6• Iman.
Todas, absolutamente todas las paredes del instituto estaban llenas con ese papel por el que tanto había perdido la cabeza el viernes y sábado.
Una carta de hace seis años, por así decirlo, pensé.
"Tal vez nadie sepa de quién sea"
Pero no, ahí estaba, la hoja con el nombre de Jack en un corazón, y el de Alejandro en otro.
"Los tontos que se roban mi corazón, me causan mariposas y sé que son los más guapos de todo el mundo, incluso cuando me vestí de porrista sólo porque quería intentar ser como esas chicas inalcanzables, la cosa es que eso ya no importa, esos dos chicos son los que más amo en el mundo."
Decía en letra cursiva en tinta rosada, me iba a morir, pero de la vergüenza y también quería matar a mi yo del pasado.
Como pude arranque todos los papeles posibles desde las taquillas hasta las puertas de los salones de maestros.
Sinceramente jamás podría acabar con tantos, y sí tenía una idea del responsable de esta terrible broma.
Todos los que entraron al tiempo vieron los que no pude arrancar, ¿lo peor del caso?, la carta tenía una foto mía con los dos tontos, y corazones alrededor.
Demasiada presión, eso fue lo que sentí, Alejandro estaba parado ahí leyendo uno de esos carteles sin moverse, no sabía que decir ante su mirada, cuando apenas me encontró.
No pude evitarlo más y huí, Lisa gritando que no me fuese y diciéndole a los estudiantes que se reían que los mataría en cómo siguieran viéndolo como un chiste o algo similar, sólo corrí tal cual adolescente cliché.
Me encerré en el baño menos usado de chicas dejándome caer en el suelo mientras abrazaba mis piernas, esa mirada en el rostro de Alejandro sin duda había sido el golpe que más me había dolido.
Sé que las primeras clases pasaron, pero no me importó, perdí a mi mejor amigo en el momento menos indicado.
Escuche la voz de una de las consejeras estudiantiles además de maestra.
La señorita Michael.
—¿Emma?, cariño, sal de ahí por favor. —escuche que se acercaba al cubículo donde me encontraba sintiéndome sorprendida que hasta ella misma se enterará de mi inconveniente.
Una cosa demasiado dramática sí me permitían aclarar.
Un hipo se escapó de mis labios por el mismo llanto y sentí sus pasos más cerca.
—Emma, sal por favor. —pidió en un tono maternal con suavidad.—Ven hablemos.
—Yo... está bien. —abrí la puerta del cubículo con la mirada baja sintiéndome vulnerable ahora ante ella, no era algo por el que estar mal, pero la mirada de decepción y disgusto de Alejandro había sido un golpe duro y bajo hacía mi persona.
—Ya tranquila, pequeña. —sentí como sus brazos me rodearon de inmediato haciéndome perder la poca fuerza y que mis hormonas actuaran depresivamente ahora.
—¿Cómo... sabía que estaba aquí?
—Lisa corrió por todo el instituto armando un alboroto con el que se le atravesará hasta que llegó a donde estaba yo, me explicó todo. —concluyó y me alejé despacio asintiendo con la mirada gacha aún.
Me decepcione al saber que mi mejor amigo no se había molestado en buscarme y, realmente las ganas de pisar el mundo como una reina se me habían ido.
—Me siento pésimo, señorita Michael.
—Lo sé, querida, por favor dime Victoria, el señorita me hace sentir algo vieja. —bromeó abriéndome la puerta después de haberme permitido un montón de pañuelos para limpiar mi rostro, su cabello cobrizo enmarcaba su rostro dándole un aspecto muy jovial a pesar de estar casi que en los treinta.
Me miré en el espejo del baño una última vez y le dirigí una mirada dudosa.
—No hay nadie afuera, tranquila. —me dio una sonrisa cálida y cuando di un paso hablo de nuevo. —sí quieres puedo ayudarte para que vayas a casa, Emma. No me gustaría que siguieses sintiéndote incómoda.
Tal cual hermana mayor se notó su tono sobreprotector, ese que usaba cuando uno de sus alumnos salía lastimado por la masa hormonal de personas como Hilary.
Solían apodarla la defensora de los indefensos raros.
Demasiado inmaduro, peor a lo que yo había hecho al huir de tal cosa.
Ignorando mis pensamientos me sentí aliviada al instante.
—¿En serio haría eso?
—Claro que sí, iré a hablar en la dirección sí es necesario. —ambas tomamos el camino por los pasillos donde dos conserjes quitaban el resto de papeles que habían quedado pegados.
—Muchísimas gracias, Victoria.
—No es ningún problema, Emma. El director se encargó de que empezaran a quitar todos los papeles y... bueno esta buscando al culpable.
Era muy vergonzosa la situación en la que me encontraba.
—Yo... no sé qué decirte, esto es completamente raro para mí ahora, no sé cómo se lo tomará Alejandro o... el resto de la población estudiantil.
—Emma, cariño, jamás pienses en el que dirán los demás, eres tú quién se conoce y sabe cómo son las cosas, no dejes que te derrumben tan fácil, eres una gran guerrera.
—No sabe cuánto se lo agradezco, señorita Michael.
Ella me sonrió y asintió suavemente.
—No es nada, ohhh, se me olvida casi, Alejandro te estuvo buscando también. —abrió la puerta de la oficina del director con cuidado después de haber tocado dándome un gesto de apoyo. —venga espera, aquí mientras hablo con él, ¿sí? —volví a asentir ida totalmente pensando en todo lo que pasaría de ahora en adelante.
Porque seamos honestos, ya no seré invisible de nuevo.
—Bien, linda, ya están llamando a tu casa, sólo hay que esperar un poco y... dame un segundo, Emma. ¿Qué sucedió ahora, Jack?
Fue ahí cuando caí en la presencia de cierto personaje me había estado observando curioso hace unos momentos, pero no parecía burlarse cómo de costumbre.
—Una falta al pelearme con un chico del equipo en la hora de deporte, más un inconveniente en el laboratorio con otro de mis compañeros. —soltó con normalidad apoyándose mejor contra el respaldar de la silla en un gesto despreocupado.
—Tendremos una larga charla acerca de esto, señor Colton. —entró a la oficina del director nuevamente dejándome a solas ante la atenta mirada de mi vecino.
Lo vi a los ojos por un momento cuando lo atrapé viéndome y me perdí en sus orbes, cayendo en un trance.
—Al parecer no hay nadie en casa, Emma. ¿Tienes a alguien qué pudiese llevarte a casa?
—Yo puedo hacerlo. —interrumpió aquel chico que me sacaba de quicio sin dejar de mirarme con la misma intensidad con la que yo lo hacía.— no hay problema alguno.
No, me niego rotundamente.
Victoria pareció evaluarnos a ambos hasta que asintió.
—Bien, no me parece que exista algún inconveniente en que lo hagas, ¿estás de acuerdo, Emma?
Por favor di que no, por favor di que no.
Fue lo único que grite en mi cabeza esperando que ese rotundo no saliese de mis labios ya que estaba en un trance de shock.
—Sería la única manera en que pudieses salir e ir a descansar. —añadió la mujer de cabello cobrizo.
—Bien.
¡El fracasó total, Vega!
Ignore ese pequeño grito de mi subconsciencia levantándome de la silla en la sala de espera en esa amplia oficina del director.
—Tendrás que regresar después, Jack. —Victoria miró seriamente al muchacho que estaba a mi lado para poder rodearme por los hombres.
—No es ningún problema, señorita V. Aunque mejor sólo añádelo al historial. —bromeó con su típico carácter burlón sacándome de esa oficina justo en el preciso momento que tocaron la campana para el receso y almuerzo.
Me maldije al tener tan mala suerte y Jack me juntó más contra él así pasando lejos de aquellas personas.
—Tranquila, no tienes nada porque...
Escuché la voz de Alejandro llamándome desde atrás pero lo ignoré, el trío dinámico llamaba a Jack y los demás estudiantes sólo seguían de largo mientras otros gritaban sus estupideces.
—Ahora no jodas, O'Brien. —gruñó el pelirrojo sacándome hasta la entrada del instituto, tal cual guardaespaldas, pero de nuevo uno de los compañeros de Derrick nos había alcanzado, podría decirse que otro de los más deseados del instituto.
—Hey Jack. ¿Tú eres Emma?
—Ella misma, Wintour. —dicho aquello me empujó alejándome de el rubio con rapidez.— otro día te la presto. —respondió hastiado abriéndome la puerta de su auto, sus mejores amigos corrieron hasta él cuando entré al auto y ya había cerrado la puerta.
—¿Qué estás haciendo, Colton?
—Pues llevarla de paseo porque quiere ver unicornios, ¿qué clase de pregunta idiota es esa, Copper? —encara al primero cruzándose de brazos. —por favor, ahórrense sus preguntas.
—Hoy golpeaste a dos de los del clan de Hilary, mejor dicho, dos de mis compañeros. —empezó Derrick alzando una ceja.
—Me gustaría quedarme a tomar una taza de café con ustedes pero tengo cosas que hacer ahora, colegas, nos vemos. —rodeó el auto y se subió encendiéndolo ignorando los gritos de los chicos y ahora Lisa.
Segundos después estábamos fuera de ese infierno.
—Colton. —le llamé. —Gracias. —solté rápidamente antes que dijese algo y lo vi medio sonreír, segundos después volvió a su postura rígida.—¿por qué peleaste hoy?
—Vega, no es algo de lo que quiera hablar. —respondió cortante obviando mi pregunta.— ¿sabias que vas a ser un jodido iman de ahora en adelante, bebé?
Me sonroje al escuchar ese "bebé", era extraño viniendo de él, sacudí mi cabeza y mentalmente me di un par de bofetadas volviendo a la realidad.
—Jamás vuelvas a decirme nena, ni porque sea el fin del mundo.
—Como tú digas, bebé. —volvió a picar con una sonrisa divertida manejando concentrado, se le notaba algo inquieto como sí quisiera decir algo pero no lo hacía y sólo se concentraba más en el manubrio.
—Es Alejandro. —susurré cuando miré mi celular vibrar entre mis manos, antes que el conductor dijese algo ya había contestado.
—Joder, ¡Emma!, necesitamos hablar con urgencia. —fue lo primero que soltó con voz dura y antes que dijese algo Jack tomó mi celular aprovechando el semáforo.
—Bien, pensé que me habías escuchado perfectamente, O'Brien. Ella no quiere hablar contigo, ¿entiendes?, o le digo al profesor de idiomas que te lo traduzca?!
—¡Quiero escucharlo de ella, Colton! —gruñó enojado ante las palabras del pelirrojo.
—Vas a escucharlo de ella cuando yo te gol...
—Basta Jack. —pedí exigiendo que me devolviera el teléfono ante mi silencio se escuchó un largo suspiro en el celular.
—No puedes escapar de la charla, Emma. —sentenció Alejandro y colgó.
—Y yo que pensaba que tendría que mandarlo a primaria de nuevo. —siseó mi acompañante entre dientes amargamente, cuando se estacionó frente a mi casa me dirigió una mirada seria. —¿estás segura que vas a estar bien? —se relajó un poco dejando de apretar sus nudillos blancos ahora contra el manubrio.— ¿no tienes el periodo o algo?, ¿quieres chocolate o dulces para pasar la tristeza más esa película del barco que se hunde?
Reí ante las últimas preguntas rodando los ojos y sus facciones se relajaron más.
—Eso es sólo en las películas, Colton, yo no me deprimiría viendo el titanic.
—¿Segura? —alzó una de sus cejas definidas al estilo masculino y trague porque ese simple gesto me hizo sentir nerviosa, más no se lo demostré cuando me senté bien. — ¿o piensas desahogarte leyendo un libro ero...
—¡Colton! —le interrumpí cuando sabía por dónde iría con esa insinuación sonrojándome de nuevo, apreté mis labios respirando profundo disimulando ante su sonrisa burlona.— Por favor, payaso. Estoy cien por ciento segura.
—Díselo a la televisión, con todo ese volumen y tus gritos de "No te hundas, Jack" o el "Agua fría y la biblia por favor, con este hombre!" —se burló divertido bajándose a abrirme la puerta del auto despeinándose el cabello en una de sus manías nerviosas, de algo me sirvió hablarle desde pequeña. —¿Te comió lengua el gato que no hablas?, o te la comí yo? —bromeó divertido y yo sólo me dedique a rodar los ojos tratando de relajar mi respiración.— dejaré que tengas a mi perro sólo por hoy, Emma. ¿Vas a estar bien? —preguntó de nuevo y volví a entrecerrar mis ojos en signo de fastidio y un poco de vergüenza.
Aunque él sabía que no sería así.
Espera, ¿Jack Colton estaba preocupado por mí?
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