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II - La criatura del bosque

Escuchó las palabras del rubio y le desconcertó la confesión que le hacía. Sabía que algo así había pasado, pero no pensó que fuese tan grave.

Sí, hubo una guerra, sabía que los elfos habían sido atacados, y que la guerra había acabado, pero desconocía qué era lo que había sucedió después con ellos.

Luna lo observó, esos orbes celestes se miraban opacos, fríos, se notaba que una tristeza muy profunda era la que cargaba su alma, Luna lo sabía...

Él había sufrido mucho, perdido demasiado.

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Supo que no iba a mentirle a una persona extraña, deseaba que confiaran en él. El elfo sólo tenía su nombre, su palabra y su dignidad como única garantía que respalde su veracidad. Los elfos eran orgullosos de su raza y nunca harían nada que ponga en entredicho sus promesas o mancille la reputación de su especie.

Después de todo, estaban en el interior mismo del bosque, a solas, y aún cualquiera de los dos podría aniquilar al contrario, desaparecerlo sin dejar rastro, sin embargo, el elfo le respetó y se apartó de su cuerpo... No le quedó duda alguna. Tal vez sería capaz de confiar en él... Se acercó al rubio con una pequeña sonrisa amable y comprensiva.

El corazón del elfo volvió a latir ante ese acercamiento, puso un pie tras de sí, listo para apartarse pues desconocía las intenciones de esta persona. Ella le miró a los ojos y en ese pequeño instante, le dirigió un gesto alegre y le tomó la mano entre las suyas. Como sucedió, él no atacó como lo hizo otras veces para sobrevivir.

Luna: "Mi nombre es Luna, miembro de la corte real de Antares... así que entiendo su soledad, le comprendo perfectamente."

Se asombró y quedó incrédulo. No pudo procesarlo, uno de los ciudadanos de Antares, La Maga Real del reino de los humanos estaba ahí presente ante él. Ella era...

Luna: "Al igual que vos yo también vivo en soledad, aunque por razones diferentes. He aprendido a convivir en un lugar en el que no soy libre. Tengo prohibido tener amante o pareja, ni elegir con quién casarme... pero Antares es el único sitio que me brinda la seguridad que en otras partes no tengo y por eso lo puedo llamar hogar..."

El ailil apretó los labios, quedó en silencio. No era quién para juzgarle, la de los humanos era una cultura diferente a la suya y apenas se conocían. Tenía mucho que analizar. No comprendía por qué Luna le confesaba tanto, podía sentir su desesperación... Esta persona tambié n se hallaba sola, pese a estar rodeada de tanta gente. Bajó su mirada. Había muchas cosas que quizá desconocía de sí aquel ser y el elfo pudo notar al usar ese hechizo y por eso no entendía el porqué de esa extraña y tonta prohibición.

Luna miró con alegría al rubio quien se mantenía respetuosamente en silencio. Aunque no expresara mucho con sus palabras podía leerlo en sus gestos. Lo veía tímido y hermoso, le encantaba. Quería conocerlo, desentrañar sus pensamientos, saber cómo se sentía, descubrir el mundo que era este elfo, compartir sus anhelos y hacer realidad sus sueños. Su mente y alma había quedado prendada en él.

No dijo nada, Luna no habló para externar su opinión. Era parte de los esclavos del Rey Alucio después de todo y así había crecido, siendo condicionada su vida. Por otro lado, sentía pena y compasión por el chico de otras tierras, podía percibir la ruptura que tenía en su pecho.

Luna: "Sabes..."

Empezó dirigiéndose a él de un modo más íntimo y le acarició la mano suavemente. Sabía que él necesitaba de esto tanto como su propia persona.

Luna: "Entiendo que puede ser difícil por lo que estás pasando... Pero no puedes volver el tiempo atrás. Lo mejor a partir de ahora es empezar de nuevo, seguir con tu vida."

Estas palabras atrajeron su atención. El de orejas puntiagudas le miró contrariado, algo enfurecido y ansioso. Dolía hablar del pasado, no comprendía por qué traía ese tema... y más un humano. La ligera presión en su mano le regresó al presente. Luna apretó un poco su agarre, le asió gentilmente entre sus palmas y le observaba anhelante.

Luna: "Sólo espero... no llenes con ira tu corazón. La venganza no es un buen camino..."

Araw quizá había encontrado una oportunidad para empezar de nuevo, sin embargo le reclamó el murmullo del viento hablando entre las hojas de los árboles. Tenía la manera de entender la naturaleza y sus señales.

Sí, el destino había puesto en su camino a un ser humano y por lo que parecía ser, por sus túnicas, un ser capaz de usar magia de gran nivel. Aquella conexión.

A: ¶Una maga y mana...¶

Era lo que estaba necesitando.

Entonces lentamente Luna acarició la mano que descansaba entre las suyas. Aquel elfo era un extraño propenso a los silencios y placeres de la meditación. Quizá estaba pasando por un duro momento, temía asustarlo y provocar que se aleje, pero de alguna manera quería formar parte de su universo y compartirle el suyo también.

De pronto el rubio recordó algo. Se apresuró y tomó ambas manos de aquella, acercándolas al pecho.

Araw: "¡Lo lamento! Tus cosas... cayeron al lago. Te compensaré y te ayudaré a buscar más de ellas. Conozco este bosque desde hace mucho. ¿Confiarás en mí si te ayudo?"

Sus ojos se clavaron deseosos por asistir en algo a 'la aparición'.

Ella esbozó una suave sonrisa, mostrándole una expresión bastante amigable. Inclinó el rostro a un costado porque le conmovió su disposición.

Luna: "No te preocupes por eso, fue mi culpa, yo te lancé mi canasta. No debes molestarte en hacer eso, puedo volver a buscarlas otro día."

Aquel bajó la mirada decepcionado, en verdad quiso retribuirle de algún modo, hacer que se quedaría más tiempo con él.

Luna pensaba del mismo modo, sin embargo, que quizá así podría regresar al bosque, aprovechar una oportunidad para volver a encontrarse con él a futuro... Claro, si aquel lo permitía.

Araw: "Lo siento mucho, por asustarte..."

Apartó la mirada, contrariado y arrepentido. Aunque al principio su primera intención fue matarle para evitar que delate su existencia, ahora agradecía el no haber actuado de un modo tan impulsivo.

El ser de cabellos blancos le miró con gozo. Desvío la atención a sus entrelazadas manos las cuales estaban en su pecho y acarició levemente con su dedo pulgar uno de sus pectorales. Las ropas se sentían cálidas por la temperatura elevada de aquel cuerpo y húmedas debido a la piel mojada sobre la que descansaban e interrumpían su tacto directo, sintiendo Luna sólo su macizo pectoral y lo deseó.

Luna: "Por cierto... Aún no me dices qué es lo que quieres que haga. Si deseas que haga algo... puedo realizarlo, supongo."

El elfo no le pedía nada por el acuerdo que habían quedado, por el contrario, estaba ofreciendo ayudarle incluso...

Araw: "Mmm..."

Meditó y dudó nervioso. Si había algo que le podría pedir no iba a hacerlo en ese momento. Se sentía inseguro todavía. Estaba buscando alguna excusa para poder tranquilizarse y conocerle más. Saber si podía confiar en Luna.

Pero por supuesto que Luna tenía sus límites, no obstante, confiaba en que él no se aprovecharía de su disposición.

El rubio entrecerró los ojos bajo el calor de esa desconocida caricia. De un modo lento, bajó la mirada a su propio pecho descubriendo sus manos unidas y al notarlo las soltó alejándolas. Aquel roce lo dejó intranquilo. No se había dado cuenta de ese toque hasta que le acarició. Aclaró su garganta acercándose un puño a los labios.

Araw: "Oh... ¿De verdad volverás a recolectar más?"

Luna iba demasiado rápido. Era una tentación sentir su cuerpo, admirar su rostro y esa fricción le hizo ansiarle, pero debía mantenerse enfocado, concentrarse en lo que realmente buscaba.

Luna sólo le miró y sonrió un poco al advertir su reacción, una que le pareció atractiva en muchos niveles. Siendo una fuente de luz en medio de la oscuridad que era su miserable vida, así que asintió animosamente con la cabeza a su interrogante.

Luna: "Sí, así es..."

Externó sin perder el ánimo. Su voz sonó suave saliendo en una caricia por entre sus labios.

El elfo se alejó un poco, caminó un par de pasos mientras meditaba, necesitaba despejar su cabeza. Lo que decía Luna significaba que podrían reencontrarse, en realidad no le molestaba mucho la idea de volver a verle. Sin embargo, había un detalle que no podía pasar por alto...

Araw: "Luna... ¿cómo fue que llegaste hasta aquí...? Estás muy lejos de la ciudadela de los humanos. Antares..."

Informó para girarse y contemplarle de nuevo, un tanto inseguro por la respuesta que obtendría. No habían otros lugares poblados cerca, o casas... y Luna no lucía como un viajero por los trajes que llevaba o la ausencia de equipajes que llevara consigo.

Luna: "Oh... No había pensado en eso, creo que me perdí..."

Mencionó apenas dándose cuenta.

Luna: "¡M-me perdí! No, no, no, no... Debo volver al castillo antes que anochezca..."

Cobró conocimiento de su actual situación. Era verdad... esa zona, era la primera vez que la veía. Se había extraviado al dirigirse sin cuidado al lago y también al correr en huida y sin rumbo.

Luna: "Está anocheciendo... Debo encontrar dónde pasar la noche ahora mismo, no puedo quedarme aquí."

Su respiración comenzó a agitarse un poco en ansiedad, sintió que no podía controlar su cuerpo, aún más sintiendo pánico y desesperación... creía que iba a desmayarse en cualquier instante. Normalmente no solía ponerse así, pero de verdad le temía a estar en un bosque en horas en que el sol moría en el horizonte.

Preocupado, el elfo le detuvo sosteniéndole de los hombros de inmediato. Sabía que esa reacción sólo se podía deber a algo malo.

Araw: "Hey, dîheno, calma. Todo estará bien... Sé que la noche es peligrosa en el bosque. Pero no hay que temer, aún estamos a tiempo."

Argumentó en un tono calmado para tranquilizarle. Conocía la distancia en que se hallaba el castillo.

A: ¶Bien, al menos sé que no vino rastreándome exclusivamente, pero aún no puedo estar confiado.¶

Araw: "No desesperes. Si pensamos mejor las cosas, ambos podremos llegar a una solución. ¿Me permitirías ayudarte?"

Habló decidido en hacerlo.

Los lila de sus ojos se centraron en el azul de esas lagunas del elfo e intentó guardar la calma empezando por suspirar, sabiendo que no iba a conseguir nada si se alteraba.

Luna asintió suave ante su vigía.

Araw: "Ahora... solo guarda la calma. Yo puedo escoltarte hasta el lugar, y todo estará bien..."

Luna respiró profundo. No le gustaba perder la calma o sentirse así ya que se supone que era alguien con grandes poderes, pero no pudo evitar preocuparse un poco ya que no sabía qué tan lejos estaban del palacio o de los muros que protegía todo Antares.

Luna: "¿Podremos llegar antes que el sol se ponga?"

El elfo negó y le soltó los hombros... El pavor volvió a subir por la espalda de Luna, empezando a temblar de un modo imperceptible, necesitaba todo menos esa negación...

Tras una breve pausa, el elfo se le acercó un poco con la cabeza agachada.

Araw: "Puedo llevarte de vuelta, sé dónde queda el castillo, conozco el bosque, mas sin embargo, no podré acercarme mucho más allá. Pero esta será mi condición..."

Elevó la mirada a Luna y sus orbes azules se sostuvieron contemplándole fijamente.

Araw: "Sólo podré llevarte de vuelta ahí si... mantienes en secreto mi existencia. Ningún humano jamás debe saber mi nombre... ni tampoco el que me viste. Si guardas este secreto para tí te dejaré ir..."

Aquel ser peliblanco suspiró levemente y asintió de inmediato casi implorando.

Luna: "Está bien, te lo agradezco, de verdad."

Expresó con gran alivio y sintió algo más de calma, le miró con una pequeña sonrisa y suspiró sintiendo que podía confiar.

Luna: "Tú me agradas y jamás revelaría eso, has demostrado que eres digno de palabra y sólo te puedo pagar con gratitud... Tu secreto estará a salvo conmigo..."

Disfrutaba cada vez más de su presencia y quería permanecer mucho más tiempo en su compañía.

Luna: "La mayoría de nobles cree que estoy maldito por controlar los elementos."

Rió levemente con su inocencia característica, pensando en la gente del castillo con la que era imposible convivir aunque lo intente... No podía permitirse perder el contacto con el único que consideraba capaz de comprenderle. Anhelaba la amistad de aquel elfo y, si era posible, quizá podrían compartir algo mucho más significativo que eso.

El elfo le miró con cierta ternura. Tomó su mano y le acarició la mejilla con una cálida sonrisa.

Araw: "Estaría bien que nos fuéramos ya, antes que anochezca aún más."

La Maga Real se sonrojó pues se dio cuenta que estaba divagando al sentir mucha comodidad en su presencia.

Luna: "Disculpa, de verdad... Siento distraerme. No quiero estar aquí en la noche, hay algo en este bosque que sale en cuanto se declara la oscuridad. Me topé con eso antes, fue horrible, no quiero podré pasar por lo mismo... Por favor, vámonos ya, ¿sí?"

Mencionó mientras aún seguía tomando su mano, esto para calmarse un poco o para al menos intentar no alterarse tanto. Tampoco podía llegar al castillo fuera de horas en que tenía permitido entrar o salir a completar sus investigaciones. El chico de cabellos dorados oteó lontananza y descubrió que las luces del atardecer estaban cayendo tras las montañas en el horizonte.

Araw: "Descuida. Luna, yo te protegeré... Sólo debes caminar a mi lado y procura no hacer movimientos bruscos cuando el sol se haya desvaneciendo, atraerás algún enemigo si logran sentir tu presencia."

A las criaturas de la naturaleza, en los bosques profundos de ese tipo, no les gustaba los humanos, ni que invadieran sus territorios, ya que éstos consideraban que los seres humanos eran existencias que perturbaban la paz y el equilibrio de la naturaleza... Araw dio un paso al costado, haciéndose a un lado y extendió la mano libre al aire, cerró los ojos y murmuró algo incomprensible para oídos de Luna. Era un idioma desconocido.

De la nada, el espacio se torció delante del elfo y una luz dorada se arremolinó dando paso a una sombrea que se fue materializando ante ellos. Aquella tomó la silueta de un venado oscuro como la noche misma, en su pelaje resplandecía un manto de estrellas que invitaba a perderse en su inconmensurable profundidad, y sus ojos no eran más que dos esferas incandescentes cual soles.

Al cerrarse el portal dorado, el elegante animal sacudió su cabeza. Su cuerpo liberaba incandescencia que le envolvía en llamas que danzaban lentas sin quemar nada a su tacto. Los ojos curiosos de Luna plasmaban aquella maravilla en sus retinas sintiendo su abrumadora presencia como algo amenazante. Ya tenía cierta presuposición y ahora sentía inseguridad. Sus pies prestos a huir.

Araw: "Descuida... es inofensivo."

El elfo no liberó su agarre y se mantuvo quieto sosteniendo la mano de Luna.

Araw: "Se encargará de explorar alrededor y que sea seguro. Nos avisará si encuentra algún peligro..."

Por su parte, Luna sólo asintió ante todas sus palabras, claramente iba a cumplir lo que le pedía, por alguna razón deseaba confiar en él.

Luna: "Está bien, tampoco se ve muy amenazante... C-creo..."

El animal hizo una venia ligera cuando el elfo dio un paso a él. El rubio le dictó algo en ese idioma extraño que utilizó, Luna sabía que no era élfico, y mirando hacia un costado, el guardián invocado se alejó con largos saltos. Para esto, el rubio se giró en sentido contrario y empezaron a avanzar por el bosque. Luna se acercó un poco más al elfo, en el momento en que sintió envuelta su mano en la suya, de manera inconsciente entrelazó sus dedos y se pegó a él para sentirse más a salvo cerca de su protección.

Los ojos del elfo se iluminaban continuando su camino junto a su compañía. Él podía ver tan bien en la penumbra como en el día. Las sensaciones inusitadas que provocaba la proximidad de esa delicada criatura que era Luna, provocaban su distracción pero con buena voluntad siguió su paso.

Luna: "¿No estamos muy lejos verdad?"

Interrogó con precaución, quería llegar lo antes posible al castillo. Preveer alejarse de éste lugar en donde los peligros abundan. Eso y tener que enfrentar la ira del príncipe le hacían temblar.

Araw: "Estamos algo cerca..."

Contestó y pronto llegaron a una pequeña lomada desde la cual pudieron vislumbrar la ciudadela de Antares en un claro muy alejado aún del bosque. Había estado estudiando aquel lugar por buen tiempo, su ceño se frunció con cierto odio y negó desviando su mirada hacia Luna.

Araw: "Como puedes notar ahí está Antares... Pero no podré ir más allá de este punto si no quiero ser visto... Vigilaré desde aquí hasta que llegues a salvo..."

Sin querer despedirse de ese maravilloso ser, la última luz del sol desapareció del firmamento. Aunque quedaba algo de bosque de camino, para ese ser albino era más seguro ahora que no estaban muy lejos del castillo.

Luna: "Está bien, entiendo y no te preocupes, no le diré nada a nadie sobre tí, tu secreto queda a salvo conmigo."

Afirmó con una leve sonrisa en su rostro esperando que esta no sea la última vez.

Se giró hacia Ella y se retuvo con cierta inseguridad. Quizá si le borraba la memoria ahora como lo hizo con otros viajeros...

El balido agudo del guardián venado silbó tras ellos de pronto en el bosque, alertando a su invocador. El elfo giró en aquella dirección prediciendo su ubicación.

Araw: "Creo que está más cerca de lo que parece..."

De pronto esa sonrisa de Luna se fue al escuchar esas palabras. El llamado de aquel ser se extinguió pronto. El guardián no pudo hacer mucho para distraer a la amenaza o alejarla, tendrían que correr o atacar.

Luna: "Tenemos que irnos... Rápido, si seguimos aquí esa cosa nos va a encontrar..."

Él negó, miró a los profundos ojos de Luna.

Araw: "Se halla lejos pero podría oírnos. Tienes que huir, yo lo distraeré. Sea lo que sea, no dejaré que se acerque a tí. ¿Está bien? Ve y no mires hacia atrás."

Luna: "Pero no puedes quedarte aquí solo... con esa cosa. Es muy peligroso."

Dijo en preocupación, pues posiblemente no saldría vivo si se quedaba ahí, él le observó con tristeza muda como respuesta. La torsión en la voz de Luna indicaba su ansiedad, esto le llenó de inseguridad de cierto modo y más aún pues le conmovió las cosas que le dijo. Supo que se preocupaba por él.

De pronto, tomó a Luna y le tumbó al piso evitando que los rozara una saeta, los demás latigazos en el aire de aquellos dardos sonaron secos al clavarse en los troncos de los árboles cercanos. El rubio se quedó hincado en una rodilla con Luna bajo su cuerpo.

¿Cómo había hecho para anticiparlo? Luna cayó en cuenta que eran ciertos algunos rumores acerca de la naturaleza de estos, los oídos élficos eran más sensibles que el de los humanos. Y otra vez se hallaba bajo él con el corazón a mil.

El bramido gutural de esa incierta bestia se oyó a menor distancia esta vez.

Luna se agitó bajo él.

Luna: "Oh, Dios, oh Dios..."

La criatura estaba cazándolos y lanzó de nuevo una ráfaga de púas para detectar su ubicación, barriendo de a pocos el bosque.

Araw: "Espera, necesitaré algo tuyo. Una prenda..."

Ella no lo comprendió pero fue obediente.

Luna: "Toma, te daré esto..."

Desenvolvióse la capucha que traía en su cuello y la entregó. Él vistió la tela sobre sus hombros y cabeza... Olía a la esencia natural de Luna... aún tenía el calor de su cuerpo. Sabía que la criatura estaba cazando a Luna, que había sentido su olor a humano en el aire y ya tenía trazado una salida.

Luna: "Deberíamos irnos los dos, no tiene sentido pelear con esa cosa..."

La verdad estaba bastante preocupado, no quería que el elfo muriera sólo por salvarle.

El salvaje elfo le tomó las manos, las sintió temblorosas. Aunque podía muy fácilmente vencer a la bestia, Luna se preocupó así que le daría esa pequeña satisfacción como signo de agradecimiento. Asintió con un movimiento de cabeza y se irguió apenas, le ayudó a levantarse manteniendo su cabeza oculta entre la maleza... y desde su refugio oteó a dónde iban a recorrer.

Araw: "Bien... iremos por este lado hacia el castillo, tú correrás junto mío... Si caes, por favor, cúbrete y quédate en el suelo... yo seré tu escudo. Recuérdalo."

El albino ser confirmó en silencio a sus palabras. Le alegraba que fuese consigo y no se quedara allí solo. El elfo viró hacia sus espaldas y otra ráfaga voló rosando apenas sus cabezas.

Araw: "Listo... Ahora..."

Ordenó en un murmullo algo alto luego de que las astillas sonaran incrustándose en los árboles...

Al escucharlo, Luna sólo empezó a correr a su lado. El rubio le ayudó a avanzar cubriéndole con su capa. El temor recorría cada vena de su cuerpo, pues a simple vista se notaba los nervios y ansiedad de Luna.

¿Cómo no iba a estarlo en esta situación? Esa cosa, lo que fuera que sea, estaba por ahí tratando de matarlos y no quería ser su cena.

Otro bramido no tardó en hacerse oír. Los miles de ojos en esa cabeza lograron captar el movimiento en las hojas agitándose con su desplazamiento.

La tierra empezó a retumbar con el golpe pesado de sus patas en carrera hacia ellos, los árboles crujían rompiéndose ante su embate.

Luna: "¡Tenemos que salir de aquí, rápido!"

Iba corriendo a su lado, se asustó en demasía, pero alzando su mirada al rubio, algo en su determinación le hizo sentir y pensar que era probable que saldrían vivos e intactos de esto.

Araw: "¡Luna! Está muy cerca... Tienes que correr. ¡Hasta! ¡Yo me encargo...! ¡Puede que no se detenga aún saliendo del bosque...!

La bestia podría continuar tras ellos y atacar a algún viajero o llamar la atención de los guardias, no podían correr ese riesgo. El rubio sacó la daga de su cinto, la misma con la que le amenazó y en medio de su carrera el elfo se detuvo.

Araw: "¡Hasta...! ¡Huye!"

Gritó y se quitó la capa de un solo movimiento. La capucha que La Maga Real le dio, cayó sobre su espalda y corrió al encuentro contra la bestia.

Con un par de giros de la capa del brazo, distrajo la atención de la bestia alada con apariencia de fiero león, la cual no previó el acercarse raudo de aquel, hasta que en uno de los giros del lino, pudo ver el celeste hielo de los ojos del elfo, cerrando la distancia entre ellos. Casi de inmediato... el brillo de la espada se atravesó ante su vista.

Apenas fue evadido por el animal al saltar retrocediendo del espadachín y amplificó su rango de defensa desplegando las plumas de sus alas. La daga apenas había rozado los belfos del monstruo en acción inicial y rugió furioso sintiendo el amargo sabor de su propia sangre. En los cientos de ojos como uvas podridas en racimo se reflejaba el rubio.

Rompiendo en aire, la ráfaga de púas se disparó desde su melena, la cual fue repelida por el rápido blandir de espada que en giros silbaron cortando el aire. Una dio en su hombrera de cuero, pero no la esquivó... Evitó hacer movimiento tomando en cuenta que, si lo hacía, irían a parar en dirección a Luna, y deseaba que saliera a salvo de esto.

El azote de dardos cesó y la criatura rugió para amedrentar a su contendiente, golpeó con fuerza el suelo bajo sus robustas patas delanteras e hizo temblar todo en una fuerte onda, pero para evitar su efecto desestabilizador, el elfo ya había saltado hacia un tronco en pirueta, utilizándolo como pivote y tomando mayor altitud para su próximo movimiento.

Esquivó las zarpas de aquel en cuanto arremetió sin tregua el leño y saltó de continuo hacia el árbol más cercano para burlar su embate.

La bestia destrozó de inmediato el siguiente tronco en el que aterrizó, no daba tregua, mas apenas el elfo logró evitarlo en una voltereta para alcanzar la siguiente superficie, elevando sus pies por sobre su cabeza en otro salto.

La cabellera dorada pasó rasando por encima de los cuernos aplanados y en espiral del monstruo, y con el giro de su cuerpo en el aire, cercenó limpiamente el brazo de la bestia. La hoja rasgó cual papel la piel y carne, el hueso crujió imponiendo apenas resistencia.

Aterrizó el rubio en el suelo con un barrido que levantó tierra y césped envolviéndole en polvo. Su rostro estaba manchado por la sangre corrupta y su mano tocó la superficie junto a sus pies estabilizándose antes que la extremidad de la bestia toque el suelo al caer separada de su dueño.

Para esto, con la respiración agitada, pudo ver cómo una masa de carne brotaba directamente del expuesto hueso sesgado de la bestia, enredándose en músculos que formaron un remolino, reemplazándola de manera inmediata.

A: ¶¡Mierda! Es una aberración, debí imaginarlo...¶

Incesante, la bestia volvió a atacar y él tuvo que cambiar de dirección sorteando la segunda ola de mamporretazos que destrozó el árbol ante el que estaba sólo hace una micra de segundo. Esto era malo...

El rubio saltó de inmediato hacia otro árbol para elevar su posición saliendo de su rango de visión y así poder contraatacar desde lo alto.

Quizá Luna ya no estaba pues le había dado contados segundos para ponerse a salvo, y el rubio podría abandonar a la criatura a su suerte dada la dificultad para abatirla.

Saltó a lo alto para asestar un último corte, al aterrizar hundiría su espada en esa cabeza bestial, pero, en el aire, a pocos metros de la cresta de la bestia notó algo...

Los pies de Luna se habían congelado en su posición desde que el elfo se apartó de su lado. Sentía una sensación horrible sofocándole en el pecho, quiso correr cuando se le ordenó, pero el miedo le hizo perder la noción de todo, su cuerpo no respondía ante ningún esfuerzo. Tenía que hacer algo, para atacar o huir, su mente no procesó ni lo uno ni lo otro. Su subconsciente le dictaba que debía atacar, ayudar al elfo, atacar a la bestia pero el contrario estaba en medio del camino...

Luna: "..."

De pronto, Luna sintió la penetrante mirada de la bestia sobre sí, dispuesta a devorarle. Toda fibra de su cuerpo empezó a temblar de un modo incontrolable.

Aquel monstruo bramó y cambió de objetivo, dispuesto a cargar contra Luna.

No importaba qué tan rápido responda cualquiera de los dos, esa cosa alcanzaría fácilmente al al bino ser y no podrían hacer mucho para evitarlo.

Araw: "¡Luna!"

La arritmia pateó su corazón cruentamente.

El grito de aquel le hizo reaccionar al escuchar su nombre. Dudó, se exasperó intentando pensar en un ataque o defensa, cualquiera que venga a su mente... Luna levantó ambas de sus manos delante de sí imponiendo sus palmas hacia la aberración y conjuró, rezando, por que funcione lo que sea que surja.

El elfo se giró en el aire, descartó la capa que traía en su brazo, la daga que traía se transformó en 2 con sólo un susurro suyo y, usando un hechizo de destrucción a sus pies, se propulsó en el aire disparándose contra la criatura. Todo ocurrió en un segundo.

La ventisca de estacas de hielo que lanzó La Maga Real atravesaron en una ráfaga el aire, a micras de segundo, los corazones en el pecho de la bestia a la vez que el elfo cercenaba esa cabeza, atravesando ese cuello desde las vértebras cervicales a su garganta. Crujió.

El ataque conjunto cruzó a la bestia de por medio sin oportunidad de escape alguno.

El rubio no pudo hacer un corte más limpio que ese y volvió a tocar suelo, aterrizando junto a ésta...

La masa de ojos y colmillos chocaron contra el suelo separados de su melena produciendo un golpe húmedo producto de la sangre y baba del monstruo, y del agujero de ese grotesco cuello brotó escandalosamente la sangre, la fuente manchó el blanco de la capucha de Luna que usaba el elfo en un vívido escarlata...

La descomunal criatura, o lo que quedó de ella, cayó barriendo cortamente el suelo y se detuvo a centímetros de Luna...

Agitado, el elfo se irguió y limpió sus labios y mejilla con el interior de su muñeca, quitando con asco la viscosa sangre caliente que picaba a su tacto... ¿El olor? Eso para él era lo de menos, ya había olido la podredumbre y muerte antes . Las espadas en ambos de sus puños desaparecieron quedando tan sólo la daga original sostenida en la zurda.

Luna miró cómo aquel elfo mataba a esa bestia. Aún el susto tomaba su cuerpo, pero sentía alivio por haberse salvado ambos de esa criatura nefasta. Corrió y en resquemor agarró a patadas el costado ya inerte de este.

El rubio, al notarlo, vio que habían salido del bosque y el cuerpo de la aberración yacía a pocos metros fuera de la protección del camino.

Luna se acercó a aquel elfo luego y tomó su mano con ambas mientras lo miraba.

Luna: "Gracias... Pensé que sería la cena de ese monstruo."

Externó en alivio para después abrazar sin dilación al más alto en forma de agradecimiento. No le importó que la inmunda sangre de la bestia le manche.

El elfo sintió el calor de aquella criatura frágil en contacto con su pecho al ser abrazado. Quizá Luna no tenía las suficientes agallas todavía para enfrentarse en combate, quizá no era consciente aún de la verdadera fuerza que poseía, pero el elfo correspondió de vuelta y la atrajo a su cuerpo sintiendo su cariño. En esa unión le sintió temblar sutilmente.

Araw: "Tienes más fuerza de lo que crees, Luna... Sólo tienes que confiar un poco más en tu esencia."

Se alejó, sus rostros se encontraron cerca al del otro. El elfo sonrió, y el corazón de Luna volvió a latir más rápido, si ya no estaba agitado...

Araw: "Creo que tenemos que dejarte en tu hogar."

Intervino calmado. Es cierto que la idea de besar a La Maga Real cruzó por su mente, pero se abstuvo... No lo vio acertado tomar ventaja de la situación.

Luna: "Sí, es verdad."

Sonrió y declaró sin oposición. El rubio le tomó de la mano, pero cayó al intentar avanzar.

Luna: "¿¡Araw, estás bien...!?"

Un vértigo nubló su mirada dado el inesperado dolor punzante. Se giró sentado en el suelo y, al verificar, notó un profundo corte en su bota en donde hundió su índice, ahogó un quejido leve revisándola. Al retirar su mano, comprobó por la sangre que cubría su falange que se había hecho un grave corte a la altura del tobillo.

Lo que sea que le hizo eso había dañado sus tendones, le iba a tomar demasiado tiempo el sanarse y sólo conocía cómo hacer pociones para recuperar la salud pero tomaría tiempo en cicatrizar.

Luna: "Tranquilo... Puedo encargarme de esto."

Se arrodilló junto a él, con cuidado le desabrochó la bota de su pierna retirándola y, descubriendo su clara dermis, inspeccionó la herida asegurándose que no había ningún elemento enterrado en su carne.

En la fortaleza de Antares se empezó a oír la campana advirtiendo a los demás guardias sobre la extraña presencia de la inmensa bestia abatida a las afueras del bosque.

Observó los daños, parecía que él no podría caminar, y no bastaba con eso, pronto iban a llegar guardias para verificar el lugar... y no podía permitir que viesen a Araw. Regresó la ansiedad a su sistema y su atención a los ojos élficos.

Luna: "Descuida. Te ayudaré a recuperarte."

Apresurándose, acercó ambas de sus palmas con cuidado a la pierna del contrario y cerrando los ojos empezó a concentrar la suficiente energía mánica.

Un frío refrescante envolvió la extremidad del elfo con una luz pálida y, de un modo lento, empezó a cerrarse el corte dejando una sensación vivificante que lo despojó de toda carga y dolor. Sin necesidad de pociones, Luna logró su completa recuperación y en tan sólo un par de segundos.

Luna: "¿Te sientes mejor?"

Esté asintió y sostuvo su pierna en donde antes estuvo la herida, solo quedaba sangre, entonces Luna puso el brazo del rubio en su hombro, tomándole de la espalda y usando un hechizo de pluma lo ayudó a ponerse de pie de la manera más fácil, y apenas alzándole.

Él fue elevado y quedó algo confuso al notar cómo la gravedad dejaba de actuar en su propio cuerpo, se giró hacia su compañía admirándole en silencio. ¿Acaso Luna conocía tantas disciplinas mágicas? Había usado magia de restauración y alteración en ese mismo instante sin mencionar el anterior ataque de hielo. Pocos eran los humanos que nacían con habilidades mánicas, y era cierto lo que Luna decía, cualquier ignorante pensaría que era una maldición controlar tantos elementos. Le aborrecían porque esto era inusual, pero la verdad es que le temían más.

Luna: "Prueba ponerte en pie..."

Él se apoyó en el césped, sintiendo tan sólo el cosquilleo bajo su planta desnuda antes de afianzar su peso en ambas piernas. Sin dolor, comprobó que estaba sano.

Araw: "Hantale nauva lyenna... Luna, ¿tú est-?"

Algo atrajo su atención de pronto y giró en dirección al castillo. Con su aguda vista pudo notar cómo se abrían las puertas de la fortaleza a lo lejos.

Araw: "Oh, creo que ya debo marcharme."

El corazón de Luna se agitó en desasosiego y se giró hacia el elfo. No hubo mirada más transparente que pudiera hablar por sí sola. No lo deseaba lejos, no quería apartarse de él y pensar que ya había terminado todo.

Luna: "Yo, podría... ¿volver a verte? Claro. S-solo si gustas..."

Quizá Araw era tonto al exponerse así, pero al ver el rosa de esos labios inocentes y el brillo de ilusión en esas gemas lila de su mirada, y consolidó su respuesta.

Araw: "Podrás si así lo quieres... Sabré que eres tú si te anuncias en lo profundo del bosque y sentiré tu voz en el viento, sólo llámame cuando sea seguro..."

Luna: "Araw..."

Sonrió en ilusión y él le tomó del mentón de un modo muy suave, alzando sus labios y su mirada más cerca a su rostro.

Araw: "Únicamente ten por seguro que tu rastro no sea descubierto y nadie te siga el paso, entonces, cuando yo esté seguro que nadie viene tras tuyo, saldré a tu encuentro..."

Informó con una seriedad grave, su corazón moría por volverle a ver y quería asegurarse que Luna conserve fielmente su promesa.

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