C49
Evan POV
La noche fue una tortura para mí, no pude pensar en absolutamente nada más que en la culpa y el remordimiento que sentía por lo que había pasado con Natalie, las cosas se habían salido de control, no solo por un beso, sino por dos más que había aceptado sin querer después de ese primer beso, no supe porque había dejado que pasara, ¿Cómo se lo iba a decir a Amber?
"Oh por cierto, he besado a Natalie una vez que comíamos en mi departamento cuando me mudaba, las otras dos veces fue cuando habíamos estado hablando de nuestros pesares y nos dejamos llevar por la confianza"
Yo no sentía nada por ella, no la amaba, solo la quería como una amiga, estaba muy agradecido con ella y sentía pena que estuviera tan sola, solo contaba con su hijo, sus padres y ahora que tenía a Riley esperaba que él le hiciera compañía siempre, aunque también me sentía mal por él, fue como traicionar a un amigo. Cerré los ojos, escondiendo mi cara sobre la almohada, me estaba carcomiendo la jodida culpa, mi mente no dejaba de repasar la vez que yo la besé por voluntad propia, ¿Qué fue lo que pasó? ¿Fue pena de verla tan sola? Traté de no pensar en eso pero aquella escena se repitió una y otra vez sin permitirme conciliar el sueño.
Ella empezó a sentirse un poco afligida cuando me contó lo triste que a veces pasaba las noches y las mañanas, que a veces quisiera que Lloyd pudiera estar ahí para que pudiera apoyarla y así no tener que trabajar tanto para poder pasar tiempo con Jackson. Le serví un poco de café para que pudiera calmarse, no quería entrometerme mucho en su vida pero ella era humana y aunque fuera buena terapeuta, no la hacía inmune a sentirse deprimida, tenía bajones que la dejaban llorando en la cama.
—Siento que tengas que ver esto, Evan, no deberías —se disculpó, tomando con cierta vergüenza de la taza de café, quería irse, se veía que no estaba cómoda.
—Está bien, Natalie, tú me has visto en mis peores momentos, no tienes por qué disculparte —admití, sentándome a su lado, tal vez lo único que ella necesitaba era un hombro dónde llorar, una palmadita en el hombro, un consuelo sincero.
—Es diferente, no me gustan que me vean llorar, prefiero guardarme mis propios problemas.
—¿Y porque harías eso?
—Solo le contaba mis problemas a Lloyd, ahora que no está, es cómo si solo pudiera tomar esos problemas y guardarlos para mí.
—No tienes por qué hacer eso, yo estaría encantado de escuchar tus problemas, tú hiciste eso por mí en el hospital muchas veces y también cuando salí de ahí.
Ella mostró una leve sonrisa, sus pequeños ojos se clavaron en los míos, aun a pesar de esa sonrisa seguía estando triste, su semblante todavía no se recuperaba.
—Eso es un lindo gesto pero no quiero abrumarte con eso, ya debes tener mucho en la cabeza como para que también tengas con mis asuntos.
Le quité el café de las manos y lo dejé sobre la mesita de centro, puse una mano sobre la suya, sentí como su cuerpo se tensaba un poco a causa de la sorpresa y después se iba relajando completamente, ella no había quitado sus ojos de los míos, estaba confundida
—No abrumas para nada, estaré aquí por si me necesitas, somos amigos, eso haré por ti las veces que lo necesites.
Sus facciones finalmente dieron un cambio, se veía mucha más tranquila pero su cuerpo estaba quieto, no se por qué no quiso moverse, algo debía estar formulándose en su cabeza como para estar así, podía asumir que era algo que la preocupaba o la aterraba.
—¿De verdad somos amigos? Después de lo que pasó...sabes, olvídalo, dijimos que no hablaríamos de eso. Yo solo quiero saber, si harías algo por mí. —comenzó a mostrarse temerosa, nerviosa, bajó sus ojos de vez en cuando y me veía con dificultad. —Es como un favor.
—Dímelo —le pedí con voz neutral.
—No, no puedo hacerlo, no era nada. —se levantó de golpe, soltando mi mano, se quitó lo poco del resto que tenía de sus lágrimas con el dorso de la mano y pretendió que no había llorado, dejó la taza de café en la cocina y fingió que no pasó nada.
—Somos amigos —repetí con firmeza, esperando que pudiera decírmelo, no podía quedarme con la duda, no me gustaba.
—Porque somos amigos, no te lo voy a pedir —respondió con cierta violencia para que no siguiera insistiendo.
—¿Necesitas mucho el favor? —inquirí, viendo cómo le temblaban las manos al recoger su bolsa y metiendo sus cosas.
—¿Importa?
—Sí —dije con rapidez.—Si somos amigos, ¿Por qué no me pedirías el favor? No entiendo.
Se acomodó la bolsa y se dispuso a ir a la puerta sin decirme nada, fui detrás de ella y antes de que tocara la perilla la tomé ligeramente del brazo y la volví hacia mi dirección, una vez que tuve su rostro a mi distancia, me incliné para besarla, fue simplemente eso, un beso, no había sentido nada, no había conectado, al menos al principio. Ella se dejó llevar más de la cuenta, se paró de puntillas y enredó sus dedos en mi cabello, después envolvió sus brazos a mi cuello, una reacción instantánea se extendió por mi cuerpo y respondí atrayéndola más a mí, podía sentir recorrer con mucha claridad su felicidad, esa satisfacción, sus labios eran suaves y amorosos, incluso el deseo estaba latente en cada beso y en la caricia de sus manos por mi cuello.
No sé que fue lo que me impulsó a hacerlo pero mis manos vagaban por su espalda, sin poder comprender porque la acariciaba a pesar de ser consciente de que no era mi intención, mi instinto fue alejarme pero había una prohibición que de repente nos gustó, no me sentía cómodo y quise alejarme ya pero haber pasado tanto tiempo con Natalie y tener la costumbre de su presencia por mucho tiempo desde que la vi en el hospital provocó algo en mí.
¿Qué estaba haciendo? ¡Debía parar! Y así hice cuando su lengua danzó dentro de mí boca y yo acabé con esa demencia de seguir besándola, reaccioné y lo primero que hice fue bajar la mirada, no pude con el sentimiento enfermizo que me provocó lo que habíamos hecho.
—No sé que pasó, discúlpame. —susurré con el horror sepultado en mi rostro, casi corrí a mi habitación porque no quería que me siguiera.
Asintió y salió de la casa tan asustada como yo, quizá porque pensaba que iba a echarle la culpa o porque no debió haberse dejado llevar pero yo le di el permiso de hacerlo, ella solo hizo lo que cualquiera en su lugar hubiera hecho, aprovechar la oportunidad que le di, ese acceso que sin querer le entregué, porque fui yo quien lo inició.
Hundí mi rostro en la almohada, quería rendirme y poder dormir, olvidarme de ese recuerdo pero no pude, estaba ahí, junto con el remordimiento, llevándome al borde de la ansiedad, no importaba si dejaba de pensar en eso, cada vez que veía a Amber a mi lado en la cama cada mañana y noche, ese recuerdo estaba ahí. Jamás pretendí engañarla, la amaba en verdad, la quería con todo mi ser, lo que pasó con Natalie fue un simple impulso que se salió de mis manos.
La única forma de acabar con esto era decírselo a Amber, pero, ¿Cómo? ¿Iba a dejarme? ¿Y sí lo mantenía en secreto por siempre podría olvidar que pasó? Prometí que jamás le mentiría pero por esta ocasión, esta mentira era mejor no sacarla a la luz.
(...)
Amber se iría mañana a París, por lo que ella decidió despedirse de Riley y Natalie, quería conocer a Jackson ya que no tendría oportunidad de hacerlo hasta quien sabe cuándo, la lleve a casa de Natalie sin ningún problema, ellos nos recibieron con euforia, fue una reunión igual de agradable a la que tuvimos en mi departamento, Riley nos dijo que también serían sus últimos días en casa de Natalie pues su hermana vendría en dos días para finalmente mudarse con él a un departamento que ella ya tenía pagado.
—Así que, ¿Tú eres el pequeño Jackson? —Amber sostuvo al bebé con una sonrisa, podía ver reflejado en sus ojos miles de pensamientos, cómo miedo, sorpresa y felicidad cuando ella me atrapó viéndola, nuestros ojos se conectaron de inmediato pero ella en un instante miró hacia otro lado, tal vez se sentía incómoda.
Me quedé con Riley hablando de cómo se la estaba pasando en esta casa, él dijo que ayudaba en lo que podía, cuidaba a Jackson un poco cuando Natalie debía descansar o cuando la niñera no podía venir.
—Entonces, eres buen niñero —le dije entre risas, me causaba cierta incredulidad imaginármelo cuidando de un bebé de tres años, nunca le tocó hacerlo y seguro que debió ser un desafío.
—Oh, supongo que debe querer algo —admitió Amber un poco asustada cuando Jackson comenzó a moverse con insistencia sobre sus brazos, no supo que hacer, el repentino cambio de su expresión decía que estaba confundida y que deseaba ayuda.
—No te preocupes, le gusta que lo mecen —le respondió Natalie con normalidad, incluso le ayudó a acomodar a Jackson en sus brazos —Va estar bien siempre y cuando hagas eso, le agrada, tú le agradas, ¿Sabes cómo lo sé?
Amber se intimidó, sus mejillas ruborizaron de manera fulminante.
—¿Cómo lo sabes?
—Porque quiere que lo meces hasta quedarse dormido, hubiera llorado con cualquier otra persona, ¿Ves lo rápido que se acomodó? En unos minutos va a dormirse, ¿No te importa?
—No, claro que no —la vio a los ojos, con una sonrisa para reafirmar —Es la primera vez que lo hago, me resulta como algo nuevo pero no me incomoda.
Natalie sonrió, nos ofreció un poco de limonada y panecillos rellenos de queso crema y jamón, aceptamos sin problemas, yo solo tenía ojos para Amber y cómo se divertía con Riley mientras arrullaba a Jackson, yo aproveché para ir a la cocina y encarar a Natalie de una vez por todas y resolver esto.
Ella servía los vasos sobre una bandeja, dio una media sonrisa al verme, creyó que iba a ayudarla pero solo me recargué en la barra de la cocina, a espaldas de Amber y Riley para que no vieran mi rostro.
—¿Qué pasa? —me preguntó con naturalidad, echándome un vistazo, siguió sirviendo la limonada sin más.
Inhale aire, vacilé, no sé porque, mis ojos se toparon con los suyos, ella ya empezaba a notar mi tensión.
—Debemos decírselo a Amber, no puedo creer que le hayas dicho que no sentías nada por mí. ¿Por qué no le dijiste la verdad y ya? Si le cuento lo que pasó, nos tachará de mentirosos y que hemos jugado con ella.
Su sonrisa desapareció de inmediato, intentó no sentirse incómoda pero no lo logró, se quedó inmóvil por el recuerdo de aquellos besos que nunca debieron pasar, lo cierto es que ella no se veía tan mal en culpa como yo.
—¿Me estás echando la culpa a mí? ¿Y que hubiera pensando de ti si le decía que nos habíamos besado tres veces? Tal vez ni siquiera se hubiera animado a venir a Seattle —soltó un resoplido, se frotó la cara con las manos, caminó de un lado a otro, queriendo solucionar esto o tal vez queriendo buscar una manera de que lo dejáramos pasar —No eres el único que se siente culpable pero yo no te pedí nada, fue un error, se cometen todo el tiempo y yo no quiero más problemas, dijimos que lo íbamos a olvidar.
—¿Y que pasa con la culpa?
—Díselo —su reacción fue tan simple, no dijo más.
Intenté no reírme de la respuesta estúpida que me dio, ella podía tener una culpa tan normal pero la mía era en otro nivel, a veces podía estar bien y otra veía a Amber y quería decirle todo.
—Evan, escúchame, sé que la amas, solo fue un desliz estúpido que tuvimos, ella estaba lejos, tú me veías mal y supongo que querías consolarme, es todo —concluyó, era muy palpable la decepción en sus ojos, la verdad le dolía.
—Te quiero como una amiga, Natalie, pero no te amo. Discúlpame otra vez si te hice daño —sabía que debía esforzarme en ser sincero pero también en ser cauteloso y no lastimarla, yo no quería ser el mismo Evan que ella conoció, aquel que también la hirió. —¿Me perdonarías por darte falsas esperanzas?
Sentía pena por mí, podía estar seguro de eso, agachó un poco la cabeza y cuando me vio, mostró una leve sonrisa, no era nada concreto, podría decir que fue solo un gesto en los labios. Esperaba que no me guardara rencor pero tenía derecho a hacerlo.
—Todos cometemos errores —contestó con voz queda, un impulso extraño me recorrió el cuerpo, sentía que no era sincera pero no me dejó preguntarle a que se debía porque se fue a entregar la limonada y los panecillos.
Me quedé esperando brevemente a que volviera a la cocina pero no lo hizo, se quedó con Riley y Amber, charlando, incluso ni siquiera me volteó a ver cuándo yo le clavé los ojos. Estudié la manera que socializaba con Amber, esa manera que reían las dos y se hacían chistes; me inmovilicé viendo aquella escena.
Lo mejor era que estuviéramos lejos de Seattle por al menos un tiempo, no me quedaba duda de eso.
Amber POV
Mi vuelo se marcó en la pantalla, me levanté con una maleta en mano y Evan empujaba en un carrito mis otras dos maletas, había traído todas mis cosas, porque decidimos que residiría en Paris, era un hecho y yo esperaría a Evan por unas dos semanas, él iría detrás de mí en cuanto dejara todo arreglado aquí en Seattle.
—¿Qué te dijo tu padre? —me preguntó Evan cuando guardé el móvil en mi mochila.
Me costaba algo de trabajo hablar de la despedida con mi padre, le conté todo y pareció muy feliz pero también se molestó conmigo por no haberle dicho nada acerca de estos planes, le prometí que regresaría para visitarlo en su cumpleaños o en una ocasión especial para contarle como me estaba yendo.
—Está feliz pero también se sintió ofendido por no haberle dicho de esto, prometí que volvería y le traería todas las noticias, de todas maneras me estaré comunicando con él cuando pueda.
Se acercó mi turno para abordar, quería aprovechar para poder despedirme de Evan, él también tenía intención de aprovechar los pocos minutos que teníamos. No pudo esperar, simplemente me abrazo tan fuerte que me levantó del suelo, era evidente que le estaba costando trabajo tener que soltarme, esbocé una sonrisa y solté unas risitas, no quería irme sin él.
Al vernos al rostro, sin duda vi reflejado en sus ojos afligidos el dolor que le provocaba la despedida, le acaricié el rostro para tratar de borrar aquellas líneas que se formaban en su frente en muestra de preocupación, verlo tan vulnerable me hacía querer quedarme.
—Dime que es una promesa que me alcanzarás en París en dos semanas, no quiero tenerte tanto tiempo lejos.
—No será demasiado —reconoció con una sonrisa resplandeciente —Estaré contigo tal vez en menos de dos semanas, es una promesa.
—¿Será tonto por demás decir que te comportes mientras no estoy?
Se le escapó una risa, levantó ambas cejadas, extrañado pero también con expresión divertida.
—¿Es por algo en específico?
—No, simplemente no quisiera encontrarme con malas noticias, ya sabes que cuando estamos separados siempre es así.
—Lo sé, cariño —soltó un pesado suspiro —Pero te prometo que no habrá problemas, no te preocupes que todo estará bien, confía en mí.
La gente ya estaba ingresando y yo estaba quedándome en el último lugar, volví a abrazarlo, está vez muy fuerte pues algo en mi interior me obligó a hacerlo, un extraño presentimiento que no sé de dónde salió, no me estaba yendo muy cómoda y me inquietaba un poco.
Me precipité para besarlo un largo rato y después corrí a la puerta del avión, Evan se despidió, agitando su mano, podía leerle los labios cuando me alejé "Todo estará bien" acompañado de una maravillosa sonrisa. Le creí, por supuesto que lo hice, no había además razones para no hacerlo, todo esto era porque volvíamos a separarnos, solo estaba asustada, todo volvería a la normalidad en dos semanas, me lo propuse y así iba a ser.
Cómo les puse en el capítulo anterior, ya se acabará la novela, tal vez en dos capítulos más, si me inspiro de más, tal vez en tres jaja pero ya veré.
Las cosas quedarán para sorpresa de muchas, ya en el epílogo les estaré informando algo, disfruten lo que queda bonitas, nos leemos, no estoy segura de si sea en próximo miércoles, pero trataré, sino es así, les aviso para que no esperen ese día de actualización.
¡Las quiero!
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