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C39

Amber POV

Me levanté alrededor de las diez de la mañana, para cuando me volví hacia la cama en dónde Evan descansaba para ver si estaba ya levantado me encontré con una nota en su mesita de noche, me incorporé para tomarla y leerla, era corta pero su letra era muy elegante.

Me he levantado para ayudar a preparar el desayuno, te recomiendo que te pongas ropa abrigadora porque afuera hace un frío tremendo pues nevó hoy en la madrugada, saldremos cuando hayas almorzado.

Te quiero, Evan.

Rápidamente salté de la cama y fui hacia el baño, quería prepararme bien por lo tanto me di una ducha rápida, me depilé las piernas y la zona del bikini, me costó más tiempo pero sabía que valdría la pena, me sequé el pelo y me puse un acondicionador con aroma a coco y vainilla, también me tomé un poco más de tiempo para arreglarme el pelo y maquillarme; cómo Evan había dicho que afuera hacía mucho frío, decidí ponerme un pantalón grueso pero entallado, un suéter marrón y unas botas largas pero sin tacón que me ayudarían a no resbalarme con la nieve.

Bajé y escuché que en efecto había alguien en el comedor, reconocí la voz de Sebastian que reía y respondía algo en francés, cuando entré a la habitación me di cuenta que solo estaba Sebastian y Evan, callaron al verme entrar para después saludarme.

—Perdón, ¿Llegué tarde? —les pregunté cuando vi que la mesa estaba vacía, solo había una jarra de jugo de naranja y fruta en un bowl.

—No para nada —respondió Sebastian con mucha cortesía —En realidad ya está listo el almuerzo, solo esperábamos a ver quién bajaba y empezar a servirlo, ¿Te sirvo un plato?

—Seguro. —dije sin quitarle la mirada a Evan quien me sonrió al verme de pies a cabeza, se levantó para ofrecerme una silla a su lado.

—¿Dormiste bien? —me preguntó, clavando sus ojos en mí, yo diría que me devoraba con esa mirada suya que me seguía poniendo nerviosa.

—Sí, muy bien —me apreté los labios para no intimidarme más con su expresión pero era imposible —¿Y tú?

—Excelente —tomamos asiento al mismo tiempo mientras esperábamos a Sebastian —Te ves muy guapa, es una ocasión muy especial.

Me di cuenta que él también se había arreglado bien, llevaba un abrigo elegante, no se lo había visto, debía ser nuevo, también se había arreglado el cabello, lo llevaba hacia atrás, lo que me gustó es que realmente se veía como un modelo de Burberry, solo le faltaba posar para la cámara, ya tenía prácticamente todo.

—También te has vestido bien para la ocasión —señalé su irrefutable bien parecida apariencia, alzando mis cejas —Te ves muy guapo.

Era increíble ver como bajaba la mirada y sonreía con timidez, había logrado ruborizarlo por completo, lo puse nervioso lo que me volvía loca, jamás pensé que pudiera causarle esa clase de reacción.

—Quería verme presentable para ti, he pensado en que podría gustarte que usara, eso quiere decir que acerté 

Sonreí y me serví un vaso de jugo de naranja justo cuando Sebastian traía el almuerzo, era un omelet con jamón, cebollín picado y tomate, a lado dos rebanadas de pan tostado casero y tiras de tocino bien fritos; los vi a ambos aguantándome la risa.

—Esto es un almuerzo muy americano, supongo que no sería difícil adivinar de quien fue la idea prepararlo —para antes de poder decir quien, vi a Evan quien solo se apretó los labios y Sebastian lo delató también viéndolo con ojos sorprendidos.

—Esperaba  que se sintieran como en casa —respondió Sebastian entre risas —Evan es buen instructor, me ha dado unas cuantas recetas más.

La tetera empezó a hacer ruido y Sebastian se levantó para ir a quitarla, Evan seguía observándome mientras comía, lo sabía porque podía sentir sus ojos sobre mí y de vez en cuando lo veía de reojo y su atención estaba en mí, lo cual, no me molestaba, al contrario, me gustaba mucho.

—Tenía la propuesta de que pudieras usar tu nueva cámara, acabo de ver en las noticias que el paisaje esta precioso y algunos museos están abiertos, incluido el Louvre pero solo algunas horas ¿Te gustaría ir?

—Sí, me encantaría —le sonreí y él también hizo lo mismo —La verdad me he quedado con las ganas de poder descubrir París contigo, no me lo perdería por nada.

—Perfecto, entonces, ¿Te gustaría ir primero al museo, o tomar las fotografías?

—Podríamos...—carraspee, tragando con dificultad el pan tostado, me daba un poco de pena admitirlo pero era lo que quería y podía apostar que él también pero no quería decírmelo porque se comportaba como un caballero —Simplemente ir a dónde esperas llevarme después del museo.

Me estudió por unos segundos, le podía leer bien el pensamiento de tan solo verle a los ojos, había mucho en ellos que lo delataban, como por ejemplo su buena intención hacía mí pero también la pasión y el deseo que estaban carcomiéndolo, detrás de esos ojos verdes estaba una excitación que se quería abrir paso desde hace tiempo.

—Trato de hacerlo todo como si nos conociéramos por primera vez —rió de esa forma tan linda pero atractiva que me estaba invitando a besarlo. —Como un  buen cortejo pero tú yo sabemos que hemos esperado mucho, ¿Verdad?

—Aprecio todo los detalles, me encantan pero la espera nos mata y lo sabes

Se inclinó hacia a mí y me susurró con voz angelical al mismo tiempo que clavó sus ojos en mi que no había forma de escapar.

—Me gusta cómo me has incluido en la oración, se me puede ver en todos los aspectos mi cierta ansiedad por que estemos solos, te he hecho esperar y creo que no sería cortés que solo esté dándote esperas.

—Y unas muy largas —remarqué, rodando mis ojos, habían sido las semanas más desquiciadas de mi vida. —Muéstrame la sorpresa que tienes para mí, la he estado esperando, es el único regalo que me falta.

Tomó mis dos manos, las juntó con las suyas y las besó sin quitarme su mirada gentil pero excitante.

—¿Te gustaría probar algún postre parisino? Conozco un lugar donde puedes comer uno muy delicioso, queda en el lugar donde te espera la sorpresa.

—¿Postre? —pregunté dudosa.

—Ya has comido pero te falta el postre y que mejor que uno gourmet, te gustan mucho. ¿Lo recuerdas?

Y entonces lo recordé, ese día habíamos hecho el amor en el parque, en el santuario de muchos, incluyendo el nuestro, habíamos ido antes a comer un postre, inmediatamente ruboricé, me apreté los labios tan fuerte que él trató de liberarlos, pasándome el pulgar por la boca.

—Conozco un lugar perfecto, lo amarás ¿Vamos?

Asentí sin despegar mis labios, entonces él me sonrió de una manera arrebatadora que realzó más su atractivo rostro, solo así pude soltar mis labios de lo deslumbrada que me había dejado.

—No necesitas preguntarme —susurré con la voz baja, para ese momento los fuertes latidos de mi corazón me estaban dejando sin aliento.

(...)

Me quedé en silencio mientras que Evan encargaba al menos unos tres postres diferentes, lo contemplé sin ninguna culpa, escuchándolo hablar esa francés fluido que se estaba convirtiendo en otra de mis cosas favoritas suyas; se quitó el abrigo para ponerlo en la silla de alado, sabiendo que yo lo veía.

—Este fue el mismo hotel en donde te hospedaste cuando viniste a París, lo recuerdo perfectamente —admití, sosteniendo mi barbilla con una mano, él sonrió pero yo lo interrogué con la mirada —¿Es la misma habitación que Tom y tú usaron dónde volveremos a estar juntos?

Alzó una ceja, sorprendido e indignado luego se carcajeó.

—¿De verdad crees que será la misma habitación? ¿Por quién me tomas? La habitación que reservé es mucho mejor, tiene muchas comodidades así que la reservé por dos días.

—¿Dos días? ¿Dormiremos ahí hasta mañana?

—Todo dependerá de ti —esbozó una sonrisa, sus ojos brillaron por una idea que pasaba por su cabeza y se reservó para él —La verdad tenía unos planes interesantes.

Ahora fui yo la que sonreí.

—Jamás dije que no quería saberlos, si necesitas dos días para llevarlo a cabo, entonces no tengo porque contradecir en nada.

El mesero llegó con tres platos y dos tazas de café muy humeantes, no pensé que tendría hambre después de haberme comido el omelet pero al ver los semejantes postres, volvió a darme mucho apetito.

—Adelante, pruébalos todos —me alentó a comérmelos, dejándolos muy cerca de mí, después los fue nombrando por orden —Este es pan Breast de crema de praliné y fresas, Créme Brulee que no puede faltar, Macarrones rellenos de mermelada, crema de avellanas, chocolate, y por último pastel ópera, está hecho de café en su mayoría igual que de chocolate, pedí los más deliciosos y los que podrían gustarte.

Tragué saliva, todo se veía espectacular pero en mi propia conclusión, era demasiado para mí.

—Quiero que me ayudes a comérmelos, es mucho para mí.

—De acuerdo —aceptó muy satisfecho —Me comeré el resto pero siempre y cuando tú los pruebes. Te recomiendo que dejes al último el pastel ópera, es más llenador.

Comencé a comerme unos cuantos macarrones porque eran los más pequeños, estaban tan deliciosos, sobre todo los de crema de avellanas, se empezaron a volver mis favoritos, luego tomé un pedazo del pan Breast y a este nivel los sabores de cada postre me estaban dando una sensación poco común, yo diría una reacción placentera, era un festín de sabores, conforme comía, los ojos de Evan me estudiaban en silencio, se volvieron tan profundos e intimidantes que fue difícil poder verlos y no sentirse atrapada por esos ojos.

Agarré el tenedor para finalmente darle el primer bocado al pastel ópera pero me detuve cuando él también decidió probarlo.

—¿Te importaría si compartimos al mismo tiempo?

Negué y tomamos un pedazo de pastel, el olor del chocolate era tan potente que aunque ni siquiera me lo había acercado aún a la boca, podía sentirse el penetrante sabor del café y el chocolate en mi lengua, cuando lo probé una explosión de excitación despertó segundos después, estaban más que deliciosos, era un sabor indescriptible, la crema era tan suave que se resbalaba en mi lengua, sabía a vainilla, la textura del pan era tan blanda que era como comer una nube.

—Valía la pena comerlo hasta el final, ¿Verdad? —escuché que reía para si mismo, al verlo tenía esa arrebatadora sonrisa en el rostro que inquietó más a mis sentidos ya muy alterados. —Está exquisito.

Cerré los ojos cuando volví a comerme otro bocado, la sangre me corría tan rápido por las venas, no podía contenerme así que gemí un poco cuando me llené la boca con más crema y pastel, él decidió darme por su cuenta, metió con cuidado un pedazo en mi boca y dejó que lo saboreara, viéndome y escuchándome con absoluta atención.

—¿Qué sientes al probarlo? —me preguntó son suavidad, al abrir los ojos su excesiva atención en mí era abrumadora que me quedé en silencio —¿Te gusta cómo te hace sentir el sabor?

—Sí —respondí en un hilo de voz, tratando de mantenerme tranquila —¿Por eso me dejaste comerlo al último?

Al descubrirlo por supuesto que rió, de repente su rostro estaba tan cerca del mío que no me di cuenta que estábamos hablando tan bajito, solo para nosotros, ignorando que yo estaba más que excitada por el sabor del chocolate y de su mirada ardiente.

—Estoy consintiendo a tus sentidos, el primero era el gusto, el segundo será el olfato, ya verás porque, ¿Vamos a la habitación? Te espera una sorpresa.

—Estás matándome, me sigues haciendo esperar —lo acusé pero no soné en absoluto molesta, estaba lo demasiado tranquila como para reclamarle.

—Ya no más.

Se puso de pie y me ofreció la mano para que me levantara, caminamos los dos juntos fuera del restaurante del hotel, todavía tenía el sabor del pastel en la boca y podía sentir el hormigueo en mi estómago cuando lo imaginé otra vez en mi boca, Evan estaba excitándome de poco a poco, primero lo intentó con los postres, ahora lo haría con algún aroma en específico, esperaba que recordara que su perfume era el aroma que más me excitaba, junto con el del sándalo que era lo que distinguía al olor de su perfume.

Se detuvo frente a la puerta de la habitación, estábamos tomados de la mano y el buscó en su bolsillo la llave sin quitarme los ojos de encima, me regaló una media sonrisa y metió la tarjeta en la ranura, logró desbloquear la puerta e inmediatamente me invitó a pasar. No estaba oscuro en absoluto, todas las lámparas de noche estaban encendidas, era una suite enorme, habían puesto velas por casi todos los rincones, había música instrumental en el aparato reproductor inalámbrico, era un ambiente completamente cálido que detonaba sensualidad y erotismo.

Inhale fuerte el aroma a sándalo, vi los inciensos prendidos en todos lados y eso logró impregnar por completo la suite, rápidamente me llevé la mano al pecho, estaba comenzando otra vez esa ráfaga de emociones incontrolables, me estaba embriagando de tanta seducción con estos detalles que estaba perdiendo mi compostura.

—¿Qué me dices ahora, estoy consintiendo tu sentido del olfato con el sándalo? —lo escuché detrás de mí, inclinándose hacia mi oído, muy cerca de mi cuello, provocándome otra punzada más de excitación, su voz era seductora, llena de erotismo, traspasando más allá de mis recuerdos pues no recordaba que alguna vez hubiera podido escucharlo de esa manera, su voz ya era hermosa para mí pero esta vez me estaba haciendo perder el control.

Presionó sus labios a mi cuello y siguió hablándome, dándome un placer involuntario escucharlo hablarme así y entonces entendí, el sentido del oído estaba siendo estimulado ahora.

—¿Cuál otro sentido me falta consentirte? Oh si ya recordé... —me quitó el abrigo que tenía puesto lo dejó sobre una mesita cercana, di un brinco pequeño cuando sus manos se metieron en mi suéter y exploraron mi espalda, quitó el seguro de mi brassier y esté cayó al suelo, sus manos cautelosas se fueron hacia mis pechos, acariciándolos, moldeándolos. El tacto de sus manos en mi cuerpo siempre lo dejaba sediento, era desear más hasta el cansancio.

Gemí cuando jugó con mis pezones erectos y dio leves pellizcos con los pulgares, me quitó el suéter de un jalón, dejándome sin nada puesto por encima, acercó su boca a mi oído otra vez y me susurró con el mismo tono que me estaba dando orgasmo involuntario.

—Solo nos queda un sentido por consentir, te lo daré en la cama porque he estado esperando por mucho también poder consentir a mis sentidos contigo.

De la mano fuimos hacia la gran y preciosa cama king size que parecía que nos esperaba, podía sentir la emoción a flor de piel cuando acaricié el cubre camas de algodón suave y esponjoso, el aroma del sándalo la había impregnado; lentamente recorrió con un dedo mi columna vertebral, abrí la boca, maravillándome con el tacto, me giré de inmediato para verlo, me estaba provocando con una sonrisa torcida, con esos ojos atrevidos y juguetones, satisfecho de estar despertando cada uno de mis sentidos.

—No necesitas ropa —le recordé viéndolo de pies a cabeza, era el único que la tenía puesta, le fui quitando los botones de su camisa uno por uno, viéndolo y él a mí pero antes de llegar al último, me frenó.

—Déjame a mí, el último sentido que me falta consentirte es el de la vista, espero te guste el espectáculo.

Hizo que me sentará sobre la cama para después quitarse la camisa y dejarse medio desnudo delante de mí, sofoqué un jadeo al ver el increíble y espectacular cuerpo que tenía, había recordado las veces en que lo imaginé sin camisa ahora que estaba mucho más tonificado, se veía todo el trabajo de su dieta y ejercicio, sus músculos estaban más grandes y se le formaba una marcada "V" en la pelvis que captó toda mi atención, tanto como sus abdominales, rápidamente se bajó los pantalones junto con el bóxer, en ese momento no pude controlarme, quería devorar todo su cuerpo, cada milímetro de él, lo quería conmigo, lo quería encima, dentro de mí.

—Creo que tampoco necesitarás tu pantalón —se acercó para quitarme lentamente el pantalón junto con mis botas, me dejó completamente desnuda, a su merced, delante de sus ojos feroces, llenos de lujuria. Se inclinó hacia a mí hasta el punto de tener que acostarme, se subió a la cama, encima de mí mientras que puso sus manos a cada lado de mi cuerpo me tenían prisionera. —Esto era lo que quería, un nuevo encuentro entre nosotros, te había deseado tanto otras veces pero ahora podré darme cuenta que estaré amando no solo a tu cuerpo, también a tu ser, a tu alma, que es lo que debí haber hecho antes.

Se detuvo vacilante cerca de mis labios para probar mi grado de excitación, mi respiración ya era un jadeo violento, tenia los labios entre abiertos para respirar no solo aire, también su aliento que me fue acariciando la boca.

—No me hagas esperar más, te deseo y lo que quiero es a ti, desde siempre, lo sabes —posé una mano sobre su mejilla, su piel estaba ardiente, su expresión lo decía todo, me amaba, me deseaba tanto que no era posible soportar toda esa carga.

Se fue acercando a mi boca y entonces me besó con ternura, dándose el tiempo de apreciar mis labios, de ser respetuoso, amable,  delicado, podía sentir los latidos de su corazón cuando bajé mi mano de su mejilla hasta su pecho, sentía que su beso era una adoración, un muestra de lo mucho que intentaba dejarme ver que era en serio sus palabras.

—Te he amado siempre, Amber, —dijo cuando se separó un poco de mi boca para hablarme al oído, depositó sus manos en mis caderas y fueron subiendo hasta mis pechos, me recorrió un estremecimiento, estaba dando en el punto más sensible de mi cuerpo. —Quiero hacerte sentir de todo esta noche.

Agarró mis pechos suavemente, provocándome un gemido, después lo hizo más fuerte, esperando que pudiera gritar más fuerte, así lo hice, cerré los ojos cuando metió un pezón en su boca y chupo un poco, arqué mi espalda al ser invadida por la abrumadora sensación, me fue besando el cuello, succionando y dejando marcas tan deliciosas que fue imposible no sentirse perdida entre tanto placer.

—Se que te gustan los juegos previos —susurró, dejando rastros de sus besos por todo mi cuerpo, primero mi estómago, después mis caderas y luego hacia más abajo, sus besos estaban diciéndome que estaba consintiéndome, que estaba apreciándome por completo. —Eres hermosa, Amber, eres única.

Succionó en  mi parte íntima, justo en mi clítoris que ya estaba lo bastante estimulado, aferré mis manos en su pelo, tirando de él cuando succionó más fuerte, grité pero después me quedé sin voz, sofocándome del desencadenado placer que dobló a mi cuerpo, apreté más fuerte mis piernas cuando sentí su lengua pasando de arriba hacia abajo, los latidos de mi corazón subieron de mi pecho hasta mi garganta, podía sentirlos.

—Esto te gusta....¿Verdad? —preguntó, no respondí más que con un jadeo que escapó involuntariamente de mi boca cuando su lengua volvió a jugar con mi clítoris. —¿Amber? Dímelo, por favor.

—Me gusta y mucho...—jadee más fuerte cuando succionó y luego lamió, los movimientos de mi cuerpo ya eran totalmente involuntarios. —Evan...por favor, no pares.

Encontró el punto más sensible de mi parte intima, lo supo y no dudó en hacerlo suyo, no se detuvo en ningún momento, la cabeza estaba dándome vueltas en el buen sentido, me estaba quedando sin aire y me gustaba estar ahogándome entre la espera de poder tenerlo por completo porque esto era igual de bueno, era extraordinario, jamás había sentido tanta excitación y placer, descubrió una parte de mí que ni yo misma conocía.

Mi cuerpo estaba gritando cada vez más fuerte cuando traspasó el límite, era demasiado para contenerme, jadee cuando llegué al primer orgasmo, inmediatamente sentí que me había liberado de un gran peso, finalmente pude respirar aunque no con normalidad.

—Este es el primero de muchos —susurró todavía entre mis piernas, dio un beso en mi pelvis, sus ojos se asomaban desde abajo y yo solo inhalé profundamente, apenas con la energía para poder sostenerle la mirada.

—Te quiero a ti —le supliqué, estaba perdida entre tantos sentimientos, lo deseaba ahora, quería que fuera mío —Por favor.

—Siempre seré tuyo —sus dedos juguetearon en la entrada de mi vagina y con cuidado me penetró con un dedo —Y yo siempre desearé que seas mía, quiero darte todo, quiero que te des cuenta que ha valido la pena.

Apenas había terminado de procesar el orgasmo que me dio y cuando introdujo otro dedo di un pequeño brinco, me mordí los labios, tiré de su cabello más fuerte, se me aceleró el pulso hasta el cielo, mi cabeza quería estallar y mi cuerpo igual, gemí sin parar hasta que sentí de repente como sus labios atrapaban mi boca, devorándome a besos, sediento y desesperado. Acaricié su espalda, esperando que se diera cuenta que mi cuerpo lo llamaba, que mis caricias lo aclamaban y mis besos bebían de él hasta no más poder.

Evan seguía estimulándome allá abajo, podía sentir como me humedecía, no podía dejar de pensar en el momento en que nos uniéramos de nuevo, iba ser único, inminente.

Tiré de sus labios, bebiendo más de sus labios

—¿Me quieres? ¿Ahora? —preguntó sobre mis labios, sus ojos radiantes se encontraron con los míos.

—Sí —le rodee el cuello con las manos, recorriendo su maravilloso semblante con los ojos, me memoricé cada rasgo, era una de las cosas más hermosas que había visto, era real y estaba conmigo —Te amo, Evan y no quiero a nadie más que a ti.

—No dudes que te amo, Amber, eres y serás a quien más ame en este mundo —alzó mi barbilla con un dedo, clavándose en mi mirada, me sentía abrumada por la muestra de amor que me dio, era pura, sincera, jamás me había sentido de esta manera, era algo nuevo, ni siquiera cuando antes estábamos juntos, pude sentirme así, el sentimiento, el placer, la adoración era genuina y nueva, él tenia razón, estaba con un nuevo hombre. —Cuanto desee tenerte de nuevo conmigo.

Delineó con su lengua mis labios antes de besarme y succionarme el labio inferior, su cuerpo desnudo estaba encima del mío, podía sentir su erección perfectamente, lo que me dejó ansiosa, quería que me explorara con todo lo que pudiera ofrecerme.

Siguió explorando mi boca con su lengua para después poner sus manos en mis piernas y separarlas poco a poco

—Quiero complacerte desde ahora en adelante, me tendrás cada vez que quieras, porque te deseo todo el tiempo. —se movió un poco hacía atrás sin dejar de besarme la piel que estuviera a su alcancé, vi que se inclinaba hacia la mesita de noche y abría el cajón, vi deslumbrar el empaque platinado del preservativo que abrió cautelosamente con los dientes —He considerado cada necesidad, sé lo importante que es para ti esto y quiero que estés cómoda y sin preocupaciones.

—Me estás demostrando más amor del que pensé que tendrías por mi —susurré, no podía creer que lo había considerado todo, me quedé viendo fijamente como se ponía el condón y no pude evitar sonreír, me sentí cuidada, tanto que quise romper a llorar.

—Te lo demostraré todos los días para que este claro que lo que siento por ti no tiene límites, no habrá nadie que me haga sentir esto, estoy más que seguro, he pasado tanto tiempo alejado de ti que fue un infierno —sonrió cuando volvió hacia a mí y vio hacia abajo, agarró uno de mis pechos con la boca y succionó, después lamió el pezón endurecido —Llévame de regreso al cielo, hoy quiero que solo seamos nosotros.

Eché la cabeza hacia atrás, haciendo sonidos con la garganta, quise gritar todavía más fuerte cuando me agarró las caderas y me preparó para su entrada. Me besó apasionadamente cuando entró en mí, hundiéndose y robándome un gemido inesperado, di un alarido de placer cuando nuestros cuerpos finalmente conectaron, nuestras almas se entrelazaron, me di cuenta que su amor no era humilde, era poderoso, salvaje, gemí tanto que perdí la cuenta, su embestida era una locura, una delicia, acaricié su espalda, sus pectorales, me di un festín con su cuerpo, lo fui acercando más a mí cuando le agarré las nalgas, lo quería todo y él estaba dándome más de lo que pude esperar.

Leí todo un canto de emociones en su rostro, era el deseo que remplazó toda su expresión y la forma en que me miraba...era como si nada en el mundo pudiera merecer tanta atención como yo, me veía con adoración, con éxtasis, cariño, me halagaba y me hizo sentir perfecta. Abrí los ojos cuando aceleró la velocidad de la embestida, estaba sin control, estaba amando nuestros cuerpos en este momento, la reacción de ambos estando juntos era demasiado, era algo fuera de este mundo, un deseo sobrenatural.

Era nuestro espacio, nuestro momento, lo único que se escuchaba en esa habitación eran nuestros gemidos, los murmullos de placer y amor, estallando y rompiendo el ambiente, sus caricias resbalando por mi cuerpo y sus besos marcando mi piel.

—Te amor, Amber, te amo —repitió una y otra vez, acelerando más cuando lo fue diciendo sin parar.

Antes de poder llegar al orgasmo, Evan penetró una vez más y con profundidad, grité su nombre y cuanto lo amaba, su sonrisa al escucharme lo fue todo para mí, podía ver sus ojos llenándose de lágrimas como también me pasaba a mí, el poder del orgasmo me sacudió y me llenó de completa plenitud, a los pocos minutos de mi, él se sacudió, apreté más cuando la calidez en mi parte íntima se intensifico al sentir que se había venido también, estalló y en segundos también su cuerpo se relajó, cayendo plácidamente a mi lado.

Quedé asombrada de lo excepcional que había sido este nuevo encuentro, sentí más de lo que pude esperar, finalmente aquel tormento se había terminado, ahora solo estábamos los dos juntos, tirados en aquella cama, derrumbados por el placer y el amor que nos tendríamos por siempre.


El capítulo tan esperado por muchas, finalmente aquí está, ¿que les pareció? Dejen su comentario jajaj de aqui en adelante vendrán escenas entre estos dos más frecuentes que nada, esperenlos, son demasiado pronto.

Las dejo lectoras, espero que de verdad lo hayan disfrutado, sinceramente me tardó en escribir y en hacerlos muy largos para ustedes pero siempre los terminan en dos minutos, ¿Cómo lo hacen? jajajaja. Besitos

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