27• Ahora mismo.
—Deberías tener cuidado, bebé.
Jack. Era ese tedioso pelirrojo, mi vecino.
Mi corazón empezó a latir tan fuerte que parecía querer escaparse de mi pecho, al igual que mi respiración rápida.
¡Reacciona Emma!
Cuando recuperé la estabilidad de mi propio cuerpo, me aleje de él como si fuese agua y yo aceite.
Girándome para enfrentarlo, mi respiración se detuvo al verlo sonreír coquetamente juguetón.
—¿Qué se sintió caer por mí?
—¡Payaso! —fue lo único que salió de mis labios con torpeza, el calor en mis mejillas estaba empezando a traicionarme debido su intensa mirada.
No, no, no.
¿Qué me pasa?
¿Por qué estoy tan nerviosa?
—¿Q-qué... —carraspee, controlándome.— ¿qué haces aquí?
—En una fiesta, ¿no? —su sonrisa no se perdía en ningún momento, cuando extendió su mano para apartar los mechones delanteros de mi cabello detrás de mi oreja, yo me volví a apartar.
Una extraña sensación de escalofríos me estaba consumiendo sin poder decir algo más al respecto. Lisa y Alan habían dejado de existir en mi vista, sonrojada y alterada por su presencia, empecé a salir de la sala sin mirar atrás.
Soy un nudo desastroso.
—¿Emma?
El choque de emociones que estoy sintiendo me está llevando más allá de donde estoy.
Necesito volver a casa.
No puedo mirar a Jack a los ojos sabiendo que detrás de él se encontraba el castaño que estaba robándose varios besos míos.
Aferrándome a mis rodillas al dejar de correr, mire el reloj en mi muñeca, presionando mis labios en una fina línea apretada.
¡¿Qué demonios estoy haciendo?!
El sonido de mi celular me trajo de vuelta a la realidad.
—¿Chase? —atendí la llamada mirando el cielo buscando un poco de calma.— ¿qué sucede?
—Lisa me acaba de comentar que saliste huyendo de la fiesta. ¿Dónde estás? Voy a llevarte a casa.
—Vas a interrogarme, ¿verdad?
—Debería, pero por más curiosidad que sienta, sé que si te sientes lista puedes comentarme después. Ahora tenemos que preocuparnos únicamente por llegar a casa.
—Chase...
—¿Em?
—Eres lo mejor. —sonreí más relajada apoyándome contra el poste de luz en la calle, sujetándome el cabello. — estoy en este lugar. —le envío la dirección en tiempo real, tomándome mi tiempo para mirar a mis alrededores con calma.
—Em, quiero que sepas algo, tienes que respirar profundo y no tener miedo a meter la pata. Si la metes, aprendes para la próxima vez que te ocurra una situación similar.
—Chas. No es meter la pata, es todo lo que se me está acumulando y...
—Está bien. —me interrumpió cuando sentí como el estrés volvía a mi cuerpo—. No tienes que explicarme, respira profundo, ¿si? No pienses más en el tema.
—Bien...
Me sentí aliviada de que me detuviera al hablar, algo en mí se retenía a aceptar que de verdad estaba huyendo, que todo el escándalo en mi cabeza era producto de mi propia imaginación y estaba enloqueciendo.
Pero con las palabras de Chase hasta que se estacionó frente a mí, obtuve el control de mi cuerpo nuevamente.
El ojiverde no mencionó el tema, no relacionó nada y mucho menos preguntó, cantamos el resto de camino a mi casa y me olvidé del resto en un santiamén.
Cuando Chase aparcó frente mi hogar, me sonrió con cariño, despeinando mi cabello con su mano como un gesto de evidente despedida.
—Calma. Que tú eres la única que controla que va a ocurrir y que no. —me dijo con calma, y sólo le sonreí de vuelta en respuesta, me baje del auto despidiéndome de nuevo no sin antes darles las gracias de nuevo e ir corriendo dentro de la casa verificando toda la seguridad. Procurando ir a la cama de inmediato.
•••
Irónicamente al día siguiente me costó despertarme, consecuencias de no haber pegado el ojo a las cuatro de la mañana por estar pensado.
Me forcé a caminar fuera de la cama, corriendo a ducharme, tomándolo como una solución a mi problema.
La rutina fue sencilla y rápida, no tarde nada en bajar a preparar mi desayuno, sintiendo como la casa se escuchaba más silenciosa de lo normal.
¿Dónde estarían los chicos?
No cabía duda alguna, que no habrían llegado a casa anoche o quizás seguían durmiendo.
Me encogí de hombros, preparando mi café matutino al mismo tiempo que colocaba dos panes en el tostador.
—Buenos días, Em.
—¡Joder! —Solté exaltada al escuchar la voz de Chase detrás de mí.— ¡¿Me querías matar de un susto?!
—Nada que ver, pequeña. —se carcajea, alzando el borde de su camisa.— anoche Justin vomito mi camisa favorita, creo que tome una camisa de Austin. —se excusa antes que yo me de cuenta y señala su auto.
No tarda en venir.
Echándole un último vistazo, lo veo bostezar, pero es cierto que debe ser la camisa de Austin, pues Chase es más musculoso de la espalda.
De algo intimidaba.
—¿Qué pasa con el auto?
—Eso le voy a preguntar yo al idiota que lo vomito. —soltó con indignación, me reí por su exagerada expresión dejando que mis músculos se contrajeran al momento de estirarme.
—Creo que vas a tener un día muy divertido en el auto lavado.
—Me acosté tarde limpiándolo como pude. —comentó tomando una taza para servirse café.— ¿Hoy tenemos clases?
—Eh... se supone que si.
—¿Por qué salimos tanto de fiesta?
—Créeme que quisiera saber lo mismo. —sonreí divertida sirviéndome mis tostadas con queso crema y aguacate.— por cierto, dejé guacamole hecho en la nevera y huevos revueltos.
—¿Te quieres convertir en el amor de mi vida? —el ruloso preguntó con ojos soñadores haciéndome carcajear al verlo levantarse y danzar hasta la estufa. — ¡Emma te amo!
Ruedo los ojos, negando divertida, me siento a un lado de él en la mesa y miro mi celular.
9:45 am.
—VAMOS TARDE.
—Pero no he comido aún. —dice el ruloso con pucheros, niego con mi cabeza levantándome rápidamente, beso su mejilla y tomo mi bolso.
—Vienes conmigo o puedes ir después.
—¿Tengo opción?
—Si.
Mira la comida en la estufa mientras yo busco dos botellas de agua, una manzana y fresas picadas, guardándolas en mi bolso.
—¡Caray! —se queja, pero guarda la comida tomando una bebida energética.— vamos.
Me rió esperándolo en la puerta y cuelga su bolso sobre su hombro.
—Espero haberle puesto bastante aromatizante al auto. —dice en un quejido subiéndose.— definitivamente me toca llevarlo al autolavado. —asegura mientras yo me subo de copiloto.
—No es tan insopor... vale. Tienes razón. —asiente haciendo un mohín y terminamos de encaminarnos a la escuela.— esto de aprovecharnos con la hora y llegar tarde no nos está saliendo bien.
—Bueno, esta semana dijeron que se permitía llegar a las 10 máximo.
—Cierto, empiezan los proyectos hasta las tres. —él asintió y ya nos encontrábamos estacionando en nuestro destino.— ¿te toca conmigo?
—Así es.
Relamo mis labios fijándome en mi horario, hoy tenía ciencias, laboratorio, siendo específica.
Tenía que admitir que después de ese inconveniente con la serpiente de... bueno, ella, las cosas habían mejorado un poco con la compañía de los chicos.
Con las semanas que seguían pasando, más a gusto me encontraba en su compañía.
Agradecía la tenacidad de mi mamá para que los reunieran conmigo.
Una vez en el salón, saliendo de mis pensamientos, él tomó asiento a mi lado colocándose la bata blanca y las gafas protectoras.
Hoy nos tocaba un experimento.
Esta semana es la que más se disfruta por ser la única en que nos dejan llegar a las 10, así que no muchos alumnos estaban en la clase aún.
Me preguntaba dónde estaría Lisa.
Mis dudas se disiparon al ver que mi celular timbraba con su nombre en pantalla, inevitablemente no dude en contestar.
—Lis, ¿dónde estás?
—No vas a creer lo que sucedió...
Algo me decía que está llamada sería más que responderme donde se encontraba.
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#Emmabailatwerk
Los quiero!
💓
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