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23• Problemas.

Austin dejó de reír conmigo cuando el olor a quemado nos invadió en toda la sala, me baje rápidamente de la isla ya que permanecía sentada ahí y abrí el horno donde se suponía que estaba la tarta de manzana especial.

—Las ventanas ya están abiertas. Tranquila, no creo que esté tan quema... olvida lo que dije. —yo asentí de acuerdo dejando caer esta misma en el lavaplatos, estaba terriblemente quemada, hice un puchero por ello.— por suerte compramos las que son hechas ya, no te preocupes.

Suspiré dejando que ahora Austin se encargará de la tarta quemada mientras servía los platos y antes de terminar escuchaba el timbre.

—Al fin llegan esos dos desastrosos. —añadí caminando hasta la entrada abriendo la puerta, encontrándome no con mi hermana y Chase, si no una caja de regalo extraña.— ¿Austin?

—¿Sí?

—¿Tú mandaste a traer algo?

—No, nada. ¿Por qué?

Un mal presentimiento era lo que aquella caja de regalo me daba, no quería saberlo, ni ver qué había adentro, menos cuando eran casi las nueve de la noche y nadie entregaba paquetes a esas horas.

A menos que se tuviese conocimiento.

—Oh, tiene una tarjeta. —me agaché mirando esta y sólo decía que era para las hermanas Knox Huntley, ¿Knox?

Qué extraño.

Tenía años sin escuchar aquel apellido.

—¿Lo abriste? —interrumpió Austin llegando a mi lado, dejé la tarjeta donde estaba sintiendo mi corazón latir demasiado rápido.

—No. —no dude en responder mientras me alejaba.

Maldijo bajo observando mejor el regalo.

—Tranquila, yo me encargo de esto, tú ve a la cocina. —dijo en un tono serio sin mirarme.

Me encogí de hombros no dejando que esta vez me ganase la curiosidad, el mal presentimiento que ese regalo me daba casi me estaba asfixiando.

Quizás sólo estaba exagerando un poco sobre el asunto.

•••

A la mañana siguiente me costó levantarme demasiado, la pereza me tenía peor que otras veces, así que con mucho esfuerzo me senté y luego caminé hasta mi baño, tenía que espabilarme.

Una ducha después ya estaba vistiéndome con unos pantalones de mezclilla ajustados, una blusa rosada, mis converse blancas y por último el maquillaje, terminé aplicándome un poco de máscara para pestañas y brillo labial, nada fuera de lo común.

Lo único que quería para el día de hoy, era estar en calma.

Baje las escaleras casi que corriendo soltando un m bostezo en el último escalón.

—Me vas a comer con ese bostezo. —bromeó Austin divertido, guiñándome un ojo antes de depositar un beso en mi mejilla.

—Hola, estoy empezando a creer que se van a terminar mudando con nosotras.

—No estas lejos de la realidad, pequeña. —respondió Chase burlonamente sirviéndose café, peinando su cabello hacía atrás, hoy era uno de esos días donde se encontraba algo formal.

Traía una camisa azul con los tres primeros botones abiertos dejando ver un poco su pecho tatuado con aquella especie de enredadera y el tatuaje de fénix pequeño en su cuello.

Si detallábamos a Chase podría asegurar que ganaba en la escala de chico malo guapo, empezando por su casi oscuro cabello castaño y esos rizos perfectos, su mirada verdosa intensa, el pequeño lunar en su barbilla marcada y sus labios un poco rosados, sumando al paquete su físico al estilo dios griego.

En esas le seguía Austin.

Quién dejaba sin palabras a quién lo mirará por sus ojos azules, todo su rostro y rasgos que parecen ser tallado por los mismos dioses acompañándolo con esa sonrisa suya pícara o como yo la llamo, la conquista corazones. Su cabello siempre está algo despeinado a diferencia de su hermano mayor, sus rizos son al final de su cabello y aún así se ve extremadamente bien, él viste una chaqueta de cuero negra y una básica por debajo de esta al igual que sus vaqueros negros.

Todo en él grita descaro y pecado.

Y por último estaba el pequeño Justin.

Con una mezcla de rasgos de sus dos hermanos juntos, sus ojos de un color miel impresionante, un pequeño lunar cerca de sus labios rosados y en verdad un mini dios griego.

Los tres no parecen ser reales, pero lo son, los hijos de la señora Hardt te roban el aliento con sólo su presencia.

Sonreí divertida sacando un plato.

—Buenos días, Emma. —casi suelto el plato algo asustada girándome cuando reconozco a Alan sentando comiendo tranquilamente en la mesa de la cocina.— ¿dónde viste el fantasma que no dices?

Ahí se encontraba el bromista, su expresión él relajada a diferencia de sus hermanos, hoy está en una perfecta combinación de formal e informal, como siempre ha destacado su estilo desde pequeño, su cabello está peinado hacía atrás y apenas si deja escapar algunos mechones que le hacen resaltar más sus firmes facciones.

Saliendo de mi rápida ensoñación con él, respiro profundo rogando paciencia al universo.

—Chicos, ustedes definitivamente van a acabar con mi pensamiento de que estoy segura aquí. —bufé y ellos se rieron, incluso los gemelos quién estaban al lado de su hermano mayor me sonrieron divertidos.

Esos dos eran un caso, pues eran casi similares en cierta forma a Zack y Cody, en forma de ser y vestirse, sí, uno era despreocupado y desordenado, mientras él otro resultaba ser ordenado y calculador.

—Créeme que sí están seguras. —aseguró Chase con una sonrisa ladina, interrumpiendo mis segundos de silencio.

—Claro, con los seis chicos que se les ocurre entrar un martes por la mañana a mi casa... por supuesto que sí. —entrecerré mis ojos negando, saludé a los gemelos y me terminé de preparar un sándwich.

—Nena. —llamó Chase en un tono divertido.

—¿Mmmh?

—Ya había desayuno hecho. —señaló la estufa y miré, si había desayuno, huevos revueltos y tortillas.— ¿Y Didi?

Avergonzada agradecí y cambie el tema.

—Durmiendo, creo. —aunque había pasado a revisar a Diana antes de bajar no verifique si estaba durmiendo aún o despertándose, aunque me iba por la primera.— la trajiste muy tarde. —le reproche.

—Eran las diez en punto, nena. —respondió en su defensa y yo le lance una servilleta, como si con aquel gesto infantil protestara. — bien bien, lo siento.

—¿Cómo que Didi?

Todos miramos a Justin confundidos, se veía más serio que nunca.

—¿A dónde la llevaste?

—Hermano.

—No, necesito ver a Diana.

Reaccione dejando las cosas sobre la mesa negando, impidiéndole salir de la cocina.

—No creo que eso vaya a ser posible.

Claro que recordaba lo que mi hermana me había contado.

—Ella necesita saber la verdad, ustedes me conocen. —se giró a ver a sus hermanos mayores, Chase se veía inexpresivo en cambio Austin parecía no entender el asunto del todo, el rubio simplemente se veía serio y preocupado.

—¿Contexto? —murmuró Alan en voz baja, sólo yo pude escucharle.

Como decía, Alan Morgan era un total caso, con quienes tenía confianza.

—Igualmente no es buena idea.

—Ella tiene toda la razón, es mejor que le des su espacio, Justin. —respondió Austin aún sin entender bien lo que estaba pasando, lo alejó de la entrada de la cocina y este le miró mal.

Mientras tanto, los dos Morgan eran quienes se veían confundidos, exceptuando a Cam quien no le estaba tomando importancia

—Dian... ¿ella está bien? —preguntó Jared después de unos segundos en incómodo silencio.

—Eh, sí.

—¡Necesito verla!, ella tiene que saber la verdad. —Justin interrumpió zafándose del agarre de su hermano, y fue ahí cuando iba a subir las escaleras corriendo pero fue Chase quién se interpuso en su camino seriamente.

—Luego me vas explicar qué demonios es lo que está pasando, no sé qué sucedió con Diana exactamente, Justin. Pero de ser así es mejor que la dejes quieta y en paz.

El tono serio y autoritario que uso fue un pequeño detonante de todo para nosotros, pues ni yo logré hablar.

—No. Tengo que decirle la verdad, tú y Austin saben perfectamente que Ashley es mi ex, quien no me deja en paz y sigue diciendo que tenemos una relación. —respondió enojado y con desespero. —Diana tiene que...

—¿Tú qué? —los interrumpí.— ¿Ashley Carpent? —los Hardt me miraron confusos pero el menor asintió.— yo conozco a su familia, sé qué tipo de persona es.

La prima de Hilary y Elaisa, la chica que le ha hecho la vida imposible a mi hermana desde que entró a la escuela, pero, ¿cómo era posible que el rubio la conociera?

—Es mi ex. —respondió él con seguridad.— la conozco porque vivo aquí desde que tenía ocho años, solamente que no era por estas zonas cuando nos mudamos de nuevo.

—Justin. —Chase le advirtió con su voz y el rubio calló.

—Después podemos hablar de eso, ahora solamente quiero ver a Diana, por favor.

—Como se ve que no entiende el no.

Cameron habló de fondo en voz baja divertido.

—No, no lo harás. —Chase lo frenó nuevamente sujetándolo del hombro.— nos vamos. —lo sacó de la casa en segundos y luego sólo escuchamos el auto partir.

Fue una locura.

—Será mejor que también nos vayamos, nos vemos en la escuela, Em. ¿Quieres que las llevé? —preguntó Alan levantándose y tomando sus cosas, negué con suavidad.

—Yo voy a llevarlas, Morgan. —respondió Austin, Alan rodó los ojos y salió de la casa con sus hermanos siguiéndolo, por último Diana venía bajando las escaleras con una expresión de pereza plasmada en su rostro.

—Buenos días. Ya estoy lista. —saludó en bostezo, sujetando mejor su mochila de una sola correa ignorando el tenso ambiente que había a nuestro alrededor.

El castaño carraspeó y le sonreí brevemente.

—Buenos días, Didi, desayuna tranquila que ya nos vamos. —le informó acercándose a mí para tomar mi mano y darle un suave apretón en forma de reconfortarme, lo miré a los ojos y mi cuerpo se estremeció.

Una rápida corriente pasó por todo este al soltar su mano.

—Voy a... buscar mi mochila. —murmuré casi sin voz, girándome y encontrándome con la mirada curiosa de mi hermana quien comía tranquilamente.

La cercanía de Austin estaba volviendo a afectarme, se seguía sintiendo extraño y de una forma rara, me agradaba.

Sacudiendo mi cabeza de aquellos pensamientos seguí caminando hasta la sala, mis planes para hoy eran concentrarme en clases y eso haría.

•••

—¿Cómo dices? —Lisa no daba crédito a lo que le comentaba, sus ojos casi iban a salírsele de las cuencas y no era para más.

Todo lo que ocurrió el fin de semana fue inesperado.

—Lo que escuchaste —la rubia me estudiaba preocupada con su mirada, asintiendo, era insólito creer cómo había reaccionado mi mejor amigo.

Pero era lo único que le había comentado acerca de todo el asunto.

—¿Por esa razón no apareció hoy? —pregunto dudosa, pero me encogí de hombros.

–No lo sé.

Lisa paro de comer y sujeto mi mano con firmeza, como si de esa forma me demostrara su apoyo, al igual que su mirada comprensiva.

—Estoy segura que todo se va a arreglar, pero sí él se asoma, no voy a dudar en golpearlo. —concluyó con una sonrisa ladina.

Arquee una ceja confundida.

—No vas a golpearlo. —sentencie.

—¿Por qué no?

—¡Hey chicas! —la voz de Austin nos interrumpió cuando se acerco sonriente, en verdad, todos lo miraban embelesados, era gracioso pero desde que habían llegado nadie paraba de hablar de los hermanos.

Es más, podría asegurar que Austin ya tendría su propio club de fans.

El castaño trotó hasta llegar a nuestro lado en la cafetería, sentándose, mi mejor amiga no se creía aún que aquel chico fuese mi vecino.

Sus palabras al verlo fueron:

"¿Y ese dios griego?"

Me reí bastante con sus ocurrencias, cuando los presente ella no paraba de bromear con él alegando que sí no estuviese enamorada de alguien más, le habría hechizado con sus encantos.

Lo cual mi vecino respondía con una sonrisa coqueta, aportando que sí no fuese por su apreciada soltería, también le habría coqueteado.

Y lo más irónico de todo; ninguno hablaba en serio.

—¿Tienen arte? —preguntó despeinándose el cabello hacía atrás, un gesto tan atrayente y demasiado para mí propia salud mental.

—Sip, Emma tiene. Yo tengo laboratorio. —Lisa terminó de comer sus papitas fritas cambiando esa expresión preocupada de hace unos minutos cuando nos habíamos sentado a hablar las dos, como si nada hubiese ocurrido.

En esas seguimos conversando un poco más hasta que sonó la campana en señal de las siguientes clases, Lisa se despidió de nosotros y yo me dirigí a arte con Austin, quien caminaba sin preocupación alguna por llegar tarde.

En verdad me lo cuestionaba.

¿Cómo era posible que con una salida el castaño ya acelerara mi corazón? ¿Por qué me sentía nerviosa si me tomaba la mano o me miraba por unos minutos largos?

—¿Emma? —Austin me llamo confundido y ladee mi cabeza para mirarlo atenta, aún sentía que tenía la mente vuelta un total lío.— ¿te parece si nos sentamos juntos?

Asentí sonriéndole un poco y entonces nos dirigimos hasta las mesas de dos personas, recién llegaba el profesor.

Como siempre me ocurría, terminé absorta en la pintura que estaba realizando, después de todo el profesor nos daba "minutos creativos" al terminar las actividades, los que muchos aprovechaban para descansar e incluso hacer cualquier pintura.

Al cabo de unos minutos más, me faltaba terminar con la última pincelada, pero Austin me avisó que me esperaría en la cafetería pues le tocaba resolver un asunto con Chase, así que me quedé sola y de última en el salón, todos estaban afuera cambiando a su siguiente clase, pero yo no podía dejar de seguir trazando.

Mi celular sonó sacándome de mi concentración y entonces fue ahí cuando salí directo al pasillo después de guardar las cosas, el cuadro del paisaje rocoso y los demás utensilios, con los cuadernos pegados contra mi cuerpo, empecé a caminar por el ahora casi desierto pasillo, pensativa.

—¡Hey, por fin te encuentro! —me paralice por la voz que reconocía a la perfección sintiendo mi piel erizarse en el proceso.

Definitivamente este día sería muy loco.

**********

🍫

Los quiero.

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