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31• Noticias y visitas.

Aquellos pequeños rubios.

Eran mis medio hermanos, nuestros, Diana les tenía cariño sin saberlo muy bien, nunca entendimos la verdadera historia de lo que sucedió entre mi padre y la chistosa azabache.

Más que ahora ella estaba a nada de casarse con el hombre que había criado a mis pequeños hermanos además de mi propio progenitor.

Mi conclusión con todo el tema del engaño, fue que mi padre y Bianett se conocieron, existió algún tipo de química, boom.

El producto, los mellizos.

La historia de ambos terminó en el instante en que la azabache tenía cinco meses de embarazo, eso si lo sabemos a ciencia cierta por la misma.

Quién nos tenia muchísimo aprecio al igual que nuestros desastrosos hermanos.

Sin embargo, recordar esa cabaña era tener en claro las discusiones de mis padres en su mal momento.

Muchas veces pensé que lo mejor para ambos era separarse, eso decían mis compañeros de clases de sus padres divorciados. Extrañaba ver a papá por las mañanas.

Sacudiendo mi cabeza de cualquier pensamiento fuera de mi objetivo, le pase un papel con la tarea del día a Austin.

—La profesora me pidió que te diera esto, cuando fuiste a la enfermería. —el acepto sin mirarme, concentrado en su libro de álgebra asintió.— ¿quieres tomar té?

No puedo creer que en serio le pregunté eso.

Sus ojos dejaron de estar fijos en el texto para mirarme con extrañeza.

—¿Té?

—Eh, si, para que te sientas mejor. —le expliqué abochornada, una pequeña sonrisa ladina apareció en sus labios, sumando esa mirada divertida.— ¿de limón?

—Pensé que habías tomado el té verde. —señaló la caja que traía en mis manos.

Y sólo mi cuerpo supo cuánta vergüenza sentí por ese banal momento.

Carraspeando antes de darle la espalda procedí a buscar las cosas en la cocina.

—El limón tiene muchas propiedades para... —¿en qué momento se había acercado tanto como ahora? Se me quedaron las palabras en la boca. Estaba frente a mí, acorralándome al lado de la estufa, podía sentir mi corazón en mi garganta y sus ojos oscuros.

No entendía que me sucedía para reaccionar así de nerviosa.

Había sido una mala idea no haber aceptado acompañar a Alan a comprarse shampoo.

—¿Q-qué haces?

La sonrisa más socarrona que le había visto, surco de sus labios.

—Sacar la miel. —bromeó, bajando dicho producto del estante tras mi cabeza, pero con su otra mano me tomó del mentón.— que cosas más banales decimos cuando queremos algo.  —susurro despacio, un deleite.

—¿A qué te estás refiriendo? —no dude en preguntar, ya no me quedaba de otra. Acorralada y con el corazón latiéndome de esa manera, ¿qué más me quedaba?

—Que llevó todo el día resistiendo mis ansias de besarte de nuevo, Emma. —murmuró despacio, aquellos ojos suyos iban a ser mi mayor perdición, sintiendo el roce de sus labios contra los míos, suspire atontada.— besarte es tan peligroso... pero adictivo. —con un casto beso en mis labios, se separó, dejándome ansiosa y con las mejillas ardiendo.

Lo vi salir de la cocina apresurado y eso me hizo cuestionarme.

¿Qué demonios me estaba ocurriendo?

¿Por qué reaccionaba así a sus besos?

Pero apenas pensé en los besos de Austin, pecaminosamente, Jack apareció en mi mente y mi cuerpo se puso rígido.

¿Qué con mi odioso vecino?

Sacudí mi mente de ese viejo recuerdo, antes de revisar el celular con calma. A los segundos apareciendo el nombre de mi mamá en pantalla.

—Mamá. —salude después de deslizar mi dedo por el botón verde.— ¿está todo bien?

—Hija, que alegría escuchar tu voz... —murmuró ella en un tono emocionado y bajo, una cosa que me extraño— ¿cómo está tu hermana?

—Ella esta bien, todos estamos bien por acá. ¿Cuándo vuelves?

—De eso quería hablarte, como verás tengo muchos tratos que solucionar antes de mi regreso. Entonces...

Hizo una pausa dramática antes de continuar y afirmar mis sospechas.

—Tu tío y tía irán a verlas dos semanas.

—En pocas palabras, no estarás en casa por unas semanas más.

—Hija, de verdad... lo lamento, pero tengo que acabar los tratos.

Comprendía a mi madre con su necesidad de terminar el trabajo, hace mucho no viajaba tan lejos, aguardé en silencio y respiré profundo.

—Mamá, te entiendo. —decidí responder.— ¿qué pasara con los chicos?

—Bueno, ellos se han quedado en casa por lo que Chase me ha dicho, esta en tu decisión, hija. Igualmente los tíos llegan en dos semanas.

—No me molesta tener compañía en casa.

Evadí la parte de la entrada forzada a casa y los chicos como locos en aquella ocasión.

Me sentía más segura con aquellos simios, que estando en una casa grande sola, sin mi hermana al ella estar con nana.

—Está bien, hija. Te volveré a llamar en la noche, y- Emma. Gracias por entenderme, hija.

—Sé lo importante que es cerrar esos tratos, ma' no te preocupes. —sonreí comprensiva y tras unos segundos más en llamada, colgué.

Pensativa, me apoye contra la isla de la cocina, tomando agua.

Con mi mirada centrada en el ventanal que daba al patio, pude notar al dichoso pelirrojo que yo tenía como vecino. Jugando con su perro.

¡¿Qué demonios está mal en mí?!

Me queje en mi mente cuando me le quede mirando y una sonrisa se plasmo en mis labios.

Esto era el colmo.

Bufé y me aleje de la ventana recordando que antes de la llamada de mi progenitora, Austin me había robado un beso corto.

¡Estoy acabada!

—Decían que un venado temblaba más cuando aprendía a caminar, pero tú pareces Bambi. —escuché la voz de Alan, quién se acercó y me tendió un helado nuevo.— fui a buscar esta provisión, pero te encontré bien distraída.

—Si dices lo que creo que vas a decir, pondré queja con cómo te quedas mirando a Lisa.

El azabache procedió a rodar sus ojos antes de pararse a mi lado con una sonrisa divertida.

—Ese chico es raro, pero me agrada. —comentó abriendo el tarro de lado para después pasármelo y buscar una cuchara en las gavetas junto a la estufa.— ¿mirabas al perro o al dueño? —preguntó tomándome de sorpresa.

¡ESE TONTO SE DIO CUENTA!

—Al perro, es evidente que él es nada agradable ante mi preciada vista.

Una carcajada brotó desde lo más profundo de su ser después de escuchar mis palabras y palmear mi hombro.

—Avísame cuando te unas al circo y digas chistes de verdad. —soltó burlonamente, guiñándome un ojo para salir de la cocina con el tarro de helado.— ¡Austin te mira así! —gritó perdiéndose en la sala.

¡¿Qué ese castaño hace qué?!

Exaltada por la nueva revelación, sentí mis mejillas arder, las palabras se habían atascado en mi garganta y sentía nervios de repente.

¿Por qué estaba pensando en Austin de aquella forma?

Antes de volver a mirar por la ventana, mi celular timbró anunciando una llamada de mi progenitora, evadí ver más allá del cristal y conteste tomando un vaso de agua para relajarme.

—Mamá.

—Al fin contestas, hija. Me había preocupado. —soltó de forma apresurada— no me contestabas la llamada.

Recién habíamos hablado anteriormente, pero yo sabía que mi madre solía preocuparse un poco de más.

—Siento eso, mamá, en verdad no fue mi intención preocuparte así.

—Eso es lo de menos, hija. Me alegra saber que sigues en casa.

Omití su última respuesta sonriendo ladina.

—¿Pasa algo, mamá?

—Emma... la cosa es que acabo de recibir una llamada de tus tíos. No van a poder ir, mi viaje va a retenerme unos días más acá, no creo volver a casa los tratos van a estar pesados.

Es el discurso que ya conozco.

Pensé.

Apenada y preocupada, así sonaba mi madre.

—¿Cuántos días? ¿Qué haremos en ese caso?

Quería comprenderla, pero me preocupaba por mi hermana también.

—Sé que puedes encargarte de Diana, no sé cuántos días, calculo cuatro o dos máximo. Por favor, ten cuidado y no salgas de noche.

Sus excusas de sus viajes ya empezaban a hartarme.

¿Cómo no?

—¿Recuerdas a tu tía Alizee?

—Claro que la recuerdo. —respondí jugueteando con una naranja, el pelirrojo había desaparecido de mi vista.

—Ella ira a verlas estos dos días que yo no esté, van a pasar brevemente por casa, soy consciente de que los chicos siguen cuidando de ustedes. —hizo una pausa y yo tomé más agua— si no te sientes cómoda con compañía, yo puedo hablarles.

Entendí sus palabras, pero ellos no molestaban.

—Madre, sea como sea... ellos están detrás de nosotras todo el día, no se sienten en casa y cuando sienten que incomodan van a sus casas. —le conté la verdad, evadiendo mis fugaces besos.— es complicado encontrarle.

—Hija. —me interrumpió y yo solté un pequeño suspiro abriendo la naranja.— siento mucho no estar con ustedes en estos momentos, especialmente dejarlas al cuidado de su tía... pero estoy tratando de solucionar estos problemas aquí.

Comprendí sus palabras y el trasfondo, no me incomode, yo jodidamente entendí a mi progenitora.

—Mamá. — susurré, su tono ansioso me hizo bajar mi nube de enojo.— estaremos bien, no te preocupes por ello. —sonreí— lo que te dije hace nada es cierto, ¿si? Todo estará tranquilo.

Evadí mis recuerdos fijándome en el pelirrojo dejándose caer en el pasto con su adorable perro sobre su pecho.

¡Qué belleza de canino!

—Emma, estoy orgullosa de ti. —sus palabras me trajeron a la realidad y su voz tembló— yo sé que no han sido los mejores años, pero me llena de orgullo verte crecer día a día. Intentaré estar pronto en casa, cariño. Te quiero mucho.

Muchas emociones punzaron en mi pecho por sus palabras, dejándome musitar un débil:

—También te quiero, mamá. —antes de colgar en esa rápida despedida que me dejó algo mortificada.

Dos llamadas de mi madre en menos de una hora.

¿Cuándo la veríamos de nuevo?

Extrañaba a Diana, pero sabía que prefería permanecer al margen ahora que todo estaba en una forma curiosa a nivel emocional.

Mi casa podía parecer una fraternidad con tantos chicos, pero estos sabían comportarse y ser buenos roommates.

Pensé en Alan y su elección de palabras acerca del castaño sacándome una sonrisa divertida.

Ver fantasmas donde no los habían eran su experiencia.

Mamá mandó un mensaje a mi móvil.

"Esta semana pídele a Dian que vuelva a casa, ¿si? Quiero que descansen tranquilas. Y probablemente Jack te ayuda a escoger unas cosas a petición mía y del señor Colton.

Te quiero, hija."

¿En qué me estaba metiendo mi madre ahora?

¿Jack? No era mejor pedirle ayuda al mayor nada más a su progenitor?

—Chase. —llame a la nada— ¡Chase!

Unos pasos rápidos se escucharon y antes de yo poder verlo, ya se encontraba a mi lado.

—¿Sucedió algo? ¿Emm?

—No, todo está bien.

Excepto que tu hermano me está mareando.

Obvié mis palabras.

—¿Necesitabas algo?

—Eh... si, yo, necesito tu ayuda con unas cosas de la casa.

—Si te refieres a comprar más comida... pido cereales de más. —bromeó divertido, negué con una pequeña sonrisa y apoyé mi mano en su firme hombro.

—En realidad... es otra cosa.

—¿Tengo que golpear a alguien? —arqueó una ceja confundido y yo negué por la evidente preocupación en su voz.

—Necesito que me ayudes a convencer a Dian de que vuelva a casa.

Su ceño se frunció en clara confusión, pero entendió de inmediato.

Él sabía que era mi único comodín con mi pequeña hermana al ser su compañero de crímenes.

—Esta bien, risitos. —beso mi frente y me sonrió con comprensión antes de ir por una botella de agua a la alacena y yo olvidarme de que más hacer en la cocina.

—Voy a... iré a mi habitación.

—Ve, yo la llamaré. Y descansa, tienes unas ojeras preocupantes. —admitió saliendo de la alacena con una mueca pequeña.— yo te aviso cualquier cosa, ¿está bien?

—Si... gracias, Cha.
.......

Seguía soñando con lo inevitable, el pelirrojo.

Un tiempo largo bajo la lluvia artificial no me había ayudado.

Enfundando mis piernas en pantalones negros de tela suelta, una camisa blanca de tirantes y calcetines rosados, permanecí en mi cama mirando el techo.

Pase mis manos a través de mi cabello sentándome en la cama, soltando un jadeo por frustración cuando aquella mirada seria apareció en mi mente.

Colton está loco.

O yo estoy loca por pensarlo.

Salí con brusquedad de la cama, colocándome mis puma clásicos. Eran mis bebés. 

Recogí mi cabello y decidí abandonar mi habitación topándome con Justin en el camino.

Su mirada triste me hizo preguntarme, si algo le pasaba.

—Hey, Em. —saludo apresurándose para pasar al balcón del mismo segundo piso, llevaba un libro entre sus manos, así que lo dejé pasar sin más.

Ahora tenía que concentrarme en la llegada de alguien de mi familia a quien no veía desde hace mucho tiempo atrás.

........

Ver a mis amigas alivió mi mente tormentosa.

Sonreía a sus ocurrencias mientras nos tomábamos unos batidos de fruta, y al fin me sentía en paz.

Mi mente había abandonado aquel pensamiento inquietante sobre los dos chicos que estaban rondando mi cabeza.

Hasta que la voz de Lisa me sacó de mi trance.

— ¿Emm? ¡Emma! —pasó su mano frente mis ojos haciéndome reír y ella sonreír suavemente.

—¿Eh?

—¿Esos no son Javier y Jack?  —señaló con su propia mirada la entrada del local y me paralice.

No recordaba haber visto a Javier antes, olvidaba que venía a su hogar más seguido.

—Nos vamos. —dije levantándome dejando mi vaso vacío en la mesa, nerviosa porque el pelirrojo notara mi presencia.

Lisa compartió miradas cómplices con Irene, parte esencial de nuestro grupo pequeño. Haciéndome arquear una ceja, no creo que tengan una idea buena.

—¿Vamos al centro comercial?

—¡Si! Hay que ir —le contestó la rubia con emoción mirándome fijamente— ¿recuerdas que hablamos de tu posible cambio de look? Yo creo que llegó el día. —sonrió animada de lograr su cometido haciendo reír a Irene quien le regaló una mirada cariñosa a Charlotte.

Nuestra última integrante, sonreí mirándolas y negué divertida.

Tenía la opción de quedarme y toparme mucho más con el pelirrojo o irme con ellas a ese dichoso cambio.

Evidentemente escogí la segunda opción con diversión.

Char tomó mi mano cuando nos alejamos de la mesa con "sigilo" y Lisa cruzó su brazo con el mío, ambas sonreían de oreja a oreja.

Irene dio saltitos emocionada de lograr su cometido quitándole la alarma a su auto cuando llegamos al estacionamiento.

Entonces me cuestione si era buena idea dejar mi imagen en sus manos.

Temblé por sus ideas locas cuando subimos y me relajé cuando colocaron a Miley Cyrus en la radio, sacándome de cualquier pensamiento evasivo sobre Colton.

Quizás estaba viendo cosas donde no debía interesarme.

Me encargue de sentenciar este día como algo divertido, sabiendo que mi hermana regresaría y mis amigas me estaban sacando de ese mar loco e mis pensamientos, al fin pude relajarme de nuevo con Miley cantando de fondo una de nuestras canciones favoritas.

Quizás es momento de concentrarme en otras cosas y no seguirme confundiendo...

*************

Los mellizos en la multimedia. ;)

🍫🍫🍫

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