9• ¡¿Qué?!
—Pues bien, ya estamos aquí. —Jack estacionó su auto frente mi casa con una pequeña sonrisa adornándole el rostro.
—Sonaste extraño, faltó la música de terror de fondo. —comenté cubriéndome la boca para reírme bajo ante su intensa mirada.
—Y yo pensando que hoy ibas a estar amargada. —su sonrisa se amplió más y salió del auto.— vamos, Vega, tienes que entrar a tu casa.
—Es algo obvio. —respondí sonriente rodando los ojos, me bajé del auto agradeciendo cuando abrió mi puerta y luego caminé a su lado.— sabes que no fue tan grave, ¿no? —él me ignoró y siguió con los brazos abiertos detrás de mí. —Colton. —siguió en lo suyo, y por distraerme a verlo pise mal el escalón cayendo en sus brazos.— ¡Jack!
—Te lo dije, bebé. Sabía que caerías en mis brazos. —entrecerré mis ojos dejándome llevar por él ahora, ignorando los latidos desbocados de mi corazón.
—Gracias y bájame ahora antes que cometa un homicidio. —brame sujetándome la cabeza porque me dolió unos segundos, abrí la puerta cuando él obedeció y tranquilamente pase a mi casa.— muchas gracias, vecino irritante, bueno, hoy no, gracias Jack.
Bese su mejilla sin pensar y me sonrojé.
¿Qué me pasa?
—No es nada, vecina perfeccionista. Perdón, hoy no, Emma. —bromeó y se me quedó viendo por unos instantes. —¿segura que estarás bien?
—Claro que sí, puedo cuidarme sola, Colton. —sonreí ladinamente y él bufo.
—Aquí entre nos, espero que no te de por andar en tacones de nuevo, sé que lo haces cuando estás estresada, bueno lo hacías de pequeña... —me recordó esos días cuando discutía con ellos dos con los tacones de mamá puestos, era una manía que nunca se me había quitado.
Hasta que me doble el tobillo una vez.
—Eres imposible. —me quejé haciendo una mueca y él se rió.
—Nada ni nadie es imposible, bebé.
—¡Oye!, no me digas bebé. —su sonrisa divertida volvió y me guiñó un ojo antes de alejarse dejándome malhumorada.
Nuevo mensaje;
Número desconocido.
¿Ya me extrañas?
4:58 pm.
¿Es en serio, Jack?
4:59 pm.
¿Que me extrañas?, sí, es en serio.
5:00 pm.
Sigue soñando, que soñar es completamente gratuito.
No seas tonto, Colton.
5:02 pm.
Dejé mi celular a un lado de mi cama mientras apoyaba mi cabeza contra la almohada.
—No sabes cuánto te extrañe, dulce camita. —casi hablé como bebé suspirando el aroma a... no, no era lavanda, era perfume masculino.
¿Pero qué...
Me senté rápido dándome cuenta que tenía puesta la camisa y el suéter que mi vecino alias compañero de clases me había prestado.
¿He estado usando algo que huele así y no me había dado cuenta?
Caí embriagada por el olor que su ropa desprendía, era perfume caro, eso sí podía distinguirlo, pero había algo diferente y es que el aroma de Jack más el perfume eran la perdición para una chica.
Hasta a mí me afectaba.
Me saqué el suéter y el pantalón que estaba usando, mis zapatos quedaron al borde de mi cama, me miré en el espejo completo antes de quitarme la camisa y quedé estática por el reflejo.
La camisa me llegaba por encima de los muslos, cubriéndolos completos, bueno, algo. Mi mirada se veía viva, mis ojos brillaban, tenía las mejillas sonrojadas y el cabello desastrosamente en orden, se veía el pequeño golpe de plastic doll en mi rostro y un rasguño en mi pómulo derecho, pero de resto, estaba diferente.
Me sentí diferente.
Sacando esos pensamientos de mi cabeza, entre a mi baño para tomar una ducha y dejar así de tener ese tipo de pensamientos tontos.
Necesitaba sacar de mi cabeza a Jack.
Eso era lo que necesitaba, me repetí mentalmente al estar relajada por la lluvia artificial de hace unos segundos, me coloqué la ropa interior y justo cuando iba a colocarme mi camisa de dormir escuché el timbre, apresuradamente me puse lo que había dejado sobre la cama sin pensar y corrí escaleras abajo.
—¡Mi tobillo!, ¡diablos! —como zombie volví a levantarme y abrí la puerta sujetando mi pie con mi otra mano.— la pizza serán cua... ¿Ale?
Cuando lo miré sus ojos seguían fijos en mi, su boca se curvó como le pasaba cuando algo no le gustaba y me seguía viendo algo estático.
—Hola Emma, sólo pasaba a ver cómo estabas, me enteré de lo de esta mañana, pero creo que ya tienes compañía. —y dicho eso se dio la vuelta para irse mientras yo me quedaba como tonta confundida, miré lo que traía puesto y me maldije varias veces, era la camisa de Jack.
—¡Alejandro!, ven aquí. —salí de la casa y apenas pise me arrepentí. —¡Ah! —chille quedándome sentada en las escaleras de la entrada, mi tobillo dolía terriblemente.
Fue cuando sentí la mirada de Alejandro, pero en verdad estaba más concentrada en el dolor que él, por mí se podía ir sí quería.
—Emma, ¿te doblaste el tobillo? —escuché que dijo y me aguanté las ganas de entrar a la casa y buscar un zapato para tirárselo.
—Nooo, que va, sólo que mi tobillo le dieron ganas de saludar el piso hoy.
—Sigues siendo mala en el sarcasmo. —mencionó y llegó hasta mi lado cargándome en brazos antes que me quejara.
—Te juro que sí el dolor no fuese tanto no estarías sonriendo de esa forma ahora mismo por la patada que te daría. —gruñí mirándolo mal.
Su sonrisa se borró y asintió tragando duro, me dejó sobre el sofá de la sala y le indiqué dónde estaba el botiquín.
—Y en cómo vuelvas a hacer un comentario estupido te vació todos los zapatos de mamá en tu cara.
Creo que mi periodo está cerca.
Suspiré cerrando mis ojos, después de todo el material de la camisa no era tan malo, creo que se la quitaría a mi agradable vecino unos cuantos días.
¿En qué demonios estoy pensando?, no se supone que deba pensar siquiera en su sonrisa.
Demonios.
—Veo que tenemos mal humor hoy.
Porque hiciste una escena afuera y me doble el tobillo, ¿no crees?
—¿Podrías dejar de mirarme así antes que te asesine?
—Oh, florecita. —se rió dejando mi tobillo apoyado sobre un cojín, sentándose a mi lado antes de rodear mis hombros.— ese humor tuyo es exquisito. —respondió burlón.
—Alejandro. —gruñí y él rió asintiendo antes de sacar un chocolate de su chaqueta.— bien, te disculpo tu reacción.
—¿Cuál? —le quité el chocolate bufando antes de relajarme contra el sofá cerrando los ojos escuchando el timbre sonar, iba a levantarme pero el castaño me lo impidió yendo él.
Me encogí de hombros degustando mi dulce con una pequeña sonrisa en mi rostro suena a las voces de la entrada hasta que Ron, se tumbo sobre mi.
¿Ron?
—Hola pequeño. —salude confundida levantándome ignorando el dolor antes de saltar con mi otro pie hasta la entrada con el perro siguiéndome y gruñendo a la puerta.
Diana no llegaría hoy ya que se quedaría en casa de una de sus amigas y mamá, no llegaba aún del trabajo, por lo que me extrañó que el canino estuviese ladrando ahora a la defensiva.
—¿Ale?
—Mierda. —gruñó el castaño.— ¡agarralo Colton!
—Eso intento, idiota.
—¿Qué...
—¡Emma, baja la cabeza! —Ron gruño y salto sobre sus patas traseras atrapando el platillo al tiempo que yo agachaba la cabeza.
—¡¿Y ustedes qué?!
Ambos se miraron y yo me crucé de brazos confundida.
—¿Nosotros qué?
—¿Es que son idiotas o así nacieron?
—¡Mi amoooor!
—¿Y este idiota de dónde salió? —se quejaron ambos al ver al azabache reír divertido llegando a mi, abrazándome.
—Hola tú. —reí divertida ignorando la situación anterior de ellos jugando a atrapar aquel platillo que Ron mantenía sujetó con su hocico.
—Ya traje las pizzas. —aviso mi repartidor favorito y yo me reí asintiendo separándome de él para verlo divertida ante la estupefacta mirada de ambos chicos atrás.— ¿una menos de cien?
—Eso es correcto, Yacht. —reí tendiéndole dinero al azabache que le guiñaba un ojo antes de alejarse a buscar las dos cajas de pizza.
—A este paso, me vendrán matando esos chicos de ahí. —bromeó entregándome la pizza.— pero vale la pena si así terminamos con la apuesta. —se encogió de hombros y esta vez nos carcajeamos los dos.— van veintinueve de cien, que quede anotado.
—Completo, loquito. Gracias por las pizzas.
—De nada, cariño. —se devolvió por dónde vino subiéndose a la camioneta negra sin ser perdido de vista por mi vecino y mejor amigo.
—Cierren la boca, las moscas se darán un tour así. —bromee y estos dos se miraron mal mutuamente mientras yo entraba a la casa con Ron y las cajas de la pizza dejándolas sobre la mesa.
Antes de seguirme riendo sola un sobre rojo descansaba en el mesón cosa que me extraño por completo, curiosa, decidí abrirlo y está vez había una foto de mis padres, sólo ellos dos.
"¿Una sonrisa?, son los secretos que estos dos les ocultaron y por ello van a pagar."
Si la ex esposa de mi padre quería seguir atormentándonos con ese tipo de bromas, iba a costarle mucho.
Rompí la carta y la tiré en la basura guardando la fotografía de mis padres juntos sonriendo a la cámara.
—Emma deberías de cerrarle la puerta a este idiota siempre. —ese escalofrío en mi cuerpo se perdió cuando me giré a ver a Ale que venía con Jack detrás.
Intenté reír pero esa preocupación no era normal, no con una broma así.
—Al que debería cerrarle la puerta es a ti, grandísimo idi...
—Chicos, basta. —pedí en un tono neutro contestando la llamada de aquel número desconocido, algo inquieta.
•☁️☁️☁️•
#Jack
#Alejandro
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