Capítulo 8
Micaela
Separándome de aquellos dulces y suaves labios, me encontré con el rostro de Melisa, quien sonreía como el gato Cheshire, en el libro de
Alicia en el país de las maravillas.
----Lo siento. Pensé que necesitabas ayuda, Sebastián. Pero parece que no lo necesitás----. Sonriéndonos, salió de la habitación. Su hermano negando con la cabeza, dirigió nuevamente su atención a mis labios.
----Yo...
----No digas nada----. Susurró para volver a unir nuestros labios una vez más.
---- Amor, ¿Dónde estás?
Separándose a regañadientes, se alejó de mi lado para ir en busca de aquella voz chillona, aunque debía reconocer que su comportamiento me había sorprendido.
----¿Está bien? ¿No será necesario llevarla a un doctor?----. Indagó, al entrar junto a Sebastián.
----No creo, solo necesitará reposo----.
Asintiendo, observó cómo frotaba un gel frío sobre mi adolorido tobillo.
Aguantándome las ganas de llorar, respiré profundamente ya que el dolor era insoportable.
----Bien. Ahora solo necesitas reposo----. Agregó para limpiarse sus manos con una servilleta que Sara le había proporcionado. Acomodándome un poco, Erick, Melisa y Maximiliano entraban a la habitación de Sebastián para saber cómo seguía la situación.
----En tu lamentable estado, decidimos suspender la cena---. Comentó Melisa, para luego hacer una mueca.
----Ya se dará la oportunidad de tener una cena con ellos----. Sonriendo, Maximiliano abrazó a su hermana.
----Entonces, es mejor que nos retiremos. Creo que todos necesitamos descansar----. Acotó Erick al ver que ya nada podía hacerse.
----¿Quieres que la cargue?
----No hace falta, Sebastián----. Dirigiendo una mirada de advertencia a Erick, este la entendió.
----No te preocupes, puedo con ella----.
Fue así que con mucho delicadeza, logró alzarme entre sus brazos para salir por la puerta, mientras los demás nos seguían en silencio.
---- Qué linda pareja hacen, ¿No?----. Murmuró Sara, haciendo que por poco me riera en su cara. Por su parte, Erick quien también la había escuchando, negó con la cabeza.
¡Maldito! Pensé, para no contagiarme de su recién adquirida gracia.
Al llegar a la entrada, nos despedimos de todos y con los zapatos de tacón en una de mis manos, caminamos hacia el ascensor para perder de vista a la familia Galli y a la solidaria pero malvada Sara.
----Bien. Como no puedes moverte, tendré que hacer todo por vos----.
----Y pues, sí. A menos que...----. Sonreí maliciosamente.
----A menos que...
----Que Melisa te ayude.
----Así que ese es tu juego. Entonces, Sebastián será quien te cuide----. Rió para sacarme la lengua infantilmente.
---No me negaría a ello----. Seguí con el juego.
----Claro, ¿Acaso quieren seguir comiendose a besos como lo hicieron en su habitación?----. Ante su respuesta, mis mejillas se tornaron rojas.----Tu silencio es suficiente para saberlo----. Se burló, recibiendo de mi parte una almohadazo. Riendo a más poder, caminó hasta su puerta para luego desearme buenas noches. Poco después, me entregué al bendito sueño. Tal vez este me permitiría soñar con aquellos labios que con ansias esperaba volver a tocarlos.
----Mica... Mica...
De mala ganas me cubrí con la sábana, sin importarme quien intentaba despertarme.
----Vamos, preciosa. Es hora que despiertes----. ¿Preciosa? Erick nunca me llamaría de esa forma. Destapándome lentamente, me encontré con aquel rostro tan bello con el cual no había logrado soñar.
----Hola.
----Hola, bella durmiente----.Sonrió, antes de acariciar mi rostro.
¡Dios mio! ¿Esto es el cielo? Suspiré, perdiéndome en su mirada.
----¿Qué pasa? ¿Por qué me miras así? Volvió a sonreír, mordiéndose el labio superior. ¡Maldito! ¡Él sabía muy bien lo que pasaba!
----¿Dónde está Erick?----.Pregunté evadiendo sus preguntas pero sobre todo evadiendo su mirada penetrante.
----Fue a comprar.
- Ah, que bien. Respondí para seguir evitándolo pero poco después, pregunté algo que debía.
----¿Qué pasó con Sara?
----Ella está bien, estamos bien----.Entonces, siguen siendo novios reprochó mi querida conciencia.----¿Por qué lo preguntas?----. Será porque estoy celosa ¿No lo sientes?
----Por nada en especial.
----Mica, yo sé que...
----¡Llegué!----. La voz de Erick me salvó. Escuchando pasos, supuse que venía hacia donde nos encontrabamos.----¿Despertaste bella durmiente?----. Sonrió, apoyándose en el marco de la puerta.
----Sí, aunque quisiera dormir más----.Contesté ignorando la presencia de Sebastián.
----¿Quieres desayunar en la cocina o aquí?
----En la cocina, por favor.
----Entonces, permíteme llevarte----. Ofreció Sebastián.
----No hace falta. Creo que Erick puede hacerlo----. Este sin decir nada fue quien finalmente se encargó de llevarme.
----¿Vas a desayunar con nosotros? Le preguntó al ver que se mantenía en silencio.
----No puedo. Debo desayunar con mi novia----. "MI NOVIA" Dos palabras mortíferas para mi pobre corazón.
Tratando de no mostrar el menor altercado, serví el café con leche y comencé a comer las deliciosas galletitas que Erick había comprado.
----Entonces, nos veremos más tarde----. Contestó, encongiéndose de hombros.
----No sé si pueda, debo comenzar a ensayar con ella----. ¿Algo más?
----Buena suerte para ambos----. Acompañándolo a la puerta, evité mirarlo.
----Adiós, Micaela----.
¡Maldita sea! ¿Por qué las cosas siempre me salen mal?
Tal vez solo sea una aventura para él y yo como tonta, estoy empezando a enamorarme de él.
----¡Soy una completa estúpida!
----¡Claro que no lo eres!
----¿Por qué no podemos estar juntos?
----Tiempo al tiempo. Una relación se contruye de a poco no de la noche a la mañana----. Dándole la razón, recordé con amargura aquellos labios que me enseñaron a quererlo y a odiarlo.
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