11. Te Necesito
Siempre me ha gustado pensar que somos un mural, somos un poquito de cada persona a la que conocemos. De corazón deseo ser alguien que marque de verdad a los demás. Quiero ser el tipo de persona a la cual le puedes aprender mucho.
Quiero ser una persona que cuida y educa y no una qué destruya. Pero por más que trato de hacerlo, siempre termino destruyendo a los demás. ¿Acaso no puedo hacer algo bien? Quiero causar felicidad no dolor.
Dejé caer mi cabeza sobre el escritorio.
Necesito concentrarme, van más de dos semanas sin siquiera poder escribir un maldito capítulo de mi novela. ¿Qué está pasando por mi cabeza?
Yo lo sé.
Thomas, él está en mi cabeza. Alce miirada al techo, las estrellas pegadas allí. Conté 30 estrellas pegadas sobre el techo. Es increíble, en las noches parece como si tuviera el cielo en mi habitación. Es único. Hay algunas que forman constelaciones, y otras que solo adornan.
Es increíble lo rápido que llega la suciedad a mi habitación, ya hay tres estrellas manchadas de negro. No puedo dejarlas así. Mis estrellas tienen que relucir.
Tomé toda mis fuerzas y me puse de pie, tomé un paño húmedo para limpiarla. Me subí sobre la cama. Tuve que ser precavida, conociéndome me caigo y en lugar de morir por cáncer moriré por un golpe. Me dispuse a limpiar la estrella cuando lo noté.
No es suciedad, hay algo escrito en ellas. Empecé leyendo la primera.
—Razones por las que te amo —leí en un susurro.
Apreté mis labios mientras sentía ese revoloteo en el estómago. Maldito, solo él es capaz de causarme esas sensaciones. ¿Es que éste hombre no terminará? Por favor que no lo haga, el día que lo haga lloraré. De eso estoy segura.
Leí las otras dos.
“Te amo porque a tu lado todo es paz”.
27-10
“Te amo porque contigo olvido todo lo demás”.
28-10
¿Había comentado que estoy enamorada de este hombre? ¿No? Pues ahora lo confirmo, estoy locamente enamorada de Thomas. Y creo que ahora ya no hay vuelta atrás.
—¿Se puede saber que haces subida allí?
El grito qué solté se escuchó hasta el primer piso de seguro. Casi caigo de l cama, si no es por mi equilibrio, muero.
Babi rio al ver que me había asustado.
—¡Babi! Toca la puerta, casi me matas de un susto.
—Lo hice, unas diez veces, pensé que estabas dormida por eso entré.
Respiré hondo y me senté en la cama. Mi dramatismo me va a matar.
—Está bien, siento haber gritado.
—Está bien Mara.
Se adentró en la habitación tras cerrar la puerta. No lleva carrito así que no viene a dejar medicina, no trae ningún instrumento así que no viene a revisarme. Vi la hora en el reloj, está en su momento de descanso. Babi no viene a trabajar, ella viene a chismear.
La vi con los ojos entrecerrados.
—¿Qué deseas Babi?
Arrugó sus cejas y se señaló.
—¿Yo? Nada, solo vine a verte, a platicar.
—Ajá, Thomas te contó ¿cierto?
Dio un gritito agudo.
—Lo hizo, Mara cuéntame todo. Dime que ya eres novia de Thomas, por favor. Él solo dijo que todo había salido bien.
Reí.
—No, aún no somos novios. Hay que ir pasito a pasito Babi.
Asintió.
—Por supuesto, debes ir despacio. Costó qué aceptaras su amor y le correspondieras. No te vamos a obligar a nada.
Reí.
—Tú y Karine debieron ser cupidos en vez de enfermeras.
—Lo sé querida, pero para eso no hay carrera. Y aunque entretiene no hay buena paga.
Solté una carcajada.
—Pero a parte de venir a escuchar el chisme, vengo a decirte que Thomas pidió permiso a tus padres para que salieras hoy con él un momento.
Arrugué la cejas con tanta confusión.
—¿En serio?
Asintió.
¿Pero cómo puede ser eso posible? Si ellos ni me contestan a mí no creo que le contesten a Thomas. El premio a los mejores padres es para los míos.
—Y no, no le contestaron Mara.
Dijo Babi respondiendo mi lío mental.
—Lo supuse.
Quería de verdad salir un rato con Thomas, no sé ni que quería hacer pero la verdad es que con Thomas las cosas más aburridas se vuelven entretenidas.
—Pero —agregó Babi haciendo que mi atención se dirigiera por completo a ella—, tú abuela es tu otra tutora.
Alzó sus cejas.
—¿Qué? ¿De qué hablas?
—Que debes empezar a prepárate Mara porque te dio permiso para salir.
Grité. Si lo hice, me paré tan rápido como pude y empecé a saltar de la cama. Voy a salir con Thomas. ¡Voy a salir con Thomas! Salté para llegar a Babi. La apreté entre mis brazos.
—Gracias, gracias, gracias.
—Me estoy preguntando como diablos saltas en la cama con el respirador.
—Julián es largo.
Arrugó sus cejas.
—Eso suena raro.
Reí.
—Debo vestirme. ¿Qué me pongo? ¿Vestido? ¿Pantalón?
—Lo que desees, pero lleva suéter porque parece que ya casi nieva, y la verdad es que una gripe ahora no nos conviene.
Asentí.
—Si capitán.
Me dio un beso en la mejilla.
—Debo ir a comer, arreglate y ponte más linda de lo que ya eres.
—¡Te adoro!
—Ya lo sé.
Solté una risita. Babi salió de la habitación y me dejó sola. Maldita sea que emoción. No se que ponerme ni que hacer. Caminé hacia mi maleta. Debo sacar las cosas de aquí. Pero la verdad me estrés tener que hacerlo.
¿Pantalón negro? Sí, tomé otras piezas y corrí lo más rápido que pude con Julián, mi tanque de oxígeno, hacia el baño. Arreglé mi cabello, o bueno, la peluca. Mi cabello si es rojo, soy pelirroja desde que nací, mis padres bromeaban con que era una zanahoria. Pero cuando el cáncer empezó a afectarme mi cabello empezó a caer en seguida. Perdí mucho cabello por las químioterapias. Así que mis padres decidieron raparlo. Ha crecido demasiado.
Pero suelo extrañar mi cabello largo, así que mi abuela me regaló una peluca del largo del qué era mi cabello y con el mismo color de él. Es hermosa.
Me vestí tan rápido como pude y me maquillé un poco. Salí del baño feliz con los resultados. Justo en ese momento tocaron la puerta.
—Adelante.
Un Thomas sin el uniforme de enfermero se adentró a mi habitación. ¿Ya he mencionado lo guapo que es ese hombre? Con el uniforme es más guapo debo confesar. Lleva pantalones sueltos qué le quedan re bien y la camisa que tiene puesta hacen remarcar sus músculos.
—No puedo creer que exista tanta belleza.
Sonreí, sentí como el calor llegaba a mis mejillas.
—Hola Tomy.
Se acercó hasta a mí y dio un pequeño beso en la comisura de mi labio.
—Hola fueguito.
Sentí algo en el estómago. Malditas mariposas qué hacen prescencia solo con él.
—Debemos irnos rápido antes de que haga más frío.
Asentí.
—Vamos capitán.
Tomé mi tanque y salimos de mi habitación. Mis nervios están a tope, no sé como sobrevivir a esto.
Salimos del hospital y llegamos al auto de Thomas. Abrió la puerta para que pudiera entrar, me senté y me coloqué el cinturón de seguridad mientras Thomas cerraba la puerta y rodeaba para subir al auto.
—¿A dónde vamos?
—A un parque, haremos un picnic.
—¿En serio? ¡Sí! Me encanta, siempre quise hacer eso.
Rio.
—Puedes poner música.
Prendí la radio e inmediatamente Taylor Swift empezó a sonar. Love Story llenó el auto con su melodía.
—¡Me encanta! ¿Por qué tienes a Taylor Swift en tu radio si casi ni te gusta?
Sonrió.
—Porque a ti te gusta. Y si a ti te gusta a mi también.
Me sonrojé.
Estar con Thomas es así, puedes sentirte alagado y feliz a cada momento. Porque él es una buena persona, dulce, amable y quiere que todos seamos felices. Por eso nunca me atrevía a aceptar sus sentimientos. ¿Cómo alguien tan destrozada como yo puede estar con alguien tan completo como él?
—¿Puedo preguntar algo?
—Por supuesto —respondió.
Me acomodé un poco en mi lugar. Hablar de esto me hace sentir un poco ¿insegura?
—¿Por qué? ¿Por qué quieres salir conmigo? ¿Acaso te hago feliz?.
Sonrió, paró cuando el semáforo cambió a rojo. Me vio con la sonrisa más sincera que alguna vez le había visto.
—¿Acaso no lo sabes fueguito? Quiero hacerte feliz porque cuando tú eres feliz yo también lo soy. Tú eres un gran motivo para mi felicidad
Sonreí.
Perdón Tomy, pero creo que no soy la mejor fuente de felicidad. A veces solo soy capaz de causar dolor. Y no quiero desarmarte.
2. Te quedaste a mi lado aún cuando estaba muy mal.
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