la catarata los acompañaba en cada paso, y con algo de entusiasmo contagiado por la belleza de aquel lugar, La Maga Real trepó por entre las rocas, recogiendo sus túnicas y divirtiéndose como nunca lo hizo en todo el tiempo en que duró el ascenso.

Su mismo núcleo rebosaba en algarabía. Nunca habría sido capaz de descubrir esta circunstancia en su soledad... nunca se habría atrevido a tanto y explorar.

Luna: "Araw... ¡Me encanta!"

Externó casi sin notarlo.

El chico le devolvió la mirada sonriendo. Pronunciaba su nombre mal, pero le daba igual, le encantaba mucho esa sonrisa y sus errores pasaban a segundo plano. Permaneció a su lado resguardando cada uno de sus pasos con cuidado, alejando a Luna del castillo y de las murallas que protegían a los ciudadanos de Antares...

El elfo tenía planes para Luna.

Si querías atrapar a alguien debías hacerlo poco a poco, con paciencia e incluso regresaría por más. Luna sería su ser cautivo e iba a colaborar a propia voluntad.

Sería mejor de hecho si no debía forzarle...

Llegaron al tope de aquel risco donde el rubio llamó su atención posando suavemente la mano en su hombro. Al girarse, Luna pudo ver lo que le señaló; a lo lejos, las más altas torres del palacio destacaban y marcaban el sitio. Se lograba distinguir la ciudad capital siendo tan sólo una mancha mínima en el paisaje y todo lo que lo rodeaba era un bosque inmenso de profundo esmeralda.

En esos precisos momentos los problemas y preocupaciones de Luna se vieron tan mínimos... Sonriendo correspondió a su compañero.

Luna: "¡Esto es maravilloso...!"

El elfo suspiró y tomó su mano.

Araw: "¿Te gustaría seguir?"

Su compañía asintió y, tomando suavemente de su palma, le llevó tras la caída de las aguas.

Araw: "Por aquí..."

Propuso guiándole hacia un pasadizo que descubrió al interior de esa montaña, era un laberinto intrincado.

Luna: "Oh... Dios..."

Perdiendo el aliento se maravilló al alzar los ojos hacia el techo de esa bóveda y vislumbrar haces de luz entrando por entre las grietas y rebotando, disipándose en las lisas caras de la roca interior, iluminando cada ángulo y rincón en suntuosidad. La montaña era casi una esponja por dentro dada la cantidad de agujeros y túneles que se abrían paso, emulando cual adorada catedral en piedra rojiza.

Su compañero de otra raza se giró para verle.

Araw: "Es aquí..."

Susurró, y mientras Luna le miraba con curiosidad, tocó una pared de piedra delante de ellos y... la roca sonó y quebró partida por la mitad... cayó algo de polvo por sus costados cuando cedió y se ocultó cada lasca lado a lado de esa intersección, revelando una fuente de luz muy clara y brillante tras lo que cubría.

Con la vista algo cegada, Luna curioseó al interior y su compañero le invitó a pasar tomándole de la mano. Entrando, descubrió una no muy grande cueva de piedra verde blanqueada. Era un lugar extraño, y sin embargo, eso lo hacía magnífico. Más allá, a través de una oquedad de 3 metros cuadrados en una de las paredes, pudo ver lo que sería la parte interna de la suave cortinilla de una precipitación de agua. 

Luna: "La cascada..."

Traspasando aquel muro de turquesa traslúcido, la luz del exterior iba filtrándose, dándole el aspecto de un sueño en cada color que se reflejaba al interior de la caverna. Sonrió en asombro, sabía cuán bella era la naturaleza, era algo que extrañaba tanto desde que empezó a trabajar en el palacio y apenas podía disfrutar en sus exploraciones...

La piedra sonó tras ellos, se cerró sin dejar rastro de la existencia de un portal y se giró hacia él, descubriendo, con la vista más acostumbrada a aquella luz, que el chico había creado un pequeño refugio en este interior.

Luna: "Araw... Aquí... Umm... ¿Aquí es donde vives?"

Él rió un poco nervioso. No parecía que aquellas cosas hubieran estado ahí desde hace mucho tiempo.

Araw: "De hecho, la vida en el bosque es sobrevivencia. No, no solía vivir aquí, este lugar ahora es mi refugio. Antes, residía en un sitio menos... cómodo, sin los lujos tan simples que ves. En el campamento anterior sólo había fuego donde cocinar y lecho en que descansar, pero ya sabes..."

Suspiró.

Araw: "Tenía que pensar en algo bonito para recibirte..."

Se apenó y arrepintió de inmediato, se cubrió los labios acercándose el puño y desvió sus orbes dándole la espalda.

A: ¶¿Qué rayos acabo de decir? El universo me va a matar por esto.¶

Se reprendió sintiéndose un idiota. Por otro lado Luna se sorprendió y preocupó un poco por su respuesta. ¿El chico había estado preparando todo esto durante el tiempo que no se vieron?

Luna: "Yo... Est- está muy bonito..."

Le encantaba, quiso decirlo pero no era la forma apropiada de hablar para alguien de su clase. Ni aún así Luna se podía permitir ser egoísta o externar lo que quería.

Araw: "¿De verdad te gusta?"

Se giró mirándole un tanto sorprendido y apenado. 

El delicado y níveo ser desvío su atención a una superficie recubierta por pieles de animales, a un lado de la pared, sobre ésta, caía un suave tul traslúcido de fina tela a modo de improvisado dosel... acercó su mano al rudimentario lecho y lo sintió cómodo. Lo que más le sorprendió era lo mullido que estaba bajo la presión que ejerció. ¿Eso era heno?

Más allá había un marco de madera sosteniendo una piel de pelo cobre haciendo las veces de asiento, paseando su mirada pudo ver una pila de carbón donde un arco cuadrado de palos plantados en la tierra sostenía un cazo metálico, negro por el hollín de un fuego extinto.

L: ¶Él ha estado viviendo... ¿aquí...?¶ 

Se posó sobre el rudimentario mueble, se lo imaginó comiendo, sentado en la esterilla de junco tejido que había frente a esa fogata.

Luna: "Has estado solo..." 

Murmuró en un hilo de voz rompiéndose, mientras los lagos en sus orbes empezaron a formarse lacrimosos.

L: ¶Solo...¶

El elfo se aproximó y acomodó a su costado, trayendo consigo un lienzo en sus manos, Luna se distrajo y, viéndolo, también bajó la vista, recibiendo la tela con cierta confusión.

Araw: "Lo siento, está roja... Aunque quise lavarla."

Luna: "¡Oh, no! ¡Mi capucha...!" 

La revisó con pena y le sorprendió que el chico la hubiera guardado.

Araw: "Está bien, descuida. Esa anomalía te seguía, buscando tu aroma. Ahora, si la usas, es probable que no te detecten otras bestias, por el olor a monstruo."

Los orbes de La Maga Real indagaron en consternación.

Luna: "¿Me perseguía...? B-bueno, no sé si pueda usarlo..."

Araw: "¡Ahaha...!" 

Rió y Luna quedó en confusión.

Araw: "Es una broma, no es necesario que la uses."

Luna: "Uh... ahaha... No, de verdad, yo sí quiero." 

Externó casi sin dudarlo, sonrió de manera inocente y acercó la tela hacia su pecho. Solo el rubio lograba que bajara la guardia.

Araw: "Eres linda..." 

No pudo evitar el decirlo.

Luna: "Ah... Araw..." 

Se sonrojó al oír sus palabras de halago y desvío sus orbes. No sabía si decirle... aquello en lo que había estado pensando, fue entonces que sintió los dedos del contrario acariciar su mentón de modo delicado, haciéndole girar a él. Tembló y cerró un poco sus finos párpados bajando su deseo a los labios del chico... Adoró ese beso que le dio antes y ahora dudaba en volver a tomarlo...

Luna: "Araw... yo..." 

Enmudeció. Algo se sentía muy mal.

Araw: "¿Pasa algo?" 

Inquirió un tanto preocupado, su compañía no se veía feliz.

Luna: "No, nada... Es bonito, nunca había pensado venir a un lugar así..." 

Cambió el tema sin dudarlo.

Araw: "Es diferente a donde vives... supongo." 

Esbozó una sonrisa fugaz que se apagó cual estrella y apartó la mirada soltándole de su agarre...

Araw: "Las comodidades a las que estaba acostumbrado en mi hogar eran nada comparado con la compañía en la que solía confiar."

Luna sintió el ambiente tenso. Tomó en cuenta la guerra y la actual situación del extranjero.

Araw: "Me encantó la forma en que peleaste ese día pese al miedo..."

No buscaba hablar de sí mismo. Ambos, cada uno pensaba de un modo distinto. Él buscaba indagar. Ella... bueno, también se sorprendió de que él hablara a pesar la tristeza que guardaba. Persistió su mirada.

Luna: "Oh... gracias..."

Araw: "No sabía que eras capaz de usar tantos tipos de magia. Es casi... increíble."

Luna: "Ah, sí..." 

La timidez le robó un poco las palabras y aumentaban sus dudas y miedos. Ansiaba tanto decirle...

Araw: "Dime, eres una persona muy excepcional, los hechizos que usaste fueron ejecutados de manera perfecta, sin embargo, te asustaste demasiado cuando... tú sabes, supiste que se haría de noche de pronto."

La 'aparición fantasmal' se puso algo triste, y bajó su vigía...

Luna: "Mmm... Eso... es porque..."

Araw: "Aquella vez. ¿Por qué no me atacaste cuando pudiste hacerlo?"

Ella negó.

Luna: "No quise amenazarte o provocarte. Eso no habría sido nada bueno si deseaba salir con vida de ahí... Como conoces, físicamente soy muy débil y respecto a mi magia... nunca me gustó usarla para dañar y es mejor conservar la paz."

Estaba sufriendo por dentro ante tantos recuerdos, La guerra o las peleas siempre traían consigo resultados nefastos y no eran algo en lo que a Luna le gustara participar. 

Por su parte esa confesión sorprendió al rubio, ella tenía razón, si iniciaba un combate él no iba a dudar en rebanarle la garganta en cuando pudiera. Poro por algo Luna aún seguía con vida.

Luna: "Cuando tenía siete años... me perdí jugando a atrapar a mariposas de luz. Me criaron en una granja muy alejada de las murallas del castillo, antes no solía vivir en la capital de Antares, sino en un lugar algo sereno y muy apartado de acá..." 

Su mirada se empañó en un naciente llanto.

El rubio se compadecido notando ese indicio de lágrimas asomarse, se preocupó sin entender aún el origen de su pesar y le tocó suavemente la rodilla, y se inclinó, buscando su rostro con la mirada. Ella le recibió con la suya sin elevar la mirada.

Araw: "Está bien..."

Luna: "No logré comprender qué cosa fue lo que nos atacó, por poco perdí a mi padre ese día, pero logró ponernos a salvo a mí y a mi madre... Ese día él perdió su brazo... La bestia..." 

Omitió sus palabras sabiendo que traían desgracia consigo y no quería recordar esos hechos. Su pulso tembló, su corazón punzó apretándose de dolor en su pecho y usó los silencios para poder suspirar y contener su llanto.

Luna: "Apenas aprendía lo que eran mis poderes... y sólo pude anteponer mis manos hacia esa criatura, tuve suerte que balas de fuego se disparen de tan sólo pensarlo. Me aterró mucho creer que iba a perderlos..."

En sus recuerdos, se hacía de noche cuando se perdía en ese bosque, aquella era la hora en que las criaturas y bestias salvajes que se guarecían en la oscuridad salían a vagar y cazar.

El rubio le tocó el hombro de manera suave.

Araw: "Lo siento. No quise hacerte recordar eso..."

Luna: "Descuida, no me hiciste daño..."

El elfo le contempló extrañado, sabía que le afectó hacer esa pregunta pero aún así Luna se disculpaba con él. Luna simplemente parecía un ser muy misterioso. Alguien que lo aceptaba todo, soportaba todo.

Araw: "Luna..." 

Viendo esas lágrimas incipientes, tímidas por querer brotar, le acercó abrigándole entre sus brazos y le contuvo, contuvo sus penas recibiendo su dolor y dejando que se laven, recogiendo el llanto de su compañía que pronto empezó a fluir. Luna tenía miedo y lloró extrañándolos.

El elfo no sólo le acariciaba la espalda con su mano, acariciaba su alma con el calor de su corazón.

Araw: "Sabes que hiciste bien y eso solo debe importar."

El sonido de la cascada arrullaba en el aire con su melodía y, tras unos minutos, ese hermoso ser de cabellos blancos le apartó un poco, sintiéndose algo mejor.

Luna: "Gracias... de verdad." 

Su cabeza dolía por el dolor del llanto, su compañero le acunó con cuidado las manos entre sus palmas, haciéndolas descansar en su regazo.

Araw: "Esperaré a que te sientas a gusto para hablar, mientras tanto sólo hay que compartir estos momentos juntos..."

Los ojos lila de Luna se abrieron contemplando al contrario, avergonzándose.

Luna: "Lo siento, no quise molestarte... Está bien, haremos eso. No está bien ponerme sentimental."

El elfo negó con la cabeza.

Araw: "Está bien. Quizá no haya muchas cosas que yo mismo pueda contarte por mi parte, dado que cada una de esas memorias traen recuerdos dulces y amargos, dolorosos... Sin embargo, llorar o sentir es algo que no puedes evitar..." 

Le acarició la mejilla de manera gentil. Luna le recordaba muchas cosas que él tampoco tenía más en su vida...

Araw: "Siéntete libre de hablar conmigo sin remordimientos... estaré aquí para escucharte siempre." 

A: ¶No, esto no estaba bien.¶

Cada vez sentía esto más difícil de hacer. Quería a Luna, era un alma simple y pura, y esa misma esencia era la que deseaba preservar y proteger. Pero se alejaba de sus propósitos. Él en verdad buscaba conversar, y quizá había actuado de un modo precipitado producto del entusiasmo que le invadía el volver a verle... No debía haberle besado.

Araw: "También creí que no ibas a regresar más, que ibas a decepcionarte pensando que no iba a honrar parte de mi promesa... Fue una suerte que esta vez nadie te siguiera."

Ella le observó en alarma y sorpresa.

Luna: "¿¡De verdad!? ¿Alguien me siguió? Todas esas veces... Lo siento, ¡de verdad! No había forma en que pudiera evitarlo. ¡S-siempre...! Siempre me aseguré de no levantar sospechas o hacer algo imprudente."

Araw: "Puedes estar en calma, no pasó lo peor."

Luna: "Araw..." 

Se quejó. Deseó, tan sólo ansió poder decirle que se le había hecho imposible vivir ahí en el castillo porque sabía que se metería en problemas y lo involucraría a él por estar ocultándolo del príncipe, temía por su propia vida y que le asesinen por traición.

El elfo le acarició los cabellos con una ligera sonrisa, entendía esa preocupación en las palabras que Luna pronunció, que temía con todo el alma que los encontraran.

Araw: "Tengo una manera de asegurarme que no vaya a pasar eso. Que sepas si alguien te sigue o no, percibir a quien se halle oculto."

Deslizó su mano al fino cuello de Luna mirándolo con cierto deseo, podía sentir aquella vena yugular latir bajo su dedo pulgar.

Araw: "Puedo enseñarte algo que te ayudará a ver más allá de lo que los ojos pueden. Podrás vislumbrar el mana que oculta cada criatura y ser vivo, su energía... Aunque puede un tanto confuso, a mí mismo me tomó demasiados meses el aprender a controlarlo..."

La Maga Real mostró suma atracción por su oferta.

Luna: "¿¡Me podrías enseñar!?"

El chico sonrió y asintió viendo las pequeñas marcas de sal que dejaron las lágrimas secas de Luna al igual que la humedad que aún se atrapaba en esas blancas pestañas.

Araw: "Así te asegurarás que nadie te siga. Pero primero tienes que aprender algunos conceptos básicos..." 

Le acarició un párpado con su pulgar, tomándole de la mejilla de un modo cálido, Luna se secó el otro por instinto y sin darse cuenta, sin quitar la atención en absoluto a las palabras del rubio.

Ese rostro atento y curioso le agradó aún más al elfo.

Araw: "¿Me permites tu palma?" 

Extendió su extremidad para pedirla. Luna asintió y posó sus dedos en ella.

La Maga Real empezó a ver cómo él comenzó con su pequeña disertación, aleccionando en sus propias palabras un discurso que quizá aprendió de sus posibles tutores, pasando por alto algunos conceptos de astronomía que el elfo sabía por investigaciones que ambas razas compartían. 

Sonrió Luna, había algunas cosas que conocía sobre magia, sin embargo, muchos otros detalles ignoraba del universo que los rodeaba y el rubio fue develando cada uno de breve manera. Contemplando, fue paseando en el rostro del chico su mirada, escuchando vigilante sus palabra de sabiduría y sentía una perfecta felicidad descubriendo pequeños secretos que la cultura de los elfos guardaba con mucho orgullo. Eso era lo único que conservaba el salvaje extranjero...

Luna mostró una sonrisa auténtica, pensando en que quizá junto a él podría superar sus miedos y entregarse a aquel... Sintiendo el corazón muy cálido, supo que no había otra felicidad en el mundo que deseara más. Sintió que eligió bien...

Araw: "¿Entendiste...?"

Luna: "Creo que sí, creo que pronto podré hacerlo bien..."

El rubio le dedicó un gesto amable con la mirada. Regresó a la realidad de manera inmediata.

Araw: "Vamos... no quiero que te metas en problemas otra vez, oscurecerá en un par de horas más."

Luna mostró una sonrisa con timidez, como si escondiera una travesura y asintió.

Araw: "Te llevaremos de vuelta hacia el castillo..." 

Se puso de pie y extendió su mano a quien le miró dudando. Luna sentía un temor creciente enquistado en su pecho.

L: ¶Ese lugar...¶ 

Le dió la mano a aquél, esperando tener el valor suficiente para poder decirle que no quería regresar... El elfo le miró expectante y se enserió notando su vacilación.

Luna: "Araw..." 

Acercó al elfo atrayéndolo hacia sí, haciéndolo inclinarse sobre el lecho, le besó la boca en un gesto algo desesperado, le acarició el rostro y él le envolvió en un abrazo sin pensarlo más.

A: ¶¿...?¶ 

No comprendió pero no le apartó, El elfo no pudo negarse y se recostó más hacia Luna, empezando a tener algo agitada la respiración. Luna entreabrió sus labios y deleitó al elfo con su aliento. Él no logró resistir más, enredó sus dedos en las finas hebreas de ese cabello albino, repasando su cuero en una caricia y ambos se recostaron con sutileza en un abrazo.

El ailil le contempló hermosamente en su lecho, con un sutil sonrojo y se inclinó nuevamente, dejando un ligero beso en la comisura de los labios, sólo para empezar... Lo harían a su manera a partir de ahora. Luna se dejó liderar. La atención y cariño que le daba... era en cierto modo extraños, eran como ninguno que haya probado antes... tan suaves y le dejaban deseando más.

Se enredó a él liando sus piernas y lo abrazó sobre aquel nido en el suelo, de suaves pieles y lino. Las cortinas finas dejaban pasar de manera leve la luz que se filtraba en la cueva y desde donde Luna estaba, podía sentir mágico el lugar y preciso el momento...

Luna: "Aaah... Araw..." 

Musitó cuando el rubio montaraz se deslizó a su cuello en halagos y acariciando sus hombros. Entonces empezó a sentir algo de miedo, conforme iba avanzando su tacto, temblaba.

Araw: "Luna... de verdad quieres esto?" 

Expresó dejando su voz salir en el hilo de un jadeo. Luna observó en sorpresa, no sabía qué contestar, tragó saliva y asintió tiernamente, sí lo quería. Él volvió a atender la seda que era esa tentadora piel, deseoso, empezó a descender su mano, deslizándola por la cintura y abdomen de Luna que empezó a temblar de modo evidente...

Luna: "Espera..." 

Sollozó en desespero.

Luna: "No sigas, por favor..."

El rubio se alejó muy preocupado.

Araw: "Est-... Está bien, yo... Puedo esperar."

Su corazón se agitaba pese a la excitación pudo entender que su compañía no deseaba ir tan rápido. Y esto fue bueno, ni él mismo logró negarse y estaba tomando una muy apurada decisión.

Ese hermoso ser de cabellos blancos se preocupó y fijó en él sus cristales, sus piernas temblaban. El rubio se acercó un poco, le acarició el mentón tan solo deseando sus labios y exhaló un suspiro resignado.

Araw: "Entiendo que para tu raza y tu religión esto puede ser malo pero estoy dispuesto a esperar... Sé que... quiero hacerlo del modo apropiado." 

Informó algo apenado, quizá mintiendo, quizá deseando que sea realidad. El destino era incierto e inesperado.

Araw: "En verdad no quiero darte problemas, Luna."

Se llevó la mano a la cabeza alejándose de Ella.

Según todo lo que había logrado investigar y aprender desde lo lejos acerca de los humanos en ese reino, es que solo había una manera para garantizar el bienestar y legitimidad de su prole y era en que ambos debían llegar vírgenes al matrimonio.

El elfo estaba sintiéndose aún peor creyendo que pudo haber obrado de muy mala manera conducido por su propia excitación. Bajó su mano a la cintura de quien le miraba en agitación desde su lecho, para acariciarle algo deseoso, pero como quiera debía calmarle y calmarse.

Araw: "Luna, estoy dispuesto a esperar si esto es lo que quieres..." 

Necesitaba, con urgencia, establecerse un límite.

Luna: "Mmm..." 

Asintió casi imperceptiblemente y él se inclinó para besar suavemente su mejilla de un modo respetuoso y con cierto amor. En sorpresa y sin más aviso ella lo atrajo hacia sí recostándolo a un lado suyo y empezó a besar sus mejillas también.

Luna: "Araw..." 

Era hermoso el modo en que le trataba, con paciencia y cariño era realmente halagador.

El rubio abrió sus ojos en impresión, se preocupó pues Luna mencionada su deseo por detenerse pero si continuaban aún después de eso, para él sería más difícil negarse. Estaba confundido.

Luna: "En verdad no deseo arruinar las cosas. Dame un día más... Regresaré mañana. Umm... ¿puedo?" 

Acercó sus pálidas y finas manos al rostro del elfo y él, notando que quería tocarle, le dio permiso gustoso al ver su curiosidad. Ciertamente le encantaba esta naturaleza algo inocente de su compañía.

Luna se mordió el labio inferior, un tanto reluctante con su temblorosa mano tocó el fino ángulo de esas orejas, le era fascinante solo verlas destacando a través de las cortinillas de mechones dorados. Dejó su labio brotar dejando de morderlo. Para el elfo los labios de Luna se veían más rojos y densos, se entusiasmó por lo cerca que estaban a él, tentadores y jugosos. Araw no lo podía creer, gustaba de una humana...

Ella tragó saliva con nervios y repasó con su dedo las orejas del elfo maravillándose de inmediato y éste se estremeció un poco ante ese delicioso rose y la sonrisa y rubor que de Luna nació vivificando nuevamente su rostro. El sólo notar eso atrajo felicidad al elfo.

A: ¶¿Cómo podría hacerle daño a alguien así? ¿Cómo podría utilizar a Luna sin que sepa nada?¶

Se arrepentía de ocultarle sus planes y que estaba utilizándole, sabía que siempre podía haber alguien para aprovecharse de la inocencia de Luna pues era la víctima perfecta, era muy fácil si caía en las manos equivocadas. Le sonrió el elfo en ese momento, quizá sus caminos se había cruzado para que él la protegiera y le agradó mucho más esa idea.

Se sonrojó en una so , Ella lo miró aún más bello.

Luna: "Araw, me encantas..."

Lo tomó de las mejillas y acercó sus labios a los del chico de otra especie y los recorrió con su mirada, entrecerrando los ojos, los besó de modo suave, disfrutándolo, bebiendo del delicioso néctar salvaje de ese casi desconocido.

Jadeó en su boca. El rubio estaba a punto de perderse, su respiración se volvía pesada y ya no iba a poder contenerse más, maldecía en silencio el haberle hecho esa promesa, pero él se lo permitió, dejó que jugara como quiera, y si no iba a haber nada que detenga a Luna él tendría que ser el más sensato de los dos.

Controlaba muy cuidadoso el paso del tiempo, permitiéndose a ambos disfrutar de ese momento sin que la llegada de la noche oscurezca esas memorias inocentes que estaban creando en la intimidad de su compañía.

Araw: "Sí que eres cruel..." 

Continuó de un modo suave, sutil y un tanto cruel con sus caricias.   

A: ¶¿Acaso a Luna le gusta que sobrepase sus límites?¶ 

Le mordió el labio suavemente, provocando un suave quejido, y con regocijo le soltó. Dejó ese labio inferior enrojecido por el agarre de sus perlas y con la lengua lo delineó, deleitándose. Luna jadeó. El elfo le vio apretar sus muslos entre sí... Sonrió pues sabía que esto le estaba gustando.

No hacía falta más...

Aquel gato azabache logró ver desde una de las grietas de la caverna cómo Luna estaba besuqueándose con un chico que era un elfo. Ver todo eso hizo que se molestara demasiado. Ser testigo de cómo la persona que más amaba y admirada en silencio, se liaba en la cama con otro hizo que se le rompiera el corazón, pero no podía hacer nada, sólo tenía esa oportunidad para seguirle e informar al príncipe de todos sus movimientos, así que se marchó inmediatamente. 

Rowan se hallaba molesto y guardando mucho resentimiento hacia Luna...

No pasaron demasiados minutos. Anticipándose al ocaso, el elfo se separó de ese suave cuerpo, renunciando de momento a ese fino aroma de vainilla que despedía la lechosa y tentadora piel de Luna. No importaba qué tanto más la deseara...

Araw: "No quiero que pases problemas. Se hará tarde si continuamos y no quisiera que te pongas en riesgo. ¿Vamos? Yo te escoltaré."

Le acarició la cintura con cariño y Luna asintió. Se levantó del pecho del elfo sintiendo una sensación rara entre las piernas y caminando con algo de desconcierto se detuvo.

Luna: "Aa-aah..."

Araw: "¿Todo bien?"

Luna: "Aan... Sí, no es nada." 

Esto era raro para sí, sin embargo la excitación era evidente sólo para Luna quien prefirió no compartir su condición. Se tenía que ir pronto o le amonestarían en el palacio real.

El elfo se puso de pie y regresó con unos cuantos ingredientes en sus manos, los había sacado de una cesta que tenía reservada hace algunos días.

Araw: "Tómalo." 

Sin mediar más palabra le entregó hojarascas y algunos ramilletes que había recolectado.

Luna: "¿Qué? ¿Y esto...?"

Araw: "Son algunas de las cosas que creo perdiste ese día que nos conocimos, espero que te puedan ser de utilidad. Espero..." 

Habló y dudó algo nervioso.

Luna: "Dios... Gracias, Araw. N-no debiste..."

Araw: "Descuida. Sería raro que regreses sin nada al castillo. ¿No es así?" 

Luna: "Aaah... Araw." 

El elfo lo tenía todo en mente y Luna se empinó dejando un suave beso en los labios del rubio.

Este correspondió estrechándole suavemente, podía decirle que huyan, empezar de nuevo y se vaya junto a él, porque en verdad era peligroso arriesgarse en cada visita que le hacía...

Araw: "Te esperaré mañana." 

No iban a poder hacer esto por mucho tiempo, pero le necesitaba en el palacio real. Ella sonrió y salieron del escondite ya más tranquilos y se dirigieron al castillo, con cuidado de no ser vistos.

-•-

Luna salió del bosque, esperando que ese su pequeño encuentro amoroso pasara desapercibido. Anhelante, apresuró su paso a éste a través de los grandes portales de la ciudadela. Hablaron en el camino... por fin sentía tanta felicidad, sin embargo era algo más que solo eso, podía sentir que su corazón iba a explotar de tanta dicha, quizá era el modo preciso para describir su estado... Sabía que por fin iba a tener a alguien a quien amar con toda libertad.

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