Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

4. Llora

Todo villano tiene una debilidad. Todo artista tiene una musa. Todo héroe tiene un propósito. Toda persona tiene una inspiración.

Durante toda mi corta vida traté de encontrar la mía. Pensé que sería un chico del cual estaría enamorada, pensé que sería un género musical o una película. Pero cuando analicé cada cosa que hacía me di cuenta que solo pensaba en una persona. En mi hermano pequeño Peter.

Ha sido mi ancla, mi musa y mi propósito para seguir aquí aunque ya no pueda más. Me ha dado las fuerzas y la esperanza de que podré con todo.

Cuando escribo, cuando estoy en las quimioterapia, siempre, siempre pienso en él. Me ha acompañado y me ha ayudado aunque no lo sabe. Me encantaría que lo supiese, pero luego empezará a preguntar el porque necesito mucha una ancla para seguir aquí. Y explicarle que me estoy cansando de luchar no será bonito para un niño pequeño. Por eso bien escribo en mi diario, para cuando crezca lo pueda leer y entenderme.

—¡Amara! —gritó en cuanto me vio.

Me agaché para que pudiera abrazarme mejor.

Llegó corriendo a mí. Estamos en el estacionamiento, lo estuve esperando toda la mañana. Hoy regresó del viaje escolar qué tenía. Insistió tanto en quedarse conmigo pero, no puedo hacerle pasar por lo mismo que yo pasé.

—¿Cómo está mi superdog?

Se separó de mí y puso su gorro con orejas de perro sobre su cabeza. Le llamo así desde que mamá le compró ese gorro.

—Superdog, está contentísimo.

Sonreí.

—Me alegra demasiado mi niño.

Mamá llegó a mi lado. Me sorprendió ver a papá junto a ella cuando no acostumbran ni a desayunar juntos.

—¿Papá? —pregunté curiosa.

Ambos tenían un semblante serio.

Suspiró.

—¿Podemos hablar?

Asentí.

Esto no anda bien, algo muy malo esta pasando y detesto saber esto. Bajé mi mirada hacia Peter.

—Hay un chico nuevo, y está jugando con todos, ve a jugar con él, empieza en cinco minutos.

Abrió sus ojos emocionado. Miró a mamá pidiendo permiso.

—Puedes ir, corazón.

Peter salió corriendo, lo perdí de vista cuando subió por las gradas. Debo hacer que pierda el miedo a los elevadores antes de irme.

—Vamos a la cafetería —dijo mamá.

Caminamos hasta el elevador, saludaron a Babi y a otras enfermeras antes de subir. Nos sentamos en una mesa cuando llegamos.

—Tu padre y yo tomamos una decisión muy difícil para ambos.

Antes de que me especificará supe que fue lo que habían decidido.

Papá me miró serio. Bajo su miras un segundo y habló.

—Nos divorciamos, Mara.

Lo supuse, lo supuse cuando le escribí a papá y no contestó. Lo supuse cuando Peter me habló y dijo que estaban durmiendo en cuartos separados. Lo sabía pero no lo quería admitir.

—¿Peter lo sabe?

Fue lo único que pudo salir de mi boca.

Asintió.

—Regresamos hace una semana, pero tu padre lo llevó a otro viaje para decirle la verdad.

Amo a mi hermano más que a nada en el mundo pero a veces le tengo un poco de envidia. Mis padres le tienen más cuidados a él que mí. Es como si yo solo fuera un extra en todo.

—¿Y yo?

Mamá me miró intrigada.

—¿Y yo no les importé?

—Amara —dijo papá.

—Amara nada, papá. ¿Creías que porque ya estoy grande a mí no me iba a doler?

—Pensamos que lo entenderías.

Asentí y solté una risa sarcástica.

—Claro, lo iba a entender —Me mantuve serena, lo traté—. Creían que la hija que se está muriendo, qué trata cada maldito día sobrevivir, que no pase tiempo con sus padres iba a entender muy bien que se están divorciando.

Mamá vio a todos lados apenada. Estaba gritando, así que es normal que me hayan escuchado hasta la China.

—Amara, no aguantamos más la situación, todo cayó sobre nosotros.

—Tu madre tiene razón, tú enfermedad los problemas con tu abuela y otras cosas nos afectaron.

—Claro, se divorcian porque no soportan tener una hija enferma.

—No es eso.

—Lo es, ¿y qué hay de mí? ¿Qué hay de la que está sufriendo la enfermedad? ¿Crees acaso qué to estoy bien?

Negó.

—Pero estás mejor emocionalmente qué todos...

—No —la corté—. Ni te atrevas a decir que estoy mejor que ustedes —Me paré mientras le decía aquello—. No lo digas porque no es cierto, tú no eres la que sufre de depresión desde hace años y se lo ha tenido que ocultar a sus padres para no molestarlos más, y ahora resulta que ellos son los que sufren más.

Mi pecho sube y baja muy rápido, me estoy alterando y eso no es bueno para mi salud.

Se asustaron y se sorprendieron, lo noté por sus rostros y sus ojos que se cristalizaron de inmediato. Bingo, ni sabían lo que sufría.

Sentí unas manos en mis hombros, calmándome. Supe de inmediato quien era. Por la forma tan cálida de abrazarme y la dulzura de su voz al hablarme. Esa qué usa solo conmigo.

—Fueguito, cálmate —susurró cerca de mi oído.

Me di la vuelta y lo abracé. Me devolvió el abrazo de inmediato.

—Vamos, te llevaré a tu cuarto.

Asentí.

Ya no quiero estar más aquí. Me duele el pecho, el corazón todo. Caminamos hacia mi habitación. No pude salir de mi sorpresa en ningún momento. Salimos del elevador, en cuanto lo hice su voz me llamó.

—¡Mara! —gritó Peter.

Limpié mi rostro rápidamente para que no notará que estaba llorando. No puedo hacerle pensar que la única persona que lo inspira es débil.

Nunca serás débil por sentir.

Me encantaría creérmelo.

Me agaché a su altura.

—¿Cómo te fue?

Arrugó sus cejitas. Él siempre sabe cuando estoy mal.

—¿Qué te pasó Marita?

Sonreí.

Es la única persona a la que le permito que me llame así.

—Me arden los ojitos un poco, ya se me pasará.

—¿Segura?

Asentí.

—Mejor dime, ¿cómo te fue?

Sonrió.

—Muuuy bien. El chico es amable y gracioso, jugamos bastante. ¡Me encantó!

—Me alegro mucho. Puedes venir cuando quieras a jugar con él.

Asintió.

—Vendré todos los días después del colegio.

Sonreí.

—Me parece, ahora ve con mamá. Nos vemos más tarde ¿sí?

Asintió. Levantó su mirada hacia Tomy.

—¿La ayudas con sus ojitos por favor?

Apreté los labios y giré a ver a otro lado. No puedo dejar que me vea flaquear.

Tomy asintió.

—Lo haré pequeñín.

—Adiós.

Sacudió sus manos despidiéndose. Se acercó a mí y dio un besito a mi mejilla.

—Te amo, Peter.

—Yo a ti, Marita.

Se dio la vuelta y se fue.

Me puse de pie. Caminé rápidamente a mi habitación, dejé la puerta abierta para que Thomas pasara. No supe que hacer o que decir, lo único que pude hacer fue llorar. Lloré más que un diluvio.

¿Cómo pueden ser capaces de hacerme esto? No pudieron luchar ni un poco de lo que yo he luchado para mantenerlos felices y unidos. Es como si todos mis esfuerzos se fueran por la borda y dejaran de valer la pena. No valieron para nada. Me cansé mental y físicamente solo para saber que no funcionó.

Pasé todos estos años minimizando mi dolor para que ellos pudieran seguir siendo felices. Y ahora...

—Amara —me llamó Thomy.

Me gire lentamente hacia él. Lo vi. Empecé a llorar más en cuanto lo hice.

Me acercó a él y me abrazo mucho, me abrazo muy fuerte. Fue como si entendiera mi dolor y me calmara.

—Está bien, llora, llora todo lo que quieras.

Y lo hice. Siempre he visto a Thomas como mi zona segura, es como si con él lo demás no importara. Como si pudiera ser yo misma sin ser juzgada. Por eso amo estar con Thomas, por eso lo amo.

—Me duele Tomy, me duele mucho.

Sobó mi cabeza.

—Lo sé. Lo sé, Mara, puedes dejar ir todo ese dolor. Yo estoy aquí, yo estoy aquí para cargar con él.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro