12• Ellos + vecinos.
—Y... ¡lista!, sólo faltaba un poco de glamour a lo Diana. —bromeó ella divertida y yo sonreí por mi reflejo, mi cabello estaba un poco recogido y algunos mechones salían de este, los pendientes elegidos por mi hermana eran dos pequeñas perlas con flores a lo largo y un poco de maquillaje. —Ya estamos listas, mamá.
—Definitivamente es un don. —sonreí admirándome un poco más antes de tomar el bolso pequeño colocándome un poco más de labial.
—Lo sabes perfectamente, hermanita. —ella soltó una pequeña risa.
—¡Oh!, miren a mis pequeñitas. —mamá se hizo notar sonriendo limpiándose algunas pequeñas lágrimas que se le escapaban de sus ojos.— mis hijas ya esta creciendo cada vez más. —nos abrazó sin dejar de sonreír con orgullo.
Disfrutamos el abrazo grupal por unos minutos más animándonos el doble antes de separarnos.
—Bueno, mamá, vamos antes de que se nos arruine el maquillaje o así. —Diana hizo reír a mamá.— los abrigos.
—Las espero afuera, ¿si?
—Vale, iré por mi bolso. —aviso mamá y yo salí de la casa respirando profundo, relajándome al mismo tiempo.
—Pero miren a quién tene... ¿Emma?
—Colton. —salude. —Hola.
Me giré a verlo con una pequeña sonrisa intentando no hacerle caso a mi desbocado corazón por sentir únicamente su mirada.
—¿Por qué tan hermosa? —murmuró él sin despegar su mirada de mí, sonriéndome juguetonamente.
—¿Estás intentando coquetear conmigo?
—Algo tan básico como eso, no es lo mío.
—Entonces qué es lo tuyo? —pregunté sin frenarme siquiera y su sonrisa se ensanchó.
—Admirar la belleza que eres todos los jodidos días de mi vida.
Parpadeé varias veces tratando de controlar mi sonrojo.
—Qué... ¡Ron!, perrito lindo. —preferí no seguirle la corriente y acariciar al bonito can que ahora mismo lamía mi mano contento.— ¡que bonito, cachorro!
—Ignoraré que acabas de llamar cachorro a mi perro... —Dijo Jack divertido acercándose más.— ¿cómo sigues?
—¿Con el tobillo?, mejor, mucho mejor. —señalé mis sandalias bajas con una sonrisa pequeña.— mi pequeña salvación de los tacones. —expliqué divertida.— Y mi pase de libertad por Diana.
—¿Un ataque de "glamour"?
—Algo así. —ambos nos reímos y me quedé hipnotizada en sus ojos.
—Igualmente resaltó más tu belleza, porque te ves...
—Emma, vamos, sube al auto. Vamos a llegar tarde. —Asentí sonriendo y miré al pelirrojo una vez más antes de despedirme y subir al auto nunca perdiéndolo de vista.
—Vale, vamos.
•••
—Hemos llegado, niñas. —mamá me saco del recuerdo que ahora parecía haberse tatuado en mi cabeza.
Jack mirándome embelesado y con esa sonrisa pícara suya.
—Mamá, conociendo a los vecinos, ¿cierto?
-Si, hija. Son los Morgan y los Hardt. —mamá sonrió ante nuestra evidente sorpresa. Mientras yo pensaba en lo mucho que sufriría al ver al hijo de Antian Morgan, sumando a sus hermanos menores.
La noche se veía como una muy larga.
—No es broma, ¿no?
—¿Es en serio, mamá?
—No es broma, Emma. Y si, es en serio, Dian.
—Los hijos del señor Morgan, son demasiado... ellos. —se quejó Diana y yo la apoyé.
—Es cierto.
—Ya han pasado muchos años, hijas. Además así como ustedes han cambiado ellos también.
—No lo creo.
—Niñas, paren por favor. No deben juzgar de esa forma.
—Lo sentimos, mamá.
—Vamos a conocer a los nuevos vecinos, también.
—Aparte del señor Morgan, también hay más personas?
—Mjmm. Es la nueva vecina, tiene tres hijos. —mamá aparcó por fin y nos miró con una sonrisa ladina.— algo me dice que van a llevarse bien con ellos.
—¿Con los nuevos?
—Ajá, son dos chicos de la edad de Emma y uno mayor que tú, hija. —nos bajamos del auto ya en calma, como si aquella conversación no hubiese existido.— niñas, compórtense, ¿sí?
—Está bien, mamá. —respondimos en unísono entrando con ella, para después ser llegados a la mesa que habían reservado nuestros padres.
—Espera, Emma, mira. —mi hermana me detuvo alejándome de nuestra madre unos segundos.
—¿Qué sucede, Dian?
—Ese es el chico que te había dicho, el que me salvo de ser atropellada.
—¡¿Qué?!, ¿él?, que pequeño es el mundo, hermanita. —respondí anonada y confusa.
Recordando cuando ella me marcó mientras yo estaba en el almuerzo para avisarme que llegaría tarde a casa y proceder a contarme sobre lo que había sucedido, ella iba cruzando la calle para ir a la heladería y por una mínima distracción o algo así no se fijó en el auto que iba a toda velocidad, entonces el chico que iba a cruzar la salvo alejándola de aquella posible desgracia con una rapidez increíble. Y al final terminar comiendo helado los dos como agradecimiento.
—Si, es él, que te lo digo en serio.
—Pues es muy lindo...
—¡Emma!
—Tranquila, Dian. —ella bufó y yo rodeé sus hombros.— lo importante es que le debemos las gracias por cuidarte en ese momento.
—Chicas, vengan. —pidió mamá interrumpiendo nuestra charla, al mismo tiempo que nos acercábamos a ella.
Ahí se encontraban los hijos del señor Morgan y los que suponía eran los Hardt.
—¡Es un gusto verte de nuevo, Roseline!
—Lo mismo digo, Antian. —respondió mi madre con una sonrisa amplia antes de mirarnos.— supongo que recordarás a las chicas.
—Por supuesto que sí, las pequeñas Emma y Diana. Están muy grandes. —añadió sorprendido. — lucen espléndidas esta noche ustedes tres, señoritas.
—Buenas noches, señor Antian. Gracias. —respondimos juntas mi hermana y yo.
—¡Alan, Cam Y Jared!, saluden a las damas, hijos. —pidió el señor Morgan con seriedad, sus hijos asintieron y el primero en levantarse fue Alan que besó mi mejilla y después me abrazo suavemente, él era el mayor entre Cam y Jared los cuáles eran mayores por dos años a diferencia de mi hermana.
—Emma, un gusto verte de nuevo. —sonrió él alejándose.
—Lo mismo digo, Alan. —sonreí amablemente recibiendo una mirada rápida por su parte.
—Te ves hermosa, teníamos muchos años sin vernos también.
—Eh, si. —reí bajo.— Gracias, tú también te ves bien, Alan. Es un gusto verlos a ustedes también, Jared y Cameron.
—Me gustaría seguir con la amabilidad forzada pero no lo haré, sinceramente también me alegra verte. —Jared respondió con una pequeña sonrisa torcida.
Mientras que Cameron sólo tenía ojos para mi hermana, ahora sonrojada.
—Bien, niñas. Ahora me gustaría que conocieran a los Hardt. —interrumpió mamá con una expresión un poco tensa antes de que la mujer contemporánea con ella apareciera.— hijas, como ella es Cristina Hardt, nuestra nueva vecina y una vieja amiga.
—Es un gusto conocerlas al fin, niñas. —ella sonrió en saludo antes de apartarse un poco para dejar ver a los recién llegados.— ellos son mis hijos, Chase, Austin y Justin.
Equipo de bromas nuevo, aquí vamos.
—Hola chicos, es un gusto conocerlos. —voy a venir lanzando mis modales a la borda, con el "es un gusto...", les sonreí a los chicos antes de presentarme.— yo soy Emma, y ella es mi hermana menor, Diana.
—¡Hola gracioso! —la pequeña rubia sonrió con emoción saludando a Justin, quién le devolvió la misma sonrisa.
—Hola, linda.
—Esperen, ¿ustedes se conocen? —preguntó Chase el doble de confundido que yo en estos momentos.
—Así es. —respondió Justin antes de besar los nudillos de mi hermana con suavidad haciéndola sonrojar.
—Bueno, ahora que se conocen, vamos a cenar.
—Oh, Rose. He apartado otra mesa para los chicos, así podrán charlar con más calma y familiarizarse mejor.
—Una maravillosa idea, si me permite añadir, señor Antian. —contestó Cristina.
—No tengo ninguna queja, así que esta bien. —está vez mamá no refutó y nos sonrió a nosotras, supongo que ambas madres querían hablar a solas con el señor Morgan.
Y tiempo para ellos, me encogí de hombros disimuladamente dirigiéndome a la mesa que nos indicó el mesero sentándome con los tres chicos de mi edad al igual que mi hermana.
La cosa iba así, Alan, Chase y Austin estaban cerca de mi, Cameron, Jared y Justin al otro lado con mi hermana.
Sumando un silencio muy incómodo, que el mismo Alan decidió romper.
—¿Y cómo has estado estos años?
—Bien, muchas cosas han cambiado.
Chase levanto la vista de su copa y apoyó su mentón contra su mano observándome curioso.
—Preciosa, ¿tienes novio?
—Eh...
—Chase, deja en paz a la dama. —Austin tomó un pequeño sorbo del champán entrecerrando un poco sus ojos antes de mirarme, como si me preguntara si estaba bien.
—No tengo novio, y descuida, Austin, estoy acostumbrada a ese tipo de preguntas.
Claro, si ya perdí mi dignidad en el instituto, que tanto que lo haga acá.
—Tienes algo especial en ti y eso me gusta. —añadió Austin con sinceridad.
—¿Gracias? —dude sonrojada bebiendo de mi copa de agua algo intranquila.
•••
—Una excelente cena, Antian. —Cristina sonrió ampliamente hablando al igual que mi madre.
—Si, Cris, me decías que los chicos van a estudiar al mismo instituto que van las chicas? —mamá preguntó cambiando el tema y la atención de los adultos.
—Por supuesto.
—Pues, me parece fenomenal, Emma podría ir con los chicos al instituto y enseñarles cómo es todo.
—Tengo una idea, ¿y qué tal si toman las mismas clases que Emma?
¿Cómo?
—Es una idea fantástica, ¡me encanta!, pueden ir a casa a visitarnos cuando quieran.
—Lo mismo digo para ustedes, pueden visitarnos cuando lo deseen.
—¡Espléndido!
Ellos siguieron conversando un poco más antes de por fin despedirse y dejarme a mi con ese extraño sentimiento en mi interior por lo que habían mencionado.
—Vamos a casa, hijas.
*****
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