Ultimo primer día de clases
Me levantan muy temprano los gritos de mi desesperada madre que me llama para que me prepare para ir a la escuela, como siempre ella esta mas ansiosa que yo, la verdad es que para mi ya no es tan emocionante asistir a clases el primer día y admito que si no fuera por mi madre nisiquiera fuera a clases esta semana pero como debe ser ella habla y yo me limito a obedecer.
Me levanto de un brinco y busco en el suelo frío mis pantuflas blancas hasta que las encuentro un poco mas a la derecha de donde estoy parada, luego enciendo la luz siendo consciente de que no puedo permanecer mucho tiempo con ella encendida ya que mi madre, mi padrastro y mi hermana duermen y no los quiero despertar. Moviéndome lo mas rápido posible entro al baño y termino de despertarme con una ducha fría, demasiado fría para mi gusto, luego me pongo mi uniforme y me peino, me pongo los aretes y el collar que aparte el día anterior y busco mi abrigo favorito entre la ropa limpia, -Daniel ya estoy lista -le digo a mi padrastro mientras le toco el hombro- el inmediatamente se levanta y se alista mientras yo espero por el para que me valla a llevar al liceo, sin mas Daniel saca su motocicleta la enciende y cuando ya estoy subida arranca y tomamos camino rumbo a la escuela.
Daniel es casi una década mayor que mi madre y lleva viviendo con nosotras unos 5 años, recuerdo que cuando el se mudo a mi casa yo era una niñita risueña, torpe y regordeta de 10 años así como también recuerdo lo difícil que se me hizo aceptarlo como la nueva pareja de mi madre, debo admitir que con el tiempo logro ganarse mi aprecio y mi respeto ya que demostró ser merecedor de estos. Si pude compartir lo mas preciado que tengo en la vida que es mi madre entonces podre pasar un primer día de clases normal a pesar de saber que también es el último.
La voz de Daniel avisandome que ya habíamos llegado me saca de mis pensamientos y despidiéndolo con una sonrisa me dispongo ceremoniosamente a cruzar la entrada, entrada que hacia dos meses y medio no cruzaba y que sin querer comencé a despreciar, entrada que no extrañaba ni deseaba cruzar con la ansiedad propia de un primer día de clases.
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