3• Papeles + 4
—¿Ella no es...
Aún no podía creer que mi mejor amiga estuviera hablando tan tranquilamente con Loren Carden, otra de las chicas que se codeaba con los más conocidos del instituto.
Ella era conocida como la enciclopedia de las personas, pues sabía todo tipo de secretos.
No por nada era la jefa del departamento de escritura con el periódico estudiantil y la página.
Por ella fue que nos enteramos realmente de todo.
Apenas mi mejor amiga me encontró, saludo emocionada brincando de un lado a otro, logrando que yo me riera divertida.
—Chicos, quiero presentarles a una amiga, ella es Loren, es la presidenta estudiantil y por supuesto la capitana del equipo de natación.
—¡Hey Loren!, y sí Lisa, ya nos conocíamos. —la rubia sonrió divertida ante tal mención y se encogió de hombros.
—Bien, Emma.
—Hey Loren, pues es un gusto conocerte. —Alejandro se presentó sonriendo coqueto, mientras yo rodaba los ojos.
Otra cosa de mi mejor amigo; le gustaba ligar.
Sí, a veces solía ser algo mujeriego.
—Vaya caballero. —reí tratando de guardar mi repentino disgusto.
Perdí de vista los cumplidos que se estaban haciendo cuando todo el trío explosivo entró a la cafetería.
¿Por qué se veían como si fueran sacados de una película?
—Pues el gusto es mío, Ale. Aunque ya nos conocíamos.
Recordé dónde estaba y dejé de mirar a Jack quién reía con una chica a su lado devolviéndole la vista a la nueva parejita que tenía en frente.
—No lo niego. —bromeó él.
Ellos dos se enfrascaron en una conversación más interesante que quién sabe qué con coqueteos descarados, pero no me importaba, mi mirada estaba centrada en el chico de ojos dorados.
La pelirroja que estaba con él se reía de lo que le decía en el oído provocando una sensación extraña en mi pecho.
¿Por qué me siento así?
Tan incómoda...
Después de un rato se acabo la hora del almuerzo y Alejandro me acompaño a clases para luego irse a las suyas.
—Nos vemos en la salida, Em.
—Bien.
Después de un largo tiempo metida en clases por fin sonó el timbre de salida, agradecía aquello, estaba estresada sin razón alguna, apurada fui a mi taquilla, me pareció extraño ver a la chica pelirroja al lado de esta, pero no le di importancia, tomé mis cosas y me fui en la búsqueda de mi mejor amigo.
Tenía un extraño presentimiento en mi pecho.
Me subí a el auto y luego en todo el trayecto sólo escuchaba mi música de fondo, algunas de mis canciones no le gustaban a cierto castaño, pero sólo verlo con una sonrisa incómoda era divertido, sus ojos avellana hoy resaltaban más que nada al igual que su despeinado cabello.
—Está música es... inesperada.
—¿Solo inesperada? —me burlé con una sonrisa abiertamente, aprovechando nuestra confianza.
—Sí sí, nos vemos mañana, enana, cuídate. —le bese la mejilla asintiendo para bajarme del auto y caminar en dirección a la entrada de mi casa tarareando.
—¡Se suponía que con agua ablandaría! —escuche cómo se quejó mi hermana menor intentando comerse algo que nuestra madre nos había dejado en el microondas.
Suspiré conteniendo mi risa fijándome en un extraño sobre qué había sobre la pequeña mesa al entrar a la casa, era color rojo vino, no tenía destinatario.
—Curioso. —murmuré abriéndolo, sacando un papel blanco de este, lo desdoble y mi corazón amenazo con salirse de mi pecho en ese preciso momento.
Era una foto de mi padre, mi único padre.
"Por él ustedes van a pagar toda y cada una de las cuentas que nos debe."
Quizás era hasta una broma de la ex esposa de mi padre, arrugué el papel sin cuidado alguno y lo boté en la papelera de la cocina guardando la foto.
No había nada de que preocuparse.
Papá se había divorciado de mi madre hace aproximadamente tres años, uno el que se casó y divorcio de nuevo y los otros dos los cuales se tomó para salir de nuestro mapa.
—¿Dónde estás, padre?
Volviendo a la realidad, mi hermana menor me miró curiosa pero después volvió a lo suyo tomando un vaso de jugo.
—Emma, mamá llegará tarde hoy, ya sabes, trabajo.
—No he comido, así qué... ¿ordenamos pizza?
—¡Por favor!, la masa de la pasta está muy dura. Yo llamó.—asentí despacio y subí a mi habitación, cuando intente buscar mi cuaderno de notas privadas no lo encontré, no era mi diario, pero de por sí, faltaba la hoja que no quería que se perdiera nunca.
No podía pensar lo peor, en especial porqué cada hoja de aquel cuaderno tenía mi nombre firmado, sí alguien llegaba a enterarse sería mi fin social.
Era un terrible relato penoso de hace seis años, el cual conservaba privadamente pero no sé qué me pasó al llevarlo desde hace unos meses en ese cuaderno.
Mi celular sonó sacándome de mis pensamientos.
Alejo
Hey Em. ¿Qué tal estás?
Yo;
¡Ale!
Bien, ¿y tú?
Alejo;
Bien ☺
Había olvidado decirte lo del chocolate de hoy, ¿es normal que les cambiasen el nombre?
7:30 pm.
Yo;
Llego la pizza, te hablo en unos minutos
Alejo;
No te preocupes 😉
8:15 pm.
Yo;
Volví :D
Alejo;
¿Estuvo buena la pizza?, ¿Qué haces?
Yo;
Estoy escribiendo algunas cosas para el ensayo de historia :/
¿Tú?, y sí, sí estuvo buena la pizza.
Alejo;
Leyendo unas cosas de biología :(
Aunque son interesantes, buena suerte en el ensayo también 😌
1:30 am.
Podía jurar que aunque pasaran las horas, podía mantenerme hablando con el castaño y era algo que no me aburría, aunque lo de la hoja me mantenía preocupada, era viernes por la noche, tal vez podría hacer el intento de buscarla mañana.
No quería más cosas por las que preocuparme.
Al día siguiente me costó levantarme, en especial porqué debía ir por la compra de la semana.
Mamá había llegado a las seis de la mañana, no podía ni levantarse de la cama, estaba demasiado cansada, así que decidí no despertarla y salí de casa llegando minutos después a la tienda de los tíos de Josh, nos saludamos cuando nos vimos y cada quien a lo suyo.
No paraba de pensar en la carta de nuevo, definitivamente sería algo que no me dejaría tranquila en todo este fin de semana, casi pisaba a un señor de tercera edad por no ver bien dónde estaba caminando, Josh me pregunto sí me encontraba bien, a lo que asentí y vi a las personas empezar a pasar más lento, al salir del local apresuré mi paso para ir de nuevo a casa, estaba cansada no lo negaba.
Quería dormir nada más, escuché un auto cercano.
Era negro con vidrios polarizados.
Empezó a acelerar lentamente y mi corazón perdió el ritmo suave al que iba.
—Eres una Vega. —soltó una voz masculina y empecé a correr notando que en la esquina frente a una heladería mi mejor amigo se estaba bajando apenas de su auto.
—¡Alejandro! —lo llamé esperando haber acertado y si, funciono porque giró cuando lo llamé por segunda vez.
El auto que había estado a la par de mis pasos ya había desaparecido.
—¿Emma?, pensé que estarías en casa.
—Yo... eh, es larga historia. —le sonreí tratando de controlar mis nervios abrazándolo sintiendo alivio y seguridad.— ¿podrías acercarme a casa?
—Claro que sí, de hecho iba a tu casa a llevarte helado y luego hacer ejercicio. —bromeó divertido abriendo el maletero para meter las dos bolsas grandes de tela.— oh, mira casualmente Diana ya me respondió. Dice, "Se fue de zombie a hacer la compra de la semana, rescátala tonto."
Reí e internamente quise matar a Diana por haberle dicho lo de mi estado de ánimo, pero lo bueno era que no sabía el porqué.
—Vale... pues gracias. ¡Oye! ¿Hacer ejercicio un sábado? Ale mis planes eran dormir. —hice un puchero haciéndole reír.
Lo que fueron los siguientes minutos nos mantuvimos en silencio puro hasta llegar a mi casa. Ale aparcó en frente de esta y me ayudó a bajar las bolsas más pesadas, me devolví para despedirme de él apenas dejé todo en la cocina y bese su mejilla.
—Gracias, grandulón. Y no creo que hoy pueda acompañarte con tu rutina fitness.
Mucho menos si había pasado el susto del año. Pensé.
—No es nada, florecita. Y mañana vendré por ti entonces para el ejercicio. —me regalo una bonita sonrisa, la que usaba cuando conquistaba a las chicas precisamente. Pasando eso de largo beso mi mejilla y se alejó con cuidado—Ya sabes, cuándo me necesites, sólo llama, ¿bien?
—Bien, nos vemos pronto, Al.
—Adiós, florecita. —se carcajeó subiéndose al auto y partió de inmediato.
¿Por qué no había ido en el auto?, oh cierto, quise evitar un accidente por cómo tengo mi mente en estos momentos.
Una catástrofe total.
Cuando iba de camino a la entrada de la casa Jack salió sin camiseta buscando un balde de agua de los que tenía fuera, no pude evitar mirarlo de más.
Pero sí apure el paso para no hablarle en lo absoluto.
Nos vimos directo a los ojos por pocos segundos y después sólo me dediqué a hacer lo que restaba en casa.
En la tarde la pasamos de maratón con Alejandro y Diana, mamá de nuevo no estaba. Pedimos comida mexicana y al rato Ale se fue a su casa, mientras que mi hermana se quedó dormida apenas apoyo la cara contra la almohada.
Tal vez dejaría de pensar tanto en la situación que estaba pasándome.
Y en ese repentino coqueteo de parte de mi mejor amigo.
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