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28• Alan bailarín.

Sujetando mi celular salí un momento del salón, para no interrumpir la clase.

Dos minutos me bastaron para saber el paradero de la rubia, que graciosamente me contaba toda la situación tratando de salir de aquella casa.

—¿Por eso existió tanto misterio cuando te mande el mensaje?

No tienes un idea de cómo te amo por mensajearme. —admitió contenta, escuché el sonido de un motor y reí— el taxi ya está aquí. Voy de camino a casa, asistiré a las clases que quedan online, ya mañana le quitaré un informe médico a mi padre. —aseguró y reí más.— ¡Oye! No te burles, Em.

—Es sólo que es irónico toda tu situación, mi querida hermana de otra madre. —bromee con lo primero.— si te animas a venir, házmelo saber. —le pedí y ella hizo un sonido de afirmación además de un "te quiero" para después colgar.

Con una sonrisa divertida me dediqué a entrar en el laboratorio, encontrándome con Jack que iba de paso por el pasillo.

Pero por vergüenza le huí de vuelta escondiéndome dentro del salón.

No me importaba si me había visto, aún no sentía coraje de verlo.

Y si nos tocaba juntos hoy, haría todo lo posible por ignorarlo. Una buena idea para salir ilesa.

O eso quiero creer.

•••

Alan, mi querido vecino, es un caso extremo.

Era un buen amigo, pero ahora mismo no entendía porqué tal nerviosismo y además esos bailes raros que estaba haciendo en la clase de teatro.

¿Dónde quedó el chico "serio"?

—Es por Lisa. —le pinche asustándolo sin notar mi presencia, maldijo en alemán y se giró a mirarme sonrojado.

—Por favor no comentes de eso a nadie.

—¿La parte del twerk o... —no me dejó seguir cubriéndome la boca con una mano.

—Por favor, Emma. Prometo que te haré muchos favores. —dijo desesperado porque no contará su locura en voz alta, hice un sonido con mi boca y el quitó su mano.

—Es una propuesta tentadora. ¿Esos favores tendrán un límite o les colocarás límite? —cuestione retirándome los mechones rebeldes del rostro.

Alan no paraba de actuar con torpeza, pero sabía qué clase de trato a cambio daría.

—Hasta el siguiente mes.

—Dos meses.

—Mes y medio.

—Un mes y medio. —acepte, condescendiente, después de todo no podía ser mala con él.

—Hecho. —alzó su mano y yo la estreche ayudándolo a ponerse de pie del suelo al cual había caído en un acto de total torpeza. — sólo no menciones nada de lo qué pasó. —pidió y yo asentí, de todas formas aunque él no lo supiera.

No lo haría. Ni siquiera le diría a Alejandro.

Alan carraspeó tomando una botella de agua fría que poseía en su bolso, mirándome de reojo, como si así comprobara que yo no lo juzgaría.

Aunque supiera la mitad de las dos historias, no saldría nada con respecto al tema.

—¿Crees que nos digan algo si entregamos el proyecto un día antes? —me atreví a romper la estancia de silencio. El azabache cerró la botella y me observo.— sé que no hemos adelantado mucho, por ayer y eso.

—De hecho... yo sí adelante la búsqueda de la información, sólo necesitaba ponerme de acuerdo contigo para armar todo el esquema. —concluyó serio, volviendo a ser él.— si lo entregamos antes, no quiere decir que nos den puntos de más por ser puntuales.

—Eso lo sé, Alan. —suspire y me senté en el suelo descansando un poco el dolor de pies que sentía de ayer aún. — sólo digo que así podríamos salir con más facilidad de todo ese tema. Los profesores están empezando a mandar más proyectos.

Él parece meditarlo cuando se sienta a mi lado asintiendo.

—Eso me fije... el profesor de geometría estaba un poco exigente con la siguiente tarea. —añadió, haciendo una breve pausa.— pero lo haremos bien. —me regalo una sonrisa extendiéndome su mano, la cual tomé y apreté sonriente.

—Tienes razón. Es sólo aplicarnos mejor.

—No, eso no. Con aplicarte te vas a estresar al sobre exigirte. —me miró serio nuevamente.— es sólo organizar todo y hacerlo con calma, al fin y al cabo, los exámenes vienen en unos meses.

—Si te refieres al mes del infierno. Si. —reí y él bufo.

—Todo estará bien, Emma. Eres una excelente estudiante. —me abrazo por los hombros en un sentido fraternal.— sólo no te exijas tanto, en vez de salir mejor, te sentirás peor emocionalmente. —palmea mi espalda suavemente y se levanta tendiéndome su mano para ayudarme a ponerme de pie.

—Si lo dices de esa forma, deberías plantearte ser el consejero de aquí. —bromee, tratando de ignorar el revoloteo que sentía en mi pecho por sus palabras.

Los estudios solían sobrepasar ese pequeño espacio de calma para mí a veces.

—La verdad, también lo pensé. —me siguió la broma riendo bajo— pero si hago de consejero, las chicas irían más por verme que pedir un buen consejo. —soltó con cierto fanfarroneó que sólo me sacó una carcajada por lo falso que sonaba.

—¡Arrogante!

—Siempre. —me guiño un ojo y tomo sus cosas divertido— vamos, tenemos un proyecto que terminar en esta hora libre.

—Hablando de eso... tengo que averiguar unas— me interrumpí al ver cómo alguien se movía entre los pasillos de la salida del teatro.

No habíamos hablado nada importante.

Pero aún así...

No, son ideas mías.

—Unas...

—Que voy a llamar a Diana. —concluyó tratando de no mirar a dónde se había ido ese supuesto personaje.

—Vale. Eso me recuerda que debo llamar a los mellizos, no vaya a ser que quemen la casa antes de tiempo.

—Bobo. —me reí por lo exagerado que era con sus hermanos, tomando el celular.

Así me sacaría ese pensamiento de estar siendo observada.

—•—

Diana había pasado un largo instante en silencio, un silencio sepulcral que me hacía cuestionarme, qué había sucedido realmente con ella.

Mi hermana no entablaba la conversación esta vez. Era yo.

—¿Puedes decirme...

—Es sólo que, no me ocurrió nada malo. —cortó mis dudas con esa respuesta, tomando su batido, mirando la pulsera rosada que tenía en su muñeca derecha. —ayer pasee el día en nuestro lugar especial. —confesó.

—Dian...

—Fue extraño volver ahí. Todo sigue impecable, y sé que te dije que no quería saber nada con relación a p- a él. —continuó.— pero no pude evitarlo. Papá sigue siendo nuestro padre y yo quiero obtener respuestas.

—Hermana.

—Emma. Hay algo más que no sabes.

Después de salir del instituto, ambas acordamos vernos en nuestro café favorito para hablar, era mejor que ir a casa y posiblemente interrumpidas por la manada de chicos.

Pero después de su respuesta preocupante, todo se había vuelto vacío.

En realidad, así me sentía.

Papá era un tema delicado en casa.

—Sabes que no puedo hablarte de ello aún.

—Y eso me molesta. —frunció sus labios en una queja, sin necesidad de palabras. Pero estuvo serena.— creo que es mejor que salga de dudas yo primero con eso para después hablarlo. —me comentó, aunque pareció más hablarse a sí misma.

—Esta bien. —acepte su decisión.— ¿estuvo todo bien en la cabaña?

Ella asintió y volvió a sonreír como siempre.

Estaba más tranquila.

—Si, realmente. Estuve bien, creo que necesitaba ir, además nana sigue yendo —añadió divertida— ayer me hizo tortitas. —contó con emoción.— fue genial.

Y la siguiente hora de incógnita para mí, fue una charla y tiempo de calidad con la pequeña rubia, que contaba sus hazañas en la cabaña de descanso, además de sus promedios en ciencias y parte de su vida social.

Mi hermana era un personaje en todo los sentidos.

...

Sigo sin entender cómo es que terminamos en otra fiesta en la noche, más cuando prometimos tener una tarde de estudio.

Oh, si.

Lisa es peligrosa con esas invitaciones de la escuela.

Ahora me encontraba a su lado bailando al ritmo de la música que tenían sonando, riéndome cuando ambas nos mirábamos con complicidad.

Hoy yo había decidido no tomar nada.

Pero no podía decir lo mismo de mis amigos.

Chase se había tomado un barril de cerveza y se veía normal pero juguetón en exceso.

El resto de los chicos sólo le reprendían con la mirada.

—¿Rihanna?

—Si, señor. —la rubia se emocionó y me señaló para que hiciera ese malévolo paso sensual que tanto me conocía a la perfección. 

Pero no tarde mucho en seguir disfrutando de la pequeña fiesta descontrolada.

No, claro que no.

El golpe en mi nalga derecha no decía lo mismo.

—¡¿Qué demonios te ocurre?! —le grite al chico azabache, que no conocía, él sonrió con suficiencia.

—Te moverías muy bien en mi cama, preciosa. —soltó con descaro intentando tomar mi mano— ¿qué me dices?

—Que eres un maldito loco. —manotee su mano con fuerza, mirándolo enojada.— Tienes-

La voz de Austin me interrumpió.

—Repite lo que dijiste, Günter. —su voz fue una clara amenaza, el pelinegro lo veía fijamente y yo sólo observaba todo confundida.

Alan, Chase y Alejandro que había salido de no sé dónde estaban a nuestro lado.

Los chicos expectantes a la siguiente acción del sudichoso.

—Esto se vuelve más interesante.

El idiota tenía valentía.

—La ultima vez te lo advertí. —le dice seriamente el castaño, ya no hay duda en su voz. —discúlpate con ella.

No importa que tan alto suene la música, su presencia es imponente.

—¿Disculparme por querer llevármela para follar? —se ríe y la vena en el cuello de Austin sobresale.

Estaba intentando mantener la calma.

—Es una pu-

Bien, adiós autocontrol.

Lo abofetee tan fuerte que mi palma dolió, el chico no se quejó, pero si se enojo y antes de irse contra mí, Austin le lanzó un puñetazo que cambió el curso tranquilo de toda la situación.

—¡Austin!

El azabache era un completo imbecil, con todo eso que le seguía diciendo e insinuando a mi vecino, porque lo enojaba más.

Alan me subió sobre su hombro cubriendo mi trasero y salió de la casa. 

—Alan, tienes más trasero que yo. —me queje cuando lo observé y el mismo azabache maldecía.

—Alan, tenemos que salir de aquí. —escuché la voz de mi querido mejor amigo, y yo negué.

—No estamos divirtiendo y...

—No te voy a soltar, Emma. —dijo Alan.

—Pero los quiero mucho.

—¡Mierda!

Austin había soltado aquella exclamación cuando escucho a lo lejos algo que yo no distinguí, simplemente empezaron a correr conmigo y con Lisa en brazos hasta los autos.

**********

Oh oh, me suena a que están en problemillas (estilo Flanders)

❤️

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