22• En mi mente.
Por más que intentará leer las páginas del libro de biología, no podía, no entendía nada, en mi cabeza sólo seguía reviviéndose aquel beso con el castaño, todo lo que eso podía desencadenar en un abrir y cerrar de ojos.
Con él, todo había estado normal en la mañana siguiente.
Nada más ocurrió entre nosotros, podía asegurar que hasta habíamos bromeado bastante en el desayuno, alguno que otro sonrojo de mi parte por sus guiños y los cuentos exagerados de Chase.
—Emmaaaaaaa.
Solté el bolígrafo sobre el escritorio asomándome fuera de mi habitación, ese día ninguno había asistido al instituto, por una reunión que tendrían los docentes todo el día, pero sí debíamos adelantar los deberes asignados anteriormente.
—¿Quieres acompañarnos al 24 horas?
Diana salió de su habitación bostezando y observó a los chicos.
—¿En la hora de la siesta?
—Vamos, compraremos gomitas verdes.
—Es un trato. —concluyó la pequeña rubia sonriente adentrándose de nuevo a su habitación para cambiarse, mientras yo iba a hacer lo mismo riéndome.
—Que sean gomitas cítricas también.
—Hecho. —respondió de vuelta Chase con una risa, me ate el cabello en una coleta desordenada, quitándome los pantalones de pijama por unos de deporte grises, me cambie la camisa por una blusa negra y echándole un vistazo al clima me coloqué un suéter abierto color violeta, por último me puse las converse blancas.
Mirándome en el espejo terminé por perfeccionar un poco mi apariencia y aplicar bálsamo para hidratar mis labios.
Abrí la puerta de mi habitación consiguiéndome con Dian, quien estaba completamente arreglada y mucho más con estilo.
—Nos vemos bien, Didi.
—¿Alguna vez lo dudaste? —preguntó mi hermana con una sonrisa egocéntrica, tomando mi mano para empezar a bajar las escaleras.— siempre nos vemos bien, Em.
—¡Moriré en la espera!
Escuchamos dramatizar a Chase, quién se dejaba caer sobre el sofá haciendo reír a Diana con bastantes ganas.
—¿Cuál espera?, porque en nuestra ausencia perfumaste bastante la casa, Chas. —se burló la pequeña rubia abriendo la puerta principal, y no lo negaba, olía bastante a aquel perfume caro y exquisito del castaño, por todos los lados.
—¿Pero qué dices?, huele delicioso.
—A egoooo.
—Pequeña Vegaaaa.
—Enciende el auto, Chas, quiero mis gomitas, por favor. —pidió ella con un tono aburrido haciéndonos reír a nosotros, Alan negó y Austin sólo se burló de su hermano mayor.
—¿Y el por favor?
—¿Tengo cara de que debo repetirlo dos veces? —entrecerró sus ojos y él bufó entrando a la 4x4 negra, un modelo precioso.
—Adelante su majestad. —dijo Chase abriendo la puerta trasera con una reverencia burlona.
—Ya era hora. —sonrió ampliamente Dian como si nada subiéndose en los asientos traseros, dejándome el delantero a mí mientras que Austin y Alan irían en otro auto aparte.
—Bien, aquí vamos. —le dejó el control a mi hermana de la música y puedo asegurar que todo el viaje hasta el 24 horas se tornó divertido.
—¿Te bastan cuatro bolsas de gomitas verdes?
La escena de Chase con un carrito repleto de dulces sólo para mi hermana era digno de ver y reír, no sabía qué había sucedido para que él le cediera todo lo que ella pedía, pero era bastante divertido.
—No. El trato implica más, así que termina de colocarlas todas, mañana será un día bastante interesante.
—Alan, vigila que no mate a Chase antes de tiempo. —pidió Austin con otro carrito repleto de comida normal, manejándolo hasta mi lado.— ¿vamos por los productos de limpieza?
Diana y Chase en ese preciso momento parecían más bien hermanos, ella decía que iba y que no en el carrito y el castaño obedecía mientras contaba bromas con ella.
No dudaba que serían un dúo peligroso.
—Bien.
Empezamos a caminar por los pasillos buscando los productos de limpieza que estaban escritos en la lista, perdiendo de vista a Alan cuando una chica pasó por nuestro lado.
Rodé los ojos divertida y nos dispusimos a tomar lo que debíamos llevar.
—Estaba pensando en... que deberíamos cuidar que mi hermano "mayor" no haga desastres. —añadió Aus después de unos minutos en silencio, guardando el detergente en el espacio apartado del carrito.
—¿Por qué haría desastres?
—Excelente pregunta, te darás cuenta cuando volvamos a reunirnos con ellos.
—Algo me dice que vamos a estar metidos en problemas.
—Conociendo a Chase Hardt y su carácter. —silbó pasándome el aromatizante.— tenlo por seguro.
—Ya, claro. —reí negando, empuje el carrito más adelante y miré la zona de los congeladores.
Helado de vainilla y frutos rojos.
Me sonrojé al recordar la noche anterior y mordí mi labio inferior con fuerza, los recuerdos empezaban a atacarme nuevamente.
—Tierra llamando a Emmaaaa.
—¿Eh sí?
—Te preguntaba si te gustaba el olor a canela. —parpadee varias veces reaccionando sonriéndole a Austin asintiendo.
—Si.
—Perfecto, entonces ya estam...
—Seguridad al pasillo quince, por favor. —escuchamos una voz al fondo y Austin se quejó bajo.
—Ni diez minutos duro sin hacer desastres. Vamos, Em, paguemos esto antes que nos llamen y nos prohiban entrar.
—¿Chase?
—Si.
Cerré mis ojos aguantando esa sonrisa que quería posarse sobre mis labios apresurándome a mover el carrito hasta la caja registradora, Austin pasó todos los productos mientras yo observaba a un Chase enojado quejándose con los guardias.
—Ellos se estaban metiendo con mi hermanita. —refutó intentando hacer un ademán de lanzarse sobre los dos chicos detrás de él.
Diana en cambio cargaba las bolsas y una expresión de enojo que conocía a la perfección.
¿Qué pasó ahí?
—¡Está loco!, ella me quitó mi nutella.
—Es la nutella de Diana, no tuya, idiota. —gruñó el castaño mayor, siendo empujado por la guardias hasta la entrada.
—Ya, ya pagué, vamos antes que mi hermano terminé de armar un alboroto como siempre.
—Ya es tarde para decir eso, Hardt. —interrumpió Alan divertido, Chase le había embarrado una tarta de limón en la cara a los guardias por intentar manchar a los dos chicos que venían cubiertos de brillantina.
—Mis disculpas, señores. No era para ustedes, era para esos idiotas. —sonrió el recién nombrado soltándose del agarre de los guardias tomando la mano de mi hermana corriendo fuera después de haber lanzado varios billetes en el aire.— corre, Didi, correeee. —paro subiéndola dentro de un carrito empezando a correr más rápido por la salida.
Alan, Austin y yo permanecíamos inmóviles ante tal escena.
—En mi vida vi a ese idiota hacer un tontería de esta magnitud.
—Empieza a acostumbrarte, Morgan. —respondió Austin riéndose.
•••
—Te dije que sí podríamos escapar.
—Y te creo, reinita. Pero ese señor disfrazado de monja no pensó lo mismo. —comentó Chase teniendo un escalofrío y una expresión de trauma plasmada en su rostro.— iba a tirarnos esa "botella de agua bendita"
—No es nada que no hubiese visto antes, tonto.
—Sí sabes que eso posiblemente era orina, ¿no?
Arqueo una ceja por la charla entre mi hermana menor y el mayor de los Hardt, cubriendo mis labios para evitar reírme.
Diana no paraba de hablar con Chase y viceversa, en especial de aquel escape que habían hecho con todo el cuerpo de seguridad por llevarse el carrito del 24 horas.
Muchas cosas sucedieron en realidad.
Austin tuvo que correr con el carrito y todas las compras cuando le preguntaron si se asociaba con el psicopata que había abandonado la tienda y manchado la cara del guardia, en pocas palabras le dio por huir mientras Alan y yo caminábamos de lo más normal hasta el auto, riéndonos de cómo ellos corrían en círculos con los cuatro guardias siguiéndolos.
Hasta que por fin se desviaron, Austin guardó todas las compras y Chase dejó más dinero en efectivo, súper normal.
—Deberíamos de ir a comer helado. —soltó el sudichoso sacándome de mis pensamientos, Diana empezó a bailar emocionada apoyando la idea mientras yo me agarraba el puente de la nariz negando.
—Vayan ustedes dos, yo tengo mucho por arreglar en casa.
—No sabia que eras tan aguafiestas, pequeña.
—No soy aguafiestas, pero no pienso formar parte del posible desastre creativo que vas a hacer en la heladería.
—¡Emma! —se quejó mi hermana detrás de mí— nosotros no haremos ningún desastre, a menos que me quiten mi helado... —murmuró lo último con la intención de que yo no escuchara nada, pero igual lo hice y volví a negar.
—Es un no de mi parte.
—Bien, aguafiestas, entonces vamos a la casa, te dejamos ahí y nos vamos a comer helado. Didi, ¿unes a tu grupo de amigos?
—Oh no. —murmure mirando al castaño.— los chicos no se unirían a tu complot.
—¿No?, ponme a prueba, soy mejor que la película de una niñera antibalas.
—Diana, no le dejes cometer ningún tipo de locura. —pedí bajándome de la camioneta cuando Chase aparco frente a la casa, la señalé entrecerrando los ojos y ella sonrió ladinamente.
Esa típica expresión de "yo no parto un plato"
—No prepararé los burritos si recibo una sola queja.
—¡Oye!, bien. Está bien, nos portaremos bien. —afirmó haciéndome ojitos de cachorro para después tomar el teléfono de Chase. — ¿nuestra canción?
En respuesta el tatuado asiente sonriente después de que yo termine de bajar las bolsas, entonces me quedo sorda por la canción de baby que empieza a sonar.
Baby de Justin Bieber, siendo precisa.
—¡Regresen temprano!
—Sí mamá.
Rodé los ojos escuchando el auto de Austin aparcar, me giré para observarlo y él se bajo cerrando la puerta.
—¿Y Alan?
—Morgan dijo que tendría una situación o una cosa que resolver, realmente no le tome importancia. —respondió con sinceridad, metiendo sus manos dentro de sus bolsillos acercándose hasta mí.— ¿Fue cosa mía o mi hermano se fue escuchando "baby"?
—No lo imaginaste, sí sucedió.
La sorpresa en su mirada obtuvo un cambio drástico cuando sus ojos se achinaron y empezó a carcajearse con bastantes ganas, rodé los ojos negando con una pequeña sonrisa.
Ahora que lo pensaba, Chase tenía aquel porte de chico malo, de esos que no se dejaban de absolutamente nadie, pero ahí se encontraba él, defendiendo a mi pequeña hermana menor, cumpliendo sus caprichos y cantando canciones del cantante que no le agradaba.
La vida en cuestión sí que era una gran ironía.
—¿Aún piensas en lo loco que es conocer ese lado de mi hermano?
Asentí sin dudar.
—Chase es una caja de sorpresas.
—No te imaginarías todo lo que podrías encontrar. —mencionó el castaño tomando las bolsas de mis manos para empezar a caminar en dirección a la entrada de mi hogar.
Decidí no ahondar más en el tema y me quedé en silencio sacando las llaves buscando la nueva para abrir esta y luego colocar el código de seguridad en la alarma.
—¿Crees que el guardia me habría alcanzado si no escapaba?
—No te lo niego. Alan pensaba vender el video sí Chase y tú se caían, dijo que le harían ganar millones de dólares con sus locas formas de comportarse. —añadí divertida, sacando las latas de las bolsas para empezar a guardarlas.
Las compras nerviosas de los chicos.
—¡Oye!, que no se te olvide que casi moríamos por el cartel del suelo mojado.
—Concuerdo contigo, pero no entiendo quién podría mojar el asfalto y... olvídalo, acabo de recordar qué hay personas bastante creativas en ese sentido.
Dejé el cereal sobre la isla de la cocina antes de servirme un vaso de agua ante la atenta mirada de mi vecino.
—Estoy en la conclusión del señor que persiguió a Chase, era mil veces más rápido que los guardias y parecía algo tomado.
—¿Les escuchaste hablar sobre el "agua bendita"?
Austin asintió con una sonrisa torcida.
—Alcohol o orina.
—Fue un día algo loco.
—Pero los guardias y el señor disfrazadode monja no pensaron lo mismo.
—Eres un caso, Aus. —reí palmeando su hombro levemente mirándolo a los ojos, congelándome por ese pequeño gesto.
—Emma. —me llamo— por lo menos no fuimos nosotros huyendo con el carrito está vez.
Mentalmente sacudí mi cabeza
—No es gracioso. —respondí entrecerrando los ojos por aquello que había dicho después. —creo que comer chocolate en exceso te afecto.
Austin se rió negando con su cabeza tomando la bolsa de pan para después abrirla y empezar a prepararse un sándwich sin mirarme.
Aprovechándome de lo que hacía, me concentré en guardar las demás cosas recordando el auto que había visto en la esquina cuando Chase y Diana recién se habían ido. Unos segundos antes que Austin se estacionará.
Era un deportivo con vidrios totalmente polarizados, no se veía ni un poco la luz dentro de este.
Me obligue a dejar de pensar en ello para poder concentrarme en lo que hacía.
—¿Qué tan bueno eres en la cocina? —me giré con los ingredientes de los burritos en las manos, Austin arqueó una ceja sonriendo con orgullo antes de dejar el sándwich sobre el plato.
—Te sorprenderías de descubrirlo. —respondió acercándose a mi lado acomodando los cuchillos y los condimentos que usaríamos.
—No planeas quemar la casa, ¿cierto?
—Emma, preciosa. Me ofendes. —dijo en un tono exagerado colocando una mano sobre su pecho como gesto dramático.— soy el mejor en la cocina, vas a quedar sorprendida.
—Eso lo veremos, señor ego. —bromee guiñándole un ojo encendiendo el reproductor colocando una canción aleatoria de mi lista de música.
Gorillaz.
She's my collar.
—¡Pero bueno!, empezamos bien con esa canción. —aplaudió en el aire tomando un delantal colocándoselo, haciéndome reír por esos gestos exagerados que hacía cuando empezaba a picar los vegetales.
El ambiente no era tan extraño a como se sintió en la mañana, estaba disfrutando en realidad con Austin aún así recordase lo que había pasado anoche.
***********
¡HOLAAAA, MIS AREPITASSS!
¿Cómo me les va? ¿Qué tal todo? ¿Fino o qué?
Austin, es lo máximo.
Chase con Diana, definitivamente son mi dúo caótico preferido. 😂
🍫
—Em.
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