9. No Me Dejes
Thomas.
Si dieran el premio al hombre más estúpido me lo ganaría cada año. Creo que a veces no nos damos cuenta de las cosas más obvias. Ojalá lo hubiera notado antes.
Supe desde hace mucho que le gustaba a Amara y que mis sentimientos si eran correspondidos, pero nunca pensé que en serio ella fuera capaz de confesarlos. ¿En serio lo iba a hacer? ¿Sería capaz? Lo creo, mi Amara es la mujer más valiente y es capaz de arriesgar todo por lograr lo que quiere.
¿Qué quiere? ¿A mí?
-¿Thomas?
Una mano pasó frente a mis ojos atrayéndome a la realidad.
Sacudí levemente mi cabeza, Karine está frente a mí con una preocupación notoria en su rostro.
-¿Está todo bien?
Negué.
-¿Lo iba a hacer? ¿Era cierto?
Apretó sus labios y suspiró.
-Sí, Thomas, estaba muy segura de hacerlo y la verdad la vi demasiado feliz. ¿Qué ha pasado?
¿Qué ha pasado?
Que soy el más grande idiota que puede existir en el planeta porque no soy capaz de entender las cosas. Ella me ama, me ha amado desde hace mucho, lo sabía. Pero no lo entendía. Y hay una enorme diferencia entre ello.
Si lo hubiera entendido hubiera actuado desde antes.
-Lo arruiné, arruiné todo.
-¿Por qué?
Apoyé mi cabeza sobre mis manos en el escritorio.
-Tuve una visita inesperada.
Arrugó sus cejas sin comprender. Y como arte de magia ella apareció.
-¿Tomy?
Karine la vio, abrió sus ojos como platos, como si fueran a salirse de sus ojos. Me miró de inmediato.
-¿Regresó?
Asentí.
-Ayer.
Sofía caminó con mucha intriga hacia Karine, sus tacones altos anunciaban su caminar. Es bonita, es rubia con ojos entre cafés y verdes. El elegante y tiene gran precensia al caminar. Pero por más que trate de verla con otros ojos no puedo.
No es como Amara, ella me hace querer verla a todo momento aunque oculte su belleza bajo una camisa qué triplica su tamaño. O cuando utiliza dos trenzas en el cabello porque lo tiene enredado pero en realidad no se nota.
Ella me encanta aún cuando piensa que es fea, sí ella se viera con mis ojos, se daría cuenta de que es la mujer más bella que alguna vez pudo haber existido.
La verdad es que ya no soy el Thomas de hace algunos años. Él estaría muriendo de la emoción de Sofía regresó. Yo... Yo estoy muriendo, pero muriendo por ir a hablar con Amra.
Necesito explicarle todo, necesito decirle que fue ella la que me besó y no yo.
-Tú debes de ser Amara, he escuchado de ti.
Sofía piensa que ella es Mara porque es la única mujer con la que me ha visto hablar. ¿Qué acaso no se dio cuenta de que tuve una discusión en la que otra chica me decía que me amaba?
-No, yo soy Karine, mucho gusto.
Karine extendió su mano y Sofía la tomó, dieron un pequeño apretón, bueno, Sofía dio un pequeño y sube apretón. Karine, en cambio parecía que quería quebrar su mano.
Amara se hubiera reído de ello.
Amara.
-Sofía, será mejor que te vayas, hablaremos otro día.
-Vendré mañana.
Suspiré.
Se dio la vuelta y salió de mi vista. Ya mañana veré como resuelvo esta situación, saldré de ello rápidamente.
Miré a Karine.
-¿Amara?
-En su habitación de seguro.
Sabía que me mintió, lo sé. Ella no tiene quimioterapias con otros enfermeros que no sean Karine o yo. Tiene más veces conmigo porque yo así lo pedí.
Caminé hacia su habitación.
Necesito que esté sola, qué no haya nadie allí, necesito que solo seamos ella y yo, nada más. Perdón Peter, tal vez estés allí, pero por primera vez no quiero que estés con ella.
Me acerqué a su habitación. Di dos toques suaves a la puerta.
-¿Quién es?
-Soy yo Mara.
No respondió. Y estoy seguro de que no lo hará.
-Mara por favor, abre. Necesito hablar.
-No estoy, me morí.
-Los muertos no hablan.
Se quedó callada unos segundos.
-Me fui de viaje entonces.
-¿A dónde?
-A Bogotá, sí a Colombia. O sabes que, mejor Argentina, a Buenos Aires.
Suspiré.
-Te buscaré por todo el mundo, sí es necesario de Bogotá hasta Buenos Aires, aunque suene loco, Mara.
Se quedó en silencio.
La escuche maldecir en un susurro. El sonido de sus zapatos arrastrándose me dieron esperanza. Y después de dos segundos la puerta se abrió.
Pero ella no apareció. Solo abrió la puerta y se regresó a su cama. La abrí más y me adentre a su habitación. Sigue igual de desordenada. A excepción de su escritorio qué siempre lo mantiene limpio para escribir.
Está acostada en su cama cubierta con su cobija hasta si rostro. Me acerqué hacia su cama y me senté. Estar cerca de ella siempre me ha puesto nervioso.
-¿Qué quieres?
-Explicarte y que me expliques algunas cosas.
-No hay nada que explicar.
Apreté los labios.
-Te equivocas, hay muchísimo que explicar Amara.
-No uses mi nombre completo, no me gusta si tú me llamas así.
Reí.
-¿Por qué?
-Siento que estás enojado conmigo.
-Sería imposible que me enoje contigo.
La oí soltar un suspiro.
-Maldito -susurró super bajito.
-Te escuché -comenté divertido-. Pero entonces ¿Cómo puedo llamarte?
-Mara -respondió rápido.
-Claro, Mara. Entonces, te voy a empezar explicando yo las cosas. ¿Te parece?
Se quedó callada. Justo cuando pensé que no iba a decir nada preguntó algo.
-¿Cuándo es?
-¿Qué cosa?
-La boda, ¿Cuándo es?
La miré, destapó su rostro. Me miró intrigada, está esperando mi respuesta ansiosa. Creo que ella piensa que ya hasta tenemos a los músicos contratados.
—¿Boda?
—Sí, la boda de Sofía y tú. No quiero apoyar a Karine a elegir vestido para tu boda.
Reí. Esta mujer por algo es escritora, tiene una súper imaginación.
-No hay fecha, Mara, no hay fecha porque no hay boda.
Arrugó sus cejas.
Se sentó rápidamente bajando su cobija hasta la piernas.
-Pero si ella regresa significa que se casan.
Sonreí.
-No Mara, no significa eso. No me voy a casar con ella.
-Claro.
-¿Celosa?
Negó.
-Lo estuve hace unos minutos, lo estuve cuando te vi besarla y vi como le sonreías, me sentí enojada y dolida.
Reí.
—Con que me amas Marita.
Me dio un manotazo en el hombro.
—¡Cállate! Me da vergüenza.
—Así que avergonzada.
Me acerque más a ella para verla sonrojada. Bajo su cabeza rápidamente.
Así que empecé a hacerle cosquillas para verla reír.
—No para.
—Mírame, quiero verte sonrojada.
—¡No!
Su risa resonaba en toda la habitación.
Tomo mis muñecas logrando que parará. Me acerqué más a ella justo cuando alzó su rostro. Quedamos a centímetros. Su respiración y la mía se mezclaron convirtiéndose en una sola. Soltó un pequeño suspiro.
—Tomy.
—Mara.
No me alejé ni mucho menos ella lo hizo.
Quiero besarla, me muero por hacerlo. Quiero poder volver a besarla, solo una vez más.
—¿Puedo?
—Por favor —respondió de inmediato.
Me acerque un poco más y cerré el espacio entre ambos.
Esa fue la segunda vez que nos besamos. Y fue una de mis favoritas. Por el simple hecho de que Amara aceptó mi amor por ella y confesó que eres recíproco.
Con ese beso le juré que en su cielo todas las estrellas brillarían.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro