C28
Amber POV
Evan y yo llevábamos un par de semanas hablando por video llamada, no era en absoluto similar a tenernos uno al otro cerca y en contacto real pero al menos podíamos vernos y escucharnos el uno al otro, a pesar de la mala calidad de video, él seguía viéndose muy guapo, no podía engañarme pero me gustaba desvelarme las horas suficientes con él para poder tenerlo presente también en sueños.
Me ayudaba en mis horas de insomnio cuando debía acabar un trabajo, yo sabía que se sacrificaba hablando conmigo cuando él tenía sueño pero lo negaba.
—Quizá debas irte a dormir —le sugerí entre risas cuando vi que sostenía su barbilla con su mano y bostezó un poco.
Negó con la cabeza, manteniendo sus ojos fijos en la pantalla, sonrió ampliamente pero su apariencia lucía cansada.
—No tengo sueño —afirmó.
—Evan...—lo reprimí con media sonrisa —Te hará daño desvelarte y arreglar tus horas de sueño después.
Siguió sonriendo y esta vez se acercó más a la pantalla.
—Vale la pena —susurró y guiñó un ojo. —Tenerte en la pantalla hace que se me quite el sueño, además, eres bastante divertida cuando me regañas, podría acostumbrarme a esto en pantalla y cuando vaya a visitarte.
Intenté no reírme pero negué con la cabeza por su terquedad, me contempló un rato en la pantalla, en lo que yo guardaba unos papeles, su mirada penetrante era igual de intensa en video llamada como en persona.
—Necesitamos hablar de tu cumpleaños, es en una semana, lo tengo muy presente —habló de repente, rompiendo mi concentración —Hablé con Karen, siente no poder ir pero querrá hacerlo en navidad cuando vayamos a París.
Me sentía feliz de que ahora su relación como hermanos estuviera yendo bien, Evan estaba más tranquilo y aliviado con eso, trabajaban todo el tiempo para construir la clase de relación de hermanos que fuese buena, como la mayoría suelen tener.
—¿De verdad? Entonces, eso quiere decir que vendrás, ¿No sería mejor que yo vaya para allá?
—Amber, es tu cumpleaños —rió entre dientes —Claro que yo tendría que ir para allá cuando se traté de tu cumpleaños, iré yo porque te lo prometí, iré con un día de anticipación, tu cumpleaños cae en sábado, estaré ahí el viernes por la noche.
Pude sentir que mi corazón brincó dentro de mi pecho, sonreí porque sin que se lo hubiera pedido él ya había hecho un plan para venir a verme, definitivamente no pude con la emoción.
—¿Has hecho todo un plan sin consultarme? Sí que es una locura pero me gusta tu propuesta en definitiva. No pensaba hacer nada más que una cena de día de gracias, invitaré solo a Florence, Daniel, Emma y su esposo.
—¿No invitarás a Chris? —sus ojos y su voz un poco melancólica lo dijeron todo. —Creí que eran amigos.
Podía ver su preocupación aunque quisiera ocultarlo, ni siquiera había considerado invitar a Chris, si era mi amigo pero a como pasó nuestra ruptura y que él viera a Evan presente, sería una locura pues no sabía su historia.
—Él no sabe que tú y yo...ya sabes, cree que todavía estás desaparecido.
—Oh —exclamó, miró hacia abajo asimilando —No sabe nada de mí, ni que volví a aparecer y menos en tu vida.
Su sonrisa se apagó de repente, era fácil asumir porque, se veía triste y tuvo ciertos problemas en ver a la pantalla.
—Necesitaré tiempo para decírselo —murmuré en voz baja, no sabía si eludir el tema o mantenerlo para dejar en claro las cosas —Incluso no sé si invitarlo, tal vez no debería hacerlo.
—Es tu fiesta, Amber, tu cumpleaños, si es por mí...podríamos festejarlo nosotros solos un día antes.
—No es eso, no sería normal tener a mis dos ex's que son medios hermanos en la misma habitación. Supongo que no será buena idea invitarlo, es lo que creo mejor.
Aguardó un poco, viéndome sin presión a los ojos, yo ya había tomado mi decisión y él se percató de eso, solo dio una media sonrisa pero en el fondo sabía que estaba aliviado.
—No te presionaré jamás a tomar decisiones por mí culpa, Amber, fue lo que te prometí, no quiero manipularte.
Reí débilmente, lo contemplé y miré a sus ojos desde la pantalla, asegurándome de ser firme.
—No estás presionándome a nada, es mi decisión y no me estás tampoco manipulando, sé que es una decisión difícil pero averiguaremos como resolverlo en el futuro. Por ahora dejemos que mi cumpleaños sea un tema de discusión.
Me regaló una sonrisa más animada, la que hace poco tiempo me mostró, sus ojos brillaron un poco y su voz volvió a tomar ese tono grave y seductor de antes.
—No quiero discutir contigo pero sí que me regañes cuando estamos por comenzar una discusión por mi culpa. Tu cumpleaños es la fecha que ahora me tendrá loco, no puedo esperar a verte, quiero estar contigo Amber, estoy reservando mi boleto, no quiero quedarme sin el.
—¿Y que pasaría si te digo que prefiero esperar a París para volver a estar contigo como esa noche en el parque?
Sus ojos se dilataron un poco y se echó a reír, me vio un poco alterado.
—¿Esperar hasta Paris? —se lo pensó un segundo y rió otra vez —Estoy de acuerdo, si es lo que quieres lo acepto, aunque volveremos al dulce y doloroso tormento de querer tenerte y no poder hacerlo. Sobre todo porque esperaba hacerte el amor en una cama cómoda y caliente al fin y no en una fría noche cerca de una estatua.
—Tú y yo sabemos que el frío no es un impedimento.—le aseguré con tono juguetón, acomodando todos mis papeles.
—Jamás lo ha sido, buscaremos nuestro santuario por todo París si quieres, por mi no hay problema.
—Deberíamos al menos poner nuestras iniciales, digo, ya marcamos el lugar también —reí entre dientes, ruborizándome por completo, quise taparme la cara pero nada serviría, solo bajé mi cabeza, esperando no ponerme tan roja.
—Marcaría contigo la ciudad de París completa en cualquier momento y cuando gustes. —sonrió tan sensual que fue la oportunidad perfecta para ponerme por completo el rostro totalmente ruborizado, quise bajar la pantalla para ventilarme un poco, empecé a experimentar falta de aire.
—No tienes vergüenza, Evan Ross pero me agrada tú idea también. Debo dejarte, terminé de organizarlo todo y mañana me espera una mañana ocupada y tus ojeras delatan tu cansancio, ve a dormir para que sigas desarrollando tu plan de fechoría en la ciudad de París.
Al sonreír por supuesto que dejó entrever esos dientes relucientes, su sonrisa me mataba aunque estuviera en aquella pantalla de mi computadora, tenía misma reacción que me colapsaba por dentro.
—Solo porque quiero que el plan resulte perfecto iré a dormir. Descansa, Amber, era en serio lo de mi boleto, ya lo reservé, hablamos mañana, te extraño.
—Yo también, hasta mañana.
Desconectamos la sesión al mismo tiempo, me quedé viendo la pantalla unos segundos más, asimilando que ya no estaba, que su rostro, sus gestos y su voz se había apagado por el día de hoy, lo que me entristeció un poco, estaba consciente de que el amor consistía en pasar tiempo juntos, estar cerca, pero ahora que estábamos separados, descubrí que a pesar de la distancia, lo amaba aún más.
(...)
Llevé los recuerdos para Emma esta tarde cuando salí del trabajo, había pasado tanto tiempo de no haberla visto que su vida de casada la tenía ocupada, la extrañaba tanto en el departamento conmigo, compartiendo sus tonterías, su buen humor y su atención cuando necesitaba de su ayuda, la quería como a una hermana y ahora que Mía planeaba irse a vivir con nuevo novio, dejaría el departamento solo para mí, lo cual no estaba mal, ahora con mí ascenso en el trabajo podía pagarlo.
Emma se quedó en shock cuando le dije lo de Mía, ella todavía no se había enterado, creyó que todavía estaba asimilando la ruptura de Daniel.
—Eso fue hace ya hace como un mes o un poco más —le recordé entre risas, me daba algo de gracia que su vida como ama de casa la dejara un poco excluida de las noticias más recientes —Dice que ahora si es el bueno, apenas lo conoció hace tres semanas, jura que no ha sentido algo así en su vida.
Emma se carcajeó, bebíamos café en la cocina, preparaba galletas de chocolate para Brian y para mí, hacia muy buenas galletas.
—Eso dijo del primer novio que tuvo, no es por nada pero ojalá sea el bueno, le urge sentar cabeza a la pobre —rodó los ojos —Le ha ido mal pero al menos no se ha embarazado, sería una catástrofe.
—Eso es verdad, no me la imagino siendo mamá. —levanté ambas cejas, apenas sabía cocinar, lo que no tenía nada de malo pero ¿Cómo iba a poder cuidar de un bebé si apenas podía cuidarse ella misma? Era una gran chica pero le faltaba un poco de madurez.
Esbozó una sonrisita y puso las galletas en la bandeja de acero.
—¿Y que dices de mí? ¿No tengo madera para ser madre?
Su pregunta me sorprendió, casi se me olvidaba que tenía el café en la mano, tragué con dificultad y empecé a observarla con más cautela, ella no me veía lo cual era una señal extraña.
—¿Por qué lo dices? —le pregunté dudosa, las manos me empezaron a sudar por eso mejor dejé la taza en la barra de la cocina. Me esforcé para leerle la expresión pero ella se mantenía escondida, amasando las galletas. —¿Emma? ¿Tienes algo que decir?
Ella se carcajeó en silencio, se volvió hacia a mí con una sonrisa despampanante y un brillo increíble en los ojos, resplandecía a todo fulgor.
—¡Estoy embarazada! Tenía que decírselo a alguien pero quería esperar a cumplir el mes y medio, eres la primera en saberlo.
Se me cayó la mandíbula al suelo, empecé a reírme como loca y me llevé las manos a la boca, compartimos grititos de felicidad, no podía creerlo, me sentía extremadamente feliz que iba a ponerme a saltar.
—¡Es en serio! ¡Emma, muchas felicidades! —le agarré para darle un apretado abrazo, juré que iba a llorar si no me dejaba salir esta máxima alegría, di unos saltitos, tapándome el rostro todavía incrédula —¡Si hubiese sabido hubiera traído algo de París para el bebé! Pero no te preocupes, esta navidad, regresaré, traeré de todo, no estimaré en gastos, es mi sobrino.
—Espero que sea niña, adoraría una pequeña yo, le daría un verdadero reto a Brian.
—¡Ojalá sea así! —grité en entusiasmo —Otra tú en el mundo sería una locura pero sería tan bien recibida y amada. Oh Emma, es increíble, ¿Para cuándo nacerá?
—Septiembre, si todo sale bien.
—¡Muero por que sea septiembre! —mi voz seguía elevándose, llevé mi mano a su vientre y aunque todavía no sobresalía nada, no pude evitar hacerlo. —Ya quiero tenerla en mis brazos.
—¿La cuidarás cuando no tenga niñera? —bromeó.
—Absolutamente —afirmé.
—Por cierto, ¿Volverás a París en navidad? ¿Es por trabajo?
—No, no es por trabajo —respondí, mordiéndome el labio un poco nerviosa, ella sabía que había terminado con Evan, como todos los demás cuando les dije tal mentira cuando debimos casarnos, si le decía que había regresado con Evan, seguro que me regañaría, ella lo conoció como todos los demás, con su actitud arrogante.
—¿Y entonces porque regresas?
—Evan y Karen me invitaron a pasar navidad con viejos amigos, así que dije que si, ya que no podría perder la oportunidad de regresar.
Su mirada lo decía todo, me creía pero solo la mitad, ella me conocía bastante bien, por lo que para ella mis palabras fueron una clase de excusa.
—¿Volviste con Evan? —alzó una ceja, mirándome con suspicacia.
Traté de disimular la vergüenza, sabía que me atacaría.
—Podría decirse que sí —susurré, tomé masa de las galletas y fingí que preparaba una para no verla a la cara. —Pero no sabes lo que nos pasó en París.
—¡Fuiste con él! —se horrorizó, claro que no le había contado que nos habíamos encontrado por casualidad, así que tuve que contárselo. Le conté casi todo, menos lo del parque, desde que nos encontramos hasta que lo despedí en el aeropuerto, ella estaba en shock, ni siquiera parpadeó y juraba que casi me golpeaba cuando le confesé nuestro beso pero se emocionó de tan solo decirle lo que él me declaró después. —¡Es una locura! Ustedes dos tienen una historia tan loca y confusa, te soy sincera, Evan nunca me cayó bien, no del todo pero al hablarme de él, parece que lo hicieras de otra persona.
—Ha cambiado, realmente es alguien diferente, cuando vayas a mi fiesta de cumpleaños, lo verás, se quiere ganar el perdón de todos, te juro que ya no verás al Evan de antes.
—¿De verdad? —hizo una mueca, suspicaz —Pues ojalá sea así, solo puedo decir que yo seré feliz si eres feliz, Amber, aunque debo ser sincera contigo, con Evan siempre te noté diferente, cosa que no te pasaba con tus otros novios.
Sonreí con discreción, en ese entonces no sabía lo que me esperaba, ni las mentiras que me dijo ni el plan que tuvo para mí.
—Te creo, me sentía de esa manera.
—Y dime ¿Qué tal estuvo París? ¿Es tan hermosa como en las películas? ¿Es la ciudad del amor como todos dicen?
Traté de ignorar mi propia broma personal pero reí entre dientes de tan solo escucharla, preferí mejor seguir ayudándole a hacer las galletas, con las imágenes del recuerdo bien puestas en mi memoria.
—Sin duda lo es, te sorprendería las cosas que puedes encontrar hasta en los parques. —me carcajee.
(...)
Hoy recibiría a Evan en el departamento, con la ida de Mía hace una semana, dejó espacio de sobra, así que le dije a Evan que no gastara en algún hotel, que estaría bien que se alojara aquí y el claro que aceptó sin dudar. Arreglé una habitación, la que era de Emma que era la que parecía ser la más adecuada para él, quedé de ir por él al aeropuerto así que me di mi último arreglo en el baño y salí en mi auto.
En el camino me sentía nerviosa pero feliz pues volvería verlo después de un mes de estar sin un contacto real, lo extrañaba demasiado y a pesar de vernos y escucharnos mediante Skype no era suficiente para poder mantener mi necesidad alejada, su presencia lo era todo. Esperé a que bajaran los pasajeros, en la puerta que indicaba el vuelo de Evan, para ese entonces me sudaban las manos y las piernas me temblaban, ya empezaba a hacer un frío incomodo en Chicago así que me puse una chamarra ligera.
Los pasajeros fueron saliendo por la puerta, no podía evitar mi ansiedad, se me aceleraba el corazón creyendo que lo vería salir detrás de un grupo de cuatro personas, me esforcé para que la gente no viera mi ansiedad pero justo verlo salir todo síntoma despareció inmediatamente, su mirada me buscaba también y cuando se encontró con la mía, encajaron a la perfección, él sonrió de oreja a oreja y aceleró su pasó.
Llevaba uno de esos suéteres de la gran colección que Tom le dio, este era verde oscuro y eso resaltaba el color verde claro de sus ojos, eran una combinación mortal, se veía guapísimo, tanto que de tenerlo cerca me fue casi imposible reaccionar, aquella absoluta inmovilidad hizo que Evan se me acercara aún más rápido y se plantara delante de mí.
—Amber, te extrañé mucho —susurró con delicadeza, bajando su maleta al suelo, deseándome con los ojos y seduciéndome con su voz.
Abrí mis brazos un poco y él correspondió , fue un abrazo tierno, sano, solo al principio, después me sujetó con fuerza y me levantó un poco del suelo, sentí que enterraba su rostro en mi cabello e inhalaba.
—Me alegro de que estés aquí —añadió, sentí que sonreía cerca de mi nuca.
—También te extrañé —le murmuré en el oído, apretando más mis brazos a su cuello. —Y mucho.
—Ha sido el tormento más imposible —me dijo mientras se hacía para atrás y así verme el rostro, todavía sostenía sus brazos alrededor de mí. —Todos los días era desearte a lado de mí cuando despertaba o iba a dormir, no han sido las noches más reconfortantes de mi vida, me daba mucho insomnio.
—A veces te veías cansado en la pantalla —le recordé con una sonrisa inocente.
—No podía dormir después de que terminaba de hablar contigo.
—Pues espero que ahora si puedas dormir —sus ojos brillaron cuando le regalé una sonrisa —Estarás cómodo ahora que Mía ya no vive en el departamento, se ha mudado con su nuevo novio.
—¿De verdad? —fingió cierta lastima pero en el fondo se le asomaba el entusiasmo reluciendo en sus ojos —Eso quiere decir que prácticamente estás viviendo sola y tienes mucho espacio.
Sonreí, negando con la cabeza y bajando mis manos lentamente, la gente empezaba a vernos pero él no se preocupó de ello, seguía sosteniéndome de la cintura, al parecer yo era la única que se preocupaba por los demás pero era solo para no hacer un espectáculo.
—¿Recuerdas lo que te dije, cierto?
Su desanimo fue evidente pero aun así no hizo reproche ni tampoco me hizo sentir mal, al contrario, se veía decidido.
—Sí, esperaremos hasta París para que pueda volver a tocarte y lo respeto, lo sabes, yo obedezco tus ordenes, llegaré hasta dónde tú quieras o hasta dónde lo pidas.
—¿Y resistirás? —lo interrogué, entrecerrando los ojos medio en broma —Ya sabes, estaremos solos, en un departamento a menos de cinco metros de distancia, sin ruido...
Rompió a reír y dejó caer lentamente sus brazos de mí pero solo fue para acariciarme la mejilla con suavidad.
—Algo me dice que disfrutarás de mi nuevo tormento, me la estás poniendo cada vez más difícil —suspiró —Pero te prometo que resistiré, quiero empezar con cumplir bien mis promesas. Solo te pido un favor.
—¿Cuál?
—No me recuerdes que estarás frente a mi habitación, sola, en una gran cama caliente, con poca ropa y las ventanas cerradas, eso es provocar mucho a la bestia, apiádate de mí, también soy humano.
Empecé a reírme y entonces preferí dar un paso hacia atrás, todavía burlándome, consideré que lo mejor era que tampoco lo tentara así que pensé en hacerle la tarea más sencilla.
—De acuerdo, es un trato, no te voy a sonsacar.
Aunque sabía que para mi también sería difícil resistirme si pensaba durante todo el día la cercanía que tendríamos uno del otro y las ganas que teníamos por compartir una cama, solos, en aquel departamento perfecto y sin distracciones.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro