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III

Tsunayoshi acababa de cumplir tres años, festejaron solo los tres en el patio trasero.

Nana había cambiado bastante, su cabello se había aclarado un tono, sus ojos brillaban con determinación y cariño, había crecido un centímetro y cortó su cabello hasta por arriba de los hombros su collar siempre escondido entre sus ropas.

Había remodelado la casa, ahora tenían un sótano de dos plantas –tomó dinero de la cuenta del banco a la que su marido le envía dinero– la primera era dos dormitorios y la segunda era como un dojo con armas y solo ella y Kawahira podían acceder, en la primera planta estaba la sala, la cocina, el comedor, un baño y una habitación vacía que utiliza de almacén, arriba hay tres habitaciones con sus respectivos baños.

La casa está pintada por fuera de un color naranjo claro, por dentro también solo que el techo es de color crema, los muebles son de caoba y suaves, modernizó la cocina y había muchas fotos colgadas en las paredes de las escaleras, desde Nana e Iemitsu en su boda hasta llegar a la de Tsuna, Kawahira y ella en los tres años.

—Okā-chan, hay unos Señores afuera de la casa—Tsuna corrió y se abrazó a sus piernas.

Nana más o menos sabía de qué se trataba, así que salió poniendo su sonrisa más hipócrita que poseía.

—Buen día—saluda y alza el rostro encontrándose a su marido y a Nono.

—Querida~—Iemtisu se arroja a ella pero lo evita.

—Buen día, Nana.

Ella los invitó a pasar y les sirvió comida de la que apenas estaba haciendo.
Una vez Iemitsu vio a su hijo se le lanzó a abrazarlo, Tsuna huyó al ver un hombre desconocido querer abrazarlo.

—¡Okā-chan!—chilló asustado.

—¡No me reconoces Atún, soy yo tu Otō-chan!

—¡No eres mi Otō-chan!—Iemitsu se quedó petrificado.

Tsuna se escondió tras la piernas de su mamá temblando.

Timoteo se presentó tal y como recordaba, platicaron mucho de temas irrelevantes y con cumplidos de su comida.

Ya entrada la tarde Tsuna tuvo un ataque de un Chihuahua y sus llama del cielo se hicieron presentes, Tsuna a pesar de ser pequeño las calmó, desde bebé veía a Nana practicar con llamas que salían de sus manos y también a su Otō-chan Kawahira, así que se calmó y las guardó al tiempo que Iemitsu y Nono llegaban para ver como un perro salía huyendo.

—¡Atún!—gritó Iemitsu.

Él se alejó y se fue con el hombre mayor que se hacía llamar su abuelito.
Nana llegó muy rápido para abrazarlo y decirle que ya pasó, como recompensa le dió una galleta de chispas de chocolate.

Iemitsu trató todo el día de acercarse a Tsuna pero este le tenía miedo y huía o lloraba para que no se le acercase.

Al final del día, Timoteo e Iemitsu se fueron, Tsuna suspiró aliviado y ella frunció el entrecejo, sus puños estaban chispeando, inhaló y exhaló aire hasta calmarse. Su hijo pareció acordarse de algo por lo que brincó con una sonrisa.

—Okā-chan, ¡Tsu-kun puede hacer lo que Okā-chan puede! ¡Tsu-kun puede entenar con Okā-chan! ¡Otō-chan estará orgulloso de Tsu-kun!

Nana se arrodilló a él y lo calmó.

—¿Qué puede hacer Tsu-kun?

—Tsu-kun hace Hi con las manos como Okā-chan.

Nana pensó como pasó eso, pero luego vería que hacer, necesita consultar con Kawahira, suspira al saber que era martes y Kawahira llegaba al día siguiente.

—Ya es tarde y Tsu-kun tiene que bañarse y dormir.

—Si Okā-chan, Tsu-kun se bañara y dormirá.

—Vale—ríe—Okā-chan se bañara con Tsu-kun, ¿Vamos?—tiende su mano y Tsuna la toma, ambos van a bañarse para dormir.

En otro lugar....

—Veo que a la pequeña Nova le va bien.

—Si, le sirve mucho el collar que creo usted Talbot-san~

Un anciano de ojos cubiertos lo miró fijamente, Kawahira seguía sonriendo.

—Hay algo que pasará, lo sé muy bien, han movido la realidad a otra dirección—la rasposa y verídica voz del anciano le aclararon de que él sabía algo.

Kawahira entornó los ojos y sus sonrisa se hizo hipócrita, más no delató sus intenciones.

—lo noté también—aclara inocente.

Un año después...

Nana cambiaba a su hijo con el uniforme del Kinder Garden, su mochila color naranja cuelga de sus bracitos y sus zapatos negros.

—¿Listos?—la inconfundible voz de Kawahira se escuchó desde el otro lado de la puerta.

—¡Hai! Otō-chan.

Tsunayoshi le sonrió, lo tomó de la mano izquierda mientras Nana de la mano derecha y caminando tranquilos se dirigían al plantel de ahí Namimori.

Nana y Tsuna cantaban una canción infantil de un anime mecha que ven, Kawahira la tarareaba en voz baja.

—Otō-chan, Okā-chan—ambos miraron al niño—¿Tendré amigos?

—Hai, solo debes ser tú mismo.

Los tres se detuvieron en la entrada, Kawahira revolvió sus cabellos sonriéndole, Tsuna sabía que su Otō-chan no era muy afectuoso, y los poco momentos que lo era, lo atesoraba bastante. Nana en cambio se arrodilló ensuciando su pantalón.

—Bien Tsu-kun, este es un gran paso para tí, pones mucha atención y aprende lo máximo posible, NO utilices el Hi frente a otras personas, has amigos y no pelees sin alguna causa grave. Te cuidas y has caso a las maestras, no olvides que Okā-chan te quiere, Otō-chan también y que siempre te apoyaremos.

Una mujer joven se acercó, tenía el cabello negro recogido en un moño, ojos grises y una cara muy expresiva.

—Buen día, ustedes deben ser lo que se acaban de inscribir, bueno una semana tarde no es nada.

La mujer tomó al niño de la mano mientras se despedia.

Caminaron hasta un salón, la mujer abrió la puerta con él tras sus piernas.

Había muchos niños jugando y platicando, y uno dormía en una mesa. Al entrar ella, todos guardaron silencio y el niño despertó desorientado.

—Buen día, hoy tenemos un nuevo compañerito, preséntate.

Tsuna salió de sus piernas tímido y sonrosado.

—Hai, s-soy Sa–Zegel Tsunayoshi, e-es un p-placer—dio una reverencia jugando con sus deditos, la mujer se sonrojó y un hilito de sangre bajó de su nariz.

"Jodidamente tierno"—grita a sus adentros—Bien, soy Kurokawa Sakurai, ve y siéntate junto a Takeshi-kun.

El niño que antes estaba dormido se levantó tambaleándose. Tsuna caminó torpe y se tropezó callendo de frente.

Se levantó rápido escuchando como los niños se reían.

Nana ya sin preocupaciones, se lanzó desde un avión al vacío recordando las palabras de Kawahira hace unos minutos.

Las llamas Nova son especiales, como las del cielo puedes elevarte y propulsarte con ellas, así que lánzate y te esperaré abajo.

Es muy refrescante y tiene buena vista desde las alturas, podía ver todo. Traía ropa deportiva, unos pans color grises y un top igual, sus tenis grises igual, una vez ver a qué altura estaba activó sus llamas y las mandó a sus pies propulsandose más rápido en picada, una vez eso, probó el las palmas de sus manos alzando vuelo. Río divertida, el aire en su cara la distraía, se sentía en su elemento, se sentía libre, ahora solo faltaba darle forma física a sus llamas como le hizo su hijo un año antes de fallecer.

Descendió en el templo Namimori, Kawahira aplaudió.

—Bien hecho, ahora la forma física, eres muy buena en la Bo, pero no es tu arma, ese será tu tarea, encontrar una forma física a tus llamas, una que sientas para ser una extención de tu cuerpo, la meditación es una forma de hallarla—Kawahira miró su muñeca donde estaba un reloj—Tsunayoshi-kun ya salió, iré por él.

Dos y media después, Kawahira llegó con un Tsunayoshi cambiado y comiendo helado.

Nana estaba en el techo del templo meditando, concentrada.

—Otō-chan, ¿Que hace Okā-chan?

—Meditar.

—¿Qué es eso?

—Es como dormir y no dormir.

Ambos se sentaron en una banca para terminar su helado, no paso para que Nana saliera de su trance algo cansada.

—Tsu-kun, Okaeri!

Mamma. Ya saliste de dormir!

Nana asintió sonriendo. Después miró a Kawahira que comía un ramen que sacó de quién sabe dónde.—Fue una Naginata.

—Mejor descansen, Tsunayoshi-kun y Nana-san deben de tomar vacaciones de tanto entrenamiento.

—Gracias Kawahira-san





























By: Lizisi

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