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8• Ron.

Apenas abrí los ojos me concentré en la pequeña luz que entraba por la puerta entreabierta de mi habitación, Alejandro dormía a mi lado tranquilamente y yo ya me había alejado de él, Diana abrió la puerta y me hizo una seña para que saliera en silencio.

—Tienes mucho que explicarme, Em. —tomó mi mano jalándome fuera de mi habitación bajando las escaleras conmigo siguiéndola.

—Lo sé. —murmuré bajo y apenas entramos a la cocina la boca se me hizo agua al ver una caja de pizza, dos platos con dos trozos y dos vasos de refresco.

—Guarde la de Ale en la nevera, necesitaba hablar contigo a solas.

Asentí simplemente sentándome en la banca alta de la isla en la cocina y la miré.

—Dispara.

Ella rodó los ojos mordiendo un pedazo de pizza divertida.

—¿Qué pasó hoy?

—¿Podrías ser más directa, Di?

—Con ese escándalo de una supuesta carta y el video donde... el que sales bailando vestida con la ropa de mamá y dos peluches que nombraste como los chicos.

Tragué el pedazo de la pizza que había estado masticando y evité su mirada.

—No lo sé.

—¿Sabías que el trío dinámico amenazo a todos acerca de que sí subían eso a alguna red social o te molestaban se las verían con ellos? —dejé la pizza en el plato sorprendida por lo que había dicho y negué suavemente. —Jack se agarró a golpes con un chico del equipo de fútbol, el cual iba a subir un video editado con tu cara en... algo inapropiado. —concluyó tomando refresco.— Derrick tuvo que separarlos aunque casi se le fue la mano también.

—¿Todo eso pasó hoy?

—Sip, Hilary también hizo un berrinche porque Alejandro no quiso hablarle todo el día y además de eso, le pidió al equipo que quitarán todos los papeles y a la coordinación que hicieran una charla sobre el bullying.

—No, Diana, sea lo que estás pensando esto no es vaselina, y Jack no es Danny.

Ella se carcajeó dejando de mover las cejas y se cruzó de brazos.

—Eso dices... Sandyyyyy.

—Oh vamos.

—Ya tienes a tu propia Rizzo.

—No voy a dejar que veas la película.

—Blah, blah. —se rió divertida relajándose.— por lo menos admite que esto se tornó como una de esas películas.

—¡Diana!

—El día que seas la señora Colton o O'Brien, exijo que me des dos perros que estén en adopción, ¿trato? —levantó su mano y la miré mal.

—Eso no va a pasar, Di.

—Trato cerrado, hermana mayor. —me guiñó un ojo y se rió siguiendo con su comida, antes que pudiese hablar ella miró algo detrás de mí. —ah, hola señor dormilón, rompe santidad de mi hermana mayor.

—¡Diana!

—Hola enana, ¿qué hacían?

—Bueno, usualmente a esto le dicen comer, tienes que usar los dientes y la boca en el proceso, ¿sabías?

—¿Incluye que también te embarres la cara con salsa? —Mi mejor amigo le siguió el juego a mi hermana y ella sonrió complacida.

—Mientras más tengas la cara llena de salsa, más querido por los animales serás.

—Buen punto. Por cierto, buen provecho. —nos sonrió y yo sólo quería hundirme en la tierra.

Ale y yo sólo habíamos dormido.

—No te preocupes, chico. Te guardé pizza. —se bajó de la silla y buscó el plato que había guardado, cuando regresó se lo tendió y él le agradeció con una sonrisa.

—Creo que te debo una pizza, helado y chocolate.

—Shhhh... que son nuestros tratos mafiosos, deja esa mercería para cuando no esté feliz, ¿sí? —él asintió divertido y chocó puños con ella, la rubia miró su celular el que empezó a sonar y se despidió de nosotros con la mano. —Paz.

Cuando salió de la cocina el castaño se giró a verme preocupado.

—¿Dormiste bien?, ¿te sientes mejor?

—Sí... siendo sincera, descanse bien. Gracias, Ale.

—Sabes que no es nada de agradecer, siempre intentaré que estés bien. —me guiñó un ojo empezando a comer y su celular sonó.— dame un segundo... —contestó este y su gesto se relajó.— mamá... bien, no, está bien, voy de salida. Estaba con Emma. ¡Madre!, sí, yo también te quiero. —colgó y yo ya había terminado mi primera rebanada.

—¿Todo bien?

—Mi mamá pidió que te invitara para la cena familiar que hará el próximo finde semana, fue una orden, uso su poder como madre. —se dejó de cubrir el rostro con la mano y me miró.— a veces es un dolor de cabeza.

—Pero así la quieres. —me reí recordando a la cálida señora O'Brien.

—No lo niego. —sonrió y suspiró.— tengo que irme, florecita, al parecer mi primo llegó y necesita que la ayude con unas cosas.

—¿Tu primo el medio detestable? —él asintió con cansancio.

—Quiere que todo este perfecto, y debo ayudarla.

—No hay problema, es mejor que vayas antes que te tiña el cabello cuando estés durmiendo. —bromeé recordando cuando se desobedecía a Acacia O'Brien.

—Entonces, nos vemos mañana, ¿sí?

Asentí estando ya en la entrada de la casa, abrí la puerta y lo abracé.

—Claro, me cuentas cómo te fue con el nuevo color de cabello. —bromee besándole la mejilla y él rodó los ojos.

—Te quiero, florecita. —sonrió y beso mi frente aparte de que dejo un beso cerca de mis labios, se alejó caminando hasta su auto y me guiñó un ojo antes de irse.

Suspiré como tonta sin medir mi acción y luego sentí una lengua rasposa lamer mi mano nuevamente.

—¡Ron! —me agache a saludarlo llenándolo de besos ignorando los llamados de mi detestable vecino el cual quería a su perro de vuelta.

—Joder, ¿me hiciste correr sólo para eso? —se quejó con notable incomodidad.—Ron, muchacho. —lo llamó pero el perro no se alejó de mí siquiera.

—No creo que quiera ir contigo, Jack.

—No es tu problema, Vega. —su tono fue arisco y algo en mí me hizo sentir extraña, me levanté del suelo y solté a Ron, el perro se sentó al lado de su dueño y yo simplemente sólo tuve unas desesperantes ganas de salir corriendo por su mirada fría.

—¿Qué estás haciendo aquí, Colton?

—Vivo al lado, ¿sabes?

—¿Acaso me estabas espiando?

—Y perder mi tiempo contigo, no, para nada.

Auch.

—Ven aquí cosa peluda. —me agaché ignorando al idiota de mi vecino abrazando a Ron quien se dejaba acariciar y abrazar. —Quién es mejor que un humano, ¿eh?, ¿quién lo es?

Woof, woof.

—Vega, es sólo un...

—Cállate, Colton, déjame abrazar a este pequeño.

—¿Quién es mi chico?, eres tú, sí perrito lindo, eres tú. —solté con voz demasiado acaramelada volviendo a llenar al can de besos.

Cuando levanté la mirada un segundo, semaforito tenía cara de tonto, seguí ignorándolo consintiendo a Ron.

—¿Qué tanto miras, Colton? —alcé una ceja cuando bese la cabeza del canino quien se apegó a más a mí gustoso.

El pelirrojo sacudió su cabeza y volvió a su tono arisco de nuevo, sólo que ya no se veía enojado.

—Ron. —silbó y me miró.— ten buenas noches, melodramática.

—Adiós, complejo de idiota. —indignada entre a la casa cerrando la puerta detrás de mí.

¿Por qué se comporta como un idiota después de ser... el Jack que yo conocí?

Me apoyé contra la pared de la sala pensativa cerrando los ojos nuevamente, agarre mi cabello en una coleta despeinada sin mucho interés, caminé hasta la cocina tratando de evitar pensar en todo lo último de hoy.

—Hermanita, sabes que seguimos con el mismo trato, ¿no? —Diana me miró con una coca-cola en la mano sonriente y yo me cubrí el rostro.

—No pienso caer, Di.

—Eso no dicen los vientos que están soplando ahora mismo.

Bufé y subí a mi habitación, no pensaba darle más mente a nada referente al asunto.

•Día siguiente.•

—Hey, bibaboo. —saludó alegremente mi mejor amiga apenas respondí la llamada, creo que básicamente era tarde, no tenía idea, me sentía demasiado cansada aún. —Niña, te perdiste mitad de día de clases, ¿vas a venir?

—Hola, Libu. —bromee bostezando, había pasado toda la noche googleando acerca de que universidad podría asistir, llenando mi mente de conocimientos de los cuales no había tenido oportunidad de investigar siquiera.—Creo que sí, sólo déjame alistarme y... mierda, son las diez, nos vemos ahí.

—Recuerda que hoy es día de almuerzo, y tenemos mucho de lo que hablar.

—Lo sé, mamá. —me burlé cuando escuché su tono de reproche y me la imaginé sonreír.— nos vemos a-ahí. —me caí al cuando me enredé con los pantalones que me quería colocar.

—Ay, Emma. Cuidado con el escritorio y también lo quieres saludar.—la escuche reír nuevamente y rodé los ojos.—Nos vemos en cinco.

—Sí, pequeña loca, nos vemos. —colgué divertida entrando al baño de nuevo, pelee conmigo misma por no ducharme.

Hice todo lo que tenía que hacer y el baño rápido que tomé me ayudo a terminar de alistarme más rápido.

—¡Emma! —escuche la voz de Diana cuando baje las escaleras corriendo.— ¡nos quedamos dormidas! —chillo asustada colocándose un suéter rápido, me lanzo las llaves en el aire del auto y salió de la casa diciendo que la iban a matar.

—¡Sube! —alce la voz saliendo de la casa con una manzana en la boca abriendo la puerta del auto del lado de piloto, encendí este y acelere un poco, por suerte había logrado cerrar la puerta de la casa a tiempo.

Llegamos al instituto en el mejor momento y salimos corriendo del auto, cada una directa hasta su clase.

Aunque la diferencia fue que acababan de tocar el timbre del receso y cambio de clase.

Para mí suerte, ese era mi tiempo libre, caminé relajada hasta el casillero dejando algunas cosas ahí y luego entré a la oficina de la coordinadora.

—Buenos días, señora William. —ella dejó de tomar café y me dio una mirada comprensiva.— mi hermana y yo no tuvimos una muy buena mañana en respecto madrugar por eso quiero pedirle sí podría darnos una nota que...

—Señorita Vega, supe del suceso de ayer, y el asunto está más que entendido, así que claramente le daré los justificativos.

—Muchísimas gracias, señora Williams.

Ella asintió levemente y volvió a teclear en su computadora.

—Espera afuera y te daré los justificativos ahora mismo.

Agradecí de nuevo y salí de la oficina tomando asiento en la sala de espera.

—Colton. —se quejó una profesora que estaba buscando unos papeles en la recepción.— ¿otra vez te metiste en problemas?

No otra vez.

—Muy temprano hoy, ¿no cree profesora C?

—Oh mi Dios. —soltó con horror saliendo del lugar.

Una de los traumas de Jack Colton.

Tomé una carpeta de las que traía conmigo y me cubrí la cara fingiendo buscar algo.

—Vaya, vaya, la Emma mala llegó tarde a clases hoy. —se sentó a mi lado y asomó la cabeza por encima de la carpeta.— ¿sabes que puedo reconocerte perfectamente?

—Otra vez, tú.

—Querrás decir, tu futuro novio, preciosa.

—Ni en tus más viles sueños seré tu...

—Aquí tiene los justificativos, señorita Vega, pero espero que no repita.

—Gracias señora William, y sí, no volverá a ocurrir.

Tomé mi bolso y ella llamó al pelirrojo a mi lado, suspiré tranquila cuando él se levantó.

—Hoy luces hermosa con dos converse distintos. —murmuró en mi oído y se rió entrando detrás de la señora Williams.

No puede hablar en serio.

Baje mi vista a mis zapatos y si, tenía uno de color blanco y el otro rosado.

Santa madre de la papaya.

Me sonroje avergonzada saliendo de la pequeña sección, sentí un brazo rodear mis hombros y me altere un poco por andar en otro mundo.

—Emmmmmmaaaaaa, que gusto que estes aquí. —Lisa sonrió ampliamente caminando conmigo nuevamente hasta la cafetería, donde tomamos comida y nos sentamos.— estuve a punto de asesinar mucha gente ayer, y luego a ti por la preocupación que me diste.

—Y que lo digas, no quiero recordar nada de ayer. —me quejé cerrando los ojos por unos segundos y cuando los abrí noté muchas personas quedárseme viendo.— y esas miradas tampoco me gustan.

—Lo qué pasa, querida loca, es que recibiste la inmunidad del trío dinámico, ¿sabes lo qué es eso?, sí hablamos en términos de viejas chismosas, es un tema de que hablar. —dejó de verme y se giró viendo alrededor.— ¡¿ustedes que miran?! —hasta la cocinera saltó un poco cuando escucho a mi amiga y le tendió la pizza en su plato.— gracias, señora J. —sonrió amablemente y las personas ya no miraban.

La mujer de cabello canoso me dio una botella de agua y un plato llenó de verduras, las ensaladas empacadas por petición de los estudiantes veganos.

Para mí, dieta.

—Gracias, señora Jhonatan. —ella asintió y siguió en lo suyo, con mi bandeja llena de cinco manzanas tomé asiento en una mesa cercana, la ensalada la dejé a un lado mientras comía la pizza. —En fin, deja que coma esto e inicias tu interrogatorio.

Mire la hora en mi celular apenas mordía una rebanada de pizza y guardaba ahora la ensalada dentro de mi bolso para el almuerzo.

No me juzguen.

—Bien, cambiaré de tema por un momento, ¿cuándo vamos a ir de compras de nuevo? —miré a mi mejor amiga alzando una ceja en claro gesto de confusión.

¿Compras?

—¿Cómo dices que dijiste?

—No Hannah Montana, habló de compras, ya sabes, ropa.

—Ooh, pues no creo que eso suceda, quiero tener mi momento de felicidad durmiendo, más ahora que soy tema de hablar aquí.

—¿O tienes miedo de que te hagan una broma?

—No, Lis. Sabes bien que eso no me asusta, es sólo que no me gusta la incomodidad que siento cuando esas personas se acercan a mi y me dicen, "tienes altares de los galanes?"

Ella hizo una mueca y se carcajeó rodando los ojos mordiendo otra vez su pizza con un gesto de desacuerdo.

—Pareciera que no tienen vida o quizás te emparejan con los chicos.

—Mentiras. —la miré mal y ella alzó las manos en son de paz cuando mi celular sonó. —Oh, mira, es un mensaje de mamá.

—Cualquiera. —me grito una chica que jamás había visto en mi vida con los ojos cristalizados, fruncí el ceño confundida ante tal acusación, la rubia se acercó y me vació un vaso de jugo encima.

La mató.

—¡Eh, eh!, cuidadito, estupida, es mi mejor amiga con quien te estás metiendo. —siseo Lisa con una mirada amenazadora, y me tendió su manzana mordida hasta la mitad.— aguanta mi comida. —y se lanzó a la rubia jalándola del cabello que pareció ser puras extensiones, la contraria a mi amiga la cacheteó y ahí fue cuando inicio la pelea que jamás pensé ver.

Por más que intentaba separar a Lisa de la teñida, recibía un golpe hasta que unos brazos masculinos me agarraron de la cintura cuando estuve a punto de lanzarme a golpear a la amiga de la teñida.

—¡Déjame que la agarre, no va a quedar nada de esa plasticucha! —chille intentando librarme del chico que me tenía sujeta, parecía un gusano en cuanto retorcerme se trataba, Lisa era alejada por Derrick quien mágicamente estaba en el lugar.

—Sí así peleas por un insulto, no quiero saber cómo seria si te besará ahora mismo. —escuche la melodiosa voz de Jack quien parecía divertido, entrecerré mis ojos contando mentalmente hasta diez para no cometer un asesinato y sacudía mi mano tirando las extensiones que le había logrado arrancar a la falsa que ahora se hacía víctima.

—Suéltame, Colton. —gruñí enojada y él me colocó sobre su hombro después de decir un "no" así llevándome fuera de la cafetería mientras yo golpeaba su espalda quejándome.

Me bajó justo en uno de los pasillos desiertos y me tendió una botella de agua cuando abrió su casillero, él sabía que estaba molesta aún.

Sentí como tomó mi mano y beso mis nudillos, algo que me enfrió totalmente.

—Respira profundo, bebé. Ese tipo de personas no valen la pena. —él estaba apoyado desde los otros casilleros viéndome.— no les des el gusto de saber que lograron su objetivo.

—Por favor.

—No, habló en serio, Emma. No les des el gusto de saber que te afectan, porque así ellas están tranquilas y tú aquí con ganas de asesinarlas, levanta la cabeza y se la chica fuerte que eres, bombón. —me tendió una camisa con el número siete, la camisa de su equipo, y un suéter.—dudo que quieras seguir con la ropa húmeda. —comentó con una sonrisa ladina divertida.

Yo dejé de cruzarme de brazos y bufé.

—¿Gracias?

Él hizo un movimiento con su cabeza en forma de afirmación y luego se alejó de mí dándome la espalda.

—Cámbiate rápido antes que vengan los locos de dirección. —bromeó y yo sonreí divertida, camine un poco más lejos hasta llegar al baño donde hice el cambio rápidamente y limpié mi cara.

Sentía frío, por eso me coloqué el suéter de inmediato, y mi blusa toda húmeda quedó a la deriva en mis manos.

Apenas salí del baño me sentía mejor.

—Listo. —avise, ese fue el cambio más loco que había hecho alguna vez en mi vida, él se dio la vuelta y cuando me vió pareció quedar mudo, sus ojos parecían brillar ilusionados y su momento de tonteo me hizo sentir algo nerviosa.

—Yo...

Emma Vega, el director la solicita en la dirección, así que por favor venga.

—Sí a eso le llama amabilidad, no quiero saber cuándo dice gracias. —Se burló el pelirrojo haciéndome reír divertida.— vamos, Vega, hay un show al cual debes asistir ahorita.

•••

—Y por esa razón, tendré que suspenderte por un día por tus acciones. —mi mejor amiga enfrento al director y este siguió.— en cuanto a ti, Emma, vas a limpiar la cafetería por cuatro semanas con Lisa.

Juro que voy a acabar con plastic dolls pero al estilo Vega, con bromas.

—¿Entendido?

—Sí, director. —mientras el castigo de nosotras había sido ese, el de las plastic dolls había sido la suspensión de cuatro días y limpiar los baños por una semana por mala conducta y bullying.

Vaya desastre.

Lisa seguía en la oficina por orden del director, yo había dejado a mi amiga sola unos segundos al ser llamada por la secretaria, cuando estaba caminando directo al salón sentí un repentino golpe de frente y como me dolió, el líquido que se escurrió por mi nariz me dio a entender que era sangre.

—Esto te pasa por destruir a mis amiguis, estupida.

¿Es en serio?, ¿en verdad me acaba de pegar con un bolso?

La pelirroja se jactó dándose la vuelta con extremada exageración y cuando quiso seguir su camino un profesor la detuvo, mientras que yo me sujetaba la cabeza.

Creo que olvide decir cuán delicada era para este tipo de golpes.

—¡Emma!

Una triste historia de cómo terminé en la enfermería con Jack viéndome preocupado a cada cinco segundos.

—Sigo diciendo que no es necesaria tanta atención, es sólo un sangrado de nariz algo normal en mi vida.

—Me da igual, Vega. Te dije que no te dejaría. —cuando lo busqué con la mirada lo encontré a mi lado ahora viéndome fijamente. —No voy a permitir que te hagan daño, pre... perfectamente sabes que serás mi futura novia y no dejaría que nadie te tocará o golpeará como lo hizo Nabeth. —le estaba dedicando una mirada confundida ya que lo que había dicho era en un tono demasiado dulce pero el mismo había cambiado al burlón de siempre.

Puso su mano en mi mejilla con cuidado haciéndome verlo a los ojos.

Aunque sea un idiota, sus ojos son lindos.

Lo acepto.

—Muy bien, Emma. —La voz de la profesora se hizo presente y él se alejó de mí como sí se quemará le quemará mi cercanía. La enfermera ajena a todo lo que había pasado anteriormente levantó la vista de los papeles que tenía en la mano y me dedicó una sonrisa.— ¿cómo te sientes?

—Con mucho dolor de cabeza, señora Green. —ella asintió y me tendió una pastilla imagino para el síntoma que le había dado más una botella de agua.

—Con eso se te pasará el dolor de cabeza, es el único medicamento permitido por tu mamá, acerca del golpe que recibiste, la chica está siendo sancionada.

—Ella no me importa, enfermera Green. —la interrumpí antes que siguiera con el sermón que iba a querer darme, la rubia asintió y guardo silencio.

Pero en ese momento la profesora Victoria hizo acto de presencia.

—Gracias por atenderla, señorita Green. Ahora puede retirarse tengo asuntos que tratar con la señorita Vega. —la enfermera le dio una mirada cansada pero aún así salió de la enfermería cerrando la puerta. —Bien, quedan exactamente quince minutos de clase y no puedo permitir que entres así con el malestar.

—Amo ser invisible. —el sarcasmo de Jack explotó la pequeña burbuja de concentración a nuestro alrededor.

—La decisión que tomé es que debes ir a casa, aunque no quisiera que perdieras el día escolar ya lo hiciste con los sucesos de hoy.

—En realidad estoy bien, iré a lo que resta de clases y esperaré a Alejandro.

—Eh, no creo que eso sea posible, la enfermera te reviso y al parecer no comiste nada hoy.

Claro que comí.

—¿De qué esta hablando, profesora Michael? —pregunté demasiado confundida por todas las vueltas que estaba dando.

—Estás muy débil, Emma, por esa razón debes ir a cada a descansar. Además Alejandro hoy tiene reunión con su equipo.

Con razón andan empujando conque no lo puedo esperar.

Ella miró al único hombre que nos acompañaba ahorita y suspiro.

—¿Puedes llevarla a casa? —él se queda en silencio cuando ella le hace la pregunta y luego accede asintiendo con la cabeza.

—No hay problema.

—¿Te parece bien, Emma?

—No hay otra opción, así que, vamos. —respondo colocándome el suéter de nuevo, ya que me lo habían quitado para usarlo como almohada.

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